Educando a un pervertido singular. capitulo 5: NUESTRA PRIMERA VEZ (M/b oral)
Esta es una historia vieja sobre como un niño de 10 años puede saber mas que alguien mayor. Esta historia no es mía, no he podido encontrarla en otro sitio así que vine a compartirla aunque este incompleta……
Comencé a cavilar, el sueño se venía despacio, me dejé llevar.
Desperté a los sonidos de mi puerta siendo aporreada desde afuera, estaba todo oscuro, no de noche sino como nublado, supuse que era Mateo, porque desde la calle no se podía acceder a la entrada de mi casa, había un timbre que debía ser ocupado para anunciar una visita, pero desde la verja de atrás, Mateo si tenía acceso a mi zona de parqueo que no es mas que un gran patio con piso de cemento , altas barandas de madera y pilares de metal, a un costado de la propiedad que cruza la manzana justo al centro tengo una casa bastante descuidada en la que he notado viven una pareja de ancianitos que a duras penas se les ve, incluso tienen una enfermera que viene un par de veces por semana a atenderlos, luego de esa casa, que queda al final de la calle posterior de esa manzana está el parque mas grande del barrio, según me contó María cuando vine a ver la casa antes de rentarla, solía ser un parque muy bonito, pero con la falta de niños en la zona, había caído en el descuido, supuestamente contaba con aproximadamente 8 a 10 manzanas de terreno y solían haber caballos que las personas podían rentar y usar en los caminos que estaban destinado para ello, ahora sin embargo, la municipalidad solo mandaba un camión de aseo para mantener el lugar mas o menos presentable y evitar nidos o guaridas de animales salvajes; al otro costado de la casa que María me había alquilado había una gran casa de esquina de dos niveles, pero no tenía ventanas hacia nuestro lado.
La casa de María tenia mas vista y mas vecinos, ya que estaba sobre una calle mas concurrida y que luego de unas cuadras salía a una avenida principal, ella conocía por nombre a la mayoría de su cuadra, gente mayor todos, que habían venido al barrio cuando apenas estaba construido unos 45 o 50 años atrás, según María, las únicas fechas alegres que le quedaban a aquel lugar eran las navidades donde los hijos de todos los ancianos solían venir a pasar o bien la navidad o el año nuevo con los abuelos, trayendo en el proceso, adolescente, niños y bebés que llenaban de alboroto nuevamente esas casas, aparte de eso, el lugar era callado y pacifico.
Al abrir la puerta: si era Mateo, estaba con una de las camisetas que le había comprado, una pantaloneta deportiva negra y en sandalias de cuero, noté de inmediato que no venía solo, traía consigo un helado y pesado viento de lluvia e incluso las primeras gotas de un buen aguacero por lo cual rápidamente me hice a un lado para que pasara cerrando la puerta atrás de él; procedí a encender las luces y correr a los cuartos a revisar las ventanas, lo ultimo que necesitaba era agua en mi habitación o en el cuarto que ocupo de oficina, cuando regresé a la sala, Mateo seguía de pie allí junto a la puerta, por lo cual reparé que él nunca había estado en mi casa antes, usualmente era yo en casa de María toda esta semana y ahora lo tenía aquí para mí, un fuerte trueno me sacó de mis pensamientos y obviamente lo asusto pues instintivamente se alejó de la puerta en mi dirección, no reímos un poco y le dije que se sentara
-Parece que te tocará pasar la tormenta aquí – le dije, el sonreía, pero notaba que sus ojos viajaban por todos lados de mi casa, bueno, la casa de su abuela que yo rentaba. No es un lugar lujoso pero si muy espacioso, bien construido y sobre todo cómodo y funcional, el área en sí no era un cuadrado como la casa de María, que tenía patio interior como las casas de la época, sino mas bien una gorda «T» en la cual, las dos habitaciones suficientemente grandes y espaciosas formaban la parte superior, sala comedor y cocina la parte inferior, sala y comedor estaban sin separación alguna y la cocina contaba con suficiente espacio para dos personas y un mostrador como para desayunador, el cual casi siempre usaba solo porque la mesa del comedor tenía un arreglo de flores secas que quizá era muy grande para comer cómodamente.
