Dulces recuerdos Parte 3
Dos hermanitos aceptan jugar conmigo y con Chuyito.
Camino a la playa: Dos hermanitos nos descubren II
En el relato anterior, Chuyito, mi sobrino de 6 años, y yo, fuimos descubiertos mientras “jugábamos” ocultos tras la maleza por dos niños. Ellos espiaron un poco y se retiraron, dejándonos terminar nuestro rico 69.
Al abandonar nuestro escondite,, a una mediana distancia, Chuyito y yo vimos a dos niños que se dirigían a la playa y él, reconociéndolos, me dijo:
–Tío, tío, son ellos, los dos niños que nos hallaron cuando se la estaba mamando…
–Tranquilo, no pasa nada, tú camina como si nada…
Los niños volteaban a vernos con frecuencia pues también nos reconocieron y algo se decían uno al otro y apresuraban el paso.
Los seguimos hasta la playa qué a esa hora estaba casi vacía de turistas y comerciantes y nos instalamos a corta distancia de ellos y dejando nuestras cosas en la arena, nos metimos al agua un rato a refrescarnos y juguetear en sus olas. Cargué a Chuyito y me metí un poco más adentro para tomarlo de su cintura y ponerlo a nadar un poco. Después lo abracé y lo coloqué de manera que mi pene quedara entre sus nalguitas para subirlo y bajarlo para frotar mi pene.
–Tío, tío, nos van a ver…
–Casi no hay gente, y están retirados de nosotros, no nos ven, anda, bájate un poco el short para frotar tu culito con mi pene…
–¿Y si nos descubren?
–No pasa nada, anda…
Y lo hizo y yo igual para frotarnos rico largo rato. En eso, vimos que los dos niños habían instalado un pequeño de puesto de frituras a la sombra de una palmera. Y como no seguía habiendo poca gente, el mayorcito dejó al menor cuidando su venta mientras él se metió a nadar muy cerca de nosotros.
Temeroso, Chuyito se subió su short y yo también y fingimos jugar para que no sospechara.
El niño, no aguantando su curiosidad, se acercó a nosotros y nos saludó con timidez.
–Hola señor, hola niño, ¿Qué hacen?
–Disfrutando de esta linda playa. Mi nombre es Javier, él se llama Jesús. ¿Y ustedes?
–Yo me llamo Ernesto y tengo 10 años, mi hermanito se llama Rodrigo y apenas va a cumplir 8 años.
–Mucho gusto, Ernesto, Chuyito va a cumplir 6 años. Están muy lindos ustedes dos, ¿eh?
Él se sonrojó y con timidez y vacilando me dijo:
–Su sobrinito… está bonito también…, señor…
–Sí, por eso lo quiero tanto y me encanta dormir y jugar con él.
–Tío, no diga eso…
–¿Por qué no, Chuyito, estamos en confianza, Ernesto es nuestro amigo y no va a decir nada…¿Verdad, Ernesto?
–Ssssi, señor…¿Y a qué les gusta jugar?
–A todo…¿Ustedes nos vieron hace rato, verdad?
–Sí, perdón, íbamos pasando y escuchamos voces, nos acercamos sin hacer ruido y sin querer los vimos…
–Se hubieran quedado, para que jugaran con nosotros…¿Tú y tu hermano no juegan así?
–Así no, sólo nos agarramos los pitos y nos subimos uno en el otro como si estuviéramos cogiendo…
–Oh, ¿y dónde o quién los enseñó a jugar así?
–Es que hemos visto a nuestros papás jugar así a veces, cuando los espiamos…
–Ah, ya…¿Y tu hermanito y tú lo tienen grandecito ya?
–Yo sí, ya tengo poquitos pelitos, mi hermanito aún lo tiene chiquito…
–A ver, acércate, ¿Me dejas tocarlo?
Y él se acercó a nosotros y me puso una mano en el hombro mientras con la otra se bajaba un poco el short. Acaricié un poco su penecito y sentí sus pelitos en su base y sus huevitos, ya grandecitos. Su penecito reaccionó y se puso durito y apuntando hacia arriba…
–¿Ve?, ya se me paró, señor…
–Siiii, uyyyyy…lo tienes grandecito para tu edad, eres todo un burrito. Me gustaría que jugarán tu hermanito Rodrigo y tú con nosotros. Les invito lo que quieran y les doy una propina para que se animen…¿Qué dices?
–¿Pero qué haríamos nosotros, señor?
–A mí me encantaría chuparte tu penecito, que se lo metieras a tu hermanito, a Chuyito y a mí y a mí me lo mames…a tu hermanito y a mi sobrino, sólo los ponemos a mamarme el pito y que me dejes jugar con él como hace rato nosotros dos lo hicimos…
–Mmmmmmmmh, ¿Todo eso?
