El ángel del placer (parte 1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
-“Eh… yo…… no puedo hacerlo”.- lo sintió como una patada en sus testículos. Así más o menos fue su reacción, seguro que no pensaba una respuesta así de mi parte.
-“¿Qué?… ¿p-por q-qué?”.- tartamudeó. ”Te juro que me porto bien”
Uy. Es tan tierno ese niño. No me lo estaba poniendo fácil.
-“No es eso. Es… es solo que no puedo”
-“¿No te gusto?”.- dijo con los ojitos llorosos.
-“Ven Vicente”.- le hice un espacio al lado mío en la cama.- “quiero contarte algo”
Tragué aire e hice un flash forward y le conté lo que me pasó en el dichoso internado. (Que sinceramente espero que se haya quemado en el puto infierno). Su cara pasó por una metamorfosis impresionante por todo lo que iba contando y al parecer con todos los detalles que le di, se imaginó todo. Me sentí un tanto culpable por contarle eso y esperaba que no le haya generado un trauma al pobre porque no sería la idea que después de eso se volviera cura.
-“No quiero hacer eso contigo porque no me gustaría verte sufrir”.- le confesé después de terminar mi pequeño discurso.
-“….”- no decía nada, solo miraba el suelo como si ahí estuviera todavía el recuerdo que le había implantado.
-“Hey…. Mírame. De verdad que no es por ti. Solo quiero que disfrutes y yo solo te causaría dolor porque no tengo experiencia en eso”
-“Discúlpame”.- me sentía el más bastardo ser del mundo. Ni Dolores Umbridge podría ser tan despreciable como yo (o quizás si…. Es una perra).
-“No me pidas disculpas… tú no has hecho nada malo”.- le dije tomando sus manitos que estaban húmedas.
-“No sabía que habías pasado por eso”
-“Pues no tenías como saberlo”
Lo abrace muy fuerte, sintiendo su calor y suavidad. Esperaba que la consolación pasara de mi cuerpo al suyo por osmosis por último, para no verlo triste. Comencé a sentir miedo, pues pensé que haberle contado eso había sido un error, ya que Vicente todavía era un niño que intentaba explorar su cuerpo y sus límites.
Le dije que ya todo había pasado. Que yo lo había superado y había seguido adelante. También fui sincero y le dije que a pesar de todo el dolor yo igual había disfrutado y que estaba seguro que si Abraham me hubiese tratado con un poco más de delicadeza (y no como una licuadora humana) hubiese podido disfrutar más y evitar parte del dolor.
-“Vicente, tu eres un niño de buen corazón y muy lindo. Estoy seguro que encontraras a alguien para hacerlo. Obviamente alguien que te quiera y que tú quieras”.- La idea tampoco era que le prestara el culo al primer tipo que le meneara la verga. Yo daría mi riñón izquierdo para volver en el tiempo y haber elegido mejor.
-“Pero yo te quiero a ti y quiero que tú lo hagas”. ¡Santos ovarios! (Robín es nada al lado mío comparado con tantos [santos] que se me ocurren) Este niño era muy llevado a su idea y para nada tonto. Bueno, todos saben que últimamente los niños tienen sexo antes de siquiera saber cómo funciona lo que tienen entre sus piernas. Están más abiertos de mente y criando más carácter.
-“Vicho, escúchame”- le dije obligando a que me mirara a los ojos. Ojos… sus lindos ojos llenos de ternura y que aun conservaban ese resplandor infantil e inocente. Estaba seguro que en cualquier momento saldría Barney de allí. “Entiende que lo hago por ti”
Bueno en ese momento le di toda una charla que en el fondo decía que si no aceptaba tener sexo con él, no era porque no lo deseara, sino que quería y esperaba que lo disfrutara. Y yo no estaba completamente seguro de poder lograr eso precisamente ya que durante el proceso de mi desvirgue no fui muy participativo, así que fue poco lo que aprendí.
-“No quiero romperte”.-le dije. Y creo que no fue la frase más ideal porque sus parpados se abrieron como si alguien los hubiera tomado y separado.-“Ósea, no quiero acerté daño”
-“…”- estúpido silencio.
