El Bisexual del Gym 1
A causa de la universidad, Jerry no tenía mucho tiempo para ejercitarse, por lo que comenzó a ir al gimnasio a las 5 de la mañana, antes de iniciar sus clases. Su hábito se convirtió en cotidianidad, pero esta ocasión parecía que la rompería un poco..
El primer año de universidad me estaba tratando muy feo. Muchas tareas, proyectos y presentaciones por entregar, y muy poco tiempo para hacerlo. ¿Saben lo difícil que es la vida para un chavito que está por cumplir los 18 años? Desde hace un año me siento completamente apresurado. Entré a estudiar ingeniería de software porque leí que podía conseguir un buen trabajo desde antes de graduarme, y programar era una habilidad que rápidamente estaba desarrollando. ¡Pero ya no puedo más! Dejé a David y al resto de mi equipo de natación al principio del año escolar. No podía con la presión de mis entrenamientos por ser seleccionado de mi escuela, ir al gimnasio, hacer mis deberes, salir con mis amigos, comer, dormir, y existir.
Encontré que si quería seguir ejercitándome, tendría que recuperar mi rutina militar que tenía en la primaria: Despertarme temprano, llegar al gimnasio a las 5:00 am en punto, y no tardarme más de 90 minutos en terminar mi rutina, para poder bañarme, arreglarme y desayunar antes de mis clases matutinas. Mi cardio había bajado considerablemente, pero acomodé mis porciones alimenticias para poder mantener el físico que había trabajado ya por más de 7 años en la alberca. Mis abdominales estaban más marcados que nunca, y mi pecho alzado como el de una paloma. Mis brazos habían crecido, pero debería trabajarlos más. Algún día tendré un cuerpo como el de Tom Holland en Uncharted, pero todavía no llego ahí. Mi cabello seguía siendo oscuro, más corto por los lados, y rizado con largos rulos que cubrían parte de mi frente, y le daban volumen a mi cabeza. Mis piernas, tan poderosas como siempre. Mantuve el hábito de rasurármelas junto con mis axilas por la natación, así que las luzco utilizando shorts cortos, que terminan sin dejar ninguna parte de mi muslo a la imaginación. Era día de ejercicios de pull, y me gustaba llevar camisas sin negra mangas, que dejaran a la vista parte de mi espalda, presumiendo los músculos que trabajaba ese día. La forma de mi torso comenzaba a triangularse, apuntando hacia mi querida verga, que yacía flácida en mi bóxer rojo de Calvin Klein.
Mi gimnasio era bastante amplio, y se sentía aún más a esta hora de la mañana. La mayoría de la gente comenzaba a llegar como a las 6:30, y los valientes que estábamos desde antes, éramos un grupo limitado, era difícil que alguien pasara por desapercibido, y cuando llegaba alguien nuevo al horario, lo identificaba en un abrir y cerrar de ojos.
Hace un par de semanas, una pareja comenzó a venir a esta hora. Parecían super modelos de Instagram. Ella era alta, rubia y delgada. Él, una visión celestial traída a la tierra. Su piel era blanca, y tenía algunas pecas rojizas que cubrían las diversas partes de su cuerpo que no estaban ocultas por sus ropas. Ambos, utilizaban conjuntos Lululemon, y normalmente combinaban sus colores de short y top con el otro. El chavo tenía unos grandes ojos azul claro, que me recordaban a un cielo despejado, una gran sonrisa blanca, y su cabello dorado y rizado. Sus manos estaban cubiertas por unos guantes sin dedos, al igual que las mías, pero se mostraban largos, arreglados y bien cuidados. El chico sería de mi altura. Pienso esto porque el primer día que nos cruzamos, tuve que bajar la mirada para observarle sus grandes y rojizos labios. Tenía un cuerpo realmente trabajado, en especial sus piernas, se veían extremadamente musculadas, sin descuidar unos grandes bíceps, y un abdomen que mostraba una cuadrícula aún a través de su remera.
Este chavo siempre sonreía cuando cruzábamos miradas, pero era una cualidad suya, lo hacía con todos los miembros del gimnasio. Abrazaba a su novia entre ejercicios, y le gustaba descansar apoyando sus antebrazos en un muro, dejando a la vista sus peludas pero arregladas axilas. En la semana que había comenzado a venir no habíamos platicado más allá de pedirnos permiso al pasar cerca del otro. Hoy fue un poco diferente.
Los días de pull, solía terminarlos con un entrenamiento de abdominales. Me gusta usar una máquina en la que estando de pie apoyas la espalda en el respaldo, y los antebrazos de cada lado para levantar las piernas, y puedes repetir el ejercicio las veces que necesites. Suelo hacer 4 series de 25, antes de meterme a las regaderas a bañar.
