El "bombero" Carlitos.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Federico y ahora tengo 25 años. Esto ocurrió cuando tenía 13.
Eramos un lingo grupo de amigos en mi barrio (en el Gran Buenos Aires pero muy cerrca de la Capital). Siete en total. Estábamos siempre juntos. El menor de todos era Quique que tenía 11 y el mayor y héroe de todos por sus historias de sexo se llamaba Carlos (todos le decíamos Carlitos, como a mí me decían Fede). Teníamos tres lugares principales en que nos juntábamos: un baldío que estaba a unos 20 metros de mi casa y al que entrábamos por un agujero en el alambrado, el garaje de la casa de Carlitos (que como no tenían auto lo usaban para guardar cosas pero quedaba mucho espacio libre) y un cuartito con baño en la terraza de mi casa (hecho para una empleada doméstica pero que como no teníamos también se usaba para guardar cosas).
Hacía dos meses que mi primo Jorge, que también tenía 13 años, estaba viviendo en mi casa por un problema entre sus padres.
Para ser breve no voy a describir a todos mis amigos. Sólo me voy a describir a mi mismo, a Jorge y a Carlitos que somos quienes tenemos que ver con este relato. Jorge era muy menudo de cuerpo, no parecía de 13 años pero ya estaba desarrollándose sexualmente y tenía una pija normal para la edad (de unos 13 x 3,5) y algo de pelitos. Yo era un poco más alto y corpulento, no gordo pero más macizo, tenía también una pija más o menos como Jorge aunque un poquito más larga. Carlitos que era bastante moreno, era más o menos menudo de cuerpo y tenía una pija muy grande. En realidad nunca se la habíamos visto parada, pero cuando meábamos juntos podíamos ver que eso era algo realmente grande. Le habíamos puesto como sobrenombre "Bombero" por el pedazo de manguera que tenía, larga, gruesa y negra. Creo que todos lo envidiábamos.
Cuando nos juntábamos, casi todos los días, hablábamos de todo un poco, mucho de fútbol, de nuestros padres, del colegio…. y mucho de minas (mujeres) y de sexo.
Para casi todos nosotros la experiencia con minas (mujeres) se reducía a algunos manoseos, tocadas de tetitas y culo, besos y refregadas de pijas. El resto eran soberanas pajas. El único que tenía verdadera experiencia era el bombero Carlitos. El la había metido muchas veces incluso se había cogido a minas mucho mayores, hasta una de treinta años. Por eso a todos nos fascinaban las historias de Carlitos. Era el principal relator y nuestro maestro en temas que algunos no nos atrevíamos a hablar tan francamente con nuestros padres.
Llegamos así al centro de la historia que cambiaría muchas cosas entre nosotros (Jorge, Carlitos y yo)
Estábamos todos juntos en el baldío, sentados en el pasto contando historias. Cuando de pronto Carlitos no sé qué dijo y mi primo dijo por lo bajo pero de modo que él pudiera oírlo:
– Puro verso (mentiras).
Carlitos muy rápido contestó entre serio y burlón:
– Así que soy un versero (mentiroso)? Porqué no les contás lo que te pasó el otro día en el garage de casa, detrás del baúl?
– No pasó nada. Sos un pelotudo. (lo dijo entre nerviosos y compungido)
– Así que no paso nada? Dale, porque no contás lo que te pasó.
Jorge estaba muy nervioso, se puso rojo y bajó la cabeza sin decir nada.
Hubo un breve silencio. Después todos empezaron a preguntar:
– Qué pasó? Qué le pasó? Dale, cuenten. No nos dejen afuera.
– Nada – dijo Carlitos – sólo que me lo cojí bien cojido.
– Sí. Pero no me lo hacés más! Casi llorando Jorge se fue de la rueda y salió del baldío rumbo a nuestra casa.
Yo me quedé. Me sentía bastante mal, no sé si decir que enojado pero muy mal. Era mi primo! y Carlitos se lo había cojido! Me quedé para escuchar más, quería saber si de veras se la había metido por el culo o solamente lo había refregado. Al mismo tiempo, pensar que se la había metido me producía, muy a pesar mío, una sensación de mucho morbo.
