DESPUES DE MIS PRIMOS Y JUAN VINO CARLOS, EL SEDUCTOR (primera parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Carlos era un macho muy deseado por chicos y chicas.
No porque fuera lindo, aunque tenía lo suyo, sino por su fama de buen cogedor, sin escrúpulos y con una pija no muy larga pero bastante gruesa y muy cabezona.
Era de estatura normal con un físico marcado.
Las chicas morían por él.
Y nosotros también.
Lo conocí cuando yo tenía doce años y el creo que 17.
A esa edad, ambos estábamos en un grupo de Boys Scout en nuestro pueblo.
Nos reuníamos los fines de semana.
Ahí supe de sus aventuras con los más chicos y yo moría por ser uno más en su lista.
A esa edad se cogió a un chiquito lobato (se llama así a los más chicos antes de ser boy scout) que tenía 9 años.
Le decían Fico.
Al muy putito le gustaba que le apoyaran el bulto en la colita.
Pero Carlos fue más allá, como el mismo me contó tiempo después, cuando tuve el placer de tenerlo dentro de mí.
Un día a la salida de la reunión Carlos (17) llevó a Fico (9) a un descampado.
Lo estuvo besando un rato y acariciando todo el cuerpo.
Le bajo los pantalones y le dio besitos en el culo.
Le hizo chupar la pija y que lo pajeara.
Cuando ya sintió que se venía lo hizo poner boca abajo y se la puso en la cola, empujo y le metió la puntita y le dejó toda la leche en la colita.
Esto lo volvió a hacer varias veces.
A otro que se cogió fue a Daniel.
Tenía 10 años, casi 11.
A él le había roto el culo González, un boy scout de los mayores, que se lo agarró un día a la salida y comenzaron como a jugar.
Se lo apoyaba con los pantalones puestos y le preguntaba si le gustaba, Como no contestaba porque había otros mientras lo hacía, siguió avanzando.
Le bajó los pantalones y le apoyó la cabeza en la puertita del culo y le pasaba la pija por la raya, de arriba hacia abajo.
Hasta que le metió la cabeza de un golpe.
Daniel dio un grito por el dolor.
Cuando le sacó la cabeza la tenía llena de sangre.
Le había roto mucho el culito.
Estuvo como una semana que no podía ni defecar.
Después de un tiempo se lo agarro Carlos que lo hizo con mucho más cuidado.
También lo acarició por todo el cuerpo y le hizo agarrar la pija y darle besitos.
Luego se la hizo chupar y que lo pajeara.
Cuando ya sintió que estaba cerca de acabar lo acomodó boca abajo y logró meterle la cabeza y un poquito más para llenarle el culito de leche.
Se lo culeo varias veces porque al putito le gustaba sino no lo hubiera repetido.
También se lo cogió a Huguito.
La diferencia con este es que además de ser un poco más grande, tenía como doce años, ya se lo había culeado varios de su edad y algunos más grandes.
Así que tenía el culito más entrenado.
A Huguito se lo llevó Carlos a un baño público una noche que lo encontró en la calle.
Allí comenzó a besarlo en la boca, en el cuello, en las tetillas mientas le agarraba las nalgas con sus fuertes manos.
Sacó su pija y lo hizo agachar para ponérsela en la boca.
Le cogió la boca haciéndole dar arcadas.
•Entonces lo hizo parar y poner contra la pared para apoyarle la pija en su culito.
Le puso saliva en el hoyito y se puso en la chota.
Le pasaba la cabeza de arriba abajo por la raya del culo hasta que le metió la cabeza.
Se quejó un poco por el dolor entonces Carlos se quedó un momento quieto.
Sigue empujando y logró meterle un poco más de esa tremenda verga.
Hasta ahí solo eran quejidos mezcla de dolor y placer.
Entonces fue que dio una estocada terrible que metió todo ese tremendo pedazo de carne hasta el fondo.
Huguito quiso gritar pero le tapó la boca y se quedo quieto un ratito.
Luego comenzó el va y viene hasta que lo llenó de leche en lo más profundo de su ser.
Esto me lo contó el mismo Carlos cuando mucho tiempo después cogimos nosotros.
