El amor de mi Vida
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por megustangordos.
No tengo claro el día en que supe de mi gusto por los hombres, si recuerdo bien que era muy pequeño cuando me di cuenta. Mi padre un hombre muy bueno para tener amigos y socializar con mucha gente, yo muy tímido, era habitual tener de visita a estos amigos en casa y uno de ellos era Vicente, los amigos le decían “Vicho” él era mecánico y claro está la amistad con mi papá fue por las camionetas que él mandaba al taller de Vicho a reparar, así mismo fue que poco a poco empecé a tener más confianza con Don Vicente, el taller estaba muy cerca de casa y comencé a ir a ver como trabajaban los mecánicos, pero mi interés era ver a Don Vicente y conversar con él, era un tipo muy simpático y se notaba que me tenía cariño y yo sentía lo mismo por él, con el tiempo me di cuenta que me pasaban cosas con él, cada vez que lo veía me ponía nervioso, feliz, con ganas de abrazarlo, un montón de sensaciones muy intensas que me confundían, cuando me iba a casa sentía tristeza por no estar cerca de él, esto para mi temprana edad era muy extraño y me tenía mal. Esto que me marcó para siempre, fue cuando tenía tan solo 13 años, don Vicente era un tipo de unos 35 años para ese entonces, medía como 1,75, robusto, sin ser gordo, y su aspecto el del típico mecánico, con barba, pecho peludo, este se podía ver ya que usaba muy abierto su overol, sus brazos y piernas estaban cubiertas por una literal alfombra de pelos, su cabello era negro y crespo y de cejas muy grandes que se juntaban, tenía un aspecto medio desaseado pero nunca olía mal. Bueno como les decía mis visitas al taller eran habituales y él me permitía jugar y ver las cosas que hacían ahí y me enseñaba algunas cosas de los vehículos y sus distintas partes.
El estaba casado, su mujer era muy linda me acuerdo de su pelo largo y siempre bien arreglada por su trabajo, pero casi nunca estaba en casa, supongo que las cosas no eran muy buenas para ellos, ya que no se hablaban mucho, quizás por eso no tenían hijos. Un día en que estaba en el taller miraba como él trabajaba en un auto, la mitad superior de su cuerpo estaba abajo y yo estaba sentado al lado para pasarle las herramientas que necesitaba, así podía ver sus piernas, su entrepiernas que a ratos se marcaba y me hacía sentir como acelerado y mi corazón se agitaba, al salir del lugar donde estaba miro mi cara y me regala un sonrisa y me pregunta que me pasa, quien sabe que cara tendría para que él me hiciera esa pregunta, le dije que nada, él se dedico a mover el auto y lo puso en un lugar donde hay un hoyo y desde ahí puede trabajar más cómodo sin estar tirado en el piso, lo seguí y fue cuando me animé a decirle lo mucho que me gustaba estar con él y que lo quería mucho, el me miró sorprendido y pareciera que sus cejas se levantaron y sus ojos brillaron marcando una sonrisa muy especial, me dice que el también me quiere mucho y que le gusta tenerme en el taller, instintivamente lo abrazo por lo que me acaba de decir y siento su olor su cuerpo caliente, cierro mis ojos inhalo profundamente y de mi boca sale un “Lo amo” con sus manos toma mi cabeza y me mira agudamente, que me acabas de decir? Mi rostro lo siento ardiendo de la vergüenza, mis ojos están llenos de lágrimas y uno de ellos ya no las contiene y caen una tras otra, temblando de nerviosismo Don Vicente me vuelve a preguntar, ¿Qué pasa, porque estás así flaquito? Mi voz apenas salía y como pude le volví a decir, porque lo amo Don Vicente!
El me abraza muy fuerte, me dice que me tranquilice que todo estará bien, se sienta en una pequeña banca de madera y me pone en una de sus piernas, yo, más tranquilo, y él me mira con gran ternura y me pregunta desde cuando siento eso por él, le digo que desde hace mucho, pero que hace poco había descubierto que era amor, el me acaricia con sus manos engrasadas mi rostro, – flaquito esto no lo puede saber nadie, nos traería graves problemas y lo pasaríamos muy mal- Lo sé Don Vicente, y antes de seguir hablado el me da un beso, un beso que se prolongo por mucho, nuestras lenguas se conocieron, su barba me pinchaba mi rostro y me comenzaba a arder, al estar en sus piernas pude sentir como algo muy duro comenzaba a levantar su overol, sentía que me faltaba el aire, nos separamos y nuestros ojos se encontraron, nos miramos y sonreímos, el se levantó, dejó caer su overol, yo de rodillas no dejaba de admirar el cuerpo maravilloso de Don Vicente, al bajar veo unos bóxer de algodón celeste, de estos que quedan sueltos, pero este estaba apretado tratando de contener una erección que me dejó sin aliento, él se acercó y quedó su tremendo paquete pegado a mi rostro, puso su pesada mano en mi cabeza y la cargó y haciendo movimientos pélvicos circulares me restregó su duro paquete en mi cara, me inundó con su olor y me sentí como embriagado, totalmente hipnotizado, estaba a su meced, don Vicente podía hacer lo que quisiera conmigo y yo no pondría ninguna resistencia.
