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Gays

Educando a un pervertido singular. capitulo 4: DESCUBRIENDO AL VERDADERO MATEO (M/b Exhib, riesgo de ser descubierto

Esta es una historia vieja sobre como un niño de 10 años puede saber mas que alguien mayor. Esta historia no es mía, no he podido encontrarla en otro sitio así que vine a compartirla aunque este incompleta…..
– ¿Estás bien? – mi pregunta era mas para hacerlo reaccionar que por la respuesta misma

No me respondió, simplemente movió su cabeza en claro signo de afirmación sin siquiera abrir los ojos, pero dibujando una sonrisa en sus labios.

Tardo unos 20 segundos en levantar la cabeza, cuando lo hizo tenía sus ojos verdes en otro tono, uno mas profundo mas esmeralda o ¿sería yo quien estaba viéndolo bajo una nueva luz? Escuchamos nuevas voces, muy cerca de donde nos encontrábamos, ambos nos vimos en una reacción como buscando qué hacer, luego de un segundo yo sí sabia que hacer, pero el estaba cada vez mas nervioso, tratando de buscar su pantaloneta que a estas alturas, no tenía la mas mínima pista de dónde estaba, al ponerle la mano en el hombro para calmarlo me dirigió la mirada, las risas de chiquillos se escuchaban cerca, se repetía la historia, le tomé sus piernas por debajo del agua y las puse alrededor de mi cintura, por lo ancho del flotador, su cuerpo se echo hacia atrás, colocando sus brazos sobre los costados del flotador parecía dejarse llevar por el agua, sonreía pues sabía que el plan era dejarlos pasar mientras el estaba allí completamente desnudo casi en las narices de todos, los vimos a unos 5 metros en la entrada de la caverna, un grupo de chiquillos mas o menos de la edad de Mateo, todos hablando y riendo pero mucho mas tranquilos que los adolescentes de antes, una vez dentro de la caverna casi ni nos ven, estaban los 5 y el adulto que los acompañaba tan ensimismados viendo el techo de la gruta, un par de holas y adiós y el grupo se hubo ido hasta la siguiente curva.

 

Una vez desaparecidos, ambos comenzamos a reír como locos, la emoción de no haber sido descubiertos y la adrenalina del casi eran como una droga, una alucinógeno que nos hacía reír

 

– ¿Ahora son anguilas? – A su pregunta quede un poco desconcertado a lo que él bajo su mano y agarro mi miembro erecto dándole unos apretones sabrosos

 

– ¿Ya no son cangrejos? ¿Ahora son las anguilas tratando de puyarme las nalgas? – No lo había notado pero al poner sus piernas alrededor de mi cintura mi erección había quedado exactamente entre sus preciosas nalgotas

 

– si la sigues apretando luego te escupe – se me quedo viendo con risa picara y su mano volvió a mi erección, ejerciendo presión y luego liberándola un poco, y repitiendo el proceso haciéndome una masturbación a forma de
succión. Mis ojos enfocaron los suyos y él hizo algo que me dejo aun más excitado, mordiéndose el labio de abajo sonreía y continuaba apretando y aflojando mi erección con su mano, hasta que obviamente no pude mas y me corrí allí en ese rio artificial, en esa agua que muchos meterían en sus bocas, con otros niños en el agua, ahora los míos no natos entre ellos.

 

Camino a casa hablamos mucho, de hecho él hablo mas que yo, yo escuchaba, asentía y daba observaciones pero básicamente se convirtió de un niño callado a una cotorra, toda la conversación en la casi hora de viaje se centró en lo que habíamos hecho en el parque, en lo que sentía cuando quedó desnudo y cómo le emocionaba que el chico lo hubiera visto y como se sentía de ser casi descubierto por los otros niños, de saber que todo el día su pantaloneta de baño fue casi transparente, con sus palabras era un miedo con cosquillita, algo en la boca del estómago que le daba emoción, pensé para mi, ¿Dónde has estado toda mi vida? siendo yo mismo similar durante mi infancia, un exibicionista compulsivo y teniendo ahora a Mateo con aficiones similares, ¿Estará él en todos mis otros fetiches?, ¿Dígame, Pervertido yo?, por favor, ¿todos tenemos nuestros pequeños fetiches no? nuestros pequeños demonios, esos que al encontrarlos te nublan la cabeza, te aceleran el pulso y te dan ese «miedo con cosquillitas» en la boca del estómago.

