DÍA DE PISCINA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zoohot.
Una vez allí, me encontré con un hermoso lugar que poseía varias piscinas de natación (muy concurridas) y espacios para diversos deportes. Todo estaba a plena actividad. Previo a acceder a las piscinas era obligatoria una revisación y aprobación médica y para ello, antes había que pasar por las duchas. Para ello fuimos a uno de los vestuarios más próximos a la oficina médica, pasando a ducharse primero mi padre, mientras que yo aguardé afuera.
Al salir mi padre, me distraje y demoré mi paso por las duchas. Apremiados por el tiempo, finalmente ingresé a bañarme. Antes de pasar al sector de duchas debía atravesar la parte de vestuario, donde encontré un numeroso grupo de jóvenes que estaban cambiándose (por los comentarios entendí que habían finalizado de jugar un partido de fútbol) ya para retirarse.
Cuando ingresé al sector de las duchas, encontré solamente a otro joven que estaba terminando de bañarse. Era algo mayor que yo (supuse de unos 17 ó 18 años) y enseguida me atrajo (rostro anguloso muy varonil, más alto que yo, delgado pero muscular, con los pectorales bien marcados y –pese a su corta edad- velludo en pecho, pubis y piernas). Su cabello –algo largo, pasando la base del cuello- estaba empapado por el agua. Me desvestí y ya bajo la ducha comencé a bañarme.
La belleza del chico me atraía, mientras me duchaba lo observaba disimuladamente y no pude evitar una erección. Mi acompañante lo advirtió, así como mis miraditas furtivas y pese a mi llegada él estaba casi terminando, permaneció bajo la ducha, pasándose jabón por todo el cuerpo y mirándome. Cuando nuestras miradas se cruzaron, él me sonrió y con su mano llena de jabón se tomó las bolas y la verga (también erecta) y las removió como mostrándomelas. Ese gesto me sobresaltó (“se dió cuenta” pensé). Con nerviosismo, sabiendo que mi padre me esperaba afuera y que podría entrar a instarme a que termine mi baño, me apuré a finalizar, cambiarme e irme. En todo momento hasta mi retirada, el chico siguió sonriéndome en forma cómplice y manoseando su sexo.
Realmente lamenté no poder seguir contemplando a semejante macho, pero me dirigí con mi padre hacia la piscina que habíamos elegido para pasar la jornada.
Rato después, mientras nadaba, descubrí que mi furtivo acompañante de la ducha estaba sentado al borde de la misma piscina, mirándome. También por momentos entraba al agua y nadaba, pero siempre se mantenía cerca de mí aunque a cierta distancia, dirigiéndome miradas cómplices y alguna que otra sonrisa. Yo no podría creer que me estuviera buscando, era demasiado lindo, se había separado de su grupo de amigos para quedarse…
Como mi padre estaba fuera de la piscina, bajo una sombrilla conversando con otros señores socios de allí, yo procuré nadar hasta acercarme a mi misterioso amigo y así se dió el comienzo de una conversación, algo nervioso yo. “Venís siempre acá” le dije, y él me contestó que sí, que era socio. “Yo no, mi padre y yo somos visitantes, vinimos a pasar el día de piscina” le dije con voz entrecortada, entre ansiosa y nerviosa. “Jajaja, -me dijo sonriente- seguro que la pasarás bien, y me alegro de que nos conociéramos. Tenés buen cuerpito”. Ante esa afirmación, me distendí y le comenté “gracias, también vos, se ve que hacés mucho deporte”; “siii, juego al futbol, nado y … bastante sexo…” me dijo sonriente. Agregó también “me dí cuenta en la ducha que te caí bien, vos también a mi, tenés muy linda cola…”.
Me saltaba el corazón al notar que se abría tan fácilmente ese camino… Pero mi nuevo amigo era más grande y –sin duda- más experimentado que yo. Me dijo entonces: “fijate, mirame, en un rato voy para allá, a la zona de los baños que están más lejos. Seguime y vení conmigo si querés…”. “Bu-bueno” le dije.
Salí del agua y fui a comentarle a mi padre que me había cansado de nadar y que tal vez iba a recorrer un poco las instalaciones para conocerlas. Mientras, no perdía de vista a mi amigo, que nadaba un poco más.
Después, ví que el chico salió del agua y se sentó cerca de la piscina para secarse al sol, mientras yo lo observaba con insistencia. Al poco rato, me hizo un discreto gesto con la mano, se levantó y se dirigió hacia la zona que me había comentado, esto es, donde estaban los cuartos de baño. A cierta distancia, lo seguí tratando de disimular.
