Dulces 8: Crónicas del Chevette Blanco 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por shotaboy.
Gabriel y yo nos despertamos a las 11:00 am, desayunamos cereal con leche, mi primo aprovechó el día para revisarme el culo y limpiarme cuidadosamente, me ardía el ano y sentía como si no pudiese cerrarlo (así era), luego abrió su morral y de ahí sacó algo que nunca había visto, una especie de calzón hecho de correas y amarres con un pene de color negro de plástico en la parte interna.
-Qué es eso? -pregunté algo nervioso (las hormonas habían pasado y sentía miedo de sufrir otro enorme dolor).
-Es para ponerte una pomada -mintió y le creí- por si acaso tienes lastimado muy adentro! -Lo embadurnó de pomada y con algo de trabajo ante mis lloriqueos y negativas finalmente logró hacerme usar el calzón, el pene plástico no era tan grande como el de Paul pero igual me incomodaba.
-Se siente raro caminar con esto -dije moviéndome para probarlo.
-Te gustó lo de anoche? -preguntó él.
-Me dolió mucho.
Pero después si me gustó.
-Ok! escucha lo que te voy a decir, cuando Paul despierte y nos indique vamos a enseñarte como ser bien puto.
-hoy no sé si quiera ser eso.
-Te vamos a coger muchas veces hoy! -me advirtió- pero lo bueno es que cuando terminemos ya no te va a doler, de hecho -prosiguió- te va a gustar tanto que te vas querer que siempre alguien te esté metiendo la verga.
-hmmm.
Está bien!
-Ahora, lo que quiero de ti es cualquier cosa que Paul te ordene lo hagas sin hablar ni preguntar, y esto es secreto así que no le debes decir a nadie, o todos nos vamos a meter en sendo peo.
Poco después del mediodía despertó Paul, desayunó, y con un inusual cariño me sentó en sus piernas dándome besos y cosquillas, yo reí y unos minutos de jugueteos después las masculinas manos de mi primo mayor hacían un tierno contacto con mi piel, sus dedos se deslizaban sutilmente por mis muslos, sobaba mis glúteos amasando con deseo, me arrancaba suspiros profundos cada vez que las yemas de sus dedos recorrían mi columna dándome luego un toquecito en el coxis; Paul era realmente gentil cuando se lo proponía, así era como yo lo conocía (o creía conocerlo), sus labios jugaban con el lóbulo de mi oreja izquierda e instintivamente incliné mi cuello para darle espacio, él no perdió tiempo y de inmediato me devoró la piel, sus carnosos labios chupaban los tendones de mi cuellito haciéndome erizar la piel.
-Como sientes esto? -preguntó con voz masculina pero amable.
-me gusta mucho -apenas logré articular.
-Quieres seguir? -preguntó él.
-Si! -dije demasiado caliente como para parar.
Sentí sus manos tomar protagonismo de nuevo al tocar entre sus dedos mis pezones, me los aplastaba con delicadeza y luego acariciaba con la palma de la mano mi vientrecito, bajando jugó con mi obligo largo rato y con ambas manos separó mis muslos, su caliente verga (ahora limpia) palpitaba debajo de mi clamando por acurrucarse de nuevo en su dulce madriguera de carnes pueriles; pero Paul tenía otros planes, con una calidez enérgica se paseó por mis piernas cada vez más cerca de mi ingle, tocando con uno o dos dedos mi calzón de amarres, casi media hora de caricias luego (que sentí pasar en 3 minutos), me volteó dejándome frente a él, mis piernas reposaron en su espalda y lo abracé sintiéndome amado y protegido, con su lengua tomó mi aliento directamente de mi boca, era el beso más caliente que me habían dado en mi corta vida, mi corazón palpitaba sin control y mi respiración se dificultaba cuando nuestras lenguas bailaban intercambiando fluidos.
-Yo puedo amarte siempre porque eres mío -susurró a mi oído- verdad?
-Si! -no me puede contener- soy tuyo! -añadí excitado.
-Eres mi putito verdad?! – preguntó haciendo un ademán de súplica
-Si!
