Ducha con Marcos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Gabriel y tengo 20 años. Vivo en un barrio tranquilo de Barcelona con mis padres. En mi vida siempre he estado con chicas, de hecho tengo una vida sexual bastante plena. Pero lo que yo no sabía es que esto cambiaria muy pronto.
Todo comenzó un día en el que mi primo Oscar me pidió que me encargase de cerrar el gimnasio que él había montado hace un par de años. Era el mismo gimnasio al que yo iba, ya que me salía gratis por eso de que era de mi primo. A cambio yo le hacía favores como este de encargarme de cerrar cuando él tenía otras cosas importantes que hacer.
Me pasaba muchas horas en este gimnasio machacándome, lo que me había dado un cuerpo bastante definido y musculado. Además soy un muchacho bastante atractivo, aunque está mal que yo lo diga. Mido 1,74, tengo los ojos marrones del color de la miel y pelo rubio y 17 cm de rabazo. Supongo que por todo esto tenia tanto éxito con las chicas.
Aquella tarde me di una ducha antes de irme para el gimnasio, me prepare y me fui a cambiarle el turno a Oscar.
Cuando llegue aproveche para entrenar antes de que viniese mucha gente y cuando acabe me senté en la silla de recepción para empezar a recibir a los clientes mientras se iba Oscar.
La tarde era tranquila y aburrida.
Estaban los clientes habituales que solía haber siempre y que me fueron saludando conforme iban llegando.
-Hola Gabi ¿Qué tal el día? Me saludaban unos.
-¿Hoy te vuelve hacerte cargo a ti verdad? Me preguntaban otros.
Pero de pronto escuche una voz que no había escuchado antes.
-Perdona, venía a apuntarme.
Me dijo una voz de lo más masculina.
Alce la vista y lo vi.
Era un tío de unos 28 años más o menos.
Medía un metro ochenta.
Tenía el pelo castaño y corto, con un degradado a los lados y atrás y una barba recortada y bien arreglada del mismo color.
Pero lo que más me atrapo fueron esos ojos azules que me miraban con atención.
-Bien.
Debes de rellenarme este formulario.
Me costó responderle tras un largo minuto sin hablar.
-Vale.
¿me prestas un bolí?
-Claro, aquí tienes.
No podía parar de mirarlo mientras rellenaba la hoja, había algo que me fascinaba de él.
-Aquí tienes.
Me dijo cuando termino.
-Perfecto ahora tengo que sacarte una foto para la ficha.
Le dije nervioso.
Saque el móvil se la hice y pago la cuota.
-Eso es todo ¿quieres que te enseñe el gimnasio? Le pregunte.
-No gracias, ya me apaño yo.
Me respondió y se dispuso a entrar.
Cuando entro aproveche para mirar su ficha y saber cuál era su nombre.
Se llamaba Marcos.
No sabía que me estaba pasando, nunca había sentido esto antes.
Lo cierto es que el resto de la tarde no podía parar de mirar a Marcos como entrenaba.
Me fijaba en el tamaño de sus bíceps cuando subía y bajaba las mancuernas y en la curvatura que tomaba su espalda bajo esa camiseta.
Lo cierto es que tuve una erección, algo que nunca me había pasado antes mirando a un chico.
Me fui al baño un poco confundido para que se bajara la erección un poco, antes de que alguien lo notase.
Me pase unos diez minutos en el baño pensando en cosas desagradables, y cuando mire el reloj vi que ya era hora de cerrar.
Cuando salí del baño ya no había casi nadie en la sala y me fije en que Marcos no estaba.
Los dos clientes que quedaban se fueron y me puse a recoger un poco antes de darme una ducha he irme.
Fui a las duchas y lo que me encontré allí me volvió loco.
Había un chico dándose una ducha completamente desnudo.
Estaba de espaldas lo que me permitía ver como el agua caliente bajaba por esa ancha y fibrada espalda hasta ese culo tan musculoso y duro para llegar esos enormes muslos que solo tienen los futbolistas.
Debió de escucharme porque se dio la vuelta y para mi sorpresa era Marcos.
Si por detrás era espectacular por delante lo era aun más.
Tenía unos pectorales de escándalo y de un gran tamaño y unos abdominales bien definidos.
Pero lo mejor estaba más abajo.
Un enorme rabo le colgaba de entre las piernas, debía de medir unos 15 cm y aún no estaba erecto.
Además no tenía apenas vello solo un poco en la zona púbica.
-Ven, te estaba esperando.
Me dijo.
-¿A qué te refieres?.
Le conteste.
-¿Qué crees? ¿Qué no me dado cuenta de cómo me has mirado durante toda la tarde?
Dicho esto me cogió del brazo y me metió en la ducha.
Empezó a besarme mientras nos caía el agua encima y me empapaba toda la ropa.
En mi mente quería apartarme pero por alguna razón que desconozco no podía hacerlo, ¿me estaba gustando? Le respondí besándolo yo a él con más fuerza y esto debió de volverle loco porque me abrió la camiseta en dos y también me rajo los pantalones y bóxers dejándome totalmente desnudo.
No podía parar me estaba entrando un frenesí del que no podía escapar.
Baje poco a poco besando su cuello hasta los pezones, luego los abdominales y finalmente me encontré cara a cara con esa enorme polla, que si antes ya era grande ahora que estaba erecta debía de medir unos 22 cm.
No lo pensé mucho y me la metí en la boca.
Ardía en deseos de hacerlo así que me emplee a fondo y me la trague hasta el fondo.
El estaba gimiendo de placer y me agarro la cabeza para follarme la boca.
Me dio tanto morbo que le agarre ese musculoso culo para que no la sacara hasta que se corrió, dejándome la garganta llena de semen caliente.
-¿Te ha gustado?.
Me preguntó extasiado- pues ahora viene lo mejor.
Dijo sin dejarme responder.
Acto seguido me levanto, medio media vuelta y me apoyé contra la pared.
Empezó a masajearme el culo y el ano lo que sorprendentemente me encanto.
Luego poco a poco empezó a meterme la polla hasta que entro toda y comenzó a follarme salvajemente.
Sus huevos chocaban con mis nalgas y me llevaban al séptimo cielo.
-Por favor, no pares.
Le suplicaba entre gemidos de un placer que nunca había experimentado.
Esto le volvía más loco y me follaba más fuerte hasta que finalmente se corrió.
Era increíble la cantidad de semen con la que lleno mis entrañas dado que acababa de correrse hace un rato, pero esto me encanto.
-Ahora te toca a ti darme tu leche.
Me dijo sin darme tiempo a recuperarme.
–
Así que empezó a hacerme la mejor mamada que nadie me había hecho en mi vida, tragándosela toda y hasta comiéndome los huevos.
No pude evitar correrme con tanta potencia que le llene toda la cara de lefa.
Cuando acabo se levantó y empezamos a comernos la boca hasta cansarnos.
Luego nos duchamos y nos fuimos.
Desde aquel día solo puedo pensar en tíos, ya no me acuesto con mujeres.
Ahora quedo más veces con Marcos y revivimos la pasión que tuvimos aquella noche en el gimnasio.
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