Desvirgando al primito
Mi primo nunca había tenido sexo hasta que llegue yo a su vida…..
Hola! Mi nombre es Mati. Tengo 29 años, soy flaco sin músculos casi, bastante lampiño y muy pajero. Cómo hago bici, tengo buenas piernas, pero nada más jaja
Cuando pasó este relato, tenía 23 años. No era muy distinto a cómo soy ahora, pero me gustaba ser más pasivo que versatil jeje Ya habían pasado muchos chicos por entre estas nalgas, pero siempre quise más….Mi primo, Pedro (Pedrito), tenía 17 años. Era muy fachero ya desde pendejo, porque le gustaba hacer futbol, tennis y runnig. Tenía una piel aceitunada, muy lampiña con mucho pelo negro en la cabeza, un cuerpito delgado, con una hermosa cintura, abdomen bien plano y un pechito que iba perfilando a ser rectangular.
El vive en el Interior, por lo cual cuando iba a visitarlos me quedaba a dormir. Normalmente compartíamos habitación y nos pasábamos las noches hablando de películas, libros, deporte (me gusta el futbol un poco) y, casi siempre, sexo. Pedrito sabía que yo cogía con hombres, pero no se lo contaba a la familia. Él siempre me preguntaba cómo se sentía la penetración, una mamada, un beso negro, y siempre terminaba la charla excitado, por lo cual giraba y no me hablaba más. Más de una vez lo oí pajearse en la oscuridad, cosa que me calentaba mucho. Pero cómo siempre fue hetero (y mi primito jeje), nunca me insinué.
En uno de mis viajes, una noche que dormimos juntos en el piso, volvimos a hablar de sexo. Siendo pleno verano, dormíamos solo en bóxer y una sabana liviana. Esto me permitía verlo y deleitarme con ese cuerpito fibroso de adolescente entrenado que apunta a ser un machito musculoso. Muchas veces le miraba la pija atrapada en esos bóxer ajustados. Creo que le debía medir unos 15/16 cm, porque se veía una montañita hermosa cuando se acostaba. Esa noche pude verla bien de cerca…..
Empezamos a hablar de sexo y Pedro se éxito muy rápido. Pude ver se se tapaba mucho y se apretaba el bulto sobre la sabana. Ante esto empecé a joderlo que si lo calentaban los putos, a lo que él respondió que no, que solo lo calentaba el sexo. «En ese caso -le dije- te da igual ponerla en una cola de flaco que en una de mina» Eso lo puso nervioso y me contó lo que me imaginaba: era virgen. Esto me llenó de morbo y me dio ganas de seguir jugando con él. Le dije que tenía que probar de todo antes de decidirse y no me contestó. Esa era mi oportunidad.
Me destapé y me senté arriba suyo, sobre la sabana, poniendo bien su pija entre mis nalgas. Primero se sorprendió y luego quiso correrme, pero sin mucha fuerza. Yo empecé a sentir cómo me mojaba el pre, era tanto que manchaba su boxer, la sabana y el mío. Su pija estaba dura cómo el mármol y empezaba a latir entre medio de mi cola. Me empecé a desesperar: quería su chota adentro mio. Le dije: «Dale, perdé la virginidad, probalo, yo no digo nada» él temblaba de nervios y calentura. Cerró los ojos y dejó de empujarme. Llevo sus manos a mi cola y apretó con fuerza. Yo sentía cómo empezaba a gemir y se movía lentamente, frotándose con mi cuerpo. No esperé más: me levanté y lo destape. Luego baje el boxer y vi esa hermosa pija, dura, venosa, ese marrón claro cómo su bella piel, pidiendo cogerme.
Pedro seguía con los ojos cerrados, me baje el boxer y me puse mucha saliva, pero mi cola ya estaba empezando a dilatar. Pedía ese pedazo de carne joven y virgen dentro. Agarre su falo y me fui sentando arriba, lentamente. Sentía como cada centímetro suyo iba penetrando, taladrando mi colita. Cuando todo entró, gemí fuerte. Ahí vi que sus ojos estaban abiertos, me miraba con deseo, lujuria. Su pechito musculoso subía y bajaba rápido. Me agarro fuerte de la cintura y cómo todo principiante, quiso bombearme fuerte. Me dolía, pero me encantaba. Estábamos los dos sudando, gimiendo. Sentía cómo su chota me rompía, adentro y afuera. Rápido, constante.
Lo frente. Agarre sus muñecas y las puse atrás de su cabeza. Empecé a cabalgarlo, no por nada tenía más experiencia. Lo veía sufrir, queriendo bombearme él pero sin poder hacerlo. Y ahí llegó el clímax: su pija empezó a latir violentamente, disparando litros de leche en mi cola. Se sentía tan bien, tan hermoso que me hizo acabar. Caí sobre su pechito, sudado y cansando. Su pija se empezaba a bajar y salía lentamente de mi cola, dejando una estela de leche detrás. Lo mire a los ojos; me miro y dijo «De esto nada, sino no se repite!!» Ahí supe dos cosas: no podía besarlo, seguía creyéndose híper hetero; pero por el otro lado me había vuelto su putita, por lo menos por un par de años más
que buena experiencia
Buen relato.