-Entonces solo disfruta que tu macho te va a amar!
nos recostamos en el césped que crecía cerca del río, y con su lengua me dio una riquísima mamada en mi penecito, él me volteaba y acomodaba a su antojo para lamerme o morderme en cualquier parte del cuerpo que quisiese, sin saberlo ni entenderlo me gustaba la forma en la que me sentía junto a Paul, su imponente figura y su silueta musculosa tan viril, me sentía totalmente indefenso ante él, totalmente a su merced, sin importar lo que él quisiera tomar de mí lo conseguiría me negara o no, igual lo tomaría, lo usaría y de quererlo lo desecharía, irónicamente ese estado de sumisión sexual comenzaba a volverse normal en mí; Paul se recostó junto a mi apoyando su cabeza en sus manos y me dijo "Mi verga es tu juguete, juega con ella".
Me acerqué a su pene y con toda la libertad me dispuse a "jugar con él", debo decir que a pocos niños se les da un juguete tan peculiar, es decir, recuerdo haberlo contemplado mucho, examinando sus partes y su todo, lo manoseé palpando su textura y calor, lo acerqué a mi nariz y le di una profunda olfateada almacenando para siempre su aroma y en mi memoria para luego usar ese recuerdo tantas miles de pajas más, comprobé su rigidez y sin más que hacer me lo metí a la boca besando su cabeza y lamiendo sin detenerme el falo, lamí sus testículos depilados, en fin, me di un banquete sensorial.
La sombra de los árboles no logró mantenernos frescos debido a nuestra extrema calentura, hacían ya 15 minutos que mamaba la tiesa verga de mi primo mayor, él suspiraba y se relamía con mi boquita, pero siempre sin dar otro movimiento, no, él esperaría a que yo se lo pidiera, y lo hice.
-Me lo quieres meter, primo? -le pedí.
-Claro mi putito!- aceptó gustoso- venga para darle choricito!
-Pero suave, para que se sienta rico!
-Tranquilo bebé, yo voy a hacer que te dé cosquillas adentro, si?
-Está bien.
Paul me hizo colocar en cuatro patitas, desabrochó mi calzón y con cuidado retiró el pene de plástico de mi ano, lo contempló abierto y se untó en la verga una buena cantidad de lubricante, me disparó un chorro del mismo dentro del ano y colocando sus manos en mis caderas comenzó a introducir su enorme machete dentro mío, aún me escocía en lo más profundo, pero como un buen niño me dejé hacer sin dar quejas, mi primo hundía lentamente su pene tanteando mis reacciones y deteniéndose al verme sufrir.
-Ssssshhh! calma bebé -dijo con dulzura- no te voy a lastimar, este es tu premio por aguantar tanto anoche.
-Me duele un poquito!
-Aguanta y el dolor se irá, lo prometo.
Unos minutos de paciencia dieron sus frutos, una vez más mi ano era el contenedor de una verga dura y caliente cinco veces más grande que la mía.
Sentí el pubis de Paul untarme las nalgas de su sudor adulto, lo marcado de su abdomen haciendo contacto con mi espalda, "aquí voy bebé" dijo él mientras retiraba una porción de su pene, me molestó pero no dije nada, luego entró pegándose a mi profundamente, le escuché suspirar como quien se da un gusto y se sacia con algo que pocos probarán.
Lentamente fue tomando ritmo sin dejar de ser gentil, respiraba con delicia, yo percibía aquel mismo fierro caliente que llenaba el vacío de mi culito, en ese momento me sentí tremendamente excitado, mi pequeño pene estaba muy duro y mi respiración se hacía pesada del esfuerzo requerido, comprendí que me encantaba sentir relleno ese vacío dentro mío, también supe a lo que se referían al decir que yo les pediría que me rellenaran de verga siempre, realmente era un puto y me gustaba, si eso significaba estar drogado de hormonas de placer en todo tiempo eso haría y lo disfrutaría.
casi 10 minutos después de continuos, enérgicos y constantes estoques del pene de Paul comencé a sentir una presión dentro mío, no supe ubicar la sensación en ese momento, era mi próstata que siendo frotada internamente por tanto tiempo ya no podía contener dentro de si el placer que bulló en mi sangre tan deliciosamente que para desahogar el orgasmo interno que experimenté grité sin control mientras mi ano se cerraba apretando de forma oscilatoria la enorme verga de mi primo quien, me calmó dándome un rico beso de lengua en el que se bebió mi aliento y con el mis gritos.
