Diario de pasión, Capitulo IX, "Martin, el malvado Martin"
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Diosdelagua.
Una ráfaga de viento pasó junto a mí y me hizo erizarme una vez más, interrumpió mis pensamientos que iban a mil por hora, pasaban tan rápido que apenas me daba tiempo de meditarlos, me encontraba recostado en el sillón más grande de la sala, estaba cansado, aburrido, me dolía la cabeza pero al menos ya no me dolía el corazón, a veces ponía mi mano en la parte izquierda de mi pecho para asegurarme si seguía allí porque podría jurar que ya no sentía sus latidos, solo un vacío que por momentos me daba punzadas, pero el doctor decía que no era nada grabe, solo mal de amores, la respuesta más correcta y estúpida, ya nada me importaba y a la vez sí ¿De qué me servía mi cuerpo, mi cara y mis sentimientos si el mundo solo buscaba eso? Sexo y el problema venia en que cuando encontraba a alguien de buenos sentimientos y que podría llegar a quererme, no me gustaba por más que lo intentara, no había hombre o mujer para mí,
Eduardo estaba a unos meses de casarse con una chica llamada Naidelyn, hermosa, de ojos verdes y cabello tan oscuro como el de él, seguramente los hijos que tuvieran serían hermosos, de alguna manera serían mis sobrinos. Yo no supe nada por parte de mi primo, ya no recordaba la última vez que me llamó o que escuche su voz, no supe nada de su relación, solo lo que mi madre me contó, se conocieron mientras ambos iban al cine con amigos en común, seguramente sus miradas se encontraron entre la oscuridad del cine, se miraron a los ojos y se dieron cuenta de su parecido y desde ese momento se quisieron y a los seis meses de noviazgo decidieron casarse para formar una familia, era obvio, Lalo tenía 28 años y ella 26, el reloj biológico pronto les pisaría los talones y si él era feliz con eso, estaba bien, después de todo, nunca hubo nada entre él y yo
Por mi parte yo ya tenía 18 años, era el mes de julio y no me importaba, no me importaba el clima ni las personas, si había personas muriendo de hambre en otros países, si el sol salía cada mañana o si yo llegaba con vida al siguiente minuto, dicen que estaba deprimido, que no tenía ganas de vivir, pero estaban muy equivocados, yo estaba más vivo que nunca, más fuerte y cuerdo que nunca, el dolor me había hecho así, lo que no me mató me hizo más fuerte, me sequé una pequeña lagrima que escurría por mi mejilla y entonces volvo a abrazar los cojines de la sala mientras la puerta de la casa se abría
– Yair, pensé que irías de compras con tu mamá- Dijo mi papá mientras entraba en la casa, había llegado temprano – ¿Para qué?- Le respondí desde donde me encontraba sin siquiera mirarlo – Pues por tu fiesta de graduación de la preparatoria, pensé que te comprarías algo de ropa – Me recordó mi padre, esa estúpida fiesta en la que celebraría que era un joven más con sueños y emociones que tal vez nunca se harían realidad- Oh, es verdad, pensé que lo habían olvidado, de cualquier manera no iré- Dije haciendo una mueca- ¿Por qué no iras? Es una fiesta que organizan tus compañeros para decirse adiós, tienes que ir, en unos años tal vez necesites de ellos o ellos de ti, eres joven Yair, no te quedes aquí en este sillón toda tu vida, sal, diviértete, hazlo ahora que puedes hacerlo, además tendrás la casa para ti solo, el sueño de todo joven de 18 años- Dijo mi padre mientras subía por las escaleras. Cuando estaba en mi casa era demasiado depresivo y en la escuela era más bien una zorra, arrogante, grosero, engreído pero solo con las personas que se lo merecían, esas personas que gozan con el sufrimiento de los demás eran mis favoritas, porque yo les cobraba por quienes no podían hacerlo, por el niño que vivía dentro de mí y que sufrió de burlas y risas por parte de los personas crueles e idiotas, así eran siempre mis días de escuela, al igual que esa mañana
Caminé seguro y con elegancia esa mañana mientras entraba a la escuela, eran los últimos días de clases, la graduación ya había sido, no disfrute ese día como alguna vez lo visualicé, ya sabía que estudiar, no sería un abogado más como todos mis amigos y no tenía la pasión necesaria por la humanidad como para ser doctor así que encontré una carrera que me permitiría hacer dos cosas, explorar mi lado humano mientras ayudaba a personas que lo necesitaban, como niños maltratados, personas que fueron abusadas sexualmente, personas con depresión y sobre todo, podría ayudarme a mí mismo, decidí estudiar psicología, camine hasta mi salón de clases donde me encontré con quien menos quería ver
