DONACIANO Y SUS FANTASIAS NEGRAS
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Se peino diferente, se puso pants y unos lentes oscuros, no llevaba ropa interior. Se subió al camión y para su sorpresa solo iba un señor negro ya maduro, algo corpulento y con cara de bonachón; Donaciano se sentó en el mismo asiento al tiempo que saludaba al hombretón de color que le contesto el saludo cortésmente en inglés.
La charla inicio casi de manera natural, parecía que ya se conocían; al principio platicaron de asuntos triviales para luego pasar a temas de cuestiones personales y familiares. El señor era viudo desde hacía ya algunos años; le expuso que de repente se sentía solo y que viajaba a visitar a sus familiares. Donaciano se apeno de verdad por la situación y le conto como era la vida de el, en voz más baja le comento algo sobre sus preferencias sexuales.
Curtis, que así se llamaba el hombre, le platico en confianza que desde que enviudo no había estado con ninguna mujer, apenado le dijo que no se animaba por que contaba con una característica especial: tenía un enorme pene que a las mujeres les daba miedo, los dos rieron. Donaciano se empezó a excitar y no separaba la vista del bulto que crecía debajo del pantalón del hombre negro.
El señor negro entendió lo que deseaba Donaciano y sin decir nada se empezó a bajar el zíper; los ojos del chef empezaron a brillar por la excitación, no separaba la vista de la bragueta que se abrió completamente, vio como se le dificultaba sacar el tolete de tan grande que era. Cuando consiguió sacarlo en su totalidad, Donaciano estaba embelesado mirando “aquello”.
La vergota podía mantenerse enhiesta por lo tremendamente grueso que era desde el troncón hasta el glande, donde gruesas nervaduras sostenían la enorme cabezota, era muy grande pero con una forma muy estilizada, ya estaba escurriendo, “Tómala…” le dijo el negro con voz ronca y suave.
Donaciano se inclino y empezó a besarla, sobarla, lamerla, chuparla, morderla y meterse la punta en la boca y jugar con la lengua en el enorme orificio de la uretra que no dejaba de aventar liquido pre eyaculatorio que tomaba ávidamente, “esta sí que no me cabe…”
El hombre negro parecía que no iba aguantar mucho, Donaciano dejo de mamar y le dijo suavemente: “Quieres terminar en mi boca, me gusta mucho el semen y parece que tienes mucho porque tus ricas bolotas se sienten repletas”, mientras terminaba se inclino mas haciendo la gran verga hacia arriba para mamar los enormes testículos y metérselos a la boca para jugar con ellos.
Con la voz enronquecida de excitación y a punto de terminar, el negrote había empezado a acariciar las redondas nalguitas de Donaciano, pasando luego al mediano pene que escurría a chorros por lo caliente que estaba el chef.
Donaciano se enderezo y se puso de pie enfrente del señor, hizo como si estuviera viendo el paisaje para que el chofer no se diera cuenta; aunque iban solos en el autobús la adrenalina de que los descubrieran aumentaba su excitación.
El señor le bajo el pants alegrándose de que no trajera ropa interior, le empezó a morder y besar las nalgas mientras le sobaba el húmedo pene; Donaciano gemía quedamente; gimió cuando sintió la lengua larga, áspera y dura que humedecía y penetraba su ano que se abrió goloso para recibirla. Luego siguió con uno, dos, tres dedos; sintió como su ano se iba relajando deliciosamente. Se volteo y se hincó en medio de las piernas del hombre para mamarlo otra vez; escupió y escupió la enorme vergota para mojarla e intentar la penetración que parecía imposible.
Combinó todos los líquidos: la saliva y pre eyaculaciones de ambos para dejar todo a punto, se puso de pie enfrente del negro que seguía metiendo los dedos en el caliente ano de Donaciano. Le dio una sabrosa y ultima lengüeteada para tomarlo de las caderas y acercarlo al enorme tolete que amenazaba con reventar.
Donaciano sintió las enormes manazas del negro que abrían sus nalgas y colocaba la hirviente cabezota a la entrada de su ano. Se movió circularmente e intento sentarse, la verga no podía entrar y Donaciano empezó a realizar movimientos cortos de mete y saca hasta que en un momento sintió como la cabezota se abrió paso en su húmeda cueva que la apretó golosa; el negro gimió aguantando la eyaculada que estaba muy cerca, pero quería penetrar aquel culito que tan bondadosamente se le había ofrecido.
Donaciano jugo un rato con la cabeza, su pene escurría a chorros ya verdadero semen; el señor no soportó mas; lo tomo fuertemente de las caderas y lo fue bajando despacio pero firmemente. Donaciano sintió como la cabezota rebasó cada uno de sus tres esfínteres, a cada uno pegaba un saltito, daba un apretón, gemía y aventaba un chorro de semen que el negro tomaba con sus dedos y se lo comía… eso éxito más a Donaciano que aunque se sintió trabado por la dura y gran tranca de carne que no lo dejaba ni respirar, empezó a realizar movimientos de arriba y abajo cogiendo sabrosamente la vergota. Se sentía repleto, pleno, feliz con aquella carnota tocando sus entrañas; sintió los hirsutos bellos del pene y las bolas que rebotaban en sus nalgas en cada metidota. Lo estaba perforando salvajemente y le gustaba, el dolor y el placer se mezclaban en una sensación inenarrable; pensó que iba a convulsionar con todas esas sensaciones, empezó a temblar y a poner los ojos en blanco. Se dio un último sentón y su ano se empezó a abrir y cerrar sin control, su verga aventó chorros de semen blanco y espeso; se aferro a los gruesos brazos del negro y los araño casi sangrándolos. Este, empezó a bufar, lo agarro de las caderas y lo sentó fuertemente para empezar a aventar tremendos chorros de leche espesa, hirviendo en el interior de Donaciano que siguió estremeciéndose hasta quedar semiinconsciente recargado en el pecho del negro, con el ano todavía repleto con la vergota que seguía dura y escurriendo semen.
Parecía que el negro todavía tenía leche en sus bolas porque después de haber terminado a borbotones dentro del ano de Donaciano, todavía seguía haciendo movimientos de mete y saca. Con el ano bien abierto, repleto de leche y adolorido pero satisfecho Donaciano se separo del negro para mamar de nuevo aquel increíble instrumento del placer: lo mamo y lo jalo hasta que el negro se arqueo y tomo de la cabeza a Donaciano, Apenas le cabía la punta de la cabeza que dona tenia abarcado y lamia la uretra mientras lo jalaba con las dos manos. La venida llego fuerte, abundante, caliente y espesa… “dulce…mmmm… dulce… dulce…mmm” decía Donaciano a cada trago de aquel salobre y dulce a la vez semen muy blanco y espeso del negrote.
Al terminar, se limpiaron, se acomodaron las ropas; llegaron a la estación y se despidieron tranquilamente.
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