Entró al edificio de los baños, lo seguí y también ingresé. El lugar era amplio, con una primera zona con lavatorios, otro sector con numerosos mingitorios y a la vuelta los recintos de los retretes. Todo el lugar a nuevo, limpísimo y a todo lujo.
Mi amigo caminó hacia el último sector y ví como entraba a un recinto de retrete sin cerrar la puerta. No había nadie en el lugar, ya que eran los baños más alejados y a esa hora todo el mundo estaba en torno de las piscinas. Vacilé un poco, ya muy jadeante por la ansiedad, y me decidí a asomarme donde había entrado el chico.
Allí lo ví, estaba parado en un costado del pequeño recinto. Ya había bajado su short de baño hasta sus tobillos, y lucía una impresionante erección. Me miró, mientras que con una mano se amasaba la verga y las bolas y con la otra se acariciaba su pecho. Hizo un gesto con su cabeza invitándome a entrar.
Entré sin dejar de mirarlo, su cuerpo, su sexo, notando su mirada, su respiración agitada que ensanchaba su bien marcado cuerpo de macho todavía adolescente. Me puse frente a él y allí mi amigo cerró la puerta del recinto.
Puso una mano en mi hombro y me atrajo hacia él, hacia su cuerpo. Me tomó de la nuca y me llevó la cara hacia su pecho velludo… “pasale la lengua me dijo, chupame el pecho que te gusta” me dijo en voz baja. Temblando, lo hice, con ganas, con ansiedad. Chupaba y lamía sus pectorales mientras él me acariciaba el pelo de la nuca. En un momento levantó un brazo y me pidió que chupara y lamiera su axila. Ya para ese momento, su verga (hinchadísima) frotaba mi cuerpo y lo mojaba con líquido pre seminal. Desde mi posición podía sentir el olor que subía de su sexo, y ello me ponía más y más caliente.
Con su mano me fue guiando a que siguiera con mis lamidas y chupadas por todo su cuerpo, cada vez más abajo, hasta que en un momento me ordenó ansioso “chupame las bolas”. Lo hice, con desesperación. No tardó en colocarme toda su enorme verga en la boca; la mamé un poco pero él, en un momento, sostuvo mi cabeza para aquietarla y se ocupó de mover su cadera entrando y sacando su pija de mi boca. Sentía como manaba de su verga abundante líquido pre seminal y su sabor se mezclaba con el fuerte olor a macho de su pubis.
Jadeante, en un momento me hizo dar vuelta y apoyar mis manos contra la pared del recinto, levantando mi culo. Se agachó y lo lamió y chupó enloquecido, salivándolo abundamentemente. Me enloquecía sentir el juego de su lengua en mi orificio anal y el resople de su agitada respiración entre mis nalgas. Yo gemía fuerte, y él me ordenó al oído que no haga ruido.
De inmediato, pasó su brazo por delante como abrazándome el cuello, apoyó la hinchada cabeza de su verga en mi culo y empujó fuertemente. El dolor me hizo lanzar un gemido, pero con su brazo cubrió mi boca y con su otra mano me sostuvo el cuerpo mientras seguía empujando y clavando su duro miembro en mi culo.
Cuando completó su penetración, me apoyó contra su pecho (siempre tapando mi boca con su antebrazo) y empezó a mover su cadera enloquecidamente sacando y poniendo su verga en mi recto y revolviéndola dentro de él, mientras me mordisqueaba el cuello y me decía despacito cosas obscenas. Me dolía mucho pero era hermoso sentir su bombeo en mi culo y el frotamiento de su pecho musculoso en mi espalda.
Así estuvo unos minutos, hasta que soltó un gemido y pude sentir el latido de su pija dentro de mi recto, al empezar a eyacular abundante esperma.
Me retuvo un poco más hasta que comenzó a sacar su pija (todavía dura) de mi culo. Cuando lo hizo, me dió vuelta, colocó su lengua en la boca y se retiró hacia un lavatorio. Se higienizó la verga y las manos rápidamente y se fue como escapando…. No lo volví a ver en el resto del día.
Me retiré de esos baños como pude, caminando con dificultad. Sentía el dolor de la cojida, el ano muy dilatado y percibía y algo de líquido se escapaba y mojaba una de mis piernas. Pasé el resto de la tarde buscándolo con la mirada, ansioso de no perder al machazo que me había cojido y dejado servido tan bien.
Entendí que era inútil esperar encontrarlo. El macho me había seducido, conquistado, dominado y cojido como a una perra. Con el tiempo supe que eso ya era suficiente y mucho, que los machos son así: copulan y se van….
Pero hoy lo recuerdo como una experiencia hermosa.
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