– Vaya, vaya, vaya, miren quien es, es Yair o como te dicen todos, es “Lalito”- Dijo Martin mientras reía en la entrada de la puerta del salón, me dijo como hace años nadie me decía, era una especie de alter ego de una persona fuerte, vanidosa y sobre todo atractiva, una persona a la que nadie puede lastimar, era mi parte oscura, no sabía en esos años de secundaria como nombrar a esa parte de mi así que la bautice como llamaba a mi primo, porque yo quería ser como el, entonces así me llamaban todos en aquellos años “Lalo” y con el paso del tiempo se convirtió en un diminutivo “Lalito” Martin era una de las pocas personas que aún me llamaban así, solo por fastidiarme
– Para odiarme tanto, me tienes muy presente en tu mente Martin- Dije causando una mueca en su rostro, Martin me odiaba desde que estábamos en secundaria sin yo tener idea del porque y para mi mala suerte estuvo en el mismo salón junto a mi hasta en la preparatoria, sus burlas cesaron un poco en cuanto crecimos y alcanzamos la madurez, aunque a veces volvía en el tiempo y quería fastidiarme, cosa que desde hace mucho no le permitía
– No te creas tan importante como para estar en mi mente pendejito, a la niñas como tu hay que mantenerlas en su lugar- dijo Martin riendo, porque esa era la mejor manera de fastidio que tenía, le gustaba dejar en mal a otros chicos diciendo que eran homosexuales, a la mayoría de las personas de la escuela eso no les importaba, todos eran de mente abierta y eso era lo que más odiaba Martin, que solamente el viera mal eso – No me perdonas que siempre te haya dicho que no, verdad- Dije en referencia a que él siempre me ofreció sexo, siempre, cuando estaba en el baño me perseguía y se pegaba más a mí, diciéndome que quería un beso o que lo dejara tocarme, pero siempre le respondía con un frio no, en el fondo sabía que lo hacía para molestarme y si le decía que sí les diría a todos, Martin no estaba de mal ver, era alto, un poco más que yo, de ojos obscuros y cabello corto, de piel clara y mirada ruda, tenía un cuerpo marcado a causa del gimnasio, pero lo que se podría rescatar de él, eran sus enormes brazos que la verdad eran muy tentadores, inflados y sin vellos, aunque, a mí nunca me causo excitación ni nada parecido – Esto no se trata de eso Yair- Dijo Martin entre dientes mientras me apretaba del brazo como si le diera coraje que lo mencionara – ¿Entonces de qué?
Ya sé que no has logrado olvidarme, que te encantaba ver cómo me cambiaba en el baño Martin, matarías por recorrer mi cuerpo con tus malditas manos y por un solo beso, serias capaz de todo, pero eso jamás pasara y ¿Sabes por qué? Porque gente como tú, me da asco – Le dije y cause algo en su mirada, era más que el enojo, era más bien coraje, coraje contra mí, solo por existir, en un arranque de ira me tomó de los hombros y me empujo contra la pared pero gracias a mi mochila no me lastime la espalda y puse reaccionar a tiempo para esquivar el primer golpe que iba a darme, Estire mi pierna para empujarlo lo suficiente con mucha fuerza, cayó directo al suelo y contra muchas sillas costándole un poco levantarse, me quité mi mochila porque sabía lo que debía hacer, debía golpear a Martin y mi buen juicio no estaba para detenerme
– ¿Dónde aprendiste a pelear niñita? No sabía que los putos sabían pelear- Pregunto Martin levantándose del suelo con una sonrisa- Tu mamá no piensa lo mismo- Dije y entonces se echó sobre mí, caímos al suelo mientras se sentaba sobre mí para golpearme en la cara, me dio un golpe en la quijada muy fuerte, me levante con la fuerza que tenía y lo tome del cuello de su camisa para devolverle dos golpes en los pómulos, mis puños parecían rocas mientras golpeaban su rostro y lo dejaba como un títere, lo tome de la parte trasera de su cuello y lo empujé nuevamente contra las sillas, parecía como si Martin fuese una deseo reprimido por destruir mi pasado, mis tristezas, mis dolores y Martin representaba la mayoría de ellas por lo que al golpearlo es como si golpeara al pasado. Nuestra pelea de golpe a golpe nos llevó hasta un patio cerca de la escuela, no sabía cuántas veces había golpeado a Martin, pero creo que fueron muchas porque las manos me dolían, no lo podía