-“Mira. No espero que me comprendas pero solo quiero que sepas que si no hago esto es para no causarte daño y….”
-“Pues yo quiero que me lo causes”-Ok… es oficial. Este chico está loco. O es masoquista.-“Quiero decir que si es necesario eso para poder estar contigo, feliz lo aguanto”
Intentar convencer a un adolescente es una tarea épica. Hasta una muralla es más comprensiva. Bueno, no sé de qué me admiraba si yo era solo un par de años mayor. Aunque supongo que a pesar de mi edad era más maduro y entendía mejor los riesgos. No voy a negar que al escuchar eso mi corazón comenzó a darse cabezazos con furia contra mis costillas y que me hiciera sentir un chico muy afortunado. Pero no sé… ¿Es tan malo evitar el sufrimiento ajeno? “De los errores se aprende y de las experiencias se vive” dijo una voz en mi cabeza que justo en ese momento se le ocurrió hablar.
-“Oye… Esto es simple”.- se había recompuesto y estaba tomando una posición muy firme. “¿Te gustaría hacerlo conmigo?”
-“Pero…”
-“Pero nada. ¿Hablé en Alemán?”.- Pulga atómica ruda. Es chico (de edad), pero no tonto.- “¿Sí o no?”
-“Si me gustaría, no lo negaré”
-“Si tú quieres y yo quiero, entonces no hay peros que valgan”- Touched.
Les voy a ser sincero. Queridos lectores. Tú. Si, tú que lees esto. Te voy a confesar que sería muy hipócrita de mi parte decir que en el fondo no deseaba explorar ese orificio tan hermoso. Y que en la parte oculta de mi corazón esperaba que Vicente dijera algo así para convencerme de hacerlo. No sé si les ha pasado algo así. Es como esperar a que alguien te convenza para que tú mismo puedas autoconvencerte de hacer algo, justificando que la otra persona te respalda el acto. Pero de todas formas eso pasaba en un lugar muy pero muy oculto, pues la gran parte y lo que realmente quería era el bien de Vicente, y eso para mí era más importante que cualquier otro deseo.
No sé ustedes pero me encantaba ese niño. Tenía un algo que hipnotizaba. Su carácter y personalidad era como Justin Bieber para las niñas adolescentes, es decir, excitante, embriagador y seductor. Porque seamos sinceros (y con esto no pretendo generalizar) pero muchas chicas solo siguen a Bieber porque lo encuentra lindo y es su fantasía sexual.
Vicente era sin duda especial. Y muchos se darían con una piedra en los dientes antes de perder a alguien así.
Cuando se dio cuenta que me había convencido, el muy caliente, no perdió tiempo para comenzar el precalentamiento. Y de un salto se puso de pie y comenzó a mostrar las numerosas bendiciones y atractivos de su cuerpo. Me sorprendía su desplante, era sexy pero elegante a la vez. Dulce y a la vez salado. Tenía un toque de ambos polos.
Su pene estaba extremadamente duro y el color rosa pálido de su glande se tornaba cada vez más oscuro. Sus testículos en pleno desarrollo tenían un leve danzar debido a los movimientos que hacia Vicente y que invitaba a saborearlos como el más exquisito manjar (o chocolate… Me encanta el chocolate). Su delicadas caderas se contoneaban rítmicamente pero sin hacerlo ver femenino, sino que erótico y sensual, sin perder su masculinidad. Los músculos de su vientre se contrarían y relajaban marcando esa futura tableta y sus labios desesperadamente pedían a gritos un humeante beso.
De improviso giró dándome una vista de su retaguardia tallada a mano por el mismísimo Zeus. Ese culazo parecía un par de malvaviscos listos para comer o apretar y tenían ese tono pálido que hacia parecer que con solo mirarlo se podría desgastar. Y de pronto su pequeña mano bajo bruscamente e impacto si nalga derecha. ¡Sacrílego!. Jamás golpearía yo esa obra de arte. Mi corazón se retorció cuando escuche ese gemido tan sensual y luego se reventó cuando vi que su nalga había quedado con la mano prácticamente tatuada en un color rosa por la fuerza del golpe.
