Después de que mi mamá nos abandonó por otro hombre mi viejo me hizo su mujer.
Un travesti narra como su padre fue el primero en sodomizarlo, y ponerlo a mamar, cuando su madre los abandonó en compañía de otro hombre..
Después de que mi mamá nos abandonó por otro hombre mi viejo me hizo su mujer.
El viejo como era agricultor, se la pasa la mayor parte del tiempo trabajando la tierra, y cuando no estaba haciendo eso, saca tiempo para trabajar en el pueblo.
Mientras que yo, como dejé de ir a la escuela antes de terminar el sexto grado, por lo mucho que me molestaban mis compañeros de clase.
Por lo que, desde esa época, por una parte, me dedicaba ayudar a mi viejo a trabajar la tierra, mientras que, por otra parte, al regresar a casa, me encargaba de todos los quehaceres domésticos, de la misma manera como se encargaba mamá, antes de que se marchara con otro hombre.
Al principio me limitaba no tan solo a barrer, limpiar, planchar, lavar, y preparar la comida. pero en ocasiones al encontrarme solo en casa, mientras papá estaba fuera.
Como cuando mamá estaba, yo me ponía su ropa, y fingía que yo era una chica, en lugar de un chico.
Ya que mamá, a medida que fui creciendo, como que se dio cuenta de que yo me sentía mucho más a gusto, usando su ropa que la propia mía.
Mientras mamá estuvo en casa, el viejo nunca le llegó a decir nada, y si lo hacía, yo nunca me enteré, como cuando dejé de cortarme el cabello, y tras dejármelo bien largo, mi mamá me peinaba o me hacía una coleta, cuando el viejo no estaba en casa.
Ya que, para mamá, cuando estábamos las dos a solas, me trataba como una hija, en lugar de tratarme como su hijo, cosa que a mí me encantaba, que hiciera.
Pero al ella marcharse, en ocasiones casi no podía aguantar las ganas de cambiarme de ropa.
Pero una lluviosa tarde, en que mi viejo se había marchado a trabajar en el pueblo, casi de inmediato, me quité toda mi ropa, y rápidamente me puse, la ropa que había dejado mi mamá, incluso hasta su ropa íntima.
Luego tomé la escoba, y me dediqué, como de costumbre a barrer la casa.
Yo estaba tan concentrada en mis labores, que no me di cuenta, que a consecuencia de la fuerte lluvia que estaba cayendo, con truenos, y relámpagos, que mi papá había regresado a casa.
Lo cierto es que cuando me vio así vestido, no dijo nada, y no hizo comentario alguno, mientras que yo, al ver que a él no le importaba, ni le molestaba que yo anduviera por toda la casa así vestido.
Además, como no me dijo nada, yo seguí barriendo y limpiando muy feliz, lo único que hizo, y que ya era una costumbre de él, fue sentarse, a beber ron.
Desde ese día, yo seguí usando la ropa de mamá, en todo momento, pasaron unos cuantos días, y una noche que yo barría, vestidito con la ropa de mamá, pasé muy cerca de papá, que se encontraba bebiendo, y de momento que sentí que él, me había dado una ardiente nalgada.
Yo no dije nada, es más pensé que lo hizo, para que yo me hiciera a un lado, porque yo le estaba estorbando.
Pero un poco más tarde, mientras que yo seguía barriendo, y al volver a pasar cerca de él.
Sentí, como en lugar de darme otra nalgada, con toda su calma, me agarró las nalgas diciéndome. “Tienes las mismas nalgas que la puta de tu mamá.”
De momento me quedé paralizado, únicamente sintiendo el contacto de su mano, y dedos, de manera bien descarada, acariciándome las nalgas por encima de la tela del vestido que estaba usando en esos momentos.
Salí corriendo, y me fui a la cocina a lavar los platos sucios, pero al mismo tiempo no podía dejar de pensar en la manera en que mi papá, me había tocado.
Así que mientras yo seguí lavando los platos, comencé a fantasear, o imaginar que papá, nuevamente me agarraba las nalgas, pero con ambas manos, levantándome la falda de vestido lentamente, sin que yo le dijera nada, pero al terminar de lavar los platos, dejé de pensar en eso.
Esa noche al irme a costar, me di cuenta de que papá me veía de manera algo rara, como nunca antes lo había hecho.
Yo procuré no pensar en eso, pero ya estando en mi cama, me había puesto una de las batas de dormir de mamá, cuando papá entró en mi habitación, hediondo a ron.
Sin hablar comenzó a desnudarse, mientras que yo algo asustado lo miraba, sin saber qué hacer, ni el por qué hacía eso en mi cuarto.