creer, estaba golpeando al chico que me molestó durante años y yo estaba ganando porque hasta ese momento solo me había dado él 3 golpes – ¡Estás muerto Yair! – Gritó Martin mientras sangraba por la nariz, ambos corrimos hasta casi chocar, no sabíamos cuando detenernos, toda la vida habíamos acumulado cierto rencor el uno al otro y era el momento de sacarlo por fin, mire hacia atrás y me di cuenta de que detrás de él había un gran charco de lodo, al momento que chocamos ambos caímos en ese charco ensuciándonos por completo, en un segundo esa escena del pasado vino a mi como un flash, me vi a mi de 13 años en la calle mientras Martin y sus amigos me golpeaban y me llenaban de lodo y me sacaban fotografías, no importó cuantas veces le pedí que se detuviera o que no me hiciera nada, fue gracias a un maestro que no me hizo un daño mayor, una ira inmensa creció dentro de mí y me dieron ganas de terminar con él, porque recordé que fue esa tarde el día que besé por primera vez a Eduardo, la noche en que lo hicimos por primera vez, toda mi historia con Eduardo se originó por la tristeza y nostalgia de que no pudo protegerme, fue gracias a esa pelea, a su crueldad y maldad que todo se dio entre mi primo y yo, si no hubiera pasado, jamás me habría enamorado de mi primo y el jamás me habría roto el corazón
– ¡Tú tienes la culpa de todo!- Grite mientras miraba a Martin tirado en el suelo y comenzaba a patearlo con todas mis fuerzas, a golpearlo, a echarle lodo encima mientras yo lloraba, justo cuando estaba por darle la patada final donde seguramente lo dejaría inconsciente, alguien me tacleó y me hizo caer a un costado – ¡Basta Yair, no vale la pena!- Dijo Roger mientras me presionaba contra el suelo para que no pudiera levantarme porque sabía que si lo hacía, mataría a Martin a golpes – ¡Déjame partirle la cara a ese imbécil, suéltame!- Le ordene a Roger pero él no se quitaba- ¡Yair reacciona, tú no eres así! ¡Reacciona!- Dijo Roger hasta que logró calmarme
Cuando me tranquilicé me di cuenta de que la directora estaba detrás de nosotros junto con muchas personas que seguramente habrían presenciado todo eso, con un gesto nos indicó a Martin y a mí que estábamos en problemas, los amigos de Martin lo ayudaron a levantarse y a llevarlo a la dirección junto conmigo, Roger después de eso se apartó, pensé que estaría conmigo, pero no, aún seguía cortante conmigo. Ahí estábamos Martin y yo, sentados en la “Sala de espera” De la dirección, él tenía una compresa de hielo en la cara y yo un pañuelo porque descubrí que tenía en la boca a causa de los golpes que él me dio, pero a él le dolía hasta respirar a causa de todos los que yo le di, estábamos cubiertos de lodo por nuestra pelea y muy adoloridos, yo solo esperaba no haberme metido en un serio problema, Martin no me veía, no quería cruzar mirada conmigo, tal vez porque imaginó que todo saldría diferente, que yo sería el que tendría la compresa fría en la cara, espere algunos momentos para poder hablarle
– Martin… Escucha yo, no sé porque te hice todo eso, creo que estaba muy enojado y de alguna manera me desquité contigo y pues no…- No pude continuar, no se me ocurría nada para decir, además el que debía sentirse mal era él por los años que me hizo la vida imposible, yo era la víctima en todo caso- Jamás pensé que supieras pelear así o que… Tuvieras tanta fuerza- Dijo Martin y puedo jurar que vi una pequeña sonrisa, que tal vez se dio cuenta de que no era la niñita que pensaba- Bueno, han sido años de furia, algún día debían salir- Dije entre pequeñas risas nerviosas porque por primera vez estábamos manteniendo una corta conversación sin pelear y eso pensaba que era imposible- Escucha, no entiendo porque peleamos todos estos años, yo nunca tuve nada contra ti, nunca te molesté ni mucho menos te busqué ningún mal, yo solo era un niño de 13 años que quería hacer amigos y tu pues, me odiaste desde el primer día sin yo saber porque- Dije mientras lo miraba pacíficamente- Ese es el problema, por eso no me agradas- agregó Martin después de algunos momentos de silencio y yo quedé muy confundido- Siempre ves el lado positivo de las cosas, eres odioso, eres demasiado bueno, demasiado alegre y optimista, tienes una vida perfecta, tus padres te aman, las mujeres te persiguen, tienes a tu mejor amigo, lo tienes todo demasiado fácil, yo en cambio vivo con dos hermanos más, mis padres están separados, no tengo un amigo de verdad y estoy sólo, siempre odie que tú lo tuvieras todo y no te dieras cuenta, pero tal vez en el fondo… Quería ser como tu