-¿Quieres que pare? – dijo él aun sin haber llegado, pero yo me encontraba tan drogado de endorfinas que negándome rotundamente le pedí, casi ordenándole – ¡no hasta que me des leche!
-¡Oye, pero que putito me salió este niño! – dijo tomándome de las caderas y penetrándome a su ritmo desenfrenado y salvaje de la noche anterior.
-¡AY PAUL ME DUELE!
-¡NADA! – dijo cogiéndome monstruosamente con los ojos cerrados – ¡USTED QUERÍA LECHE ASI QUE, AGUANTELA!
Tenía razón mi esfínter era nuevamente ultrajado sin piedad por Paul quien hacía solo unos minutos se había portado como un amor, no entendía aquel cambio de actitud en él; pero igual no tuve mucho tiempo para pensar en ello puesto que nuevamente y sin yo pedirlo mi próstata nuevamente comenzaba a dar señales de vida calentando mi pipi duro de nuevo al tiempo que Paul me hacía brincar con sus embestidas pélvicas hasta sacarme del impulso media verga y hacerme caer hasta la raíz al segundo siguiente.
Este ritmo de penetración feroz no tardó en hacerme acabar en seco una vez más con la diferencia de que al apretar mi esfínter el pene de mi primo mi interior era llenado nuevamente de un semen abundante y espeso que salía por las comisuras de mi ano mientras Paul seguía penetrando casi sin fuerzas.
¿Te gustó mi putito lindo? – me preguntó él abrazándome y besándome el cuello tiernamente, analicé esto y me di cuenta de que incluso cuando me trató como apenas un juguete sexual también había disfrutado de su verga.
¡Si, me gustó!
Qué bueno, y ¿qué te gustó más Suave o fuerte? – preguntó sacando su pene dentro mío y sentándose a descansar a mi lado.
.
Las dos! – dije con la sinceridad del niño que aún era.
Luego de ese momento de satisfacción Paul y Gabriel repitieron muchas veces más nuestros encuentros sexuales, ellos se acostumbraban más a tomarme sin pedir permiso y yo me acostumbraba cada vez más a ser usado como su putito personal, a lo que debo añadir que me encantaba cada vez, tuvimos relaciones durante los cuatro primeros de nuestros seis días de "Campamento", hasta que siendo ya el quinto día ellos empacaron y nos subimos al chevette yendo hacia el camino.
Al preguntarles si nos íbamos a casa ellos se reían respondiendo que no, que íbamos a ir a un lugar más divertido, luego de dos horas de camino por la carretera nacional , cuarenta y cinco minutos por calles rurales y una hora y media en carretera de piedras nos movíamos a un sitio totalmente vacío, una sabana extensa llena por un lado de árboles y bosques mullidos, ríos de gran anchura y cielo azul a plenitud, estábamos literalmente a horas de civilización, pronto el silencio de la llanura fue interrumpido de a poco por una música a volumen moderado proveniente de otros dos carros (no recuerdo los modelos, aun ahora me es difícil), Un rancho de guafas con bahareque (casa tradicional hecha de barro y madera) de tamaño medio, algo abandonada, había afuera en el patio una olla de sopa montada a sobre leña, el típico ambiente de sancocho de fin de semana con cervezas, aguardiente y música.
Lo único que no tenía de típico era un hombre panzón con pantalones abajo de la rodilla penetrando con fogosidad a un chico de tal vez once o doce años, de piel morena y cabello rizado muy corto quien recibía sin quejarse pero no sin gesticular muecas de dolor la verga del primero, el chico se sostenía con sus manos en el vehículo mientras su macho tomaba su virilidad y le eyaculaba dentro con grandes muestras de placer y dominio.
¡UUUUFFF! Me dejaste seco negro! – le decía aquel hombre al chico aún desnudo y adolorido.
Una vez terminamos de llegar algunos de aquellos hombre saludaron a mis primos con jergas de hombres, gestos obscenos y algunos abrazos, Un tipo de veintitantos me vio y guiñándome un ojo les pidió permiso a mis primos para probarme y sin chistar ellos aceptaron.