La lluvia comenzó a caer y tomando mi celular llame a María, informándole que Mateo pasaría la lluvia aquí, que prepararía cena y que cuando dejase de llover lo mandaría de regreso a casa, ella se disculpó, pues dijo que él había insistido en venir a visitarme para mostrarme las prendas que habíamos comprado a lo que le dije que no se preocupara, estando de vacaciones no tenía nada que hacer, veríamos una película y luego veríamos a que horas se calmaba la lluvia. Ella accedió.
Mateo ya se había sentado tímidamente en el sofá, viendo los cuadros en la pared, supongo que mi gusto de «Arte» difiere mucho de lo tradicional, con cuadros de super héroes en sombras y simulados con colores oscuros y logos brillantes, logos que todo mundo es capaz de reconocer, Superman, Batman, la mujer maravilla, flash, DC en una pared y luego Marvel en la otra, con cuadros de el Capitan America, Iron Man, y mis mutantes favoritos, mi casa no es por nada lo mas caro del mundo, pero me gustan las cosas simples y llamativas al mismo tiempo.
– A ver Mateo, parate y date la vuelta, deja ver como te queda todo – sonriendo se paro, con las manos en la cintura se dio la primera vuelta, luego mirándome con picardía se puso las manos en la parte de atrás de la cabeza y comenzó a mover sus caderas hacia los lados. Nos reímos un rato mientras nos sentábamos en el sillón y yo encendía la televisión y le pasaba el control, la verdad era una excusa para verlo sin que me viera.
– ¿Qué quieres ver?
– ¿Tienes cable? – Si, todos los canales que quieras
– ¿Todos los que yo quiera? – ahora me miraba con una risita pícara
– Bueno casi todos, hay canales que no son para chiquillos picaros como tu – Esto le saco una buena risa
– Ya he visto de esos canales – Ahora era yo que de haber sido un perro se me hubieran parado las orejas
– ¿A si? ¿Adónde?
– No te voy a decir – giro de nuevo la cabeza hacia la televisión pasando los canales a velocidad vertiginosa y sonriendo de medio lado
– ¿Así que esas tenemos no? has visto de «esos» canales ¿y no piensas soltar la sopa de adónde? – El solo sonreía mientras seguía viendo la tele
– Pues tendremos que torturarte para sacarte la verdad – le dije mientras con un dedo le puyaba las costillas mientras él saltaba en el sillón de la sorpresa, hecho esto, y viendo lo sensible a las cosquillas que resultó, comencé un despiadado ataque de cosquillas atacando sobre todo los lados de su torso, su estómago y sus axilas, escucharlo reír de esa forma era intoxicante, el sonido de fondo de la lluvia, el ambiente medio oscuro de afuera, la lampara de lectura de la sala y un angelito como Mateo en mi sillón riendo de aquella forma, subiendo sus rodillas para tratar de
cubrir su zona media de mis ataques, me sentía tan bien, el se había echado para atrás y ahora estaba acostado en el sillón, tratando de rodar hacia el suelo lo cual por supuesto yo no permitía, manteniéndolo entre mis brazos que ahora estaban apoyados uno en el codo y el otro continuando el ataque
– Noooooo jajajajajajajaja nooooooo me voy a meaaaaaaaarrrrr
sus suplicas se hacían mas desesperadas por lo que supuse que sus ganas de orinar también iban en aumento, por mucho que lo deseara no sería una buena forma de comenzar, por lo cual, simplemente me quede así, quieto de pronto, con una mano en su pecho, arrecostado junto a él, apoyado en mi codo, él estaba super cansado de reír, casi con los ojos llorosos, pero no hizo por moverse, o por apartar mi mano de su pecho, de hecho su mano derecha había tomado mi mano izquierda sobre su pecho y jugaba con mis dedos, me vio una vez mas y me sonrió, luego cerro los ojos y respiraba hondo, como tratando de tranquilizarse, yo estaba idiotizado, se miraba tan delicioso, tan bello y tan masculino en su propia forma infantil, con esa maraña que tenía por cabello toda disparada sobre el sillón, pero al mismo tiempo tan pacifico y sensual; abrió nuevamente los ojos y me miró, había algo mas en ellos ahora, una intención que no pude descifrar, en un rápido movimiento se irgió sobre sus codos y acercando su cara a la mía, me robó un beso, no un beso como tal sino un piquito, como diríamos por estos lugares, luego alejó su cara un poco a fin de verme los ojos y esperar mi reacción, con mi mano aun en su pecho yo podía sentir el palpitar de su corazón, era fuerte y rápido, casi lo podía escuchar; le sonreí, la sorpresa me había comenzado a bajar a los pantalones y algo muy rico calientito me comenzaba en el pecho, fui yo quien le dio el segundo piquito, era su turno de sonreír, pero no lo dejé por mucho tiempo, sin dejar de verle a los ojos preciosos que tanto me incitaban comencé a acercarme tan lentamente a él que los últimos 2 o 3 centímetros parecían eternos, una vez cerca el cerro sus ojos, dejándose arrastrar yo no quería nada a la carrera, nada apresurado, con mis labios comencé a rozar los suyos, podía sentir su respiración, su mano derecha ahora agarraba la muñeca de mi mano izquierda, su aliento era dulce y comenzaba a