– Jamás lo había pensado de esa manera, creo que desde ese punto si debo ser muy odioso, pero créeme Martin, tienes una visión de mi vida muy equivocada, mi vida no es perfecta, al contrario, yo también tengo problemas como todos- Dije y entonces Martin suavizó su expresión, pasamos otro rato en silencio tratando de asimilar las cosas que sabíamos el uno del otro
– ¿Crees que si nos volveríamos a conocer habríamos sido amigos?- Pregunte y el rió un poco- No lo sé, tal vez sí, si no fueras tan fuerte tal vez si- Dijo y entonces los dos reímos- Martin, la escuela se terminara en unos días y bueno creo que ya es tarde para ser amigos, creo que nunca nos volveremos a ver después, así que, por mi parte trataré de ser una buena persona contigo, ojala tu hagas lo mismo- Comenté para tratar de arreglar las cosas, no lo podía creer, de cierta manera le ofrecía a mi enemigo que fuéramos amigos- No lo sé Yair, yo aún te odio- Dijo Martin creo en sentido de broma y entonces salió la directora de su oficina para recibirnos
– Estoy muy decepcionada por su comportamiento, pero sobre todo estoy decepcionada de ti Yair, nunca había demostrado este comportamiento y no entiendo porque decidiste llevarlo a cabo precisamente hoy, deben saber, que en esta institución no permitiremos ningún tipo de vandalismo y mucho menos peleas, esto amerita una expulsión pero como solo quedan algunos días de clases, los dejare ir con la condición de que si vuelvo a enterarme de que volvieron a pelear, no me importara que falte un minuto para terminar el siclo escolar, estarán fuera de esta escuela- Dijo la profesora causando que se detuviera mi corazón, lo que menos necesitaba eran problemas en la escuela, Martin y yo nos fuimos de allí, él casi no podía caminar y a mí me costaba hablar por los golpes que me había dado en la cara
– Oye Martin… ¿Qué dices? ¿Amigos?- Dije extendiéndole la mano y con una sonrisa en mi rostro- Tu lo dijiste Yair, ya es tarde para serlo- Dijo mientras cerraba mi palma y se iba, suspiré porque pensé que eso podría salir mejor, hasta que me dije a mi mismo- Pero que rayos pensabas Yair, jamás podríamos ser amigos de ese idiota…
Me puse una camisa color gris que me regaló mi madre y mis zapatos favoritos, tenis, para ir más cómodo, mis padres ya se habían ido, se fueron ese día en la mañana y no regresarían a casa hasta la tarde del día siguiente, habían ido a Monterrey a ver a mis tíos por lo de la boda de Eduardo, yo no quise ir, no tenía caso, lo mejor que podía hacer esa alejarme para que doliera menos, perder a mi primo para siempre porque, yo no sería capaz de proponerle nada estando el casado, Lalo había tomado esa decisión y ¿Quién era yo para interponerme en eso?
Buscando uno de mis relojes, encontré una pequeña caja de cristal que hace años no veía, donde guardaba recuerdos, cartas, notas, todo, era una especie de cofre de los recuerdos, de cuando tenía 13 años, con nostalgia comencé a leer cada una de las hojas que había allí, hasta que al fondo, casi como si quisiera esconderse, estaba un papel, arrugado, algo viejo, lo abrí y comencé a leerlo
“Apenas tengo 11 años, soy travieso, inquieto y enojón, además de que no soy muy alto, dicen que porque no me gusta la leche y eso te hace crecer, mi mamá dice que lo enojón no me deja crecer, aunque mi papá dice que algún día lo hare, la maestra nos pidió que escribiéramos una pequeña carta donde pongamos todos sobre nosotros, para ponerla en una capsula del tiempo, me llamo Yair, me gusta escribir, me gusta la música y los animales, no tengo muchos amigos, solo uno, es mi mejor amigo, se llama Roger, a veces salimos a andar en bicicleta aunque él no lo hace muy bien, no me gusta hacer mi tarea ni dormirme temprano, algún día quiero ser veterinario o astronauta, a las personas que más quiero son a mis padres pero también hay alguien más, se llama Eduardo, es mi primo, es alto y muy fuerte, todo el mundo quiere estar con él, él es mi otro mejor amigo, algún día quiero ser como él, lo quiero mucho y él me quiere a mí, dice que somos hermanos, viene a verme en vacaciones porque vive lejos, a veces juega conmigo, ojala las personas del futuro tengan un primo como el mío, porque Eduardo es el mejor primo del mundo.”