Traviesamente me giñó el ojo y caminó hacia mí. Con los brazos abiertos lo recibí y mi mano se fue directamente a su nalga y no con motivos sexuales, sino para acariciar la marca que había quedado y que todavía rasgaba mi corazón. Sus ojitos brillaron al ver lo que hacía y yo sin resistir tentación, me puse de rodillas y deposité un cálido beso que arrebató un suspiro de la boca de Vicente. A pesar de toda la excitación que tenía, el cariño por el solo hacía centrarme en su bienestar.
Me levante e hice que se acostara en la cama. Quería que se relajara y pusiera en alerta sus sentidos.
-“Cierra tus ojitos y piensa en cosas lindas”
-“Esta bien… Pensaré en ti”
-“¿Insinúas que yo soy una cosa?”- le dije levantando una ceja y ocultando una risa.
-“Eh… no. Me refería a lo lindo”- dijo incómodamente. Estúpido niño. Hasta incomodo se veía sexy. No sé cómo lo hacía. ¿Será su sangre Alemana? Si Hitler hubiese tenido esa mirada, todo hubiera sido diferente.
-“Lo sé Vicho… era una broma”.- y le besé la frente.-“Cierra tus ojitos”
Cuando lo hiso comencé con mi nueva labor. Darle todo el placer posible a ese niño. Esperaba que lo que alguna vez leí por internet y que mis malas experiencias, me ayudaran a no cometer muchos errores. Solo comencé por hacer lo que me gustaría que a mí me hicieran.
Me acerqué y le mordí suavemente el labio inferior, mientras que con mi mano izquierda acariciaba sus testículos y con la derecha masajeaba su nuca. Sentí en mis manos como su cuerpo se estremeció y como los pelitos de su cuello se erizaron, demostrando que era un buen comienzo.
Cada vez que tocaba un punto sensible sus parpados se apretaban y emitía un gemino apenas audible pero que separaba sus labios mostrando sus blancos dientes. Comencé a descender besando su mentón y me detuve a jugar con sus lindas tetillas. Las chupaba y eso a él le causaba cosquillas pues una nerviosa risa escapó de su boca. Sonreí internamente y pasé a jugar ahora con su ombligo. El pene de Vicente en ese momento se clavaba en mi pecho y lo sentía como un pequeño puñal extremadamente caliente. Bajé luego a su suave pubis que tenía ese esquicito aroma a vainilla (Después de eso cada vez que percibía el olor a vainilla me excitaba) que me volvía loco. Le hacía unas pequeñas succiones que dejaban unas pequeñas marcas rosas a su paso y unas manchas de humedad.
Luego llegué a ese pequeño pene que en unos pocos años se convertiría en un gran pedazo de verga rompe culos. Para su edad era grande y estaba seguro que cuando se desarrollara por completo tendría un gran artefacto entre las piernas que podría usar hasta de arma. (Joven muere por vergazo en la cabeza que le fracturo el cuello. Si, lo sé. Imaginación hiperventilada)
Su verguita tenía un ligero sabor salado y al entrar en contacto con el calor de mi boca, dio un respingo acompañado por un sensual gemido de placer. Fácilmente podía introducir todo su pene en mi boca y a la vez con la lengua masajear sus testículos. Mis sonidos de succión eran acompañados de los jadeos de Vicente y también de unos pequeños movimientos pélvicos que me invitaban a introducir más su trocito de carne.
Dejé la mamada y comencé a bajar aún más, pues tenía que llegar al objetivo final que era penetrar ese culito hasta encontrar petróleo. Por momentos pensaba que teníamos mucha suerte de que no nos hubiesen ido a interrumpir y en cierta forma me preocupaba, pues quería que este fuera un momento perfecto para él, pero la preocupación a veces me distraía del trabajo oral que hacía.
