El Artista
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estaba disfrutando de una tarde como cualquiera en él balcón de mi casa mientras hurgaba en mi instagram, cuando me di cuenta que había una nueva solicitud de alguien que quería seguirme.
La verdad me sorprendí, aunque no le di demasiada importancia, solo acepté.
Se trataba de Nico, muchacho al que había ayudado el semestre anterior con algunas cosas de la universidad y nos caímos bien, pero no eramos amigos.
Pulsé sobre la pantalla para ver sus publicaciones y me quedé anonadado al ver que se trataba de un artista, cuya faceta desconocía.
No paraba de ver sus dibujos, son asombrosos y capturan la atención de cualquiera.
Bueno, una vez que salí de la red, lo olvidé.
Comenzó un nuevo semestre en el cual yo no estaba inscrito porque ya había culminado la universidad, sin embargo me aventuré a ir.
Me encontré con muchos amigos que no había visto desde hace algún tiempo por motivo de las vacaciones y me quedé conversando un rato, hasta que me moví para saludar a alguien más y los perdí de vista.
Entonces comencé a buscarlos.
Caminé hasta el cansancio por toda la facultad sin éxito, así que me detuve en un pasillo muy concurrido y me llevé una grata sorpresa, me encontré con Nico.
—Hola hombre ¿Cómo estás?
—Hola, muy bien —me dijo sentado desde su silla—.
Pensé que ya habías terminado con la carrera.
—Así es —dije—, solo que he venido de visita.
Por cierto, tus dibujos están de muerte.
—¿De verdad te gustan?
—Claro ¿Por qué no habrían de gustarme? Son los mejores que he visto —él sonrió con timidez y bajó la vista.
En ese momento me di cuenta que estaba hablando con alguien que a pesar de poseer un talento majestuoso, era alguien sencillo.
—Deberías dibujar algo más grande.
Como una ciudad —le propuse.
—Me gustaría, pero no tengo la mesa.
Hace falta una mesa profesional.
—¿La universidad no puede dártela?
—No lo sé.
—Déjame que intento.
Seguro tengo algún contacto que nos pueda ayudar —sus ojos brillaron de emoción.
Me retiré mientras hacia la llamada.
Hablé con uno de los dirigentes estudiantiles que es amigo mío y no vio problema en donar una mesa a un joven artista que estudia con nosotros.
Así que lo había logrado.
Cuando le comunique a Nico que ya tenía una mesa y que se la podía llevar cuando quisiera, se emocionó tanto que me dio un abrazo muy emotivo.
—Gracias, amigo —me apretó fuerte.
Antes de irse, recogió todas sus cosas para buscar la mesa y llevarla a donde sea que viva.
Entonces volteó y me invitó a almorzar a su casa al día siguiente —que sería viernes— para celebrar la adquisición de la mesa y que yo le había colaborado desinteresadamente.
Sin vacilar acepté.
Al otro día, antes de entrar por el pasillo del edificio 89 donde me dijo que vive, verifiqué el mensaje que me había enviado con la dirección.
No me había perdido, afortunadamente.
Atravesé la puerta y seguí por las escaleras hasta llegar al departamento con la puerta verde césped.
Toqué.
Nico salió con una gran sonrisa a recibirme y nos dimos la mano, cuando entré me di cuenta de que en realidad vive solo y está residenciado como me dijo alguna vez.
Mire hacia su pequeño estudio, lleno de fotografías y dibujos hermosos.
Me acerqué a la mesa para mirar la hoja que estaba tendida sobre ella pero rápidamente se interpuso entre ella y yo para no dejarme observar lo que estaba dibujando.
—No me gusta que vean mis dibujos sin que estén acabados —me dijo muy nervioso, como tratando de ocultar otra cosa.
—Vale.
No ha pasado nada.
Traté de ignorar lo que acababa de suceder y dejé mi mochila en la silla que estaba al lado de la mesa.
Nico me mostró el resto del departamento, la extraordinaria vista que tiene de la plaza de la ciudad y de las concurridas avenidas de por aquí.
Hasta que se hizo la hora de almorzar.