No pude evitar llorar al terminar de leer ese papel, lo había escrito hace muchos años y ahora mi vida era tan diferente, ojala las cosas se hubieran quedado así, que nada de eso hubiera pasado, ese papel comenzó a remover mis sentimientos, mis emociones, a remover el dolor, en un segundo la tristeza volvió a invadirme. Terminé de cambiarme para irme a la fiesta, porque quería olvidarme de todo
El lugar estaba llena de personas de mi edad, de jóvenes bailando al ritmo de la música, todos estaban enloquecidos mientras las luces de neón iluminaban le lugar, la mayoría de las personas me miraba como con miedo, debió ser por lo que había pasado días atrás, mi pelea con Martin, algunos compañeros me dieron la bienvenida y me invitaron a estar con ellos, de pronto me puse de pie, camine hasta una persona que estaba a unos pasos de mí, era mi “Mejor amigo” Roger
– Hola- Dije tímidamente pero lo suficientemente fuerte para que me escuchara- Hola- Dijo algo cortante- ¿Cómo has estado?- Pregunte serio- Muy bien y ¿Tu?- pregunto refiriéndose al golpe en mi cara- Muy bien, ya estoy mejorando, Roger, he estado pensado mucho y, te necesito, necesito a mi mejor amigo- Dije con un tono de tristeza- Yair, lo siento pero, no puedo, no después de lo que pasó, entiéndeme- Dijo refiriéndose a lo que pasamos con Rogelio, al final eso termino alejándolo de mi- Por favor Roger, estoy muy mal, no tengo con quien desahogarme, por favor- Le dije mirándolo a los ojos- Lo siento, no puedo- Dijo mientras se apartaba de mi
Me aparte de él y caminé hasta la barra de vinos y licores, la fiesta era en la casa de una compañera, su casa era enorme y había contratado todo tipo de servicios incluyendo una barra de licores que era atendido por otro de mis compañeros, Julio
– Buenas noches señor Yair, por favor no me golpees- Dijo Julio en cuanto se dio cuenta de mi expresión seria y bromeando por lo que había pasado con Martin- ¿Qué es lo más fuerte que tienes?- pregunte muy serio- Eso depende ¿Quieres disfrutar la fiesta o no recordar ni tu nombre?- Pregunto otra vez Julio y le indique lo segundo- Ha, mal de amores he, bueno para usted tengo esto, solo bébalo con cuidado y no se acerque a la alberca, podría ahogarse- Dijo mi compañero en sentido de broma, comencé a beber un vaso tras otro hasta que termine completamente ebrio, era la primera vez que tomaba alcohol así que no fue difícil ponerme ebrio muy rápido, quería olvidar, quería dejar de ser yo, al menos por una noche, eso pedía, solo una noche para vivir como el resto de los demás, para divertirme como todos, para sacar mi lado salvaje y fiestero, era hora de perder el sentido común y el control
Pase una de las noches más divertidas de toda mi vida, siempre he dicho que la ebriedad tiene 4 facetas, la felicidad,
la euforia, la tristeza y la culpa, era alrededor de la 2:00 am y yo estaba por entrar a la tercera, a llorar por todo lo que me hacía sentir triste, algunos chicos ya se habían ido y solo los más salvajes se habían quedado, digamos que los chicos buenos se habían ido a dormir, ya envuelto por la tristeza salir de la fiesta y me senté en el jardín de la parte de enfrente, me dolía mucho la cabeza y me sentía muy mareado, además de que estaba diciendo tonterías, entonces apareció él
– ¿Yair? ¿Qué haces aquí?- Pregunto Martin impresionado mientras me veía allí sentado- ¿No ves? ¡Estoy lamentándome de todas las decisiones que he tomado!- Dije mientras reía como loco- ¿Qué tienes, estas tomado?- Pregunto mientras inspeccionaba mis ojos y mi semblante- Eso a ti no te importa, déjame en paz, ya me voy- Dije mientras lo apartaba de mi pero no era capaz de ponerme en pie- ¿Y alguien viene por ti?- Dijo Martin como si estuviera preocupado- No, me voy yo solo, caminare hasta mi casa, si es que recuerdo donde está- Dije otra vez riendo- Déjame llevarte a tu casa, estas muy mal, podría pasarte algo, son las 2 de la mañana- Dijo Martin y yo le dije que no con un grito- Mira, dijiste que tratarías de ser mejor persona conmigo y yo quiero serlo contigo, déjame llevarte a tu casa, en son de paz- Dijo y entonces acepté- Bueno está bien, pero ayúdame a pararme que no puedo y cuidado con esas manos, eres muy travieso- Dije otra vez riendo