Carlitos siguió contando con lujo de detalles como se había cojido a Jorge. Se la había metido a fondo. Lo había hecho a la fuerza después que todo comenzara como un juego.
– Le puse un montón de saliva en el orto y también me puse mucha saliva en la pija así que le entró bastante fácil. Primero lloraba como una nena. Decía que le dolía mucho. Pero después de un rato ya la estaba gozando aunque no quiera admitirlo. Los suspiros y gemidos que largaba no eran de dolor. Al final acabó un montón de leche justo cuando yo me descargué adentro de él. Le hice una enema de leche! Cuando le saqué la pija le chorreaba por las piernas.
Hubo más preguntas y muchos más detalles de cómo es una cojida entre hombres. Carlitos hacía de maestro. Yo me quedé callado. Tenía una sensación extraña, entre enojado y exitado, pero mi pija estaba al palo, tan parada que me dolía.
Volvía a casa. Tanto Jorge como yo estuvimos muy callados durante la cena. Cuando nos fuimos a dormir, ya encerrados en el dormitorio, le pedí que me contara su historia de lo que había pasado. Primero no quería hablar del asunto, después terminó contándome todo…. y cómo al final le había gustado sentirla adentro. Eso era lo que más le preocupaba.
– Lo que más me asusta es que la probé y me gustó! Fede, será que me hice puto?
No sabía mucho de sexo y menos de sexo entre hombres. De cualquier manera charlamos mucho, por un lado él necesitaba hacerlo para sentirse más tranquilo y por el otro yo necesitaba hacerlo porque mi morbo estaba a mil. No sé cómo llegamos a la conclusión que lo mejor sería ir a hablar juntos los dos con Carlitos para tener más claridad sobre el asunto.
Cuando nos juntamos con Carlitos él trató de explicarnos que lo que había pasado no era nada grave.
– Cojerse entre machos es lo más normal a nuestra edad! Eso no significa que ni vos ni yo seamos putos! Si a los tres nos gustan las minas.
– Sí. Porque el cojido fui yo y no vos . Por eso decís que es normal!
– Qué? Querés cojerme vos a mi para quedarte tranquilo. Te doy el culo, no tengo problemas. La verdad es que hace rato que tengo ganas de probar. Me viene bien que la tengas chica así no me duele tanto. Je Je…
– En serio que te dejás (a Jorge le brillaban los ojos). Claro que te la quiero meter. Así quedamos a mano, aunque no con el tamaño por lo menos con la metida.
– Dale, Jorge, me culeás y quedamos amigos como siempre.
En ese momento intervine:
– Y yo qué? Estoy pintado?
– Dale! cojeme vos también si querés. Y si quieren después me los cojo a los dos. Hacemos un ida y vuelta fabuloso.
– No sé. Empecemos por culearte a vos. Lo de cojernos a Jorge y a mi tenemos que pensarlo (aunque creo que ya en ese momento me estaba decidiendo a probarla).
– Dale Fede, vos tenés que probarla para ser igual a tu primo. No vas a dejarlo sólo en la experiencia.
– Después hablamos. Por ahora bajate los pantalones y poné el culito.
Carlitos se bajó los pantalones, se agachó un poco y dejó el culo en pompa. Al mismo tiempo se llenó la mano de saliva y se la pasó por el culo.
– Ponete mucha saliva en la pija por favor.
Jorge lo hizo, se lleno la pija de saliva bien espesa, la puso en la entrada y se la mandó de un golpe. Carlitos bufó.
– Pará loco que duele! Culeame con cariño como yo te culié a vos.
Jorge estuvo metiendo y sacando como por tres minutos. Gimió, tensó todo su cuerpo y acabó. Me tocaba el turno. También me ensalivé la pija pero al contrario que Jorge me quedé refregándola en la raja de Carlitos y jugando en la entra del culito hasta que Carlitos pidió:
– Dale, por favor metela.