Vi al hermoso chico despedirse de su pareja. Ella me echó una mirada que duró lo suficiente para que la pudiera notar, antes de que desaparecía por las puertas del baño de mujeres. Y sentí que el novio se dirigía hacia mi.
-¡Qué onda, hermano! – me dijo mientras intentaba no perder la cuenta de mi serie. Lo volteé a mirar, y el contacto visual hizo que mi corazón se acelerara, al parecer tenía un gran crush en este hétero. – Ya es el último ejercicio que me falta, ¿Está bien si alternamos? – me preguntó, y tuve la habilidad de contestarle asintiendo la cabeza.
-Dale, por cierto me llamo Brandon. – me estaba intentando sacar conversación, y yo definitivamente no sabía si estaba en mi 7ma o 34va repetición. Detuve mi ejercicio para alcanzar su mano que estiró rápidamente, y estrecharla. – Jerry, mucho gusto. – su mano era suave, no tenía ni una imperfección aún con sus grandes rutinas de pesas. El saludo duró más de lo que esperaba, ninguno estaba apurado por soltar la mano del otro. Vi su bicep tensarse, mientras cambiábamos de posición y su mano por fin soltó la mía.
No tenía más que hacer, también era mi último ejercicio, así que le continué su conversación, teniéndolo ahora a él haciendo el esfuerzo. – Vi que eres bastante nuevo en el horario, tú y tu novia son nuevos por aquí? – y contestó sin detener sus movimientos ni hacer gran esfuerzo adicional. – Sí, nos mudamos hace un par de semanas, y nos gustó este gimnasio para mantener el físico. – bajó de un brinco, y quedó a solo unos centímetros de mi cara. Se sintió como una movida premeditada. – Tu turno. – suspiró, acercándose aún más a mi rostro. Estaba recibiendo una onda de energía con carga sexual de Brandon, pero tal vez estaría todo en mi mente, siempre que lo veo con su novia se ve completamente feliz. Necesito poner a prueba mi teoría.
Subí a la máquina, pero antes de acomodarme, levanté los brazos, tenzando mis bíceps y hombros, levantando el borde inferior de mi camisa, y dejando a la vista el inicio de mi abdomen, hasta mi ombligo. Como si estuviera embrujado, los ojos de Brandon se clavaron en mi ombligo por los dos segundos que estuvieron visibles y regresó a su contacto visual conmigo. Me sentía más seguro de mi suposición, era momento de confirmar definitivamente. Hice mi serie, y al terminar, levanté mi camisa para secar el sudor de mi frente y dejar a la vista todo mi tronco, hasta mi pecho. Mantuve mi vista rastreando la suya, que contemplaba el espectáculo que le estaba otorgando. Mi verga comenzó a reaccionar ante esta posibilidad: Brandon emitía un rayo sexual, y estaba dirigido hacia mi.
Se comenzaba a levantar una carpa en mis cortos shorts, y noté que no era el único en ese estado. No pensé mucho fuera del momento y le dije en el oído. – Ya terminé, puedes continuar con tus ejercicios, me voy a la regadera. – de manera juguetona, y dejando todo en su lado de la cancha. Tomé mi botella de agua, y me dirigía a los baños de hombres. Abrí la puerta, y sentí una barbilla lampiña sobre mi hombro. – ¿Terminaste? Pero ni hemos empezado, hacerte terminar ahora es mi trabajo. – me dijo mientras entrábamos a la sección de lockers del vestidor. Me giró, y me puso contra una de las paredes del pasillo, para plantarme un beso en los labios. Brandon tenía maestría en cómo utilizar sus labios, sentía que, en vez de necesitar tomar aire, necesitaba sentir esa conexión carnal con él. Estaba emocionado, iba a coger con el hombre más sexy del gimnasio: alguien que hace unas horas no hubiera considerado, por su sexualidad, ahora se ponía a mi merced, con el objetivo de darme placer.
No había nadie más en los vestidores, cada uno fue hacia su locker, y estábamos en el mismo pasillo, bastante cerca del otro, por el lado de mi ojo podía observarlo sacar cosas de su maleta. – Pensé que me estaba imaginando todo, considerando el género de tu pareja. – Dije mientras me sacaba la remera, mis shorts, calcetines y tenis, poniéndome unas sandalias para ir a las regaderas. Estaba sentado en una banca, amarrando una toalla alrededor de mi cintura, para tirar mi ropa interior sin dejar mi miembro descubierto ante él.