Con mis manos baje la última prenda y quedó ante mí una verga descomunal, no muy larga, serían unos 17 cm. Pero tremendamente gruesa, no estaba circuncidado, colgaban unas enormes bolas, las que estaban cubiertas por una abundante selva de pelos oscuros, gruesos y largos, el olor era muy intenso, no me cabe duda que eso olor tuvo un efecto que despertó algo instintivo, animal en mi, con ferocidad comencé a mamar esa verga que me transportó al cielo, que delicia, me las arreglé para que esta entrara toda, mi garganta cedió ante ella, don Vicente gemía de placer y su mano en mi nuca la apretaba para que entrara más, la saqué de mi boca y comencé a lamer las bolas, cuanto olor soltaban estás al moverlas, me embriague con ellas y mi comportamiento era el de una puta hambrienta, caníbal, enferma de calentura, mis dientes apretaban su carne. Fuertemente don Vicente tira de mi pelo y me separa de él, nos miramos a los ojos, estábamos los dos ebrios completamente entregados y rendidos ante la excitación, me toma en sus brazos y me besa fuertemente, tanto que me falta el aire, – me dice – ahora eres mi putito, mi amorcito chiquito, te aré mío mi bebé y fue así que me pone en el suelo, baja mis pantalones de un solo tirón y levanta mi piernas y ahora el caníbal era él, se devoró mi culito, metió con violencia su lengua completa en mí, mis ojos se nublaron, ya no veía nada, solo sentía, era una sensación extraña, poco a poco me iba abriendo, dilatando, sentía que el aire del lugar entraba en mí,
Mi gran mecánico estaba poseso de la lujuria, deja esa faena con su manga seca el contorno de su boca, ya no tenía el overol puesto, pone mis piernas en sus hombros, lo veo él me ve, siento el peso de su cuerpo gigante y de pronto…….silencio absoluto…..mis oídos se bloquearon y mis ojos se cerraron, sentí un calor intenso en todo mi cuerpo, no había dolor, no había placer, no había color ni luz…..era la nada….una tranquilidad inundo mi alma….estaba en una realidad paralela por unos minutos, de pronto la fuerte succión de mi aliento de un violento beso me trajo de regreso, estaba sudado, gritaba y gemía fuertemente, había una bestia con ojos desorbitados sobre mí, su pelvis inmensa empujaba el grueso tronco dentro de mí, sentía el sonido de nuestros cuerpos producían con la estocadas profundas del hombre que cambió mi vida, se levanto un poco con sus fuertes manos sostiene mis piernas desde los tobillos, y el mira como su verga se pierde en mi, – te rompí el culito, mariconcito lindo, mi niño mariposa- y más fuerte me daba, yo le pedía más, me quejaba como una nenita malcriada y eso al él le encantaba. Me tomó de la cintura y me levanta como su fuera un muñeco de trapo y el sobre su rodillas se reclina un poco ye yo quedo ensartado, con mis pies en el suelo me doy impulso para comenzar a saltar, que delicia, cuanto placer sentía ahora, nos besamos nuevamente, eran besos afligidos que anticipaban el colapso, nuestras respiraciones entrecortadas hacían ininteligibles las palabras, don Vicente tomas mis nalgas las aprieta fuertemente, y hunde su virilidad hasta el final y un río de magma blanco comienza a circular en mi cuerpo, ya estaba hecho, el hombre fuerte sucumbe ante el frágil niño, que devora con gula el semen de todo un hombre.
Desde ese día nuestra pasión fue a más, el estableció lazos de amistad más fuerte con mi familia con el solo fin de estar cerca de mí, hacíamos lo imposible para vernos, logramos vivir aventuras increíbles, y hasta el día de hoy, a pesar de los inmensos obstáculos, siendo ya mayor de edad, cada vez que me voy a la cama, lo abrazo, lo besó y él me hace suyo recordando cómo fue nuestra primera vez.
Por siempre junto a ti….te amo.
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