DOMINGO EN EL CENTRO COMERCIAL
Continuación, aunque he intentado que pueda leerse separadamente, de “MIS PRIMEROS CLIENTES IV”. Después de una buena sesión de sexo con varios desconocidos pervertidos, el papá de Sergio se lo lleva de compras al centro comercial a por su regalo de recompensa por ser un nene tan bueno y obediente. .
RESUMEN: Para los que no tengan ganas o no puedan leer los anteriores relatos, Sergio es un pequeño putito bien entrenado por su papá desde bien chico para servir a los machos y a su calentura.
Al papá de Sergio lo que más le excita es ver a su pequeño usado por otros machos, convirtiéndolo en su juguete sexual y llevándolo a situaciones de lo más grotescas…. En capítulos anteriores Sergio ha empezado recientemente a ser un pequeño prostituto de pago. Hoy, a su padre vuelve a ponérsela dura entregarlo gratuitamente.
….
Ahí estaba yo, un pequeñín de 7 añitos sentado en el asiento del copiloto mientras mi padre conducía a toda prisa hacia nuestro destino, hacia ese centro comercial donde conseguiría mi premio por ser un niño bueno y bien mandado. Hacia mi bicicleta nueva.
Yo, con el cuerpecito aún adolorido y la cabeza completamente aturdida por el desenfreno de la noche anterior, intentaba recordar lo que había vivido, miraba el paisaje mientras le daba vueltas a mi cabecita. Pero nada, apenas recordaba algunas escenas de la noche de sexo brutal que había tenido la noche anterior, lo que más recordaba era el olor y el sabor a polla de macho y mi culito muy abierto… si cerraba los ojos era lo único que venia a mi mente.
De pronto, el timbre del móvil de mi papá me sacó de mis pensamientos, sonaba fuerte, lo tenía apoyado a un costado del volante, sin apartar la vista de la carretera, mi papi descolgó el teléfono dejando el manos libres.
-Que pasa Gonzalez, buenas noticias?- Preguntó entusiasmado mi papá.
-Enhorabuena Miguel, me dicen los chicos que te felicite por el trabajo que has hecho con tu pequeño aprendiz. – Respondió la voz al otro lado del teléfono
-Hehehe, gracias señor, ya os dije que llevaba años de práctica sin un solo día de descanso – Mi padre me mira sonriente y me guiña un ojo.
-Bueno, ahora que va a ser uno de los fijos, necesito que dejemos un par de cosas claras… – El señor Gonzalez sonaba serio.
-Claro señor, ya sabe que es mi deseo más profundo que nuestros tratos salgan – Saberme usado y deseado hacía que su polla empezara a reaccionar.
-Lo primero y más importante es que cuando lo solicite, pueda tenerlo disponible en menos de 2 horas, sin excusas, sin importar la hora ni el día de la semana… queda claro? – Tajante, serio, así sonaba el señor Gonzalez al teléfono.
-Pero señor, el niño tiene un horario escolar, no puedo sacarle sin motivo de la escuela…- Mi padre respondía titubeante.
-El niño va a tener que dejar la escuela si quieres ganar todo el dinero que esperas… yo puedo ayudarte con eso, te conseguiré un “tutor” privado y el nene tomara clases en casa. –
-Y la puta de su madre? –
-No te preocupes por eso, de ella me ocupo yo, se como hacer que una madre abandone a su hijo por una vida mejor. – Sonaba guasón y seguro de si.
-Gracias señor, le prometo que no le decepcionaremos, ya ha visto lo obediente que es mi pequeñín- Me revuelve el pelo.
-Te espero mañana a la hora de comer, vente al garaje y trae al niño.- Su tono no dejaba lugar a la duda.
-Eso esa hecho señor, hasta mañana. – Colgó satisfecho, mi papá estaba entusiasmado.
Yo escuchaba la conversación algo aturdido, aún con los efectos de todo lo que me habían metido en el cuerpo el día anterior, lo único que retuve de todo eso es que iba a dejar de ir a la escuela, lo que me provocó pena y alegría al mismo tiempo, echaría de menos a mis amiguitos, pero me gustaba la idea de no tener que soportar las aburridas clases.