-Ah, Cindy y somos bicuriosos, y nuestra relación desde que entramos a universidad, está abierta a que experimentemos con personas de nuestro mismo género. – dijo quedando en condiciones similares a las mías. – Llevamos de novios desde secundaria hace 7 años, y nunca había querido aprovechar esa parte de mi relación. – se puso frente mío, mis ojos quedaron a la altura de su boxer blanco, que ocultaba un duro miembro circuncidado, apretado entre la tela y su pierna izquierda. La cabeza de esa verga era completamente rosada, y se empezaba a asomar por arriba de su ropa interior. Subí la mirada, observando su definido abdomen lampiño, cubierto de pecas, que se volvían más abundantes entre más te acercabas a su pecho. Sus pezones eran del mismo color de la cabeza de su pene, y se veían tan duros como el mástil que me veía de frente. Volteé hacia arriba, haciendo contacto visual con este ángel, mientras sus bóxers caían sobre mis pies. – Hasta ahora, si me lo permites. – su paquete brincó ante mi. Un gran aparato blanco, que hacía que sus venas resaltaran, carnoso y que comenzaba a lubricar en la punta se encontraba a centímetros de mi boca. Brandon me ofreció su mano derecha, como para ayudar a ponerme de pie, también como una forma física de aceptar su invitación.
Estaba demasiado caliente, y la situación ameritaba que mi rutina se viera afectada ante tal oportunidad. Tomé su mano con la mía. Brandon acarició mis dedos antes de sostenerme mientras me levantaba. Mi toalla, que no estaba amarrada, cayó a mis pies, dejando mi hombría a su disposición. Mi pedazo, aunque idéntico en longitud, estaba no circuncidado, un poco más bronceado, y mucho más lubricado que el de él. Sentía su aliento en mis labios, si hacía un leve empujón hacia adelante, inevitablemente mis labios caerían sobre los suyos.
Brandon sonrió ante el momento. – ¿Qué pasa, Jerry? – me preguntó descifrando mi mirada. En vez de contestar, me abalancé sobre él, y nuestros cuerpos desnudos chocaron contra el otro en el público vestidor. Brandon no tardó en tomarme de la cintura y cadera con cada mano, disfrutando mi trabajado trasero mientras le comía sus labios con los míos. Nuestras vergas chocaban, y soltaban más líquido al sentirse en la proximidad de otro. – Vaya, si hubiera sabido que esto pasaría, te hubiera hablado el martes de la semana pasada que te conocí. – me dijo, recorriendo un mechón de mi pelo, dejando mi frente libre. Me observaba, sabiendo que este fugaz momento era una ventana limitada en su relación. No había que desperdiciar la oportunidad.
Me tomó de la mano, y lo seguí hacia la sección de regaderas. Estaban separadas por simples cortinas, que si mirabas por debajo, podías apreciar si estaban ocupadas, o no. Una regadera del fondo estaba con agua corriente, así que ambos entramos a la primera regadera de la entrada, quedando en contraesquina a la utilizada. Brandon abrió la llave del agua, y volteó para comerme la boca. Estábamos en un beso completamente apasionado, conteniendo nuestros sonidos de placer sabiendo que no estábamos solos. Su rígida espalda era un laberinto que me había decidido a explorar con mis manos, y no iba a desaprovechar cada rincón de él. Me aprisionó contra la pared y comenzó a besarme el cuello. Lo hacía de una manera que seguramente dejaría marcas. Succionaba mi erizada piel, mientras sus manos estaban posicionadas en mi cintura. Continuó con sus labores de succión, llegando a mi pezón derecho. De un lengüetazo, me robó un gemido, que por el agua corriente no retumbó en la habitación.
Brandon sonreía explorando mi juvenil y cuidado cuerpo. Se portaba como si yo fuera un manjar, y esta fuera su única oportunidad de probar todos los platillos. Sus manos bajaban hasta mi trasero, mientras su boca se concentraba en mi abdomen. Metía su lengua en mi ombligo, y me hacía reír a base de cosquillas. Con sus manos separaba mis cachetes, y comenzaba a explorar el exterior de mi entrada con sus dedos. Se metió completo mi miembro a la boca de un solo empujón. Solté un gemido, al mismo tiempo que él tosía, intentando recuperar el aliento después de engullir semejante herramienta. Repitió el tratamiento, sintiéndose más cómodo con su habilidad de garganta. Mientras yo olvidaba que había más personas en este cuarto. Sus dedos exploraban mi culo, y se introducían en mi interior uno por uno, tentando el área que se preparaba para él.
Escuchamos como la regadera del fondo se detiene, seguido de un estrepitoso: «¿Está todo bien aquí?». Escuchamos al otro chico salir de su regadera. Brandon reaccionó, se puso en cuclillas tomándome por debajo de los muslos, y me hizo amarrarlas alrededor de su cintura, mientras cubría sus labios haciendo una mueca de guardar silencio. Estaba recargado en la pared, pero la mayor parte de mi peso la cargaba Brandon en esa posición. Se puso de pie, levantándome de manera que mis pies no estaban cerca del suelo. Me estaba escondiendo del otro usuario. – Escuché un gemido, ¿Te has golpeado? – dijo justo fuera de nuestra regadera.