Nos sentamos a la mesa.
Nico había preparado arroz, pollo y ensalada.
No tenia que sorprenderme, siendo tal artista era evidente que fuera bueno en otras cosas.
Mientras degustábamos sentía que él me veía constantemente, lo cual me incomodaba.
—Lucas —me dijo ensanchando los ojos—, quiero decirte que.
—¿Si?
—Yo, pues.
—y comenzó a ahogarse, pensé que se le pasaría pero no, cada vez se le veía mas roja la cara y hacia gestos para que lo ayudara.
No era muy bueno en primeros auxilios, pero recuedo lo que me enseñaron en el ecampamento de verano cuando era un niño.
Así que lo intenté.
Le abracé desde atrás y puse mi dedo pulgar en la boca de su estómago e hice presión hasta que salió lo que estaba obstruyendo su respiración.
Me encontraba muy asustado.
Cuando lo tuve de frente vi las lágrimas que le salían y corrían por sus mejillas.
Eso, mezclado con mi anghustia me hizo ponerme triste al instante, se le notaba desprotegido.
Lo abracé fuerte y le exigí que nunca más me diera un susto como ese.
Puse mi frente sobre la suya para captar su atención porque lo veía distraído.
—No me hagas esto de nuevo, por favor —le dije teniendo a milímetros de rozar nuestras narices—, que susto el que me has dado.
—Lo siento —Cuando habló, me di cuanta de lo cerca que estábamos también de besarnos y me alejé de golpe.
—¿Qué ibas a decirme antes de ahogarte?
—Nada —se ruborizó aunque no hice caso de eso y volví a preguntarle.
—Anda hombre.
Dime que ya has abierto la duda.
—Lucas —hizo una pausa—, me da vergüenza decirlo, pero.
Tú me gustas.
Cuando sus palabras terminaron de salir de su boca y entrar en mis oídos.
Salí disparado del departamento.
En mi casa no pensaba en otra cosa más que en lo que Nico me había confesado.
Entonces deduje que esa era la razón para haberme ubicado en mis redes sociales.
Tenia un fuerte palpito en el corazón y no sabía de qué se trataba.
Recordé que por salir en bala de su departamento dejé abandonado mi mochila, que tenia mi billetera y con ella todos mis documentos importantes.
Así que debía volver por ella porque no pretendía pasar el fin de semana indocumentado o me iría mal.
Llegué al edificio, subí las escaleras y me encontré de frente con la puerta verde semi abierta, de la misma forma en que la había dejado hace unas horas.
Pero ya era de noche.
Entré, cuando doy dos pasos dentro del departamento me encuentro a Nico saliendo del baño y trae un paño blanco que tapa su desnudez, pero puedo admirar el resto de su cuerpo.
La verdad es que nunca me había fijado en cuan hermosa puede llegar a ser la anatomía de un hombre cuando su piel está cubierta de diminutas gotas cristalinas producto de una ducha.
Esos pensamientos me incomodaron, también la forma en la que me propuse a mirarlo.
Nico se me acercó.
—Lucas.
—Vine por mi mochila —logré decir torpemente.
Nico me tomó del brazo y me acercó a su pecho.
Estaba temblando, ambos estábamos temblando.
El agua que lo cubría me estaba mojando y algo comenzaba a notarse por debajo de la toalla.
No sé qué me pasó pero dejé que sucediera lo que estaba a punto de suceder.
Nuestros labios se juntaron.
Nico y yo nos estábamos besando en el beso mas tierno y apasionado del mundo, nuestras lenguas se encontraban y saboreábamos el sabor de la boca del otro.
Me gustaba demasiado lo que estaba pasando.
Me detuve un segundo para respirar, pero él estaba ansioso por que continuáramos y así lo hicimos.
Deslice mis labios por su cuello, mientras mi barba hacia fricción con su piel y él me apretaba por la cintura cada vez que le provocaba cosquillas.
Primero me quitó la camiseta, después me saqué el pantalón deportivo que llevaba y dejé volar mis crocs.
Hasta que quedé en ropa interior.
Nico solo se despidió de su paño para quedar completamente en pelotas delante de mi, con una erección descomunal.