 

 

Los siguientes días fueron muy fáciles, la ultima semana de mi vacación la pasamos más en mi casa que él en casa de María, su abuela, ella super feliz de ver el cambio en el comportamiento del niño y verlo reír y hablar normalmente, en sus palabras, María decía que el agua de ese parque era milagrosa, supiera ella que tan milagrosa
había sido la experiencia, Mateo pasó en mi casa casi todo el primer día y me di cuenta que toda su ropa era casi igual, pantalones y camisas mangas largas deportivas, unos zapatos deportivos que en esta época de calor eran mucho, así que fui y hable con María y ella accedió a ir por un par de mudadas de ropa mas fresca al centro comercial de la zona, nada super caro, pero suficiente como para que el niño no tenga que andar todo el día como obrero de campo bajo el sol, así que sin más salimos a comprar, María se quedaba en casa por el dolor de sus piernas, pero Mateo iba casi saltando en el asiento delantero, llegando al centro comercial parqueamos en los pisos de abajo del estacionamiento para evitar encontrar la van como horno recién usado, luego caminamos hacia la entrada del centro comercial, éste en particular no es muy grande ni muy lujoso como los de la zona sr de la ciudad, como dije, la zona en la que vivo esta sufriendo económicamente hablando y hay incluso varios locales vacíos en el centro comercial pero las cadenas multinacionales no tienen problemas para quedarse.

 

Mi primer elección fue Wallmart, no solo por los precios, pero la variedad, he pasado por la zona de niños y lo que mas ves son colores y diseños bonitos y piensas, ¿porqué no habían de estas cuando yo estaba peque?, el presupuesto que María había dado alcanzaba para un par de mudadas, pero seguramente con un poco más de mi billetera podríamos hacer milagros, cuando llegamos a la sección de niños dejé que Mateo escogerá unas cuantas camisas, unas pantalonetas deportivas, dos jeans y un pantalón formal por orden de María, una vez cargada la carretilla con
los ítems procedimos a la cuartos de prueba, un señor de muy avanzada edad estaba al frente de los ubicados en la zona de niños, de aspecto cansado y aburrido, ponía la ropa que los cliente nos llevaban en perchas para ser colgados nuevamente, atrás de él en una esquina los cinco cubículos de cambio, las puertas a buen 10 centímetros de altura del piso, dejando ver desde afuera si el lugar estaba ocupado o no, Mateo entro y le pase sus camisas, incluyendo la de vestir blanca que iría con su pantalón formal, sin cerrar la puerta se las fue midiendo una a una y solo la formal habría que cambiarle tamaño, verlo quitarse y ponerse camisas constantemente me tenia ya emocionado, cando le pase las pantalonetas y el pantalón se me quedó viendo con una sonrisa, y procedió sin cerrar la puerta a bajarse los pantalones, la única forma que lo vieran era si alguien entraba a la zona de cambio, pero el riesgo estaba allí, latente y él no sólo lo sabía sino que lo disfrutaba.

Un poco preocupado por la verdadera seguridad de la situación me dediqué a buscar las cámaras de seguridad, la única a la vista estaba a la entrada de los cuartos de prueba, pero no cubría lo que estaba tras la pared con los cubículos, lo cual estaba super bien en estas circunstancias, sonriendo a Mateo le dije:

 

– pruébate las pantalonetas- y susurrando agregué

 

– pero quítate los calzones para que te las pruebes mejor – esto le saco una risita pícara, esa que tanto me había comenzado a gustar, sin decir nada se bajó los calzoncillos quedando únicamente con sus calcetines blancos, ya estaba erecto lo cual me puso a mil, este niño estaba emocionado por el riesgo de ser descubierto, por el hecho de que yo le estaba viendo y por lo prohibido de la situación, me estaba enamorando de su forma de ser y pensar.