-¡No, todo bien, amigo! Gracias por preguntar. – dije cubriendo la boca de Brandon, miraba a la entrada de nuestra regadera, porque sentí que el chavo estaba por abrir la cortina, pero gracias a mi respuesta, se retiró. – Ok, vale bro. – y se fue dejándonos solos en este cuarto. Regresé la mirada ante mi hombre, que se miraba excitado y emocionado por la escena que acabábamos de vivir. Su verga mojada golpeaba mi entrada, y no necesitamos palabras para saber qué era lo que seguía. Se acomodó, quedando mi espalda alta y nuca contra la pared, y de una estocada sentí toda su virilidad dentro de mi.
Gritamos de placer. Podíamos aprovechar la soledad. Nuestro contacto visual no se rompía. Sentía cómo se había liberado un animal salvaje dentro de él. Me bombeaba con muchísima habilidad, mientras me tomaba de las mejillas y del cuello con sus manos. Mi abdomen se contraía con cada estocada, dándole un show visual que era merecedor de presentarse en un museo. Compartíamos besos húmedos cada que el ritmo de la cogida lo permitía. Su verga exploraba mi culo por primera vez, pero en realidad era como si estuviera en su casa. No le tomó mucho encontrar mi próstata y priorizarla con sus movimientos.
En esta posición, yo no tenía el control sobre nada. Si Álvaro tocaba mi pecho, tenía que permitirlo, si acercaba mis manos a su rostro para besarlas, no había manera de evitarlo, y aún aunque lo hubiera, no es algo que me gustaría haber hecho. Duramos 20 minutos así. Brandon no se cansaba de la pesada posición. Mi próstata me había otorgado ya orgasmos secos, y estaba cada más de explotar de placer ante este hermoso chico. Mis entrañas habían tenido la oportunidad de imprimir el pene de Brandon en mi memoria, y con cada movimiento, se sentía más como una parte de mi.
Apoyé mis brazos en sus hombros, y él recuperó nuestro contacto visual. – Voy a terminar, Jerry. – dijo mientras me mordía el labio interior, gruñendo guturalmente. Me llevó al cielo con su orgasmo, y exploté, azotándonos 12 chorros de espesa leche en nuestras caras, pechos y abdómenes. Brandon vació sus testículos dentro de mi culo, y ambos caimos al piso riendo, completamente consumidos por el éxtasis del orgasmo.
Le di un beso en el labio, que me contestó poniéndose a gatas, volviendo a imprisionarme y con mi espalda contra la pared de la regadera, claramente le gustaba tenerme en esa posición. Rompimos el beso, y aproveché para volver a apreciar esa bella sonrisa. – Gracias, hermosísimo. – me dijo tronándome un beso en el cachete, mientras se ponía de pie, y me ofrecía sus manos para ayudarme a levantarme. Las tomé y de un rápido y fuerte jalón, terminé abrazándolo y con sus manos en mi espalda baja. Escuchaba su respiración cada vez más calmada, y sentía sus manos pasearse por mi piel.
Terminamos la sesión, besándonos mientras nos ayudábamos a recorrer el jabón por nuestros pegajosos cuerpos. Limpié tanto mi exterior como mi invadido culo antes de darle un último beso y salir de la regadera. – Me la pasé padrísimo Brandon, que morbo que casi nos cachan. – y fui a mi locker. Escuchaba algo de ruido en el gimnasio, pero los baños seguían bastante vacíos. El pasillo donde estaban nuestros lockers seguía sin más personas. Saqué mi maleta para buscar mi ropa limpia, cuando siento a un ángel desnudo, abrazándome por la espalda. – Yo también, Jerry. En mis casi 21 años de vida, jamás me había puesto tan burro como pasó contigo. ¿Me compartes tu número? Me encantaría volver a quedar contigo. – dijo, besando mi hombro, y simulando una estocada con su cadera.
Un chavo con cuerpo de Adonis, unos años mayor que yo, ¿Me estaba proponiendo ser su follamigo? Esa es una oferta que en realidad no puedo dejar pasar.
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Hola amigos! Quiero compartirles un relato nuevo, que no es una saga muy larga, para cambiar un poquito la temática. Platiqué con un amigo escritor, me comentó que debería considerar publicar mis historias primero en Patreon, por cuestiones de derechos de autor. También me escribí con algunos de ustedes que me han escrito a mi correo, y me comentaron que les gustaría poder hacer pedidos. Voy a subir mis historias allá primero, donde les pueda contestar sus comentarios, y generar comunidad, y después de un tiempo seguirán llegando aquí. Los leo en patreon.com/JerryEscribe !
La segunda parte de esta historia ya la dejé por allá, en patreon.com/posts/el-bisexual-del-125080648 , por si tienen curiosidad en seguir la historia.
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