-Has pensado ya que bicicleta quieres, campeón? Te has ganado la mejor. – Exultaba alegría.
-Si papi, mira… – Cogí un catalogo de la guantera y le mostré la que quería.
-Vaya, tienes buen gusto mariconazo… la más cara de la tienda? – Me miraba y reía picarón.
Yo le mire entre con vergüenza y esperanza, había sido un buen nene y en mi mente creía que me lo merecía, no dije nada solo me esforzaba por poner carita de buen nene, de perrito degollado.
-Que sí tontaina… ya te dije que la que tu quisieras, no te pongas ñoño – Me revuelve el pelo.
Durante el tiempo que duró la llamada y nuestra conversación, habíamos pasando de las carreteras de montaña a la entrada de nuestra pequeña ciudad con su polígono industrial de rigor, lleno de grandes almacenes y restaurantes de comida rápida.
-Si te portas bien luego te llevo a comer una hamburguesa al Mc Donald’s, que dices campeón? – Una vez más, revolvía mi pelo.
-Siii papi, porfiiii, quiero la doble cheese!!! – Mis ojos brillaban de emoción
-Hehehe, glotoncete…- Me acarició la barriga de manera burlona.
Unos minutos y estábamos aparcando a la entrada de una gran tienda deportiva.
-Vamos campeón, baja. – Me dijo, seco pero dulce.
Bajé del coche dando un salto, mis pequeñas piernas quedaban lejos del suelo. No atiné y caí torpemente al suelo, quedando a los pies de un señor que caminaba en dirección a la tienda.
-Pequeño, estás bien? – Me dijo el señor de voz profunda.
Levante mi mirada y le vi, era un hombre de unos 35 años, no muy alto pero fuerte, moreno de piel, con pelo corto castaño y barba recortada, vestía de forma informal con un chandal de deporte y una camiseta ajustada que marcaba su cuerpo de gimnasio. Me pareció de lo más guapo, creó que hasta se me quedó la boca medio abierta al verlo sonriéndome cariñosamente.
-Si señor, gracias… no ha sido nada! – Me levante de otro saltito apoyándome en su mano tendida.
El hombre me miró de arriba a abajo, cabe recordar que aún iba vestido de Boy Scout, como me había preparado mi papá para la cita del día anterior. El hombre me observaba, un pequeñín de 7 añitos, vestido con un pantalón corto beige ajustado, que ya empezaba a quedarme pequeño, una camisa a juego, calcetines blancos hasta las rodillas, unas botitas de montaña y mi pañuelo anudado al cuello… El contacto de mi mano con la suya sumado a la imagen fetiche del uniforme hizo que su bulto empezara a crecer…. El hombre, bastante ruborizado, me soltó de golpe e intento disimular su bulto creciente.
Mi padre, que seguía al otro lado del coche vio toda la escena y su mente pervertida ya estaba maquinando como sacar partido de la situación. Pervertirme con extraños era lo que más cachondo le ponía, así que su polla no tardó en reaccionar. Rodeo el coche y dejando bien a la vista su paquetón se acerco a nosotros.
-Gracias y disculpe la molestia, el niño es un poco torpe – Se agachó para quedar a mi altura y me recolocó el pantaloncito que estaba algo desarreglado por la caída… Puso énfasis en sobar mis nalgas, como si nada, enfrente del extraño mientras no dejaba de mirarle sonriente a su también creciente paquete.
-No hay de que, gracias a dios no ha sido nada y el pequeño está bien- Su bulto seguía prominente bajo la fina tela del pantalón deportivo que llevaba. Intentaba ocultarlo sin éxito.
-Sergio, dale las gracias al señor, no seas mal educado, ya sabes como te digo siempre que seas agradecido… – Me guiñó un ojo.