Se me pasó por la mente que ya que estábamos allí pues también debería llevarle ropa interior y me pareció mucho mejor el poderla elegir yo, así que le dije que ya volvía, entrecerré la puerta y me encaminé al área de ropa interior para niños, sabiendo que no es muy grande tome varios modelos talla 8, unos bóxer con colores muy alegres y planos, unos boxers de tela bastante flojos con diseños, unos calzoncillos regulares con figuras de caricaturas en la parte de atrás y unos tipo bikini de un solo tono en varios colores, gracias a mis jeans que podía hacer todo esto sin que mi erección fuera tan evidente, imaginármelo en todos esos atuendos me estaba poniendo bastante mal y como mi modo «PD» (Pervertido-degenerado) estaba ya encendido, se me ocurrió casi correr a la sección deportiva y coger un paquete de suspensores (los famosos jock strap) y unas sandalias de cuero de esas con soporte entre el dedo gordo y el siguiente, sólo el pensar en eso hacia que mi pene fuera salivando de emoción, me apresuré a la zona de prueba de ropa y entré de una vez a los cubículos, para mi sorpresa, el señor que atendía estaba frente a la puerta del cubículo donde Mateo estaba cambiándose, la puerta estaba abierta y allí frente al señor estaba Mateo quitándose una de las pantalonetas mientras el señor sostenía una camisa formal en sus manos, ni siquiera me vió llegar, estaba sumamente concentrado en Mateo, tuve dos segundos de sentimientos encontrados, por un lado sentí ira de que este hombre estaba con «mi» niño, pervirtiéndolo con esos ojos cansados y casi babeando con su infantil cuerpo, por otro lado sentí preocupación de que si decía algo o hacía algo imprudente, el tipo podía hacerse el ofendido y denunciarnos por faltas a la moral, luego supuse que si lo hacia, Mateo me respaldaría y tendríamos un caso contra el viejo pervertido, aunque esto implicaría muchas preguntas incómodas y situaciones con las autoridades; también sentí un gran orgullo, orgullo de que yo tenía a Mateo y que era mío, o bueno al menos estaba conmigo en ese momento, y que este pobre degenerado, compañero de ilusiones dicho sea de paso, solo podía verlo y desearlo, pero que yo lo tenía y lo había hecho feliz el día anterior; pensé a su vez en Mateo y la excitación que debería sentir al tener audiencia y exhibirse ante ese desconocido, ese miedito con cosquillita como el lo llamaba, seguro lo estaba llenando de adrenalina. Pero no, yo no estaba listo para compartir a Mateo aún, de hecho no estaba seguro de tenerlo así de rápido, me inquietó, tenía que estar seguro de tenerlo donde yo quería antes de comenzar un plan que en el fondo ya había estado considerando, pero que aun no tenía definido, no aún, necesitaba platicar bien con Mateo y estar seguro de para dónde quería ir y hasta dónde estaba dispuesto a llegar.

 

