El amor de mi vida III y final
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Manolitis.
La economía en mi casa no estaba muy bien, entonces Marcos, le propuso a mi madre que para ahorrar el alquiler nos fuéramos a vivir con él. A los tres nos encantó la idea y poco tiempo después estábamos todos bajo el mismo techo. Era un departamento no muy grande que tenía 2 dormitorios y como mi madre y él no eran pareja, cada uno ocuparía un dormitorio y yo tenía que decidir con quien compartir habitación. Se imaginan a quien elegí? …
Por unos días solo teníamos 1 sola cama es así que dormir juntos estaba " blanqueado " pero luego de conseguir la segunda cama, aún así dormíamos en una. Mi madre permitía una relación casi excesiva, yo sospechaba que ella se daba cuenta lo que estaba pasando. Yo dormía absoluta y totalmente desnudo y Marcos en calzoncillos y mi madre a veces entraba y nos sorprendía abrazados como pulpos. También autorizó a que nos bañasemos juntos. O sea que las escenas sexuales tambien se daban en el baño. Por esa época había tomado como deporte la natación y ambos concurríamos a un club a nadar diariamente. Para facilitarnos las cosas mi madre consiguio un trabajo nocturno cuidando personas enfermas, no era todas las noches pero a veces coincidía que se ausentaba varias noches seguidas. Esto precipitó las cosas, lo que era inevitable estaba cada vez más cerca.
Cuando mi madre se iba por las noches, automaticamente nuestras ropas desaparecían y se abrían todas las puertas del goce.
Y así fue como poco a poco fue trabajando en mi ano para por fin ser penetrado cosa que yo deseaba desde hacía bastante tiempo. El trabajo sucedió asi, me recostaba en la cama con dos almohadas bajo mi vientre con la cola para arriba. Entonces Marcos comenzaba a besarme la nuca, la espalda y usando de guía mi columna guiaba su boca por mi surco hasta llegar al orificio deseado. Allí se concentraba lamiendo y haciendo un cucurucho con la lengua la introducía todo lo que podía en mi intestino. Yo sentía descargas de placer que me recorrían entero pero se concentraban en mi pene y testículos provocandome una sensación tan intensa que parecía que una llama indolora quemara mis genitales. A continuación con la llema de sus dedos comenzaba a hacer círculos alrededor de mi esfínter y lo masajeaba pacientemente. Todo esto era muy lento, sin ningún apuro. A veces en estas pocas tareas ya habían consumido un par de horas. Nos manteníamos con un estado de erección permanente y eso creo que nos transformó en verdaderos tántricos y logramos tener luego sesiones de sexo de más de una hora sin eyacular. La siguiente etapa era la introducción de una falange dentro de mi. Todo muy lento, disfrutando cada progreso. Con un dedo adentro se dedicaba a presionar las paredes de mi recto produciendo nuevas sensaciones. Más tarde con dos dedos puestos uña contra uña me introducía ambas yemas y después de dejarlas sin mover por un rato apoyaba cada una en lados opuestos de mi músculo anal y lo jalaba en direcciones opuestas así mi esfínter iba cediendo poco a poco sin darme cuenta siquiera. Para no retroceder lo ganado y después de haber conseguido un grado de relajación me dejaba en mi interior algún objeto. Habíamos descubierto que un osito que yo tenía de pequeño tenía un brazo romo con un esqueleto de goma forrado en trapo que era muy apropiado para mantener mi hoyito abierto. Y como su calibre aumentaba podíamos regular la apertura. Mientras el osito cumplía su función, Marcos me seguía besando por todo el cuerpo y succionando mi no tan pequeño pene como si le fuera la vida en ello.
Me acuerdo de la fecha era una cálida noche de septiembre con aires de primavera cuando sucedió. Me lo preguntó en la tarde, si todavía quería ser penetrado. Le dije que si, que lo deseaba con cada célula de mi cuerpo. Esa noche, ya solos, los pasos iniciales pasaron con rapidez, el oso descansó y fue un privilegiado voyeur. La dilatación con los dos dedos con las yemas hacia afuera fue más intensa y más profunda. En un momento logró separar los dedos y dejar un pequeño espacio en el medio. El ubicó la punta de su pene en ese espacio y a la vez que retiraba los dedos fue introduciendo su cabeza. Por primera vez mi esfinter apretaba un pedazo de su glande. Muy despacio y aplicando mucha crema fue empujando y mi agujerito cediendo. Casi no dolía apenas una ligera sensación de ardor alrededor. Así estuvimos por bastante tiempo sin movernos y solo después que me preguntó unas cien veces si me dolía y yo decirle que no, se animó a empujar un poco. Sentir como su cono progresaba y abría mi culito fue una de las cosas más deliciosas que sentí. Era sensacional sentir que parte de el estaba entrando en mí. El progreso siguió y pude sentir claramente el resalto que hizo al superar el surco de su cabeza. Fue un dolor agudo y profundo un agujazo que me traspasó las tripas. Se me escapó un ay y fue suficiente para que él detuviera todo empuje y se quedara más quieto que una estatua. Así paso un buen rato hasta que sentí que iba pdiendo dureza y retirándose casi sin despedirse. Si la entrada fue linda la salida fue descomunal. Me encantó sentir la sensación de su chipote retirándose lentamente.
Al día siguiente no podía esperar que mi mamá se fuera. Luego solos llegamos a la misma posición del dia anterior en la mitad del tiempo. Y en cuanto se movió para entrar un poco más se descargó dentro de mi con toda su energía. Quiza el estímulo del dia anterior o lo estrecho de mi túnel precipitó su explosión. Que sensación tan intensa saber que dentro de mí había una parte de él.
No me dolió para nada, al contario solo deseaba que se repitiera. Lo curioso es que durante el día tenía la sensación de aún tenerla adentro.
El oso definitivamente se jubiló y al cabo de un par de semanas ya me la había metido toda, quizá unos 15 cms pero aún no había bombeo. Solo timidamente se fue animando a moverse aun ritmo glorioso que me hacía ver las estrellas. En unos meses nos habíamos transformado en expertos, a mi me encantaba ponerme de frente a él con mis talones en su hombro porque de esta forma podíamos besarnos a placer. Algunas noches gravabamos con una cámara nuestros encuentros y después lo veíamos en la pc. Fue un gran error.
Pasó el tiempo y me empezaron a lir pelitos en mi pubis y de un día para otro mi pene empezó a crecer y pudimos cumplir la promesa de que el bebería mi primera eyaculación. Con el tiempo mi pene se puso tan grande como el, nuestras cogidas eran maratónicas y bastante salvajes. Nos peleabamos para ver quien hacía gozar más al otro y terminabamos empatados.
Un día bruscamente todo se interrumpió. Producto de nuestros errores. Tuvimos un intervalo obligado de 6 años. Retomamos la relación despues de ese tiempo. Yo en ese interín me enamoré de una bella chica y empezamos a noviar. El se alegró al saberlo.
Es curioso que no me atraigan para nada los hombres, lo que me atrae es mi ano y recto estimulado y ocupado por el pene de Marcos. El tampoco ha tenido otra experiencia gay, ni siquiera por la fuerza.
Cuando cumplí los 18 me fui a vivir solo. Solo tengo algo decidido. La mujer que quiera compartir su vida conmigo sabrá que me tendrá que compartir con Marcos. Aun a mi novia no se lo he dicho pero pronto lo haré. Espero se me cumpla mi sueño de estar penetrando a ella mientras que simultaneamente Marcos me entierra su hermosa herramienta.
FIN
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