sentir como se aceleraba, como entrando en la zona de emoción, sin besarlo completamente comencé a rozar su menton con mis labios, y a seguir el corte de su mandíbula despacio hasta casi su oreja, el movía su cabeza permitiéndome el acceso a su piel, a su cuello, el cual continué rozando, despacio, con suave toque, a todo esto su respiración parecía mas un jadeo que casi comenzaba a sonar desesperado, incapaz de seguir soportando mi propio peso y movimientos con un solo codo, moví mi mano izquierda de su pecho y le tome su mano derecha, levantandola a la altura de su cabeza, mientras entrelazaba sus con los míos, quería que todo esto fuera bonito, fuera especial, que se sintiera como tal, levante mi brazo derecho pasandolo hacia arriba y luego mientras él se acomodaba, levanté su
cabeza y pasé mi brazo por debajo, quedando él acostado con mi brazo por almohada y ambos tumbados en el sillón, continué entonces mi exploración en ese espacio entre su cabeza y su cuerpo, pero ahora lo besaba plenamente, desde los huesos de su hombro hasta el lóbulo de su oreja que ahora besaba y mordisqueaba a mi antojo.
– las.. aahhhh.. las venta..aaaa.. las ventanas! – fué como si en un delgado momento de lucidez había visto las cortinas blancas abiertas y las oscuras amarradas a los costados de las ventanas de mi sala y le había entrado miedo a ser vistos, comprendiendo su temor, aunque infundado ya que no había forma de que nadie entrara en el patio, y menos con la lluvia, pero si eso lo hacía sentir mas cómodo, quién era yo para no complacerlo, por lo cual acomodando mi duro miembro me levante a cerrar las cortinas oscuras de las tres ventanas que se reparten entre la sala y el comedor, las cuales son desde las cuales podríamos ser vistos desde afuera si en un remoto caso alguien estuviera bajo la lluvia frente a las ventanas tipo francesas; al darme vuelta me falto el aliento, en la tenue luz de la sala, sobre el sillón
esponjoso con cojines de varios colores vivos estaba Mateo, acostado, completamente desnudo, su pantaloneta, camisa y ropa interior hecha un nudo en el suelo junto a sus sandalias de cuero, su respiración volvía a ser agitada, su rostro reflejaba una sonrisa que aunque con ciertos aires de picardía también notaba ansiedad, como aprehensión y temor de mi reacción, supongo que mi cara de idiota no ayudaba mucho en ese momento, pero verlo allí, acostado en el sillón con sus brazos estirados arriba de su cabeza casi sobre esa maraña de pelos, su cabeza de medio lado, su pecho subiendo y bajando con una respiración pesada, sus axilas lampiñas, ese par de tetillas tan pequeñas e imposiblemente tan sensuales que por el humor del momento ahora estaban completamente erectas, ese abdomen que bajaba con dos líneas laterales delineando lo que podría llegar a ser un hermoso y bien marcado estómago, luego sus líneas en «V» saliendo de esas caderas hasta su ingle, noté gracias a mi posición el limite lateral de su espalda y el inicio de su increíble trasero, un contraste maravillo de una linea casi recta curveada al final encontrándose con medio círculo blanco y macizo de esas bellas bolas de carne que eran sus nalgas, pero sobre todo, hoy tenía frente a mi su pene erecto, una hermosa cosita de unos 8 centímetros, con aspecto orgulloso y estóico, recto, con medio glande de fuera de casi el mismo color de la piel de afuera, con un par de venas a la vista, nada grotesco pero si bastante definidas bajo su blanca piel y acompañándolo, un hermoso par de testículos, aún medio pegados al cuerpo, pero completamente definidos, luego sus muslos, delgados pero definidas, sus rodillas, sus piernas, los delicados tobillos y por ultimo sus pies, me pareció la perfección personificada, me acerque despacio, el se ponía mas inquieto conforme me acercaba al sillón, su respiración se aceleraba, y le sonreí, espero por los dioses de la lujuria que mi sonrisa no haya salido como la sentí, con la mas absoluta cara de imbécil, salivando sobre su infantil cuerpo, pero al parecer fue suficiente para calmarle un poco, me sonrió también y separó sus piernas, evitando que pudiera yo acostarme a su costado, pero no era esa mi intención, definitivamente no lo era.