Me encantaba que me contara todo lo que hacía le hacía a otros con lujo de detalles.
Me explicaba que gritaba pero no para que se la sacara sino porque le dolía mucho porque era muy grande y porque se la enterró de golpe.
A Walter, que era un poco más grande también se lo cogía, pero como estaba mucho más acostumbrado y le encantaba la pija se la tragaba casi toda sin problemas.
Decía que le encantaba que se la pusieran de golpe porque despacito le dolía más.
A Carlos lo conocía desde que comencé en los boys scouts.
Y conocía todas esas historias de los pendejos que se cogía y que me ponían a mil.
Yo tenía 12 años él tenía 17 años.
Por ese entonces yo trataba por todos los medios que no se notara mi inclinación sexual.
Un día yo volvía de tomar la clase de teatro y me crucé con él que iba hacia el lado del centro caminando con un amigo.
Los salude cuando nos cruzamos y seguí viaje.
Había hecho una cuadra cuando escuche que alguien venia apurando el paso detrás mío.
Yo me agache como para prenderme los cordones.
Quien venía detrás de mi me alcanzó.
Cuando me doy vuelta me encuentro con Carlos que me pregunta que tenía que hacer.
“Volvía a mi casa” contesté muy nervioso, porque no sabia qué decir.
Me daban ganas de tirarme a sus brazos y también me daban ganas de salir corriendo.
Sabía que les había roto el culo a varios chicos y además iba a haber un testigo que era su amigo que nos había visto.
No me dijo más nada y se volvió por donde había venido.
Algunos meses después, como iba a clases de teatro, me invitaron a formar parte del grupo vocacional de teatro de un club que acepté con gusto.
Un día me invitaron a una reunión porque se iba a comenzar a trabajar con otra obra de teatro.
Cuando fui me encontré que uno de los convocados era Carlos.
Estuvimos charlando, leyendo la obra, comentando el argumento, escuchando al director.
Habían pasado un par de horas cuando Carlos dijo que se iba yo dije que también lo hacía.
Nuestras casas quedaban en el mismo sentido así que teníamos que ir hacia el mismo lado.
Comenzamos a caminar.
Cuando íbamos cruzando una plaza le pregunté “¿Qué me ibas a preguntar ese día cuando me paraste en la calle?” El como toda respuesta me dijo “¿Qué tenès que hacer ahora?” Yo contesté “Nada”.
No quería que se fuera a ir como la vez anterior y quedarme con las ganas.
“¿Tenès algún lugar donde podamos estar solos´?” me preguntó.
Mi mente trabajaba a mil para dar respuesta hasta que recordé que frente a mi casa había una barraca que tenía separado una habitación con un baño que iba a ser un escritorio pero como no se había terminado estaba abierto.
Le dije de ese lugar y me dijo “Vamos”.
No hacían falta más palabras para saber que iba a pasar.
En el camino me iba metiendo la mano en la cola y en algunos lugares más oscuros, porque los árboles tapaban las luces de la calle, me apoyaba su bulto sobre la cola.
Se notaba erecto y muy grande.
Llegamos al lugar.
Como no había nada puse mi abrigo sobre el suelo.
El también puso el suyo.
Comenzó a besarme en los labios, en el cuello, en las orejas.
Nunca nadie me lo había hecho.
Me hacía sentir cosas hermosas, como una electricidad que me recorría el cuerpo, Me dio mi primer beso de lengua, Yo ya estaba a mil.
Me pidió que me desvistiera mientras él hacia lo mismo.
Yo me quité todo y me puse boca abajo como siempre lo había hecho con mis anteriores amantes.
El se acostó arriba mío y me apoyo su enorme verga que movía suavemente sin meterla.
Mientras hacía esto me dice al oído
“¿Te gustaría que te rompa el culito?”.
“Me encantaría, le contesté, pero tengo miedo porque me vas a hacer doler mucho.
La tenès muy grande”.
“No tengas miedo, no es tan grande.
Si te la meto despacio la vas a aguantar bien.
Un poquito te va a doler pero si tenès ganas tenès que aguantar un poquito de dolor.
Te la meto despacio y si te duele mucho lo dejamos ahí ¿Querès? Aunque me gustaría metértela hasta las bolas.