No quiero! -le dije algo nervioso a Paul quien solo se limitó a responder – ¡hazlo, si no quieres que te dejemos aquí!
El señor me llevó delicadamente a unos matorrales en donde quitándose su única prenda de ropa, un short de mezclilla quedó desnudo frente a mí con una verga tiesa semicurvada hacia arriba, con abundantes vellos rizados al igual que su pecho y brazos, me pidió abrir la boca y obedeciendo como un niño bueno la engullí sin miramientos, su sabor era ácido, casi amargo, parecía haber cogido previamente sin lavarse mucho, su tamaño de por si no era impresionante pero seguía siendo una verga adulta y el tipo era igual de tosco que Paul, sus envites eran fuertes y constantes buscando en ocasiones querer penetrar de lado o desde arriba, afortunadamente los últimos cuatro días había estado practicando bajo la tutela de Paul y Gabriel quienes me violaban la garganta con ciertamente mucha más brutalidad que esta que experimentaba ahora mismo; sin embargo al descubrir que esta verga era mucho más fácil de tragar procedí como todo un putito a recorrerla con mi lengua, frotándola desde el tallo hasta el glande, cabe decir que aquel señor se gozó una bola con la mamada que le hice y yo también disfruté tragarme esa verga hasta que sus pelitos se me enredaron los dientes y su leche pasó a formar parte de mi merienda de media mañana.
¡Muy bueno este amiguito suyo! -le dijo el señor a Gabriel mientras veníamos del matorral.
¡Gracias, aunque aún está muy verde!
Al mediodía nos dimos un atracón de sopa y dormí con Gabriel en una hamaca bajo la sombra de aquel exuberante bosque, me despertó casi cuatro horas después un tesón encendido dentro de mi culo, di un grito que una mano peluda ahogó mientras uno de esos "amigos", un hombre moreno de cuerpo formado y bigotes poblados me ensartaba con su verga adulta y madura encima de la hamaca, el caballero pujó como tres veces metiendo con ligera resistencia su verga gruesa aunque no de gran largo dentro de mí.
¡Pop! sonó mi culito al terminar de tragarse su pene y una vez bien ensartadito me tomó por el pecho y levantándome me cargó con su verga haciéndome apenas sujetarme de la hamaca, mis manos se aferraron a los tejidos de esta cada vez que el grueso machete de aquel hombre cuyo rostro aún no podía ver me rozaba con su falo la próstata, claro que, debido a lo apurado de aquel hombre lo único que pude sentir al principio fue bastante similar a mi desvirgación; pero afortunadamente se disipó rápido, dejando en su lugar al incesante cosquilleo prostático que más temprano que tarde acabaría haciéndome gritar como perrita en celo por el semen de aquel hombre.
Me decía palabras que no se si por la calentura del momento no escuché mientras su ritmo de penetración se acrecentaba en fuerza y desboque, ¡Más duro! ¡Más duro! ¡Más duro! – repetía en voz medio baja a mi macho de turno que me cogía con ahínco desde hacía casi quince minutos; haciendo algo de fuerza lograba constreñir su verga cada vez que la introducía lo que lo hacía gemir como poseso hasta que tras varios gritos después me apretó con sus gruesos brazos depositando una buena porción de su semilla viril en mis entrañas.
Una vez se retiró aquel caballero de cabello cano ojos azules y de al menos cincuenta años me sacó conversación; pero al rato de hablar me aburrí por lo que notando la tarde a dos horas de morir el sol entré a la casa de donde provenían ruidos de sexo puro y una vez dentro, me adapté lentamente a la penumbra viendo al resto de los presentes, el panzón y al hombre velludo de la mañana violando por su ojete y su boca al morenito a quien llamaban el negro, el pobre se limitaba a cerrar los ojos mientras aquellos penes rozaban simultáneamente su manzana de adán y su próstata internamente; también había un joven de la edad de Paúl recostado en su espalda mientras una chica de no más de quince años lo cabalgaba con dedicación, a ellos no los había visto antes así que supuse habían llegado mientras dormíamos.