Sin dejar de verlo a los ojos me quité mi camiseta, tirándola en la misma pila de ropa que la suya, luego comencé a desabotonar la pretina de mi pantalón, bajé la bragueta muy despacio, era un morbo horrible, verlo fijar sus ojos en lo que mis manos estaban haciendo, mientras yo bebía su belleza con los míos, dejé caer mis jeans a mis tobillos y con movimientos de un pie los aventé a donde el resto de nuestra ropa estaba, luego sintiéndome estúpidamente morboso y extremadamente gracioso al mismo tiempo, comencé a jugar con mi boxer, una especie de baile erótico que le saco mas de una risita hasta que también mis boxers fueron a la pila de ropa, estaba tan desnudo como el y sus ojos no se apartaban de mi erección, sonreía mas ahora, me miraba a la cara y luego nuevamente la erección, su mano derecha bajo de arriba de su cabeza hasta su propia erección empujándola hacia abajo mientras estiraba sus piernas y separaba los bellos dedos de sus pies, hizo esto dos o tres veces mientras alternaba su vista entre mi verga dura y mis ojos.
Cuando me senté en el sillón a sus pies, la vista era increíble, en cualquier ángulo estaba claro que era yo el hijo de puta con mas suerte en el universo, comencé a sobarle sus pies y me acerqué a ellos, comencé a besárselos, a sentir esa suave piel de la parte superior y esas hermosas curvas de la planta del pie, a ver sus dedos de cerca, sus uñas ya necesitaban un corte, pero estaban limpias, no olían mal, olían a Mateo, una mezcla de sudor y humor propio, besando su piel subí por sus piernas, sus rodillas y alternando entre sus muslos, intencionalmente obvié su pene
y le besé las ingles, su respiracón era ahora casi un jadeo salvaje, y al besarle lugares particularmente sensibles emitia ese gutural sonido que le había escuchado en la caverna en el parque acuatico, entre beso y beso trataba de ver su rostro, sus ojos cerrados con sus largas pestañas negras, su boca entre abierta, una cara de concentración, una mueca de lujuria, de quien espera el siguiente paso, de quien sabe hacia dónde va todo y se entrega, con la confianza plena que habrá satisfacción de una u otra forma al final.
