DULCES RECUERDOS Parte 2
Las ocasiones en que nos descubrieron «jugando».
Camino a la playa: Dos hermanitos nos descubren I
Cuando Chuyito tenía cerca de 6 años, lo invité a ir a bañarnos a una playa cercana, no tan frecuentada como en la actualidad y que tenía muchos espacios sin construir llenos de árboles y malezas, adecuados para ser usados con múltiples propósitos: basureros, baños o para “tirar pata”.
Chuyito era un sobrino a quien desde sus casi cinco años inicié de manera oral, cuando yo tenía una edad de 17 años. Era muy hermoso: delgadito, de güerito, de pelo rubio y ojitos verdes, con una verguita grande para su edad. Y como yo soy de piel morena, me excitaba mucho el contraste de nuestras pieles y cuerpos al jugar y dormir juntos.
Tomamos un camión y después caminamos hacía la playa, al pasar por ese lugar le propuse a Chuyito jugar un poco, y me agarré mi pene erecto por encima del pantalón.
–Amorcito, me dieron ganas de jugar un poco…¿Qué dices?
–¿Pero donde jugamos, tío?
–Mmmmh…¿y si nos metemos ahí? Y señalé un terreno con árboles y arbustos tropicales.
–No sé, tío…¿Y si alguien nos ve?
–Nadie nos va a ver, si alguien quiere entrar a algo va a hacer ruido, nos paramos o hacemos como si estamos orinando y listo
–Bueno, sí, está bien…
A es edad aún no lo penetraba, solamente me comía sus genitales y culito y él me chupaba él pene y me dejaba frotarlo en su anito. Así que lo tomé de la mano y nos internamos, lejos de miradas indiscretas.
Le pedí bajarse su short para acariciar, besar y chupar sus genitales un buen rato.
–Tu turno– le dije, y me bajé pantalón y truza para que me besara, lamiera y chupara mi pene.
Él así lo hizo, luego le propuse:
–Amorcito: ¿Y si me acuesto boca arriba y tú sobre mí para que hagamos un rico 69? Yo te chupo tu culito, pitito y huevitos y tu me sigues mamando mi verga hasta que te llene de lechita la boca?
A él le encantaba mucho que hiciéramos eso y a mí ni se diga.
–Tío, pero así no vamos a ver si alguien viene y nos pueden descubrir…
–No pasa nada, anda, ya me falta poco para terminar…¿Si?—Y él asintió—Pero quítate tu short y trucitas para que puedas abrirte mejor, anda…
Y me tendí en el pasto y él obediente, se subió sobre mí, se puso en cuatro y se apropió con sus manos y boca de mi pene mientras mis ojos se deleitaban con el rico espectáculo de su virginal culito, sus suave e infantiles nalguitas y sus pequeños testículos y penecito, erecto y de buen tamaño para su edad.
Mis manos, boca y lengua recorrieron sus glúteos para posarse con lujuria en su hoyito para degustarlo introduciendo parte de mi lengua en él y alternando con sus genitales. Él de manera involuntaria gemía al sentir mi lengua lamer e introducirla en su anito.
De pronto, dejó de chupar mi pene y me dijo en voz baja…
–Tío, tío, dos niños nos están viendo…
Yo no veía nada, pero sí escuché unas rositas infantiles cercanas frente a nosotros.
–¿Qué hacemos, tío?
–Nada, ya casi termino…sigue.
–Pero, ¿y si le dicen algo a mi papá?
–No creo que nos conozcan (esa playa está como a 45 minutos de mi pueblo), sigue, ahorita hablo con ellos…
–Niños, ya sé que están ahí—dije alzando un poco la voz. Por favor déjennos jugar un poco a mi sobrino y a mí…¿o no quieren unirse a nosotros y jugar los 4?
Solamente escuché cuando se retiraron y Chuyito, ya más tranquilo, siguió mamando mi pene como sólo él sabía, a pesar de su corta edad, hasta que sentí la inminente llegada del momento de máximo placer en el hombre, y con un gruñido, estallé en potentes chorros de caliente semen que llenaron la cavidad bucal de mi pequeño sobrino y que él, ávido, devoró prontamente para después exprimir mi pene hasta la última gota y lamerlo para no desperdiciar resto alguno.
Nos incorporamos, vestimos y salimos cuidadosamente a la vía pública. A corta distancia dos niños, de entre 8 y 10 años, se dirigían a la playa también, llevando bolsas con algunos artículos para ofrecer a los turistas…
–Tío, tío, son ellos, los dos niños que nos hallaron cuando se la estaba mamando…
C O N T I N U A R Á…
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