¿Tenès con que limpiarte si te sangra un poquito?”
“No tengo nada.
Si voy a buscar a casa no voy a poder salir nuevamente”
“Bueno, otro día te rompo el culito bien roto.
Hoy vamos a hacerlo más leve.
Te la meto hasta donde aguantes.
Venì chúpamela bien y llenala de saliva así te entra mejor”
Me di vuelta y comencé a besar esa cabeza enorme, le dejaba saliva y poco a poco la fui metiendo en mi boca.
Él suspiraba con las chupadas.
Yo seguí y seguí hasta que la tuvo bien dura.
Entonces me dijo que me pusiera boca abajo que me la iba a meter.
Me pidió que me abriera las nalgas con mis manos y me escupió varias veces el culo.
Me empezó a pasar la pija por la raya del culo hasta que la dejó en la puerta de mi orto.
Dio un empujón y metió gran parte de la cabeza.
Sentí dolor pero hasta ahí podía soportarlo.
Igualmente di un gritito.
Creo que era más de placer que de dolor.
Se quedó quieto un momento y luego vino un segundo empujón.
Ahí entró toda la cabeza y ya el dolor fue más agudo.
Me queje en voz baja porque algún vecino podía escuchar.
La dejó quieto un momento y luego dio otro empujón queme la enterró hasta la mitad.
El dolor ya era insoportable.
Le pedí por favor que esperara porque no aguantaba más.
Se quedó nuevamente quieto y cuando supuso que ya estaba acostumbrado a semejante invasor comenzó el vaivén que la metía y la sacaba lentamente.
El dolor se hacia más soportable y la sensación era increíble.
Ya estaba gozando con esa tremenda verga que solo me entraba parcialmente.
Después de un rato me pidió que me diera vuelta y me pusiera boca arriba.
Lo hice y comenzó a besarme en la boca, el cuello, las orejas, las tetillas, los costados.
Sabía como hacerme calentar todavía más de lo que estaba.
A esa altura ya me podía romper el culo y dejarme tirado sangrando que lo hubiera aceptado sin chistar.
Pero no fue así.
Me levantó las piernas y las puso sobre sus hombros y buscó mi culito con su verga para volverla a meter, lentamente, haciéndome sentir sus movimientos.
Era la primera vez que me lo hacían en esa posición y la disfruté.
Cuando llegó a la mitad o tal vez un poquito más, comencé a quejarme porque me dolía mucho.
Entonces dejó de empujar y se dedicó a meterla y sacarla, mientras me seguía besando en la boca y en todo el cuerpo que quedaba al alcance de sus labios.
Yo estaba en éxtasis.
Comenzó a acelerar sus movimientos hasta que sentí que me llenaba el culo con su leche caliente y abundante.
Cuando largo toda su leche en mi interior se desplomó arriba mío y luego se tiró a un costado.
Me preguntó si me había gustado.
Por supuesto le contesté que sí, que había gozado como nunca.
Entonces comencé a preguntarle cómo había sido con los otros chicos con los que había estado antes.
Ahí me enteré que a Dani no lo había desvirgado el sino González y como lo había hecho, que lo sabía porque él estaba presente ese día.
Como se la había enterrado a Huguito la primera vez en el baño público y como le había tapado la boca para que no gritara.
Aunque me aclaraba que no gritaba que se la sacara sino de dolor, pero que le gustaba.
Y como después de eso se lo cogió varias veces más incluso en la casa de Huguito mientras la madre estaba trabajando.
También me enteré que ese día que me había abordado y después se fue, el estaba solo en su casa porque sus padres habían viajado.
Y lamenté no haberle hecho una sugerencia para ir con él a donde fuera.
Pero ahora ya estaba iniciada la relación y quería seguirla.
Lo hicimos algunas veces más, incluso en el baño donde se culi a Huguito, avanzando siempre un poquito más pero sin llegar a metérmela toda.
Pero como todo lo bueno se termina y después de unos meses se fue a estudiar a Buenos Aires.
Faltó un par de años, luego de los cuales volvió porque había abandonado sus estudios.
Volvimos a estar, pero esto ya es otra historia.
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