Llegué y su pecho y seguí besando aquí y allá mientras miraba cómo sus tetillas estaban increiblemente erectas, entonces sin previo aviso me lanzé sobre ellas, comiendolas a besos y en mas de una ocasión metiendo diente de la forma más delicada posible, su reacción fue bajar sus manos y abrazar mi cabeza, no apartarme como
habría sido quizá lo normal en caso de los mordizcos, pero como con nervios de que le fuese a doler y al mismo tiempo sin dejarme alejarme pues no quería que parase, que me detuviese, noté entonces que esa parte en particular le hacía emitir gemidos mas fuertes, era una alegría vivir solo, así el tenía libertad de gemir y jadear de la forma que le viniera en gana, de la forma que yo le hiciera hacerlo y era como música para mis oidos, saber que ese niño estaba jadeando y gimiendo por mí, por lo que le hacía sentir a su cuerpo infantil, por las emociones y sensaciones
que le estaba brindando en ese momento, dejé sus pezones tranquilos mientras le buscaba el rostro para verle los ojos, su mirada era con los ojos entrecerrados, era una mirada decidida, sus ojos estaban de un verde mucho mas oscuro ahora, un color casi sólido, alcanzó a darme una sonrisa de medio lado antes de que perdiera mi concentración y comenzara a comerle los labios, un poco mas intenso esta vez, no eran besos, literalmente estaba comiéndome sus labios, mordisqueando su carnoso labio inferior para luego acercarme y dale besos con la boca abierta, luego de un par de veces agarró el ritmo y el trataba de hacer lo mismo, esa besadera se convertía ahora en una lucha libre labial que duraba varios segundos y se repetía solo para durar un poco más, sus ojos estaban cerrados de nuevo, al igual que los míos, si en algún momento hizo trampa y los abrió no me dí cuenta, pero la concentración de mis sentidos estaba en él, podía sentir su aliento, el sabor de sus labios, el sabor de su saliva, su olor personal, ese olor que la mayoría echamos cuando la descarga de emociones sexuales es elevada.
Luego de un beso particularmente largo, alejé un poco mi rostro y comencé a bajar en un camino de besos desde su mentón por su pecho, llegando a su diafragma que ahora se movía rítmicamente de una forma mas acelerada, bajando por su ombligo sus manos seguían en mi cabeza, ahora jugaba con mi cabello, tocando mis orejas, ahora estaba a escasos 5 centímetros de su erección mientras sentía los dedos de sus pies rozar la mía, su olor parecía particularmente fuerte en la zona de su ingle, pero eso no hacía mas que enervar mis sentidos y aumentar la cantidad de lubricación en mi propia erección; comencé entonces a besarle su pene, esa verguita de unos 8 centímetros que daba saltos de gusto en mi boca, dejó escapar un gemido largo y ronco mientras yo agarraba posición abriendo sus piernas para acostarme al centro y tener mejor acceso sin sacarme de la boca su infantil verga, comencé un sube y baja apretando con mis labios su pequeño miembro, mientras el abría sus piernas mucho mas de lo necesario, había contorsionado su cuerpo de tal forma que estaba viendo mi esfuerzo de chupar su erección sin levantar la cabeza del sillón, había tirado su torso hacia un lado una pierna estaba ahora completamente apoyada en el mueble mientras la otra en el respaldo del mismo, dando acceso completo a lo que él tenía que ofrecer, sus gemidos me mantenían excitado, sus manos ahora me ayudaban a llevar el ritmo y levantando su pierna izquierda, puso su pie en mi hombro derecho, esto no hizo sino terminar de brindarme la vista que tanto quería, bajo sus testículos ahora tenía a la vista ese pedacito de cielo, esa ventana al paraíso, arrugadito, rosadito y completamente lampiño, su ano me hacía guiños, tratando de llamar mi atención, pues lo logró, soltando su erección pase a besarle y lamerle los testículos y bañarle en saliva la zona del perineo, o como vulgarmente le decimos, «el nies», porque «nies culo, nies verga» y despacio intoxicado por su olor infantil pero masculino, comencé a rondar con mi lengua ese agujero tan propio de él, hermoso.