Cuando al fin llegué donde mi precioso, no podía creer lo lejos que había llegado con Vicente. Estaba tan cerca de esa preciada zona pero no asumía que esta vez yo estaba en el otro lugar, es decir que yo era el que iba a penetrar. En la posición que estaba Vicho no podía lograr una visión completa pero con mis dedos separe sus nalgas para poder ver en todo su fulgor al todavía virgen conducto. Se veía completamente arrugado y apretado, estaba con un ligero brillo debido a la transpiración pero que lo hacía ver muy sexy y jugoso.
No podía aguantar más, mi cerebro se fue a mi lengua y activo todos los terminales nerviosos para sentir sin perder detalles cada sabor y textura de ese anito. En el momento que hice contacto sucedieron dos cosas al mismo tiempo: primero, Vicente lanzo un gemido de prostituta en celo que se vio obligado a callar con sus manos. Y segundo, que en la punta de mi lengua se juntó una cantidad impresionante de saliva.
El calor que irradiaba se traspasó a mí lengua, el sabor delicioso hizo bailar a mis papilas gustativas y el tacto con esa zona hiso que mi pene lanzara un escupitajo de líquido pre-seminal que sentía escurrir por el tronco de este. Elevé mi vista y me encontré con un chico totalmente diferente. Su rostro reflejaba una excitación impresionante, su boca ligeramente abierta que prácticamente babeaba y su estómago que subía y bajaba a una gran velocidad. En cualquier momento pensaba que entraría en paro cardiaco o algo así, pero que ni se le ocurriera porque mi pene estaba a full y después de toda la insistencia si o si iba a penetrar algo y realmente deseaba que fuera su culito. Era eso o tener que masturbarme, deprimentemente solo.
Olvidé eso macabro que pensé y seguí con mi tarea. Con la punta de mi lengua acaricié cada pliegue de su ano y por más que intente no pude abrir esas estúpidas puertas. Así que me acordé del famosos dedito explorador y de su gran utilidad en esto de abrir culitos vírgenes. (Quien fuera dedo indicé. Si nos pudiera hablar, quizás que cosas nos contaría sobre los lugares donde ha estado. Bueno, también está el dedo medio, pero él es más obsceno).
Me acordé además del lubricante pero ¿Dónde rayos encontraría eso? Si salía de la habitación alguien me podría ver y sería difícil explicar por qué iba caminando por la casa tan tarde y con tres piernas (Lo exagere un poco, pero bueno, le tengo fe a mi herramienta) o con una carpa en el lugar donde debería estar un pequeño bulto. Porque de algo estaba seguro y eso era que ni con una ducha de agua fría podría bajar mi fabulosa erección que más encima le dio por creerse manguera pues no dejaba de botar líquido.
Liquido… ¡santos espermatozoides! Tenía el lubricante perfecto y lo podría obtener directo de la fuente. (Me sentía como una vaca a punto de ser ordeñada pero con la emoción de que podría usar eso para mí beneficio y no para el de otros como lo es en el caso de una vaca verdadera).
-“Vicente… ¿Estás listo?”.-momento de tensión. Si me decía que no, me valía verga, lo iba a hacer igual. (Mentira)
-“S-si”.- no estaba muy comunicativo y tampoco muy oxigenado porque pareciera que le hubiera costado mucho escupir esa respuesta.
-“Aquí vamos… Empezaré con un dedo. Me avisas si te duele mucho.”
Junte saliva en su entrada y la mezclé con el líquido pre-seminal que tenía mi dedo. Cuando hizo contacto su anito se contrajo apretándolo aún más.
-“No aprietes aún, o será más difícil”
-“E-es q-que me… me da ne-nervio”
-“Si, y también te pones tartamudo. Pero solo relájate, confía en mi”
En el momento que se relajó hice una ligera presión. La punta de mi dedo entró y fue bien recibida pues solo escuché un débil suspiro. El calor húmedo abrazó mi dedo, los músculos del anillo anal en vez de expulsar al intruso lo invitaba a entrar y yo ni tonto me limpié los pies y entré.
-“¿Estas bien?”.- quería saber si iba bien.