– Como vas? – pregunte parándome junto a la puerta del cubículo, esto le hizo dar un salto terrible al pobre anciano, juro que me quería morir de la risa, el salto enorme, el paso atrás, la cara pálida y los ojos saltados del pobre hombre me hicieron pensar que gozaba aún con su edad de buena salud o hubiese caído al suelo con algún tipo de ataque, todo eso me ayudó a dedicarle mi más sincera sonrisa, mientras ponía los paquetes de ropa interior en el suelo al lado de la puerta del cubículo. – Gracias por estar con él mientras iba por la ropa interior – le dije, mirándolo a los ojos, Mateo estaba ya desnudo nuevamente, mostrando ese hermoso cuerpo mientras buscaba en la banca de su cubículo y de espaldas a nosotros el siguiente item a probarse, pude ver desde mi ángulo su sonrisa, pero sobre todo pude disfrutar ese admirable trasero, tan perfecto a mis ojos, y por la concentración que había tenido el pobre hereje a la par mía tan perfecto para él también; el señor seguía sin apartarse de la puerta, supongo que con la vista lo que menos hacían sus piernas eran reaccionar, como despertando de su letargo, mientras me miraba un poco nervioso me dijo casi susurrando – Normalmente les hubiera pedido probarse las prendas con ropa interior, ya que por  políticas de salubridad si la prueba sin nada, así como está su hijo ahora… – y lo miró nuevamente casi perdiéndose en la frase, Mateo se probaba otra pantaloneta sin doblar sus rodillas, de espaldas a nosotros dejándonos una vista fantástica de esos hermosos melones de porcelana – … asi, asi.. sin ropa interior la tendrían que probar, pero ya que va a comprarle una de esa también, pues lo dejaré pasar – y tomando un largo suspiro me entregó la camisa de vestir que llevaba en los brazos – me dijo que necesitaba una de una talla más grande, aquí esta- y caminando muy despacio, viendo por ultima vez hacia dentro del cubículo se alejó hacia su puesto de trabajo a la entrada de los cuartos de prueba.

 

Lo vi marcharse, moviendo su cabeza a los lados como tratando de despertar de un trance, y me puse en su lugar, a esa edad, probablemente era un gran regalo lo que Mateo le acababa de brindar, un show para que se le pusiera tiesa hasta una momia, luego voví a ver a Mateo dentro del pequeño cuartito, estaba allí de pie, con una de las pantalonetas puestas, con sus manitas dentro como agarrándose su erección y con una sonrisa que casi era mas grande que su rostro, super estirada, haciendo que las líneas de músculos del cuello se marcaran, era una sonrisa
de picardía y nerviosismo, una imitación de las caricaturas cuando cometen una atrocidad y esperan salir invictos de la travesura, sus ojos estaban casi brillando, se miraba super tierno, parado, en únicamente pantaloneta y calcetines blancos, con sus manos dentro de la pantaloneta, los hombros tirados hacia adelante y mostrando cierta definición en su pecho y las rayitas laterales de un estómago que prometía mucho. No pude mas y comencé a reírme por lo bajo, no quería que el pobre hombre del frente sintiera que nos burlábamos de él, Mateo también comenzó a reírse, por lo bajo al igual que yo, y ví su cuerpo comenzar a relajarse, sabiendo que toda la maldad había salido bien, Mateo había salido con su miedito con cosquilla al haberse expuesto completamente desnudo y con una erección frente a un completo extraño, yo obviamente no me había molestado y nadie más nos había descubierto.

 

-Vístete antes de que todos los empleados de Wallmart vengan a verte, no sea que alguno quiera saludar personalmente a tu pajarito – el se seguía riendo por lo bajo, se puso sus ropas viejas y salimos de la zona de prueba, no iba a probar nuestra suerte quedándonos mas de lo necesario, al salir el anciano nos dedicó una nerviosa sonrisa la cual respondimos y nos fuimos a la caja a pagar por lo que aún no escogíamos, así que para no estar seleccionando frente a la cajera puse todo en la banda, pagué con la tarjeta de débito, guarde el efectivo que Maria me había dado, y
salimos de allí a comer algo a la zona de comida, todo ese tiempo Mateo estaba como pensativo y cuando nos veíamos a los ojos nos poníamos a reír, supongo que ambos estábamos reviviendo a nuestra respectiva forma los eventos de esa mañana, me intrigaba mucho lo que pasaba por esa cabeza suya de greñas largas.