Un par de vueltas con la lengua y me lanzé en clavado chupando y lamiendo justo el centro como si mi vida dependiera de ello, su reacción no se hizo esperar, dió un largo suspiro y movió su cuerpo como para estirarlo, como convulsionado en una descarga eléctrica, tiro su cabeza hacia atras, sus manos fueron a su rostro, cubriéndolo, creí que era de verguenza pero luego de repetir un par de veces noté que era una reacción de incredulidad, no creía que aquello se sintiera tan bien, que su ano fuera capaz de despertar esas sensaciones; yo seguía concentrado en mi postre, seguía excitado de poder lograr darle tanto placer, seguía clavandolo en el anzelo de la lujuría que luego nos daría tanto placer. Cogiendo sus piernas por la parte posterior de las mismas, las levante, dejandolo casi en posición misionario mientra seguía comiendole el culo con gozo y con gula, sus gemidos aumentaban de nivel, y con la lluvia que seguía callendo ahora mas suave contra las ventanas, era casi una orquesta a mis oidos. Puse mi mejor empeño en comerle ese hermoso culo y mordizquearle las orillas de esas nalgotas gordas, blancas y lampiñas en el proceso, necesitaba aire, necesitaba continuar pero mi posición no era la mas adecuada, me cansaba de los hombros, deteniendo mi asalto le susurré que se pusiera de pié, al principio no se si no me oyó o estaba muy entusiasmado que no quería terminar, pero se levantó del sillón, poniendo uno de los cojines por almohada, me acosté a lo largo del mismo, y le sugerí que se acostara encima mío, pero dirigiendo con mi mano sus hombros, los empuje hacia abajo, con su cabeza por mis caderas y tomando izquiera la pase alrededor mío, el clásico 69, el comprendió, lo terminé de acomodar a forma de que su cuerpo quedara apoyado sobre el mío y me dediqué a morbosear, la vista esa fantástica, tenía frente a mi esas hermosas, gordas, blancas, lampiñas, y ahora sabía que también deliciosas, nalgotas; Con sus piernas separadas podía ver el objeto de mi lujuria, ese culito hermoso, ese ano rosadito que aun brillaba un poco por la cantidad de saliva que le habían propiciado mis lamidas de unos segundos antes, y el que decidí atacar nuevamente.
Por su parte, él había agarrado mi verga con su manita, mientras con la otras jugaba con mis bellos púbicos, metía sus dedos entre ellos y luego halaba como acicalándolos, cuando comencé mi ataque nuevamente él hundió su frente en mi ingle y comenzó su jadeo y sus gemidos, me volvía loco que fuera sumamente expresivo a la hora del sexo, yo mientras continuaba, pero esta vez, cogía y magreaba sus nalgas a mi gusto, una que otra nalgada suave solo para ver mis dedos marcados en su hermosa piel clara, a cada nalgada, sonaba un pujido, como de dolor, pero no hacía el mínimo intento por apartarse, alternaba entre magrearle y apretarle ese trasero hermoso, una nalgada aquí y allá, un mordisco y luego a seguir taladrando su ano con mi lengua; Mateo tenía todo su cabello sobre mi ingle, me daba cosquillas, pero lo que me sacó de ritmo fue sentir sus besos en mi verga,
como probándola, midiéndola, no es una descomunal verga, disculpe usted, son como 18 centímetros de amor en su forma mas compacta, nada exageradamente gruesa, pero dentro de la decencia, con un glande un poco puntiagudo que ha resultado muy útil a través de los años; podía sentir el camino de besos que le estaba propinando, subía de la base a la cabeza y la ultima vez arriba abrió su boca y lamió el glande, supongo que quería probar el sabor de mis jugos que para entonces ya estaban saliendo a montón, todo el liquido pre-seminal del morbo que tenía encima, apartó su boquita y supongo que le pareció el sabor porque un par de segundos después volvía a probar con su lengua y abriendo su boca trataba de chupar todo el glande, no fue la mejor mamada de mi vida, pero fue la primera que me dió Mateo, un poquito tosca y rudimentaria pero compensaba con la avidez y entusiasmo puestos en la tarea; mientras yo volvía a chupar su ano mientras metía la otra mano para masturbarlo, la posición duró como cinco minutos hasta que Mateo se saco mi verga de la boca y comenzó a respirar mas agitado y volvía a gemir fuerte, más rápido, más intenso, sabía que estaba por tener su orgasmo así que levantándolo un poco me deslice hasta introducir su verguita de nuevo en la boca y chupar con toda