– ¿Por qué decidiste portarte así precisamente estos últimos días de escuela? Te desconozco Yair- Dijo Martin mientras conducía y yo estaba sentado junto a el- Porque quise saber que se sentía, ahora cállate y llévame a mi casa- Dije recargándome en mi asiento y mirándolo con la mirada perdida- Está bien, cálmate, llegaremos en un momento- Dijo Martin tratando de calmarme porque a veces gritaba- Sabes, nunca me caíste mal, es más, hasta te me hacías guapo, si sonrieras más, tal vez tendrías novia- Dije otra vez riendo y asomándome por la ventana- ¿En serio? Pero yo pensé que no pensabas en eso, ya sabes, en cosas de gays- Agregó Martin algo nervioso- Ay Martin, tienes tanto que aprender, los gays no existen, ni las lesbianas, es más, tu no existes ni yo, ni nada de eso, eso es para la gente que le tiene miedo al sexo salvaje y delicioso- Grite riendo otra vez y por un segundo puse cabeza en el hombro de Martin- El problema es cuando te enamoras, ahí si te jodiste, porque primero te van a prometer que te querrán toda la vida, que nunca te abandonaran, que siempre estarán contigo y de repente ¡Pum! Una tarde se largan para nunca más volver ¿Es gracioso no?- Dije riendo y después poniéndome melancólico- ¿Alguna vez te pasó eso Yair?- Preguntó Martin intrigado por lo que le había dicho- Sí, ¡Te amo, te amo, te amo, te dije que te iba a amar siempre y así lo hare, aunque ya ni pienses en mí!- Grite como loco mientras volvía a reírme- ¿A quién le dices todo eso? ¿A tu novia?- Dijo Martin muy asustado- No, a alguien más, ven acércate… ¡Que te importa!- Respondí en su oído una vez que se acercó, por ultimo me dejé caer en su hombro casi sin fuerzas, él se puso muy nervioso y creo que caliente al escuchar mi respiración
Entramos en mi casa, rodee su cuello con mi brazo para que me ayudara a caminar porque no podía- ¿Y tus padre?- Dijo Martin mientras cerraba la puerta- Se fueron a Monterrey por la boda de mi primo Eduardo- Dije mientras sentí como Martin me cargaba y me ponía en el sillón más grande, mi ropa estaba un poco húmeda porque algunos chicos y yo nos lanzamos a la alberca y mi ropa aún no se secaba por completo- Deberías descansar, bebiste mucho Yair- Dijo Martin mientras alcanzaba una manta que estaba cerca y me tapaba con ella, entonces ya una vez recostado, una pequeña lagrima se escurrió por mi mejilla, creo que Martin se dio cuenta de eso porque regreso- ¿Estas bien? ¿Por qué lloras?- Dijo Martin acercándose a mí- ¿Por qué eres así conmigo? Nunca te interese, solo me molestabas, fuiste una de las personas que más daño me hizo en la vida y algún día creceré y olvidare estos tontos años pero solo quiero saber por qué de pronto eres bueno conmigo- Dije mientras me sentaba- No lo sé, creo que ahora que ya me golpeaste y me di cuenta de cómo eres, te veo de forma diferente, ya no tengo razón para odiarte y no podía dejarte ahí en la fiesta, esos chicos te acabarían, son demasiado salvajes y algo me dice que no eres como ellos- Dijo Martin mientras se sentaba junto a mí en la sala- Sí, mi ropa está algo húmeda, creo que me aventaron a la alberca- Dije mientras reía y recobraba la normalidad, los efectos del alcohol estaban disminuyendo
Comencé a quitarme mi camisa y mi playera para poder cambiarme, cuando de pronto vi que Martin estaba perplejo al ver mi torso descubierto ahí ante él- Yair… ¿Te puedo tocar?- Pregunto Martin con mucha pena y yo me quede completamente mudo, era obvio, yo le gustaba, tal vez por eso me molestaba tanto y siempre fue su sueño tener sexo conmigo, pero ahora era tan diferente, no sabía que pensar y mucho menos que responderle- No me la interpretes, es que, tu piel se ve tan suave y tersa, además de que tienes un buen cuerpo, no te hare nada más, solo quiero pasar mis dedos por tu rostro, por favor, solo eso- Dijo Martin poniéndome aún más nervioso, no le respondí y como el que calla otorga, él puso su mano cerca de mi cara, al no ver resistencia de mi parte, se acercó más y más
Comenzó a recorrer mi cara con la yema de sus dedos, sentí un frio en mi espalda en cuanto su piel tocó la mía, sin decir anda más se fue a mi cuello, el cual prácticamente acaricio despertando en mí el fuego- Espera, no sigas- Dije tomando su mano y deteniéndola, entonces el entrelazó sus dedos con los míos y se recostó encima de mí, cuando me di cuenta estaba debajo de él, sintiendo su peso, mirando sus ojos castaños en la obscuridad de la sala de mi casa
– Eres tan tierno y delicado, provocas en mí una pasión incontrolable Yair- Dijo Martin echado sobre mí, respirando en mi cuello, oliendo mi perfume- Martin, suéltame, yo no quiero nada contigo- Dije tratando de apartarme de él- No puedo Yair, te deseo, te necesito- Dijo sacando su lengua y lamiendo mi cuello, yo solté un gemido profundo al sentir su humedad pues mi cuerpo estaba frio a causa del agua- Sabes tan bien, no tienes idea cuantas veces imaginé esto, déjame cogerte- Dijo Martin recorriendo sus manos por mi torso frio y delicioso, apreté mis manos por las sensaciones que él me causaba, toqué tus brazos que eran tan sensuales, la clase de brazos que me encantaban, pero aún había cierta resistencia de mi parte por lo que él quería convérseme, torturándome con sus caricias
