Eclipse total
A los 13 años, descubro que el sexo es hermoso, pero que si lo haces con el chico del cual estás enamorado, se vuelve increíble.
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Episodios anteriores de esta serie: (1) La suerte de una buena carta – (2) Los juegos que la gente juega – (3) Todo tiene su precio – (4) La dorada obsesión – (5) Ojos de serpiente – (6) Ya no quiero volver a casa – (7) El as de espadas – (8) Nada que perder – (9) Un sueño dentro de otro sueño – (10) Yo robot.
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El médico me aseguró que yo no había contraído ninguna enfermedad de transmisión sexual. Eso fue un gran alivio. También me ofreció el apoyo de un psicólogo. Se lo agradecí, pero le dije que prefería volver a mi casa cuanto antes. Me dieron el alta.
Santiago me llamó por teléfono. Me contó que el enmascarado resultó ser un tal Ramírez, que trabajaba desde hacía tiempo en la sección de mantenimiento del colegio, por eso pudo pegar mis fotos en los baños o entrar a mi aula sin llamar la atención. También me dijo que se había enojado mucho con su papá porque no lo dejó venir a verme al hospital.
-Pero por suerte ya pasó todo, sos muy valiente y ahora vas a estar en paz – me dijo Santi. Era un buen chico que creía en los finales felices.
Esa tarde Marcos, mi socio, se puso en contacto conmigo. Quería saber si me interesaba una despedida de solteros. Me negué.
-¿Qué te pasa, compañero?
-Es complicado. ¿Podemos vernos en algún lado?
Nos encontramos en un McDonald’s. Le conté lo de Karen y su «empresa» de tráfico de semen.
-¡Impresionante! No, claro que no sabía nada. Ella a veces me contrataba para sacar fotos para su agencia, pero nunca me habló de eso. Ahora si Karen quería vender tu esperma… hay que reconocer que tiene muy buen gusto.
-No es gracioso.
-¿Te das cuenta? ¡Podrías ser el padre de miles y miles de niños rubios en todo el planeta!
-¡Por Dios!
-Ya sé, ya sé. Te estoy cargando. Mirá, nene, entiendo que quieras tomarte un descanso. Es una lástima, porque tengo varios pedidos muy calientes…
-Tendrán que enfriarse.
Me fui a casa. Necesitaba pensar, pero estaba tan confundido que al final me quedé dormido.
Tuve pesadillas. El padre de los gemelos, el masajista chino y el enmascarado salían todos juntos de la cárcel para violarme. Me perseguían por una ciudad solitaria. Yo trataba de escapar por un callejón oscuro. Una puerta se abría y aparecía, riendo a carcajadas, la malvada Karen. Su risa se convirtió en un sonido insoportable.
Me desperté. Alguien tocaba el timbre.
Era Santiago. No esperaba verlo, pero me alegré mucho.
-Papá me revisa el celular, como si yo fuera una criatura… así que decidí venir a verte.
Santi era un chico muy guapo. Tenía quince años, dos más que yo. Alto, de pelo negro y enrulado, sus rasgos finos todavía conservaban cierta belleza de la infancia. Pero ya era todo un hombre.
Le dije que no quería meterlo en problemas. Me dijo que de eso quería hablarme.
Nuestro departamento no tenía comodidades. El único lugar donde podíamos hablar tranquilos los dos era en la enorme cama donde mamá atendía a sus clientes. El cuarto tenía un fuerte tufo a marihuana. Nos acostamos –vestidos y descalzos- uno junto al otro. En el techo, mamá había echo colocar un espejo circular.
-Tu papá sabe que mi vida es muy desorganizada… – le dije- Entiendo que no quiera que seamos amigos.
-¿Lo decís por el video que anda circulando por las redes?
-¿Vos lo viste?
-Sí. Esos dos chicos, los gemelos… ¿te lastimaron?
-No, para nada. Y la verdad es que el papá de ellos no me tocó, pero ahora está preso.
-¿Y vos, por qué hacés esas cosas? – solo había curiosidad en su pregunta.
-Santi, lo hago porque me pagan. Supongo que ahora sentís rechazo por mí.
Pasó su brazo alrededor de mis hombros y me atrajo afectuosamente.
-¡Nunca sentiría rechazo por vos!
Sentí un deseo muy grande de abrazarlo y me dejé llevar. Estuvimos un largo rato muy juntos, en silencio.
-Tengo que confesarte algo –dijo Santiago, aflojando el abrazo.
-¿Qué pasó?
-Viendo tu video… me excité muchísimo.
-Es la idea, Santi, calentar al público. Pero, ¿sabés?, a cada rato teníamos que cortar las tomas porque alguien se equivocaba, o porque uno se tiraba un pedo y todos nos tentábamos de risa… Estuvimos horas para hacer esos quince minutos.
-Me siento mal, porque te quiero mucho, yo nunca te haría daño… -me dijo, mientras me acariciaba la barbilla- pero me calenté demasiado viendo lo que ellos te hacían. Es más, anoche, mientras lo veía, me…
No lo dejé seguir. Lo besé en la boca. El me respondió. Avancé con mi lengua entre sus labios y aunque al principio trató de resistirse, al final se entregó. Nos besamos apasionadamente.
