DESVIRGUE FELIZ
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
En el anterior relato les conté como mi nuevo amigo, Aníbal, al regresar juntos una noche de una salida donde a él no le había ido muy bien con las chicas, loco de excitación, me había hecho mamarle la verga. Después de esa primera ocasión, él me exigía hacérselo todos los días y varias veces por día, en momentos en que nadie nos veía. Además, al compartir los dos solos el mismo cuarto, cada noche me hacía succionarle la verga hasta acabarme en la boca, forzándome a tragar toda su abundante leche.
Pero yo intuía que él deseaba mucho más, hasta que mi intuición se hizo realidad. En verdad, todos esos episodios de sexo oral no me disgustaban, al contrario, Aníbal me gustaba mucho, su cara de macho, su pelo, su cuerpo fibroso, su sexo enorme y duro, sus olores.
Finalmente un día de esas largas vacaciones, nuestras familias decidieron ir a una localidad cercana a pasar un día de pesca. Aníbal me insistió que no vayamos, que nos quedemos solos en la casa. Por eso, él les dijo que preferíamos quedarnos, porque habíamos arreglado con unas chicas del lugar para encontrarnos y no queríamos perder esa oportunidad. Después de algunas discusiones, nuestras familias aceptaron, dejándonos suficiente comida y bebida en el refrigerador y se fueron.
El día no estaba muy bueno, algo nublado, no quisimos ir a la playa y permanecimos en la casa. Yo me duché y luego lo hizo Aníbal. Estaba mirando t.v. cuando él salió de la ducha, apenas envuelto con un toallón, todavía con su largo pelo mojado. Se quitó el toallón, dejando ver su bulto, rodeado por un bosque de pendejos negros y una tremenda erección. Se sentó a mi lado en el sillón y me puso su brazo sobre mi hombro, apretándome contra su cuerpo.
Yo pensé que –una vez más- deseaba que se la mamara, y sin decir nada extendí mi mano y comencé a acariciarle su verga dura y sus huevos. En otras circunstancias, Aníbal me hubiera tomado de la nuca y me hubiera hecho bajar a mamársela, pero esta vez no lo hizo, solamente me miraba a los ojos con mucha excitación.
Entonces, me recostó sobre el sillón, me quitó mi pantalón corto dejándome desnudo y se recostó sobre mí, cubriéndome con su cuerpo y apoyando su sexo sobre el mío. Me abrazó, y comenzó a frotarse en mi sexo. Esta vez yo también me conmoví sintiendo el peso y el calor de su cuerpo, y empecé a acariciarle el pelo mojado. Sin decir una palabra, Aníbal puso su boca sobre la mía, y con su lengua me abrió los labios y la introdujo toda, moviéndola dentro, mientras se frotaba más y más en mi bulto, mojándome con su líquido pre seminal.
Así estuvimos un rato, sin dejar de besarnos, sin dejar de recibir su lengua en mi boca. Jadeando, me habló al oído, me dijo que le gustaba mucho y que necesitaba que le entregara mi culo. Yo –muy conmovido y excitado- le hice un gesto afirmativo con mi cabeza, y él siguió besándome. Luego se levantó, me tomó de la mano, me hizo levantar y –abrazándome- me fue llevando hasta el cuarto que ocupábamos.
Una vez allí, volvió a extenderme sobre la cama y a acostarse sobre mí, repitiendo el frotamiento con más frenesí, entre gemidos. Además comenzó a recorrerme con su lengua todo el cuerpo, chupándome especialmente el cuello y los pezones. Se levantó, puso ambas rodillas en cada lado de mi cuerpo y me pidió que me incorporara y le chupara las axilas, el pecho, el ombligo, y que finalmente se la mamara. Antes, frotó sus huevos y su verga en mi cara, hasta que con su mano introdujo toda su verga en mi boca. Yo lo dejaba hacer, estaba completamente excitado y entregado a él.
Luego de gozarnos así, me hizo dar vuelta boca abajo, me pidió que me apoye en mis rodillas dejando mi torso extendido en la cama, con mi culo arriba y las piernitas abiertas. Acarició mis nalgas y mi ano con sus manos y dedos y comenzó a lamerme allí. Chupaba y lamía mi ano con desesperación, haciéndome sentir una sensación todavía desconocida para mí pero muy placentera. Un largo rato siguió chupándome y salivándome el ano, hasta que sentí que la punta de su lengua podía entrar en él. De pronto, se salivó los dedos y con fuerza fue colocando uno dentro de mi culo, bien hasta el fondo. Luego lo hizo con dos dedos, muy salivados. Me dolía, pero él lo hacía sin violencia, y llegó a gustarme mucho.
En un momento, entre gemidos, me hizo extenderme acostado en la cama, boca abajo, pero no me dejó cerrar mis piernas, con sus manos las mantuvo separadas. Entonces se acostó sobre mi y apoyó su verga en mi culo. Con su mano la fue guiando hasta que la enorme cabeza de la pija quedó en la puerta de mi ano.
Allí fue que Aníbal empujó con fuerza y metió una parte de su verga en mi culo. Yo grité y quise liberarme, pero él no me lo permitió, me tenía fuertemente abrazado y sostenido con el peso de su cuerpo. Mientras me decía “ya está bebé, ya estás desvirgado” seguía empujando con fuerza. Con una de sus manos tapó mi boca para que no se oyeran mis quejidos. Así fue que sentí un gran dolor, pero mi culo se había dilatado y percibía su verga enorme, hinchada y dura totalmente dentro de mí. A los pocos minutos, esa sensación fue placentera, mientras él seguía empujando y revolviendo su enorme palo en mi caño.
Me enloqueció de placer sentirme así, penetrado, sentir el movimiento de su verga en mi culo, sus huevos calientes empujando fuera de mi ano. Como me tenía fuertemente abrazado, disfruté del calor de su cuerpo, percibía como se le marcaban todos sus músculos cada vez que me apretaba, gozaba con su aliento en mi nuca, en mi mejilla.
Me dió y me dió verga, me exigió que yo también me moviera y me decía cosas calientes, obscenas. Tal fue el placer que me hizo sentir que eyaculé, justo en el momento en que Aníbal aceleraba sus movimientos de bombeo y en medio de gemidos acabó dentro de mi culo, con tanta fuerza que me hizo sentir su eyaculación.
Después de acabar seguimos abotonados un rato, hasta que Aníbal fue retirando su verga de mi culo. Luego, me dio vuelta y me besó en la boca apasionadamente. Juntos nos levantamos para higienizarnos.
Ese fue mi inolvidable desvirgue. Ese mismo día, Anibal lo repitió dos veces más. Y durante esas largas vacaciones, a escondidas, lo hicimos muchas veces.
Fue una experiencia de sexo hermosa e inolvidable. Espero les haya gustado lo que compartí con ustedes.
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