 

No hablamos en el camino a casa, pero cuando parqueé la van en la casa

 

– Muchas gracias Lucas por todo, en serio – ¿No lo había dicho? mi nombre es Lucas, si ya se como el maldito pato ese medio chiflado, rían, rían que ya quisieran estar en mis pantalones aún con el nombre tan tonto, ¿porqué no uso el otro nombre? pensará alguno, bueno, en algunos casos te toca elegir el menor de dos males y entre Lucas y Bartolome, Lucas al menos suena menos cristiano, perdone Don San Bartolome de las casas por el insulto pero vamos, darle a escoger un nombre a mi abuela no fue precisamente la mejor idea, y menos cuando le mujer tenía llena sus casa de mas santos que los que habían en todas las iglesias de la provincia juntas, en fin, Lucas será.

 

– No te preocupes, es mi gusto, además, tu abuela también puso dinero para todo esto

 

– Si, no tenía ropa nueva desde hace mucho, mi mamá casi no compraba nada los últimos meses – sus ojos entonces se bajaron a sus manos, no habíamos hablado de Sandra desde que estaba con María hace ya mas de una semana, se le notaba como mucho pesar.

 

– Bueno ahora tienes mucha y mas fresca, con este calor será mucho mas fresco si usas pantalonetas cortas y sandalias – agarro las bolsas que venían a sus pies y comenzó a hurgar algo en ellas, sacó la bolsa con los tres suspensores y se me quedó viendo de medio lado con sonrisa pícara y mostrándome el paquete

 

– ¿Y estos también se los muestro a mi abuela María? – Fue mi turno de reír, obviamente no sería así y me gustaba mucho que él lo supiera

– No, esos se quedan en mi casa para cuando vengas a visitarme

– ¿Puedo venir a visitarte?

– Cuando tu quieras y tu abuela te dé permiso

– ¿Me los pruebo cuando esté en tu casa?

– No podría pensar en mejor momento para eso – Sonrió de nuevo

– entonces voy, le enseño a mi abuela María mis cosas y ¿puedo volver a tu casa? ¿Cuándo vuelves al trabajo?

– Tengo mis vacaciones por una semana y media más

– Si! entonces llego en un rato – dicho esto, se bajo de la van con las bolsas de ropa en cada mano y corrió hasta la baranda que divide la propiedad en dos, puso las bolsas en el suelo y salto para alcanzar la manecilla para la puerta, ya que está en alto, se dio la vuelta y me dijo adiós con la mano y con una enorme sonrisa, tras lo cual lo ví desaparecer tras la baranda de madera, dejándome ya con un enorme vacío y una lujuria que desde el incidente en Wallmart no me bajaba. Entre a la casa, tire mis llaves en el caracol de la mesita y me senté en el sofá a pensar, con las manos en mi cabello.

 

Cómo demonios había hecho para conseguir este pequeño diablito con el cuerpo y la carita de ángel, y cómo demonios es que este niño apretaba justo los botones que me prendían al «PD» (pervertido-degenerado) que llevo dentro, eran tan bonito de cara que daba ternura y tenía un cuerpo que despertaba lujuria, su sonrisa y su
forma de mirar me daba cosquillitas en el estómago pero su forma de actuar y pensar como lo del cubículo me daba un morbo increíble, era como si me estaba enamorando y al mismo tiempo lo deseaba, lo lujureaba ¿existe esa palabra? ¿lujurear? sino existe seguro la he de proponer a la Real Academia de la Lengua Española, Lujurear: dícese de desear tanto a alguien que la lujuria casi te duele; En fin, cerré mis ojos y lo primero que se me vino al espacio negro que tenía en la cabeza fueron sus ojos, esas esmeraldas que cambian de color de acuerdo a la cantidad de luz y a su estado de ánimo, encerradas en ese marco negro y perfecto que son sus pestañas grandes y curvas.

 

Comencé a cabilar, el sueño se venía despacio, me dejé llevar.

 

Este es el capitulo tres de la historia, puede que no este completa pero se me hacia un desperdicio no compartirla, estaré publicando el resto hasta donde queda de la historia, por si quieren hablar y contar experiencias telegram: @Arcana1298

152 Lecturas/31 mayo, 2025/0 Comentarios/por Arcan1298
Etiquetas: abuela, baño, culo, hijo, mayor, parque, vacaciones, viaje
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