–O lo que tú y tu hermano acepten solamente, te aseguro que les va a gustar, y aparte van a ganar dinero…
–Bueno, pero déjeme hablar con mi hermanito a ver si acepta…
Y se Sali y fue a platicar con su hermanito un buen rato, luego él se quedó mientras su hermanito se metió al agua y nadó hasta nosotros…
–Señor, niño, yo me llamo Rodrigo.
–Mucho gusto, Rodrigo, yo soy Javier y él es mi sobrino Chuy. Por cierto, estás muy lindo, Rodriguito, tienes una carita hermosa y un cuerpecito lindo…
–Gra…cias, Gracias, se…ñor. Mi hermano Ernesto me dice que Usted quiere jugar con nosotros y que nos va a comprar cosas y dar dinero a cambio…
–Así es, pero solamente si tú estás de acuerdo, si no, pues no… Aunque de cualquier manera les puedo comprar algo aunque no juguemos pues me cayeron muy bien.
Los dos hermanitos se parecían bastante: delgaditos, con pues morena clara bronceados por el sol, cabello y ojitos negros y de facciones lindas.
–Sí, señor, está bien…
–¿Aceptas, entonces, que juguemos los cuatro?
–Sí, señor…
–Muy bien, Rodriguito, te aseguro que no se van a arrepentir, ya lo verás…
Se despidió y salió a reunirse con su hermano y a ayudarle a vender sus botanas.
Rato después salimos nosotros y acercamos nuestras cosas con ellos, mandé a Rodrigo y Jesús a traernos refrescos y algo para comer de unos puestos cercanos. Ernesto me preguntó que a qué horas y en dónde íbamos a jugar y yo le dije que ya que terminaran ellos su venta nos iríamos juntos al lugar donde ellos nos encontraron, y platicamos un poco más mientras él atendía a sus clientes.
Jesús y Rodrigo llegaron y comimos y bebimos sin prisa los alimentos, cuando terminamos me recosté un poco en la arena mientras ellos jugaban con una pelota qué les compré y terminaban su venta del día. Nos metimos los cuatro a chacotear y jugar en el agua y pude acariciarlos un poco de nuevo. Salimos, nos secamos, recogieron su puestecito y ellos con nervios y temor y yo con ansiedad, nos dirigimos al escondite. Caía la tarde y ya de nuevo la playa estaba quedando sola.
En silencio, y primero ellos y luego nosotros, llegamos al lugar acordado.
–Muy bien, amorcitos, bajen sus shorcitos para que Chuyito y yo les mamemos sus ricos penecitos…
Ellos, con nervios y entre risitas, así lo hicieron. Chuyito se puso a chupar a Rodriguito mientras yo hacía lo mismo con Ernesto cuyo pene medía ya alrededor de 11 cm y al empezar a lamerlo y besarlo se le puso durísimo y una gota de presemen asomó por su uretra. Continué chupando su pene hasta que sentí cómo palpitaba mientras unas gotita de semen caían en mi boca…
–Perdón, señor, me salió algo…
–No te preocupes, y gracias, por dejarme probar tu lechita…–le dije, sacando su penecito de mi boca mientras lo lamía y otras gota de su semen se asomaba
–¿A poco era mi leche? No me había salido nunca…
–Sí, gracias por dejarme ser el primero en probarla, está riquísima. Me gustaría ser también el primero al que coges y que me dejes tu lechita bien adentro…¿No te gustaría a ti también?
–Siiii, claro que sí, dijo muy animado.
Entonces le indiqué a Chuyito que se pusiera a gatas para que Rodriguito lo cogiera mientras Ernesto me clavaba a mí.
Así lo hizo y mientras Rodrigo le frotaba su penecito de 6 cm y trataba de penetrar a mi sobrino, Ernesto se colocó atrás de mí, puso su glande en mi hoyo y, de una, me lo dejó ir por entero.
Sentir un pene infantil es muy placentero y comencé a gemir, más aún cuando le indiqué qué sacara su pene un poco y luego volviera a hundirlo de nuevo, muchas veces. Aprendió rápido y a un buen ritmo me folló largo rato. Se reía al ver cómo era devorado su pene por mi trasero y al sentir sus huevos chocar casi con los míos.
Comenzó a temblar y pude sentir cómo, después de una última y rica penetración profunda, se quedó quieto mientras mis intestinos eran regados con su semen en una abundante corrida. Salió de mí aún temblando mientras su corazón palpitaba fuertemente.