-“S-si… siento extraño pero no me duele y… ohh”.- ese gemido me trajo recuerdos. Creo que toque ese mismo lugar que años atrás me habían tocado.-“Eso fue raro”
-“¿Te dolió?
-“Noo, al contrario. Fue rico. ¿Qué era?”- No era el momento de hacerle clases de anatomía.
-“Era un lugar muy interesante que hace sentir rico a los hombres”.- esperaba que con eso no hiciera más preguntas.
El calor de su interior era muy embriagador. Lo estrecho hacia una suerte de vacío dentro, que succionaba mi dedo. Llevaba la mitad de mi falange y me di cuenta que necesitaba más lubricación. Entonces exprimí mi pene que por suerte seguía produciendo más líquido y lo unté en mi dedo para volver a la cueva. Dentro la carne de las paredes de su ano se sentían tan cálidas, suaves y húmedas, y también tan estrechas que no aguantaba la espera. Quería penetrarlo ya. Pero intente pensar con el corazón y no con la cabeza de mi pene.
Cuando tocaba ese punto tan entretenido, notaba el espasmo de placer que recibía Vicente pues era acompañado con un apretón que estrangulaba mi dedo. Pobre dedito mío, solo eran un peón preparando el camino para el dedo número 21.
-“Ya está… entro a fondo el primero. ¿Lo puedes sentir?”.- y lo comencé a mover de lado a lado, sintiendo la resistencia que ponía su interior a ese movimiento.
-“Ay… claro que si”
Yo también lo sentí. Para que se lo imaginen y lo intenten (aunque creo que todos saben pero estoy seguro que más de alguien que este leyendo esto no sabe cómo es) pongan un dedo en su boca y déjenlo sobre su lengua, luego con su boca succionen el dedo y después muévanlo lentamente. Esa resistencia más o menos se sentía dentro de ese culito.
Muy despacio saqué el dedo y puse en marcha mi lengua otra vez. Descubrí que podía introducir parte de ella, así que sin más me lance a explorar pero ahora con la reina de los sabores. Gemidos escaparon de la garganta de Vicente ya que la exploración era acompañada de un ligero masaje testicular. (No quería masturbarlo porque sabía que se correría de lo excitado que estaba). Pude introducir la punta de la lengua y comencé a depositar la mayor cantidad de saliva porque ahora se venía el segundo dedo.
-“Ya campeón, vamos por el segundo”- le daba ánimos para que no se asustara.
-“Ok. Ten cuidado Killian”-por eso me gustaba este chico. Tenía cojones y jamás se negaba por muy asustado que estuviera.
Preparé el segundo dedo, lo llené de saliva, un poco de lubricante “Mipalo” (marca registrada) y comencé la expedición. Me costó un poco introducirlo y por la cara de Vicho supe que le había dolido, así que lo deje inmóvil por unos segundos hasta que Vicente me dio el verde para continuar. Ahora sentía el lugar aún más estrecho para mis dos dedos pero cuando llegué al punto de placer, me di cuenta que Vicente aun lo disfrutaba. Cuando estuve a una profundidad aceptable comencé a hacer como tijera con mis dedos para ensanchar el camino y me di cuenta que eso era rico para Vicente porque un suspiro acusador lo reveló.
De pronto se me ocurrió una morbosa idea para dilatarlo. Con los dedos índices de ambas manos separe las paredes del culito de Vicente, dejando un diminuto espacio lo suficientemente expuesto para dejarle caer mi saliva. Luego caí en cuenta que no era tan necesario introducir 3 dedos como lo hizo Abraham ya que mi pene todavía no alcanzaba un grosor tan potente como para hacerle tanto espacio.
-“Llegó el momento”- Rafael Araneda no era nada comparado conmigo en ese momento (los de Chile entenderán).
– “Abraza tus rodillas Vicente y respira que estas azul”
-“E-es que… Uff… Dale”
Cuando sus rodillas tocaron su pecho me di cuenta que su culito quedaba un poco más abierto en comparación a la otra posición en que estaba, por lo que supe que la decisión de solo llegar a los dos dedos, fue la correcta. Los volví a introducir para asegurarme que los recibía bien y aprovechando la abertura que dejé, hice caer unas gotas de pre-semen en su ano.