Yo ya sabía lo que tenía que hacer, no era la primera vez que mi padre me obligaba a seducir a un desconocido con una táctica similar, mi tarea consistía en abalanzarme hacia el señor, apoyar mi cuerpo contra su paquete, preferiblemente mi cara (aunque ya empezaba a ser demasiado alto para estar a la altura de las pollas, eso funcionaba mucho de mas pequeño). Así lo hice, me lance hacia el desconocido, apoye mi cuerpo contra el, su paquete estaba a la altura de mi pecho, le abrace con los brazos y mientras me movía de un lado a otro le dije…
-Muchísimas gracias señor, me ha salvado- y le mire a los ojos con carita de inocente, tal como mi papa me había enseñado a hacer, con los ojos bien abiertos y la boquita seductora, mojadita.
La polla de ese pobre desconocido tenia vida propia y en cuanto me arrime a el y le mire de esa manera quiso explotar los calzones que la tenían retenida… El hombre estaba ruborizado no sabia donde meterse e intentaba separarse y disimular.
-Tranquilo hermano, a mi me hace lo mismo y tampoco puedo controlarme – Le dijo mi papá a la vez que le indicó para que mirara su también prominente bulto. – Que tal si le damos lo que pide?
El hombre no salía de su asombro, parecía que quería desaparecer y olvidar esa situación que tan cachondo le había puesto… Pero su polla latía sin descanso nublando del todo su mente.
-Sígueme, será rápido y nadie va a vernos- Mi padre me cogió de la mano, me separó del hombre y me llevo andando hacia dentro de la tienda.
El hombre se quedó quieto, no sabia si salir corriendo o venir detrás nuestro a bajarse el calentón, mi padre se giraba cada dos pasos para indicarle que nos siguiera, finalmente algo se cruzó en la mente de ese buen hombre y con ojos desencajados empezó a seguirnos.
Nosotros vivíamos en una pequeña ciudad de provincia y con todos los años de fechorías que llevábamos a las espaldas, mi padre se sabia todos los sitios posibles e imaginables donde dar rienda suelta a su morbo y usarme con algún desconocido en cualquier sitio público. No era la primera vez que íbamos a esa tienda. En uno de los laterales había una escalera que llevaba al sótano, a unos baños bastante discretos, estaban tan alejados que casi nunca había nadie y los vigilantes apenas pasaban por allí.
Andábamos deprisa, yo casi arrastrado por mi padre, que me seguía agarrando del brazo. Se giraba cada 2 pasos para asegurarse de que el tipo venia detrás nuestro. El hombre, que nos seguía, miraba hacia otro lado e intentaba disimular pero sin perdernos de vista y acelerando también el paso.
Llegamos a los baños, mi padre se paró unos segundos haciendo contacto visual con el desconocido e indicándole con la cabeza que viniera. Yo y mi papá ya estábamos dentro. Mientras el hombre se destuvo unos pasos antes de llegar a la entrada… Su cabeza le decía una cosa y su calentura otra. Mi papá lo vio y para animarle a subir me puso con el culo mirando hacia la escalera, donde estaba el hombre que aún dudaba, me ajustó el pantalón marcando bien mis nalgas y me dio dos cachetadas fuertes para luego manoseármelas con mucho descaro. Le guiño un ojo y me volvió a agarrar del brazo metiéndome de una en los baños.
Como solía ser habitual no había nadie, los baños estaban limpios. Pasada la entrada había un pequeño hall con los lavamanos, después un pasillo con 3 privados a cada lado y al fondo una fila de urinarios que iban de un lado a otro, quedando el central a la vista y los demás ocultos por los privados. Mi padre me arrastro hasta el fondo y me dejo en el urinario que estaba mas a la derecha, con mucha prisa, me bajo el pantalón y el calzoncillo hasta los tobillos, me dejó con el tanga negro que me había puesto para la noche anterior, de pie frente al unitario infantil que estaba justo enfrente mio.
-Venga puta, cuando llegue quiero que lo des todo campeón, hazlo como sabes. Y se metió en el privado de la izquierda desde donde si se asomaba lo veía todo.
