DIA DE ESTUDIO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Tenía 20 años y estaba en los primeros estadios de mi carrera universitaria, en cuyo transcurso conocí mucha gente que luego fueron mis amigos y amigas. Mi fuerte componente bisexual me llevó a interesarme tanto en chicas como en chicos. Esta fue una experiencia con un compañero que nunca olvidé.
En uno de los cursos de la universidad, tuve como compañero a quien -por discreción- llamaré Patricio. Desde el primer día me atrajo, todas las chicas morían por él cada vez que entraba y salía del aula, lo miraban y cuchicheaban entre ellas.
Esa actitud de las hembras era lógica: si bien Patricio no era muy guapo de cara, sí era muy varonil; no era alto, pero tenía un cuerpo escultural, espalda muy ancha, brazos y piernas musculosas, culo duro y parado; cabellos lacios y castaños, algo largos (hasta los hombros). Llevado por mi atracción bisex y porque todos queremos ser "amigos del campeón", intenté acercarme a él y hacer amistad, con buenos resultados. Patricio me tomó mucho afecto e hicimos cierto grado de amistad. Me contó que jugaba al rugby, que tenía muchas chicas y era un fanático del rock. Como su familia vivía muy en las afueras de la ciudad, su padre había rentado un departamento en el centro de Buenos Aires, para que él estuviera más cerca de la universidad.
Patricio no era muy buen estudiante, razón por la cual lo ayudé mucho durante el curso. Varias veces lo invité a estudiar juntos en mi casa, con mi familia, lo cual facilitó entre nosotros una mayor intimidad. Cada vez me resultaba más atractivo, tan fuerte, tan macho y tan afectuoso conmigo, pese a que -sin duda- notaría algo de mi ambigüedad.
Terminado el curso que compartimos, dejamos de vernos por un corto tiempo. Un día me llamó por teléfono y me dijo que pensaba preparar una materia como "alumno libre" (sin cursarla) y me pidió que lo ayude y oriente en esa tarea. Para ello, por primera vez me invitó a pasar el día en su departamento. Por supuesto, allí fui.
Me recibió con mucha alegría, vestido solamente con un pantalón de futbol y una remera de gimnasia sin mangas. Asi se le resaltaban los poderosos músculos de sus brazos, sus pectorales bien marcados y en su entrepierna, un bulto grande. Como su pantalón era algo ajustado, adelante se le formaba una bolsa donde se podían notar claramente dos huevos como campana, y una verga gruesa recostada hacia un lado, que él no disimulaba en acomodársela constantemente con su mano.
Conversábamos mucho, nos reíamos con historias y anécdotas, pero del estudio no se hablaba. Cuando le pregunté por la materia que quería preparar y para lo cual me había convocado, me confesó que no tenía ganas de tocar ese tema y de empezar a verlo ese día, que prefería disfrutar de mi visita ya que nunca me había invitado a su departamento.
En un momento de la conversación, me dijo amistosamente que siempre había notado que lo miraba "distinto" y que a él eso le había gustado. Agregó que él también me miraba "distinto" y que me tenía mucho afecto. Además, me dijo que siempre había tenido y tenía tantas chicas y mujeres, que estaba un poco aburrido de ellas, comiendo siempre el mismo plato.
Yo sentí el impacto de la declaración y comprobé que su invitación tenía un propósito claro. Vacilé unos minutos acerca de cómo afrontar la situación, dada mi timidez, pero no quise ser tan tonto de desaprovechar semejante oportunidad.
Asi fue que le respondí reconociendo lo que me decía, y le aclaré que efectivamente él me había resultado muy atractivo como macho, agregando una excusa muy de bisexual reprimido: "si bien me gustan las chicas, también me agrada disfrutar con un macho…". Él se sonrió y cambió de tema, pero noté que en su bulto, ya se marcaba una verga gruesa y dura.
Experimentado en sexo como era, Patricio no quiso dejarme perder el tiempo y me pidió que le hiciera masajes, porque hacía varios días que no entrenaba en el club ni veía al masajista. No me animé a decirle la estupidez de que "no se cómo hacer masajes…". Me pidió que lo siguiera hasta su cuarto.
Al entrar, Patricio se quitó la remera y el pantaloncito de futbol, quedando desnudo y dándome la espalda, luciendo su lomo anchísimo y musculoso y su culo duro y parado. Tomó una toalla y la anudó a su cintura, para acostarse en la cama boca abajo. Me pidió que me sacara la ropa para trabajar más cómodo, insistiendo prenda por prenda hasta que quedé solamente en calzoncillos.
Él me fue indicando como masajearle, los hombros, los brazos, la espalda, la cintura, las piernas… Me volvía loco con esa recorrida, y no me animé siquiera a rozar la toalla y mucho menos a quitarla.
