«El Amor de mi Vida»
Nicola Porcella X Adriano Porcella.
Nicola Porcella, un hombre de fuerte presencia y carisma, siempre había sentido una conexión especial con su hijo Adriano. Desde el momento en que lo vio por primera vez, algo en su interior se encendió, una chispa que con el tiempo se convertiría en un incendio incontrolable. Francesca Lazo, la madre de Adriano, notó el comportamiento extraño de Nicola, pero lo atribuyó al amor paternal y a la sobreprotección.
El día en que Adriano nació, Nicola estaba en el hospital, su corazón latiendo con una mezcla de emoción y ansiedad. Cuando finalmente pudo ver a su hijo, lo tomó en sus brazos y lo llevó al cunero. Allí, en la soledad de la habitación, se inclinó y besó a Adriano en los labios. No fue un beso casto y tierno, sino largo y apasionado, como si estuviera sellando un pacto oscuro y secreto. Los labios de Nicola, firmes y decididos, se movieron sobre los del bebé, quien, inconsciente, no pudo hacer nada más que recibir aquel beso que marcaba el inicio de una relación tormentosa.
«Mi pequeño Adriano,» susurró Nicola, su voz temblando de emoción. «Serás mío para siempre.»
Con el paso de los días, Nicola comenzó a visitar a Adriano con más frecuencia, siempre encontrando excusas para estar a solas con él. Una noche, mientras Francesca descansaba, Nicola tomó a Adriano en sus brazos y lo llevó a una habitación aislada. Con una sonrisa perversa, sacó su pene, ya erecto y palpitante, y lo acercó a la boca del bebé.
«Toma, mi pequeño,» murmuró, su voz ronca de deseo. «Este es el verdadero sustento que te dará la vida.»
Adriano, con sus reflejos instintivos, comenzó a chupar el pene de su padre, tomándolo como si fuera un biberón. Nicola gimió de placer, sus manos temblando mientras sostenía la cabeza de su hijo, guiándolo en un ritmo lento y constante. Su verga, gruesa y venosa, se deslizaba dentro y fuera de la boca del bebé.
«Eres mío, Adriano,» susurró Nicola, sus ojos cerrados en éxtasis. «Solo mío.»
Cada vez que Nicola cuidaba de Adriano, encontraba una nueva manera de explorar su cuerpo. Con el tiempo, comenzó a introducir sus dedos en el pequeño culito de Adriano, preparándolo para lo que vendría. Adriano, aún incapaz de entender lo que estaba pasando, se retorcía de placer, su cuerpo respondiendo a las caricias de su padre.
«Shh, mi pequeño,» susurraba Nicola, su voz suave y tranquilizadora. «Papá solo quiere hacerte sentir bien.»
Una noche, mientras Francesca dormía, Nicola llevó a Adriano a la cama y lo acostó boca abajo. Con cuidado, separó las pequeñas nalgas de su hijo y observó su entrada virgen. Su pene, ya duro y listo, brillaba con la saliva de Adriano, preparándose para la penetración.
«Eres tan hermoso, Adriano,» murmuró, su voz temblando de emoción. «Y pronto, serás completamente mío.»
Con un movimiento lento y deliberado, Nicola comenzó a introducir su verga en el culito de Adriano. El bebé se retorció, pero Nicola lo sostuvo firmemente, susurrándole palabras de aliento y deseo.
«Shh, mi amor,» susurró. «Solo relájate y déjame entrar. Será placentero, lo prometo.»
La verga de Nicola, gruesa y palpitante, se deslizó lentamente dentro de Adriano, Nicola gimió de placer, sus manos apretando las pequeñas nalgas de su hijo mientras lo penetraba profundamente.
«Eres mío, Adriano,» susurró, su voz llena de pasión. «Eres el Amor de mi Vida»
Con cada embestida, Nicola sentía una conexión más profunda con su hijo, una unión que trascendía lo físico y se adentraba en lo espiritual. Adriano, a pesar de su inocencia, parecía disfrutar del acto, su cuerpo respondiendo a las caricias de su padre con gemidos suaves.
«Te amo, mi pequeño,» susurró Nicola, sus ojos llenos de lágrimas. «Y siempre te amaré.»
Cuando finalmente alcanzaron el clímax, Nicola se dejó caer sobre Adriano, su cuerpo temblando de éxtasis. Besó la espalda de su hijo, susurrando palabras de amor y posesión.
«Eres mío, Adriano,» murmuró. «Para siempre mío.»
Y así, en la soledad de aquella habitación, Nicola Porcella selló su destino y el de su hijo, iniciando una relación incestuosa y obsesiva que cambiaría sus vidas para siempre.
Excelente relato. como sigue?