EL ANSIA QUE PABLO ME CAUSÓ
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Eso de dar el culo no es lo que más me gusta. Pero a veces sucede que conoces una persona en extremo diferente, sensual, que te inspira a hacer cosas nuevas y te lanzas. Sucedió conmigo hace poco. Conocí a Paulo. Paulo es un hombre de hermosa apariencia, algo delgado, de treinta y pocos años. De complexión atlética me recordó a un jugador famoso de futbol brasileño. Suerte la mía que le caí bien porque de mi parte, debo confesar , hacía tiempo no me emocionaba tanto al conocer a una persona. Es que Paulo es de una ciudad interiorana donde él no puede exhibir su homosexualidad abiertamente y se nota discreto y algo tímido pero en sus ojos un deseo muy grande, el deseo de coger rico con otro macho. Fui el escogido esa noche.
Después de conversar un poco mientras tomábamos unos tragos, yo lo invité a un lugar donde podíamos estar solos. El aceptó. A solas nos quitamos la ropa y descubrimos nuestros dotes. Paulo me ganó. Este varón tenía tremendo dote. Una verga de más de 20 cm de longitud, gruesa en extremo y muy bella. Luego estaba dura como una piedra, mostrando venas y una cabeza roja. Me la metí a la boca y se la chupé un buen rato. Luego le besé y le mordí las tetillas. Paulo suspiraba, gemía y su temperatura corporal comenzó a subir. Después de chupársela un buen rato, Paulo se me posicionó atrás y arrimó su verga a mis nalgas. Yo me doblé para facilitar el contacto. Mientras frotaba su verga en mi culo, Paulo apretaba mis tetillas con sus dedos y me besaba en la nuca. Yo lo disfrutaba y mi verga en ristre comenzó a corcovear. Paulo entonces me habló al oído: quiero metértela. Está bien, le contesté. Saqué lubricante y pasé por mi ano y unté la verga de Paulo. Me quedé de cuatro patas a la orilla de la cama esperando el invasor. Paulo pasaba un dedo por mi culo y me lo metía para preparar camino. Metió dos dedos y los giró de un lado para otro.
Después arrimó su verga. Sentí su glande aplastando mi esfínter y grité. Me estaba doliendo. Paulo sacó su pene y pasó el dedo otra vez. Me la arrimó de nuevo. Empujó rápido y la cabeza entró. Suspiré. Me dolía mucho pero decidí aguantar. Poco a poco Paulo hundió toda su pija en mi culo. Yo comencé a sudar copioso tanta era mi angustia. Como pude metí mi mano por debajo del cuerpo y toqué los testículos de Paulo y confirmé lo que quería. Si, la verga de Paulo estaba toda dentro de mí. Increíble. Nunca antes me habían metido una verga de ese tamaño. Le pedí a Paulo que se quedara quieto un momento para acostumbrarme, que mi culo se acomodara. Y comenzó el metisaca. Me dolía cuando entraba semejante verga y tocaba bien hondo. Por un momento quise desistir y me la quise sacar pero Paulo no dejó. Me sujetó fuerte por la cintura y me susurró: -aguanta, de aquí a poco no te duele más-. Afligido contesté: -está bien pero métemela despacito-.
Paulo atendió a mi pedido y deslizó su verga centímetro por centímetro. Yo continuaba sudando y quería llorar del dolor. Paulo entonces me colocó de gallinita asada. Así la penetración fue más profunda pero me dolió menos, quizás porque mi culo ya estaba estirado. Paulo inició un acelerado pistoneo, metiendo su verga con fuerza. En una de sus embestidas, su pija gruesa tocó mi próstata y provocó una pequeña eyaculación en mí. Sentí rico. A partir de ahí aquella pija se convirtió en objeto de placer puro. A cada cogida yo me estremecía todo y gozaba un poquito. Quería prolongar por una eternidad aquella sensación. Pero Paulo dio señales que su orgasmo estaba llegando. Aceleró el metisaca, se inclinó para besarme, mordió mis tetillas, se estremeció y gozó. Que rico sentí su verga expandiéndose a cada chisguete de semen que salía. Sacó su verga y mi culo comenzó a recogerse a su tamaño normal. Pero era rico aquello que sentía y era como si mi culo deseara otra vez sentir aquel inmenso miembro dentro. Pero ahí terminó aquella cogida. Paulo viajó al día siguiente para su ciudad distante unos mil km. No había completado un día cuando deseé a Paulo, su verga hermosa dentro de mí. Imposible. Aquel deseo insatisfecho se convirtió en ansia y por eso salí en busca de una verga alternativa. Recordé a unos chicos que conocía dueños de hermosos falos.
No había completado un día cuando deseé a Paulo, su verga hermosa dentro de mí. Imposible. Aquel deseo insatisfecho se convirtió en ansia y por eso salí en busca de una verga alternativa. Recordé a unos chicos que conocía dueños de hermosos falos. Encontré a kleber. Apalpé su pene por debajo de la toalla. Si, calculé que era grande ya erecto. En poco tiempo estaba de cuatro patas con el culo en pompa esperando sentir la verga del chico. Este me la metió y me culeó rico. Yo gemía profundo disfrutando de ser cogido. Imaginaba que era Paulo. Kleber eyaculó buena cantidad de esperma dentro del condón. Le pagué. Pero no me quedé satisfecho. Entonces contraté a Fabricio. Este poseía una verga mas gruesa que la de Kleber. Un chico blanco, alto, delgado y muy caliente. Cosa que comprobé cuando estaba con él en la cama. Fabricio ofreció su culo para que se lo chupara. Su culo y su escroto. Yo se lo chupé. También su verga. Hasta que esta se quedó dura. Me puse de cuatro.
Quería que me cogiera como lo había hecho Paulo. Me la metió. Le pedí que me cogiera con ganas. Así lo hizo. A cada embestida de Fabricio yo empujaba mi culo para ir al encuentro de aquella gorda pija. Me ardía el ano. Pero mi placer era mayor. Imaginaba a Paulo. Fabricio gozó rápido. Yo después de él. Desfallecimos. Fabricio me hizo prometerle que me lo cogería la próxima vez que nos encontráramos. Mi ansia por verga como la de Paulo continuó. Deseaba encontrar a Vandam. Un chico dueño de enorme verga. Lo encontré. Lo contraté. Yo conocía a este boy. Muy profesional. Conocedor de las cosas. Antes de metérmela me lubricó bien. Me abrió las piernas. Jugueteó con mi ano, arrimó su verga y empujó su glande. Después de un rato me la ensartó. –ahhhhhh-, gemí yo al sentir que entraba. La verga de Vandam era más grande que la de Paulo. Cuando ya la había metido toda comenzó el metisaca. Era mezcla de placer y dolor. Pero el placer era mas grande. Me entregué. Abrí bien las piernas y le pedí a Vandam que me cogiera y que eyaculara dentro de mí. Vandam empujaba fuerte y sudaba con el esfuerzo. –me corro,, me corro-, anunció. Pero sacó su pene y derramó su semen en mi barriga. Después me besó. Mi culo se quedó dilacerado. Me ardía mucho. Así todo reventado regresé a mi casa. Me fui a dormir. Fue bueno haber dado el culo para varios. Pero mi ansia por Paulo no disminuyó. Creo que es por él que tengo deseo. A él si yo iba a darle mi culo muchas veces, todo el tiempo. Solo a él.
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