la pasión que sus sonidos me inspiraban, el no soltaba mi verga con la mano, pero estaba mas concentrado en lo que yo le estaba dando, con mis manos agarraba y apretaba sus nalgotas y lo empujaba en un va y ven mientras le chupaba la pija, su cabeza apoyada en mi cadera, parte de su cabello cubriendo mi verga y se vino, sus gemidos eran como un moribundo agonizante, un largo gemido que quedaba casi mudo al final y la rigidez de sus muslos y sus nalgas me dieron la pauta, sentí ese pedazo de carne saltar entre mis labios, tres o cuatro veces mientras el dejaba de respirar, luego regresaba, comenzaba a respirar de nuevo, descansando unos 30 segundos antes de sacar su pene de mi boca y se ponía de pie, por un momento me sentí desilusionado, como si aquello hubiese llegado hasta allí, pero no, se giro y se acostó nuevamente sobre mi, con su cabeza sobre mi pecho y me abrazó, cerrando sus ojos, su pene seguía duro pero no mas que el mío que ahora gritaba desesperado rogando por atención, asi que abrazandolo le besé esa maraña de pelo y con la otra mano acomodé mi pene en su «nies», él se dejó hacer incluso solto una risita o dos mientras me acomodaba, luego de cerrarle las piernas alrededor de mi miembro erecto le pregunte
– disculpe señor, pero ¿me lo puedo culiar? – eso le saco otra risita mas
– está usted en su casa caballero – su respuesta tratando de ser formal fue entre risitas también
– en ese caso, me gustaría entrar por su puerta del patio – otra risita
– esa puerta esta muy mojada, parece que llovió mucho por allí – se refería a mi saliva y ambos reímos a eso
– en ese caso, joven señor, deme el placer de secarla – dicho esto, comencé a moverme entre sus piernas, él había estirado las suyas y entrelazado sus tobillos para evitar que se aflojaran, mientras el placer de masturbarme con semejante cuerpo me elevaba a cada minuto, mi respiración se hizo mas elaborada y el dejó mi pecho para ver mi rostro, con una sonrisa en el suyo, entonces comenzó a besarme el cuello, dejando besitos tronadores por aquí y allá, besando y lamiendo lo que podía alcanzar sin moverse demadiado de la altura perfecta a la que estaba confirme a mi cuerpo, pero lo que me llevó al camino de no retorno fué que se acostó nuevamente en mi pecho, y con su mano izquierda comenzó a pellizcarme la tetilla derecha, no pude más y eyaculé como tenía meses sin hacerlo, con mucha potencia, descargando mis fluidos sobre sus nalgas, un poco sobre su pierna y lo demás deslizando despacio entre mi verga y su «nies» al sentir mi semen, paro y comenzó a reír, sin apartarse pero entre sorprendido y divertido
– hay hay, es calientito- me decía entre risas que parecían susurros, pero yo estaba aun en la nube nueve, su voz era como la voz de los adultos en Charlie Brown una maraña de sonidos sin sentido.
Cuando me hube calmado, lo abracé apretándolo contra mi pecho con una alegría post orgásmica genial, hubiese querido ser ambos de plastilina para amasarlo contra mí hasta hacernos uno solo, absorberlo, mezclarlo conmigo para que nunca se apartara de mi lado, mientras con un brazo lo sujetaba de la espalda, mi otra mano, le cogía la nalga, apretándola contra mi con igual sentimiento, su mano derecha buscaba abrazarme dentro de lo que el sillón le permitía y su mano izquierda me agarró por el cuello, le escuche dar una risa apretada, satisfecha, ronca y corta, seguida por un pujido de las fuerzas que le ponía al abrazo que me daba.
Nos quedamos así, abrazados, escuchando nuestros corazones palpitar mientras regresaban la normalidad y con la lluvia que disminuía intensidad así como nuestros cuerpos lo hacían, ambos comenzamos a cavilar, mi ultima mirada fue su rostro medio cubierto por ese cabello largo, sus ojos cerrados y una sonrisa en esos labios gruesos, cerré los míos y pensé, si muriera en este preciso instante, moriría como el ser mas feliz del mundo.
Este es el capitulo cinco de la historia, puede que no este completa pero se me hacia un desperdicio no compartirla, estaré publicando el resto hasta donde queda de la historia, por si quieren hablar y contar experiencias telegram: @Arcana1298
gran relato con ganas de leer la continuacion
Uffff genial !!!
0528723f627bf606f794549274d0d931bb9940a16555d5417627477eba11861d07…les dejo mi Session para platicas sin tabúes, aclaro solo plática nada de fotos ni videos !