– Déjame cogerte- susurro en mis odios, sentí como sus manos desabrocharon mi pantalón y recorrieron mis piernas- No, por favor detente, me estas excitando- Supliqué con los ojos cerrados- Dijiste que tenía mucho que aprender, que no le tienes miedo a esto, enséñame a quererte, déjame cogerte- volvió a pedir Martin, sus dedos pellizcaron mis pezones y yo me retorcí en el mueble, se había dado cuenta de mis puntos débiles- No Martin, no contigo, no ahora, suéltame, deja de tocar porque me encanta- La ebriedad se había ido dándole paso a la pasión, Martin no dejaba de recorrer mi cuerpo y explotar mis debilidades, metió su mano en mi ropa interior para masturbarme y para meter sus dedos en mi ano, para dilatarme, yo le jalaba el cabello y le decía que se detuviera pero era imposible, aquello me encantaba pero no quería aceptar que Martin me cogiera, porque pasé toda una vida diciéndole que no como para que todo terminara así esa noche- No, suéltame, yo no soy de nadie, de nadie, no podrías poseerme una sola noche, soy demasiado para ti- Martin rio un poco y después me beso en el cuello para callarme- Déjame ser merecedor de ti por una noche, déjame cogerte y no te arrepentirás, tu y yo, podríamos hacer tantas cosas, solo dime que sí o seguiré insistiendo hasta que lo hagas- Dijo mientras tocaba mi espalda y su miembro lo restregaba entre mis piernas- No, eso es imposible- le conteste y el lamio mi pecho y metió dos dedos en mi colita- Déjame cogerte Yair, solo esta noche, anda, di que sí- Volvió a suplicar con su tono de voz susurrante y apasionado, estaba sacando el infierno dentro de mí, mi lado salvaje- Dije que no, ahora suéltame y vete, no sigas, me matas- Le dije y entonces sujeto mi pene con una mano mientras con la otra introducía sus dedos húmedos en mi orificio y me lamia los pezones, me estaba haciendo gritar como pocos lo han hecho- Déjame cogerte, te llevare al cielo, te penetraré como nunca te han penetrado, estoy que reviento por ti Yair, déjame cogerte- suplicó y yo estaba en el éxtasis, en un momento sentí como introdujo un tercer dedo y todo comenzó a darme mucho calor y toque eléctricos, no me quedó más que decirle
– Hazlo, pero haz que no me arrepienta- Le dije dejándome caer en el sillón para que el me comiera
Me puso boca abajo y con su lengua lubricó mi orificio, haciéndome gritar, a gemir, Martin era un chico malo y debo decir que no puedo resistirme a los chicos malos, cuando sentí como su pene me penetraba, apreté el sillón y dije su nombre hasta que me canse, tocaba mi trasero con sus manos con tanta lujuria y deseo que parecía que quería comerme, me decía cosas sucias y excitantes en mis oídos al ritmo de sus envestidas, sus manos estaban en mi cintura para pegarme más hacia él, me lamia la espalda desde la nuca hasta mi trasero lentamente, escuchaba como gemía y gruñía al darme con fuerza- Yair, estas muy apretado, me encanta, tu hoyito es magnífico- dijo Martin mientras se echaba encima de mí y me besaba el cuello,
Debo decir que aquello me encantaba, en la oscuridad de la sala, los dos, solos, con las cortinas abiertas, la luz apagada, solo la luna daba la claridad suficiente, nuestras piernas se entrelazaban cuando me dio la vuelta y me seguía dando con fuerza, entonces, allí se encontraron nuestras miradas, nuestros ojos, nuestras almas y me beso, me beso como pocas personas me han besado, fue un beso en que le me hizo sentir que solo era un alma frustrada y que solo quería sentir amor, cariño, y era lo único que me pedía, su lengua busco la mía tantas veces que parecía que peleábamos, me encantaba coger con Martin, era un chico rudo y sensible, sus dientes mordían mi pecho, mi ombligo, me penetraba lentamente y con fuerza mientras me miraba y sonreía- Eres delicioso, dime que te gusta, dime que me deseas, dímelo Yair y podre morir en paz- Me encanta coger contigo Martin, lo haces muy bien, me encantas- Dije mientras pujaba
Martin recorrió mi cuerpo con su boca, mordiendo y tocando con sus dedos, pellizcando, jugábamos por ratos a decirnos cosas que nunca pensamos decir, hicimos algunas posiciones que eran nuestras favoritos, quien lo diría, Martin era un buen amante y por un momento en mi cabeza pasó el quedarme con el, no nos conocíamos y aunque suene loco eso lo hacía perfecto, primero empezar con el sexo antes de meter sentimientos y salir lastimado