Con un miembro que se erguía prepotente de su tamaño.
Tomó mi mano izquierda y la puso sobre su miembro viril y la otra me la tomo para ponerla sobre sus nalgas.
Me estaba enviando un mensaje.
Yo lo estaba recibiendo.
Hice lo mismo.
En medio del beso, movió su cabeza afirmando que si quería que hiciéramos el amor a partes iguales.
Me quité el bóxer y le mostré mi falo de 19 cm, se quedó admirado.
Me recostó sobre el sofá más cercano a nosotros y me besó por el cuello bajando por mi pecho, abdomen y llegó rápidamente a mi verga.
Nico se la tragó completa y yo gemí en cuanto sentí la caliente sensación de su lengua jugueteando con la punta de mi miembro.
Succionaba deliciosamente y parecía ser un experto porque me sacaba cada vez más gemidos.
Para no detenerse, solo se dio media vuelta hasta que quedamos en la posición que todos llamamos 69 y su verga estaba en mi cara.
Sentí miedo, pero la engullí con deseo y en cuanto mi boca la abrazó, Nico se retorció de placer sobre mí.
Estaba lleno de lujuria, me encantaba el sabor de su sexo metido en mi boca y la saboreaba como si fuese un manjar.
Jugaba con su ingle para hacerlo jadear.
Así estuvimos unos diez minutos hasta que comencé a necesitar más y empecé a abrir sus nalgas con mis manos.
Entonces Nico detuvo la mamada para acomodarse y ponerse en posición de perrito.
Me estaba ofreciendo su ojete y yo quería recibirlo.
Acerqué mi cara a su ano y pasé cuidadosamente mi lengua por él.
—Ahhhhh.
Ummmm —gemía el chico.
Me estaba gustando.
Abrí un poco más y metí mi lengua más allá y Nico me pidió que parara, que quería otra cosa más grande.
Me erguí, macho y puse la punta de mi pene en su culo.
Lo introduje poco a poco para no hacerle daño mientras él disfrutaba de la cojida.
Lo abracé y le indiqué que iba a acostarme entonces él dirigió la penetración.
Subía y bajaba sobre mi pito y me causaba escalofríos de la gran excitación y placer que me daba.
Eso lo hicimos por varios minutos hasta que sin esperarlo me corrí dentro de él lo que le causó un placer inmenso.
Cuando salí de él, su carne estaba erecta y pedía mi culo.
Y se lo di.
Puse mis piernas hacia arriba y las apoyé sobre sus hombros.
Nico fue menos dulce que yo al momento de penetrame, lo que me causó un inmenso dolor que fue sustituido por placer en grandes proporciones cuando comenzó el mete-saca despacito.
Me volví loco con él dentro de mí y me gustaba escuchar cómo sus pelotas chocaban con mis glúteos.
Nico me miraba con una sonrisa medianamente torcida, le guiñé un ojo y sin detener la embestida que le daba a mi recto, se acercó para darme un tierno beso, en medio del cual también se corrió dentro de mi.
Llenando mis entrañas de su caliente semen.
Se quedó sobre mí un rato y nos besamos.
Nos bañamos y como era de noche, me invitó a quedarme en su casa.
Debo confesar que era la primera vez que me sucedía algo así, lo repetimos dos veces en la madrugada.
Cuando amaneció, me vestí y fui a buscar mi mochila a la silla donde la había dejado.
Mi sorpresa fue ver aquél debujo que Nico no me quiso mostrar el otro dia.
Ya estaba terminado.
Se trataba de dos hombres chupándose la verga al mismo tiempo en un sofá.
—Es que siempre lo quise hacer.
Somos tú y yo —me dijo a la oreja.
Solté mi bolso.
Lo besé y lo hicimos de nuevo sobre el sofá.
Nota: Esta es una historia real.
Pasó hace un año y Nico ya se graduó y se fue a su ciudad natal, estamos lejos pero aun nos escribimos porque nos queremos.
Pero no hemos podido enfrentar a la sociedad por todos sus juicios y condenas ¿Qué me recomiendan ustedes?
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