Otro señor con aspecto de pudiente, de piel blanca, rondando los cincuenta penetraba con mucha pasión (casi con amor) a otro muchacho a quien, noté era Gabriel; este movía su trasero al mismo ritmo que su amante lo penetraba, aún para mi corta edad pude darme cuenta que había cierta química entre ellos.
¡Putito mío! – escuche decir a Paul con un ligero acento de borracho ¡Ven acá! -me dijo mientras caminaba hacia mí con su enorme pene bien rígido y cubierto por lo que parecía ser sangre.
Detrás de él había un niño de mi edad llorando en brazos de un hombre (asumí que era él quien lo había traído) que limpiaba su trasero delicadamente.
Paúl con sus aires altaneros se llegó a mi presumiendo el culito de su primito (yo) que no solo aguantaba su verga sino que le pedía a gritos reventar su culo, recurrentemente expresaba de mí que hacía años que no se cogía a un niño con todo el gusto de darle tan duro como quisiera y que en este mismo momento se los habría de demostrar.
Todos los hombres presentes lo animaron y él tirando de mi cuello me llevó a la altura de su verga, el sabor a hierro se impregnó a mi paladar dejándome una sensación similar a chupar una batería, una grande y con cabeza.
Mi primo me miró con malicia (como quien sabe que te va a joder y a disfrutarlo), abrí mi boca imaginando lo que vendría por lo que me preparé unos momentos antes de que la totalidad de los casi veinte cmt.
de morcilla se introdujeran a mi garganta desplazando cualquier cosa a su paso, se afincó con fuerza de mi cabeza permaneciendo allí dentro casi treinta segundos, soporté su arcada bastante bien, luego la sacó casi en su totalidad, de su cabeza peniana colgaba un hilo de baba hasta dentro de mis fauces, un momento después la volvió a meter, vi sus ojos llenos de satisfacción y lujuria al límite, esta vez fueron 35 segundos, y así cada vez que la metía la dejaba más tiempo, hasta que cuando vio que casi me desmayo me la sacó, al recuperarme me sujetó del cabello con ambas manos y me destrozó la boca a punta de verga, su pelvis chocaba en ese rítmico frenesí de desespero (como de alguien que tiene sexo luego de mucho tiempo sin nada), la baba escurría de mi boca luego de más de diez minutos de penetración oral; mi cara estaba roja como un tomate, mis ojos lloraban escurriendo al igual que mi nariz y boca dejando salir todo tipo de fluidos mientras el mástil de carne rígida de mi primo se daba el placer de liberar su preciada carga de semen dentro de mi garganta, tragué cuanto pude sabiendo que la pasaría mal si derramaba alguna gota; pero él mismo se salió de mi desperdigando su leche en mi rostro y pecho, marcándome ante la vista y la aprobación de todos como su perrita personal.
¡Que buen aguante tiene! -dijo uno a lo que este le agradeció el cumplido
¿Dónde la conseguiste? – preguntó el panzón, Paul solo dijo ¡él Ya era así de golosa y puta!
Paul tomándome del cabello sin dejarme recuperar me levantó del suelo y arrojándome a una de las camas que allí habían me dio dos bofetadas con relativa fuerza que si bien no me dejarían marcas realmente dolían, le imploraba que se detuviera pero sentí su pene erecto aun después de haber acabado dentro de mi estómago rozando mis húmedas nalgas, él me tomó de los pies y colocándolos en sus hombros me penetró con fuerza intencionalmente, di un grito sin miramientos, y a nadie le importó, después de todo no había alguien a parte de nosotros más en kilómetros.
Su abdomen lleno de abdominales tocaba la tersa piel infantil de mi trasero al igual que su rígido miembro tocaba mis paredes anales que apretaban con cada latido de mi corazón; él seguía con sus bofetadas mientras me gritaba ¿¡quieres que pare!? ¿¡Quieres que te lo saque!? ¿¡Quieres que me salga!? Con cada golpe; pero el tiempo con mis primos no había pasado en vano, ya venía aguantando ese comportamiento violento de Paul desde hace cuatro días, además Gabriel que tenía toda la experiencia del mundo con su hermano mayor me indicaba que hacer ante tal o cual situación; sin embargo saber qué hacer y hacerlo son dos cosas muy distintas por lo que tomando control de mis reacciones le conteste ¡No pares! ¡Cógeme! Esto encendió los motores sexuales de mi primo quien inició su brutal mete y saca, con su mano izquierda me sostenía los pies mientras con la otra me tiraba del cabello, Su pene parecía estar hecho de fuego porque sentía arder mis entrañas con cada penetración que, en lugar de procurar su propio placer parecía más interesado en darme sufrimiento y castigo; y lo que era peor, comenzaba a acostumbrarme a este tipo de trato de parte suya.