En un momento se dió vuelta y quedó acostado boca arriba; acomodó la toalla sobre su bulto, de forma tal que apenas lo cubría. Puso sus manos detrás de la nuca exhibiendo sus axilas suavemente velludas. Separó las piernas y me pidió que siguiera los masajes. Observé que la toalla era levantada por la pija de Patricio, con una tremenda erección.
Siguió indicándome: que le masajeara los bíceps (que a propósito puso duros), que le pasara las manos por las axilas, que masajeara sus pectorales y que siguiera bajando. Me interrumpió cuando llegué a su ombligo, y me pidió que masajeara sus piernas.
En mi calzoncillo también se notaba la erección que yo tenía. En un momento, mientras frotaba sus piernas, me pidió que quite la toalla. Lo hice, y saltó a mi vista su verga enorme, gorda, hinchada, ya con el glande afuera -bien rojo- manando líquido preseminal.
No demoró: me pidió que pase mis manos por sus pendejos, que le masajee los huevos y que empiece a sobarle la pija. Lo hice, mientras creía que me moría de la calentura. De la verga le salía tanto líquido que mojó toda mi mano. "Segui, segui, así, hacelo asi" me decía, mientras movía su cadera y marcaba sus músculos. En un momento, con una mano tomó el borde superior de mi calzoncillo y comenzó a bajármelo, hasta que quiso que me lo quitara y -con mi erección a la vista- siguiera pajeándolo suavemente, despacio. "No pares, segui, segui" me decia con voz muy cachonda.
Así estábamos, y Patricio comenzó a tocarme mis bolas y mi pija dura. Luego, me acercó a su cuerpo y, tomándome de la nuca y acariciandome el pelo, me pidió que se la mamara.
No me negué, estaba descontrolado por la calentura. Primero me hizo lamerle los huevos, luego chupárselos (eran tan grandes que casi no me cabían en la boca). Después llevó mi cabeza a su verga y me la puso toda en la boca, entrándola y sacándola con el movimiento de su cadera.
Me hizo chupar mucho rato y en un momento, apretó mi cabeza con sus piernas,me sostuvo la nuca con su mano y bombeó hasta que me puso bien dentro de la boca una eyaculación tremenda, como la de un potro. Era tanta la leche que me ahogó, un poco tuve que tragar y otra cantidad me chorreaba desde el labio inferior.
Después de higienizarnos un poco, me llevó nuevamente a su cama, me hizo acostar y se recostó sobre mi, envolviéndome con sus brazos y piernas y sobándome el cuerpo con su pija todavía húmeda. Me abrazaba y apretaba, marcando todos sus músculos ex profeso, mientras me hablaba de que lo había hecho gozar muchísmo. Me pidió que no acabe, que me resista para gozar más.
Yo estaba enloquecido de placer, me excitaba más y más sentir el calor de su cuerpo, su fuerza y -sobre todo- su olor a macho caliente.
Luego de un rato así, comenzó a masajearme las bolas y de allí bajó hasta mi ano. Lo frotó con sus dedos gruesos, y con la palma de la mano. Salivó un dedo, y me lo colocó dentro del esfínter, entrando y entrando hasta tenerlo todo adentro. Yo no me resistí, estaba completamente caliente y entregado.
Noté que había recuperado su poderosa erección, tenía la pija otra vez hinchada, dura y mojada. Me abrió las piernas y empezó a lamerme y chuparme el ano, todo ello un buen rato. Entonces, salivó varias veces en mi ano, introdujo su saliva con sus dedos, y de repente sentí como me abría el agujero con su glande. Sin dejarme reaccionar, siguió empujando hasta que me la puso toda, completamente toda adentro, haciendome gemir al principio por el dolor y luego por el placer de sentir tremenda verga dentro de mi culo.
Estuvo un buen rato dándome y dándome su pija, hasta que me dilaté totalmente. Sentia el calor de sus bolas empujando fuera de mi ano. Allí comenzó a bombear rápidamente, con mucha fuerza, y sentí los cinco chorros de leche de su segunda eyaculación, muy pero muy dentro de mi recto. No la sacó enseguida, la revolvió y siguió en el movimiento de saca y pone unos minutos más, ya recostado sobre mi.
Bien dominante pero cálido, me tomó del brazo, me llevó con él al cuarto de baño, hizo que me sentara en el bidet y con su propia mano me lavó el culo.
No me quise ir, estaba como en el paraíso. Ese "dia de estudio" me quedé con él, incluso pasé la noche. Me masturbó repetidas veces con sus manos, pero también me cojió cuatro veces más.
Al dia siguiente nos despedimos con un abrazo. Me fui caminando con dificultad, estaba muy dilatado y sentía dentro de mi la cantidad de leche que me había puesto Patricio. Nunca más nos vimos. En ese "DIA DE ESTUDIO" tanto él como yo nos habíamos sacado las ganas acumuladas durante el curso en la universidad.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!