-“Muy b-bien”.- La emoción y excitación, impedían que hablara de corrido.” Si sientes el más mínimo dolor, me avisas y paro. Cuando te la meta quiero que relajes las pompis y al sacarla quiero que aprietes con todas tus fuerzas”
Hizo una seña con la cabeza para indicarme que había entendido. Conté hasta 4 (porque hasta 3 es muy cliché) y coloqué mi glande gordito en las puertas del paraíso del placer. Empujé suavemente encontrando una pequeña resistencia pero que poco a poco cedía debido al trabajo de dilatación y a mi lubricación. A la mitad del glande encontré una resistencia más fuerte y le dije a Vicente que pujara un poco y al momento de hacerlo mi glande entro por completo. Sentí un gran calor alrededor de mi pene y también un fuerte apretón, acompañado de un chillido.
Me quedé quieto saboreando las sensaciones que experimentaba mi glande y también poniendo todo de mi parte y mi fuerza de voluntad para no seguir penetrando esa gloriosa cavidad. Su respiración se normalizo y me dio el permiso de seguir. Lentamente continué empujado y venciendo cada resistencia que su cuerpo me ponía. Sabía que le dolía porque ponía muchas muecas de dolor, pero en ningún momento me pidió que parara ¡Santos perforadores! Vicente fue muy valiente.
El calor y la fuerza que ejercía el conducto de Vicente sobre mi pene causó que mi orgasmo estuviera a segundos. No podía aguantar tanto pues era mi primera vez penetrando y esos estímulos eran nuevos y fuertes para mí. Sobre todo cuando apretaba porque todas esas sensaciones se elevaban a la quinta potencia. Pero para evitar el orgasmo me detenía y me pellizcaba el muslo. No era muy ortodoxo pero no se me ocurría otra manera, ya que aunque me imaginara a un perrito muerto no iba a ser suficiente como para detenerlo.
Solo faltaban dos centímetros para tocar fondo y cuando al fin su perfecto culo tocó mi pubis, una alegría burbujeante nació en mí. Deje caer mi cuerpo y ayude a Vicente a sostener sus piernas.
-“Ya está…. Vicente, esta todo adentro”- dije con felicidad.
Una sonrisa de alegría se armó en sus labios.
-“Es genial, pero aún me duele”
-“Si, lo sé, es normal, pero a medida que bombee se irá disminuyendo el dolor”- o por lo menos esperaba eso.
Me sentía en el cielo, en una nube viendo a la tierra. El calor de su cuerpo era esquicito, su humedad era la perfecta, mi pene estaba en la gloria. Todavía lo tenía en el fondo de su cuerpo y esperaba a que se acostumbrara un poco para continuar a la siguiente etapa. Cuando me dio la señal, comencé a retirarlo y sentía que a medida que lo sacaba, me iba llevando parte de su interior. Era una estreches deliciosas y abrazadora, que se adhería como un imán al metal.
Mientras sacaba lentamente mi herramienta, Vicente emitía hermosos sonidos, que los acompañaba con unos fuertes apretones en el tronco de mi verga. Cuándo saqué mi glande, quedó unido al ano de Vicente por un hilo de pre-semen que todavía brotaba en grandes cantidades. Su apretado y rosado culito, ahora estaba profanado. Estaba un poquito más grande (Casi como la circunferencia de un dedo meñique) y de un rojo sensual, bañado con una capa de baba transparente que lo hacía reluciente y chupable.
-“¿Estás bien?”
-“Ajám… Siento mi culito abierto y baboso…. Me gusta”.- Eso fue genial. Sentí que lo había hecho bien pues estaba logrando el objetivo principal. Que Vicente disfrutara.
-“Me siento feliz”-le dije.