– Ya no puedo más, me voy a venir- Decía Martin envistiéndome muy rápido- Yo también- Cuando me vine en mi abdomen, sumí mi estómago con mucha fuerza al igual que mi ano, Martin grito con locura y me mordió los labios mientras se venía, pero yo no estaba más satisfecho, me hecho sobre él, para cabalgarlo, y lo hice muy bien, me mate en ese pene de un joven desarrollado, mordí sus pectorales, su abdomen, sus brazos, su espalda, Martin tal vez siempre me provoco morbo, excitación solo que nunca quise admitirlo, la manera en que tomaba mi traserito con sus manos y lo habría mas para que su pene llegara hasta el fondo, cuando me miraba y gemía conmigo, cuando sonreía por ratos y por otros su cara era desfigurada por el placer, se vino una y otra vez al igual que yo, hasta que nos quedamos dormidos los dos en el sillón, sudados, cansados y satisfechos porque sacamos nuestras tristezas y corajes por medio del sexo, de eso que veíamos de forma natural y necesaria entre los hombres y mujeres
En la mañana, los rayos del sol entraron por la ventana dando en el rostro, mire a un aldo y Martin estaba abrazandome, tuve sentimientos encontrados al verlo allí, se veía muy tierno y rudo abrazandome, su brazo me recorria, mi desnudo cuerpo había sido suyo la noche anterior, habíamos descargado nuestras pasiones el uno con el otro, me puse de pie y subi a mi cuerto a bañarme y cambiarme, cuando baje, Martin ya se estaba vistiendo, no sabia que decirle, como reaccionar- Bueno días- Le dije acercándome con cuidado por cualquier reacción que podría tener- El tomo mi mano y me acercó más a él para besarme, sus labios dulces y lastimados a causa de mis golpes se comieron los míos por unos segundos- Martin, espera, tenemos que hablar- Dije mientras lo invitaba a sentarse- Martin, yo jamás pensé que esto pudiera pasar, ni en mis sueños más locos, éramos personas tan diferentes, tan despreciables el uno para el otro, pero debo decir que lo de anoche fue maravilloso, el problemas es que no sé qué hacer de ahora en adelante- Dije mirándolo a los ojos, entonces el entrelazo sus dedos con los míos otra vez- Quédate conmigo Yair, por favor, olvidemos esos años de secundaria, empecemos de nuevo, yo podría ser tu pareja, podremos darnos el cariño que necesitamos, no solo quiero tu cuerpo, quiero tu corazón, siempre lo quise, por eso te molestaba tanto, porque en secreto te quería, sé que es difícil creerme y en el fondo te parecerá que me aproveche de tu condición anoche, pero en verdad, quiero estar contigo, el poco o mucho tiempo que nos quede juntos porque me iré a estudiar a otra ciudad, no sé qué planes tengas para el futuro pero, quiero pasar estos días contigo- La propuesta de Martin me parecía perfecta en ese momento, pero no, no aceptaría, nunca más, no abriría mi corazón a ningún otro hombre, por más maravilloso que pareciera
– Martin, yo no puedo estar con nadie, me han lastimado mucho, por eso te digo que no te conviene estar conmigo, no lo resistiríamos y terminaríamos sufriendo, esto queda entre nosotros, no te lo niego, tengo cierto coraje porque siento que te aprovechaste de mi pero me gustó, me gustó mucho, pero por favor vete, no puedo estar contigo ni con nadie, tal vez en otra vida podamos estar juntos y ser los amigos que no pudimos ser, pero por ahora, eso es todo, no me busques, no me llames, no insistas, porque no voy a cambiar de opinión- Dije y él se puso muy triste al punto de llorar, me partía el corazón verlo así, tan rudo y fuerte que se veía que el verlo llorar me conmovió, solo me besó por última vez, me dijo que siempre estaría esperándome para cuando estuviera listo para él, salió de mi casa con el corazón roto y a la vez con una sonrisa porque cumplió su sueño, yo me pase el día reflexionando sobre todo eso, sobre mi vida y mis problemas, sería un universitario y ya me estaba aburriendo de esa vida como para dejarla para siempre, al fin de cuentas, ya había estado con suficientes hombres para una vida, nueve hasta ese entonces así que subí a mi cuarto y quede allí porque mi cabeza y cuerpo me estaban matando por culpa de la resaca o cruda, comí algo picante para sentirme mejor, dicen que así se cura, nunca más esperaba volver a tomar, eso no era para mí, además cosas como lo de la noche podían pasar cuando abusaba del alcohol, me quede escribiendo hasta que mis padres llegaron para contarme sus aventuras en Monterrey con mis tíos, me causaron muchas sorpresas pero yo me quede con esa sensación que Martin dejó en mi vida y en mi piel, mi amigo/enemigo y mi amante, mi noveno amante
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!