Desde mi posición escuchaba los pasos del hombre, que eran rápidos y fuertes hasta que ya casi estuvo frente a los urinarios, redujo el ritmo pero no se detuvo y en unos instantes estaba parado en el centro del pasillo, entre los últimos privados y frente a los unitarios,
Y menuda vista tuvo de repente.
Un pequeñín de apenas 7 años, delgadito, blanquito, con su camisa de boy scout y su pañuelo al cuello, pantalones y calzoncillos de dinosaurios en los tobillos, y un tanga de zorrita marcando su rajita… Y el nene,. que como ya sabemos esta más que entrenado, lo miraba fijamente mientras se metía un par de dedos en la boquita con una mano y con la otra sobaba sus nalgas y movía el hilo del tanga arriba y abajo poniendo la mayor cara de puta que un nene de su edad puede poner.
En ese momento algún cable se cruzó en la mente de aquel desconocido…
-Pedazo de maricón, mira como me has puesto – Dijo agarrándose la polla sobre el chandal.
Se acercó a mi cual monstruo degenerado y sin apenas darme tiempo a reaccionar empezó a darme manotazos en el culo, apartó bruscamente mi mano y empezó a jugar con mi tanguita, levantándolo y metiéndomelo por el ojete a la vez que me daba más cachetadas.
-Mira que pedazo de marica, tu padre te tiene bien entrenado, eh… puto? Y tú te dedicas a seducir al primero que pasa? Yo no quería maricón pero me has hecho la trampa con tus juegos de putita… – Todo me lo susurraba al oído con voz profunda y con mucha calentura….
De rodillas en el suelo detrás mio y mientras seguía diciéndome guarradas, se saco la polla y empezó a pajearse. Un olor fuerte inundó la habitación, olía a polla de macho salido. De una se puso de pie, me cogió de los hombros y me giró, quedando yo justo enfrente de su polla. Ahí pude verla…
Era una polla bastante decente, no enorme, debía medir unos 17cm pero estaba muy dura y gorda, el prepucio tapaba la mitad de su capulllo que estaba babeando mucho precum, la tenia muy peluda y sus huevos estaban duros y firmes, eran grandes. Yo estaba embobado. Cada vez que veía una polla nueva me gustaba analizar y comparar, me parecía fascinante que pudieran ser tan diferentes (a mi corta edad había visto ya muchísimas, gracias (o por culpa) de la calentura insaciable de mi papá.
-A qué esperas puta? Chúpamela- Me agarro de la cabeza y me puso a mamar a saco.
-Ufff… mariconcete… que boquita tienes! Mejor que muchas putas profesionales- Con sus caderas metía su polla en mi boquita a la vez que con sus manos sujetaba mi cabeza.
Mi padre, que ya no podía de la calentura, salió del privado y se puso justo a su lado, polla en mano, bien dura, sus 20cm de pollon ibérico estaban en pleno esplendor. No había nada que se la pusiera mas dura que verme usado y violentado por un extraño.
-Joder carbón, mira como me has puesto, tratando de puta al pequeño de mi nene- Sacudiendo su pollón.
El tio no dijo nada y devolviéndole la mirada perversa a mi papá, solo siguió taladrándomelo la boca. De vez en cuando me daba un capón y me llamaba maricón o chupa pollas mientras miraba a mi padre con un vicio indescriptible en sus ojos. La calentura y la situación hicieron que en unos pocos minutos se vaciara completamente en mi boquita. Cuando empezó a convulsionar, me agarró muy fuerte del pelo, me amarró bien pegado a su pelvis y mientras yo olía su hombría enterrado en sus pelos el empezó a eyacular en mi garganta, noté por lo menos 6 chorros de lefazo caliente inundando mi garganta mientras me sostenía con mucha fuerza. Tenia la cara de un demonio, desencajado y lujurioso. Así se quedo unos segundos, hasta que de repente, reacciono, su cara volvió a la normalidad, y viendo la escena se vistió rápidamente.
-Lo siento niño…- Dijo tembloroso mientras salía casi corriendo del lugar.
Continuará…
Qué bueno que retomaste esta historia, me encanta lo entrenado que está el pequeño y el padre es un salido, uffff tremendo morbo