-Estás transpirando –le dije, en tono de burla.
– Perdón…
-Es que tenemos demasiada ropa encima, ¿no te parece?
Nos quedamos en ropa interior y volvimos a abrazarnos, mirándonos cara a cara. El espejo del techo reflejaba nuestros cuerpos adolescentes.
-Si papá me viera… – dijo, desordenando cariñosamente mi pelo.
-Somos amigos y nos queremos. Nada más.
Volvimos a besarnos.
-¿Qué fue lo que más te excitó del video? –quise saber.
-Todo… bueno, casi todo. No me gustó la parte en que te ataban con cuerdas.
-A mí tampoco, las sogas eran ásperas y me sentía incómodo.
-Pobre amigo- dijo, y me dio un beso en el cuello.
Lo miré a los ojos: -¿Santi, te hicieron sexo oral alguna vez?
-No, nunca…
-¿Y, puedo…?
-¿Querés hacerlo? ¿De verdad?
-Me encantaría.
Se lo pensó un rato, sin dejar de acariciarme.
-Ok, pero por favor no tragués el semen. No quiero que hagas eso.
-Como quieras.
-Y quiero que estés a mano, necesito acariciarte mientras lo hagas.
¿Cuántas veces les había hecho sexo oral a mis clientes? Las suficientes para ser un maestro en el arte de hacer gozar a cualquiera de ese placer intolerable. Y sin embargo, esta vez fue diferente.
No solo estaba enfocado en deleitar al máximo (lamidas a lo largo del pene y juegos en los testículos, besitos al frenillo, rodeos húmedos a la cabeza del prepucio, el stop and go que me había enseñado el Turco)… sino que yo amaba tanto a Santi que, en verdad, lo único que me interesaba era que él la estuviera pasando bien.
-Ya viene… – me avisó, con un suspiro.
Como me lo pidió, me aparté, y contemplé cómo eyaculaba en medio de deliciosos gemidos de gozo. Nos abrazamos otra vez.
-¿Te gustó?
-¡Fue increíble!
Mientras Santi recobraba el aliento, le acaricié el pelo enrulado. Me miró, sonriendo, y dijo: -Ahora quiero que me digas qué te gustaría que yo te haga. Estoy en deuda.
Le di un beso rápido en los labios: -No estás en deuda.
-¡Sí, lo estoy!- y empezó a hacerme cosquillas en las axilas y el cuello. Era más grande y, aunque me resistí, me dominó con facilidad. Me hizo reír hasta que me salieron las lágrimas y le rogué que parara.
Exhausto, quedé boca arriba. Se echó encima de mí y su mano se deslizó por debajo de mi ropa interior.
-¿Te gusta?
-Me encanta. Pero sácame el slip y, por favor, no dejes de besarme ni un segundo.
¿Cuántas veces me habían hecho la paja otras personas? Muchas. Pero, ¿cómo comparar ese masaje al placer insondable que sobreviene cuando el que te hace gozar es alguien a quien amás?
Por eso, aquel orgasmo fue inolvidable.
Nos duchamos juntos, bromeando sobre nuestros cuerpos. Él ya tenía abdominales marcados y su pene robusto emergía de una selva de vello; yo, todavía lampiño, empezaba a mostrar las primeras señales de estar dando el estirón.
Nos abrazamos en la cama, desnudos y limpios.
-¿Tu mamá no va a venir?
-Está afuera hasta muy tarde. Ella es prostituta, ¿sabías?
-No, no sabía. Y no me importa nada.
Estábamos besándonos cuando la puerta se abrió de golpe. Mamá entró, muy alegre, acompañada de un hombre vestido de traje.
El hombre era el papá de Santi.
(Continuará)
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Un agradecimiento especial a Littleboystupid, que siempre me alienta a seguir escribiendo. Un abrazo afectuoso también a todos los que leen y comentan esta serie de relatos.
No manches y ahora que pasara no dejes de mandar el siguiente relato y lo sabremos saludos amigo…. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
¡Gracias por leer, alexpinwi12! Pronto aparece el siguiente episodio de la serie.
Es una agradable sorpresa ver mi nombre al pie de página, gracias de antemano por eso.
Ahora centrándonos en el relato, tuve que esperar tres días para leer un nuevo capítulo, y valió la pena cada segundo. Estos relatos son de los pocos que logran crear demasiadas emociones juntas, comedia, depresión, excitación, suspenso; y eso lo hace atractiva, sabes atraer un público y mantenerlo atado a una historia; y sé que todos los lectores no me dejarán mentir, porque el misterio que creas al final de un capítulo, hace que quieras devorar el siguiente, y así de manera sucesiva, continúa así, y gracias nuevamente por mencionarme; sin más que mencionar, eres un buen vino; con el tiempo es mas rico.
Att: Littleboystupid
¡Muchas gracias, amigo! Pronto publicarán el siguiente episodio -lo acabo de enviar- y la historia está fluyendo. Nunca me había pasado esto de escribir y de que alguien no solo lo lea sino que además se tome el tiempo para escribirme y además, sea tan alentador. Gracias totales.
Muy buen relato. Realmente muy bueno. Te felicito. Besitos. Marcos
¡Muchas gracias, Marcos!