Y si esperar respuesta, dejé ir lentamente mi pene en su canal trasero. Esta vez entro sin tanto impedimento pero aun así tuve que aplicar fuerza pues la estrechez era grande. Me mordía los labios para evitar el orgasmo pues su calidez y suavidad interior, frotaba mi glande que ya estaba muy sensible y ansioso por liberar su contenido.
Me incliné de manera muy olímpica y encerré su pene entre mis labios. Casi se corre en ese instante y me asustó. Digo que me asusté porque de la nada abrió sus ojos y boca de manera casi tétrica. En cualquier momento veía que salía el demonio de su boca como en una película de terror, pero gracias a Odín no fue así.
Dejé su pene para no hacerlo tener su orgasmo todavía y me dirigí a su boca. Estaba seca pero me encargué de humedecerla. Sus labios eran deliciosos y sus besos dulces. (ojalá algún día puedan sentir lo que es un beso dulce) Continué mis besos por la débil línea de su mandíbula que pronto se marcaria más y llegue hasta su oreja. Justo en ese momento, Vicente apretó su culito y me arranco un ronco gemido.
-“Eres…ohh… eres una maquina… eres genial”.- Le susurré muy cerca de su oreja y succioné su lóbulo.
-“Ay… ahh”.- Fue lo dijo. Espero que no haya sido un insulto. Pero lo interprete como que iba en buen camino.
Mientras los besaba y gemíamos, comencé a aumentar la velocidad. Mi mete-saca era un poco torpe, pero luego de unos minutos tomé el ritmo de las embestidas. Vicente apretaba de manera deliciosa y sentía la humedad de su culito desde la punta de mi glande, hasta la base de mi pene, al igual que la fricción que acariciaba toda la longitud.
Sus ojos se ponían blancos y rezaba para que no se dieran vueltas. Vi que tendría su orgasmo porque estaba comenzando el baile prostituta epiléptica, típico de quienes tienen un orgasmo salvaje. Con una mano tape su boca, ahogando los gritos (porque eran gritos, en toda regla) y comencé a succionara su pene de manera alocada para causarle el mayor placer y estimulo posible.
Su culo se contrajo de una forma cabrona. Me estrujo el pene en todo su largo y me causo uno orgasmo maravilloso que tuve que ahogar en el pene de Vicente. La electricidad recorría toda mi espalda y los disparos de semen en su interior me hicieron sentir que mi alma se escapaba por el pequeño orificio de mi glande.
Sus piernas cayeron sobre mis hombros y mi cuerpo quedó sobre su vientre. Ambos respirábamos de manera torpe como si fuéramos peces fuera del agua. La cara de Vicente era un poema, un poema que trataba de un niño drogado o algo así, pues estaba ida.
-“¿Estás bien?… ¿Vichito?”
-“Wow… (Insertar frase Alemana)”.- No sé lo que quiso decir con esa palabra que sonaba como si me hubiese insultado a todos mis parientes. Como sabrán el Alemán no es un idioma muy romántico o tierno.-“Me encantó… Eres genial”
-“No… tu eres genial. Eres un ángel. El ángel del placer”.-
Nos quedamos ahí un par de minutos. Mi pene lentamente salió agachado como un soldado derrotado, aunque de derrotado no tenía nada. Su culito, se veía hermoso, precioso, divino. A pesar de estar un poco más abierto de lo normal, se veía totalmente apetecible pues era un pequeño botón rojizo y mojado de mi semen.
Fui a buscar papel higiénico a su baño, lo humedecí y limpie todo lo que chorreaba de su interior. Salía una mezcla de semen y sangre. Me asusté, pero me di cuenta que Vicente no se veía tan incómodo. Su pongo que sentía lo mismo que cualquier otro chico que tiene sexo por primera vez.
La sonrisa lo acompañó en todo momento mientras lo limpiaba. Había sido un momento perfecto y que jamás íbamos a olvidar. Sin todavía ponernos ropa me puse arriba de él y nos fundimos en un beso de agradecimiento. Sus manos se aferraron a mis glúteos, masajeándolos con suavidad.
En ese momento tocaron la puerta y sin esperar respuesta… se abrió.
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