¡Dale duro! – le animaban sus compañeros a Paul.
¿¡Así o más duro!? – gritaba él, hasta que ante la mirada atónita de estos hombres grité:
¡MAS! ¡MÁS DURO!
No puedo saber hasta el día de hoy si mis palabras enojaron o excitaron a mi primo, lo que si se es que luego de decirlas él se volvió una bestia, violándome de lo lindo ante un público erecto y deseoso de probar su turno; los envites de Paul se prolongaron junto con sus guarradas y bofetadas al menos veinte minutos sino es que más, mi próstata dolía de tanta presión contenida, mis paredes anales escocían en sobremanera cada vez que la textura venosa e invasiva de aquel pene profanaba de forma violenta y descuidada mi inocente anito hasta hacían ya casi cinco días, no fue sino en un momento de éxtasis que Paul alcanzó el orgasmo inundando mis ya inundadas (valga la redundancia) entrañas con su leche hirviendo de lujuria, siguió con su vaivén casi dos minutos hasta que su pene salió de mí brillando por su propia leche y manchas de sangre que escurrían de mi ano.
Así terminó nuestra faena sexual esa noche, mi culito estaba demasiado lastimado como para albergar otro pene en ese mismo momento, Gabriel me aplicó un ungüento y luego de comer un par de sándwiches dormí hasta que el canto del gallo me despertó, esa mañana desayunamos cereal, llevábamos toda la semana comiendo ligero (para evitar que las heces fueran difíciles de expulsar por un ano adolorido), aquél era el último día que estaríamos de campamento y claro está Paúl, le permitió a los otros hombres darse gusto con mi culito que luego de haberse tragado la verga de mi primo con tal destreza no tuvieron inhibición alguna en desatar su propia furia y frustraciones con mi cuerpecito; nos fuimos de aquel lugar con suficiente luz del día como para no viajar de noche.
Todo el camino de regreso Paul me felicitó por haber aguantado toda la furia de su güevo y por haberme comportado como todo un putito, aquellas palabras suyas me llenaron de regocijo, me sentí muy feliz, Gabriel me advertía acerca de guardar el secreto, de lo que nos pasaría a todos si se llegaba a saber, que me visitarían seguido para volver a disfrutar los tres juntos.
Llegamos al anochecer a casa; bien bañaditos en un motel en el que paramos para coger y bañarnos; pero antes de culminar nuestro viaje nos mandamos unas hamburguesas de queso mundiales, después de todo, llevábamos una semana a punta de cereales y sándwiches.
Mis queridos primos, ellos me enseñaron a ser un putito, a comer pene con el hueco que fuera, a complacer un macho, a disfrutar el sabor del semen recién eyaculado, a seducir desde un hombre adulto hasta un adolescente, a inducir sexualmente a algún compañerito o primo; pero también a portarme serio, a meterme en el papel de la persona que solía ser, la persona que ya no era y que había sido remplazada con un niño puto; jamás olvidaré estas crónicas del chevette blanco que tanto me enseñaron y que definieron todos los acontecimientos siguientes en mi vida, tal vez aquí se acabe lo referente al chevette pero es solo el comienzo de lo que viví a MIS DULCES 8 años de edad.
Este relato fue escrito por shotaboy, si se meten en mi perfil y no entienden la cronología de mis relatos les adelanto esto: Las crónicas del Chevette blanco son el principio de la historia solo que como la forma en la que esta página muestre los relatos escritos es muy deficiente tuve que colocarle este Antetítulo "Mis dulces 8" resaltando todo lo que ocurra en esta edad, luego seguiré subiéndolo como sagas en lugar de solo una crónica; y debo decir para concluir que me falta medio centenar de relatos para terminar.
Saludos
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!