Al terminar de quitarse toda su ropa, se acotó a mi lado, colocándose a mis espaldas, no pasaron unos cuantos segundos, cuando sentí que me había comenzado a levantar la bata, por detrás, dejando mis nalgas al aire, apenas cubiertas por los pantis que estaba usando.
Casi de inmediato sentí como me las bajó un poco, para luego abrazándome por la espalda, comenzó a decirme. “Esta noche quiero darte por el culo.” Yo me quedé paralizado, sin saber que hacer, ni que decir.
No bien dijo esas palabras, que comencé a sentir varios de sus dedos, embadurnados en su propia saliva, mientras me los enterraba por el culo.
Sin que yo dijera nada, así estuvo haciendo eso un buen rato, abrazándome, acariciando mis nalgas, besándome por el cuello, y mordisqueando mis orejas.
Una especie de corriente eléctrica me recorría toda la espalda, desde mis nalgas hasta mi cuello.
Cuando de momento, sacó sus dedos de entre mis apretadas nalgas, y sin más ni más comenzó a presionar dura y caliente verga contra mi culo.
El dolor que comencé a sentir al principio fue algo brutal, tanto que hasta comencé a llorar y a pedirle que me lo sacara.
Pero lejos de hacerme caso, me apretó con más fuerza contra su cuerpo, y continué sintiendo como toda su cosa, me fue penetrando, hasta que ya mi cuerpo y el suyo se unieron.
Yo no podía creer que mi papá me estuviera haciendo eso, pero lo más raro aun fue que cuando él, continuó sacando y metiendo su verga entre mis adoloridas nalgas, al poco rato comencé a moverlas, al mismo tiempo que yo mismo me hacía una paja.
A medida que mi papá continuaba metiendo, y sacando su verga de mi culo, yo más me movía, y hasta gemía profundamente pidiéndole que no se detuviera, al tiempo que me venía entre mis dedos.
Esa primera noche en que papá me hizo su mujer, aparte de darme por el culo, cuando yo ya creía que todo se había acabado, cuando salió del baño tras haber orinado, y lavado su verga, colocándola frente a mi boca, y agarrándome por mi largo cabello, me dijo. “Ahora ponte a mamar”.
Yo la verdad es que no tenía ni la menor idea de que me estaba hablando, pero al ver su cosa casi frente a mi boca, como que no me quedó más remedio que obedecerle.
Por lo que, al poco rato, cuando comencé a sentir que su verga se había vuelto a poner bien dura, él sacándola de mi boca me tomó por los tobillos y nuevamente me la enterró sabrosamente por mi culo.
Como ya creo que les dije, desde ese primer día, mi papá me convirtió en su mujer, yo en medio de todo, me comencé a sentir de lo más feliz.
Cada vez que él algo borracho, se metía en mi cama, y sin más ni más me penetraba, pero casi como al mes, el viejo llegó a casa con uno de sus amigos.
Y desde que llegaron yo procure mantenerme escondido, pero al papá llamarme, no me quedó más remedio, que tal, y como estaba vestidito, irlo atender a él y a su amigo.
Que, al verme así vestido de mujer, de inmediato clavó sus ojos en mis nalgas, ellos dos comenzaron a beber, y aun después de que les puse la cena, siguieron bebe que bebe.
Yo estaba por irme a dormir cuando mi papá me llamó, y sin vergüenza alguna, frente a la visita que tenía en casa, me ordenó que me pusiera en cuatro patas.
Apenas le hice caso levantó la parte inferior de la bata que yo estaba usando, luego frente a su amigo, me bajó ligeramente los pantis, para sin consideración alguna clavarme su gruesa verga.
Su amigo que no dejaba de observarnos sin decir nada, hasta que mi papá me dijo. “Ponte a mamar su verga.”
Y casi de inmediato apareció esa cosa frente a mi boca, ya el resto es más o menos contarles lo mismo, cuando no era que traía a casa uno de sus amigos, traía a otro.
Por lo que poco, a poco creo que me fui dejando dar por el culo, o mamar la verga de la mayoría de sus amigos, aunque el viejo no estuviera en casas.
Hasta que un buen día me cansé, y me escapé de casa, llevándome toda la ropa de mi mamá.
Al llegar a la ciudad, comencé a trabajar como sirvienta, hasta que el hijo de la señora le dio con querer acostarse conmigo.
Cosa que hicimos un sin número de veces, hasta que su mamá nos encontró teniendo sexo, y me despidió.
Hoy por hoy, de día me dedico a limpiar casas, acompañada por una señora, y de noche me dedico hacer la calle.
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