Lo dejé recuperarse un poco y le dije:
–Ahora, me gustaría que tu hermanito, Chuy y tú me chuparan mi pene, si están de acuerdo, claro…
Ellos aceptaron y fue muy placentero sentir esas tres lengüitas, labios y bocas recorrer, lamer, besar y mamar de manera alternado mi pene. Cuando iba a terminar, les pedí abrieran sus bocas a él y a su hermanito para repartir en ellas mi semen que, extrañamos por su olor, textura y sabor, se pasaron y relamieron sus labios y lamieron mi pene hasta dejarlo limpio.
Luego, le pedí a Rodriguito que me permitiera comerme su culito y a Ernesto hacer lo mismo con mi sobrino Chuy, y fue una delicia hacer dos ricos 69’s de manera simultáneo.
Les pedí cambiar de parejas, pues mi intención era poseer a Ernesto. Ellos accedieron. Ver ese culito aún virginal a centímetros de mis ojos mientras sentía la lengua y labios de Ernesto recorrer mi pene en su totalidad fue algo increíble. Acaricié y besé sus nalgas y culito y comencé a darle lengua. Él gimió, asombrado al experimentar esa nueva sensación en su lindo hoyito.
Con cuidado, metí uno de mis dedos en él y suavemente comencé a meterlo y sacarlo, mientras él gemía e instintivamente me apretaba con sus esfínteres.
Luego, metí con un poco de dificultad dos de mis dedos para dilatar aún más su agujerito y prepararlo para ser invadido por mi pene.
Él se dolió y quejó un poco, pero al acostumbrarse, permitió qué mis dedos lo penetraran una y otra vez.
Lo puse en cuatro y le pregunté si me dejaría ser también el primero en entrar en él y aunque con temor, aceptó, mientras su hermanito y mi sobrino jugaban entre ellos, imitando lo que hacíamos.
Puse la punta de mi pene y presioné sin resultados algunas veces, hasta que en una de esas, sentí que entraba parte de mi glande.
–¡Ay, me duele, don Javier, sáquemelo, por favor, ay, ay, ay!
–Tranquilo, Ernesto, así pasa al principio, voy a empujar un poquito más hasta que entre toda la cabecita—y sin esperar respuesta, empujé un poco más y luego me quedé quieto mientras su intestino y esfínteres se acostumbraran.
Cuando noté que dejó de quejarse empujé mi pelvis hacía adelante hasta ver desaparecer la mitad de mis 17 cm en su anito.
Fue magico. Sentir como se abrió su capullito, y yo…
–Así así…te está entrando bien rico, la voy a meter más.
Y la empujé y se cerró. Me detuvo con sus manos y me dijo:
–No, señor, yo solito lo hago.
Y entonces él empezó a clavarse solito y entró un poco más de mi verga.
Y le dije:
–Se te está abriendo bien rico el ano. Y quise empujar lo que quedaba, mientras Chuyito y Rodrigo veían con atención y asombro cómo penetraba a Ernesto.
Y él me volvió a detener
–No, yo solito, señor…
–Pero que entre toda, vas muy bien, ya falta poquito.
Se abrió sus glúteos y se echó para atrás y cuando ya faltaba nada…
¡Pum! ¡Nos enchufamos completos!
Metió su mano y tocó mis huevotes flácidos atrás de los suyos. Sacó su mano, y como notara que yo me arqueaba y trataba de meter más profundo el pene apoyándome en sus caderas, él empujó hacia atrás y yo hacia adelante. Y nos quedamos así empujando como cinco segundos, así, tensos los dos. Nos destensamos Y le dije:
–Ernesto, se siente riquísimo eso… hazlo otra vez»
–¿Me echo hacia atrás?
–Sí por favor.
Y lo hicimos de nuevo pero esta vez él jaló una de mis nalgas hacia su cuerpo, para sostenerse mejor y permitir qué yo lo penetrara lo más profundo posible. Varias veces más lo hicimos, yo me salía casi por entero de él y volvía a entrar y él se echaba hacia atrás y quedábamos bien pegados unos cinco segundos o más, hasta que sentí mi pene explotar en su interior y llenar con mi semen caliente sus entrañas.
Lo abracé hasta que mi pene perdió su firmeza y salí con suavidad de él. Le dije que había sentido riquísimo penetrarlo, lo felicité porque le había entrado toda y le pregunté si le había gustado y me dijo que a pesar de haberle dolido y sentirse adolorido aún, también había sentido rico mi pene en su interior…
–Chaparritos, ¿Quién sigue? Dije, mirando a Rodrigo y Jesús…
C O N T I N U A R Á…
como sigue
Esta historia va cada vez mejor.
Pronto retomaré esta historia. ¡Mil gracias por sus comentarios!