Se la fui metiendo de a poco y disfrutando a mil la metida. Lo cojí con toda la tranquiilidad que puede cojer un pendejo de 13 años lleno de leche y con un morbo bárbaro, pero lo cojí bastante bien. Mientras lo cojía le hacía la paja. Qué grande que la tenía! Era larga y gruesa. Pensaba cómo sería tenerla en el orto. Qué habrá sentido Jorge cuando se la metió? Mientras tanto Carlitos gemía y gozaba y pedía más. Acabamos al mismo tiempo.
– Bueno ahora vos también tuviste tu enema de leche! Mirá cómo te chorrea por las piernas.
Carlitos se tocaba el culo.
– Me quedó ardiendo pero estuvo buena. La verdad es que me cojieron lindo. Bueno, Fede, te decidiste a probar.
No podía creer yo mismo lo que le contesté:
– Bueno, pero sería mejor que Jorge me coja primero para abrirme el culo con algo más fino y acostumbrarme a tener algo adentro, después probamos si entra la tuya.
Así fue como Jorge me cojió primero. Me di cuenta que mi primo me quería (no como gay o en un sentido sexual sino como amigo, como primo). Puso mucho cariño en la cogida. trató de que me sintiera lo mejor posible. Paró varias veces y se ensalivó de nuevo. Mi culo se dilató bien y disfruté mucho. Al fin acabó cuatro o cinco chorros de leche calentita que me lubricaron aún más para lo que vendría.
Carlitos se estaba pajeando y la tenía bien parada (después nos las medimos y supimos que la pija de Carlitos medía 18 de largo y casi 6 dentímetros de gruesa, un pija realmente grande – y esta no es una de las tantas exageraciones de los relatos gay, esta pija era real y no hay tantas así). Me diijo:
– Bueno ahora viene lo mejor. Poné el orto bien en pompa y abrítelo con las dos manos. Te prometo que te voy a cojer con mucho cariño.
– Despacio por favor. No me rompas el culo.
La puso en la entrada y empezó a empujar y aflojar, empujar y aflojar, hasta que por fín entró la cabeza (no era de esas pijas cabezonas sino más bien la cabeza servía para ir abriendo paso). Volvió atrás y volvíó a entrar ahora un poquito más , quizás uno o dos centímetros más que la cabeza. Así siguó lentamente hasta que me dijo:
– La tenés toda adentro.
Casi no lo podía creer. Me había dolido pero no como algo terrible. Un dolor totalmente aguantable. Ahora que estaba toda adentro sentía mi culo lleno, dilatado y no sé como decirlo, "satisfecho".
– Quedate un ratito quieto hasta que me acostumbre.
– No hay problema.
Se quedó quieto como dos minutos apretando bien la pija a fondo. Yo empecé a mover el culo y él empezó a moverse lentamente. Después siguió más rápido, un mete saca con todo que me hacía arder pero me hacía gozar como nunca imaginé. Mientras cogía le dijo a mi primo:
– Bajate los lienzos y poné el culito que me los quiero cojer a los dos.
Mi primo que me había estado acariciando la cabeza y diciéndome que la aguantara y la disfrutara me preguntó si me parecía bien. Le dije que sí. Se ensalivó el culo y se lo abrió con las dos manos bien juntito a mi. Carlitos sacó la pija de mi culo con un ruido húmedo y se la puso a mi primo muy lentamente.
– Por favor despacio. Duele…. Dale así. No, más despacio. Así….así. Dale despacito que va bien. Ay que lindo! Dale cojé. Que bien… dale. Sacala y dale a mi primo.
Carlitos cambió de orto y me la puso de nuevo. El morbo que yo sentía era terrible. Volvió a ponersela a mi primo, de nuevo a mi. La pija de Carlitos entraba y salía como en un guante. Mi primo y yo nos abrazábamos y nos animábamos al morbo.
– Dale. Abrite bien el orto. La estás disfrutando?
También lo animábamos a Carlitos. Cuando estaba cojiendo al otro le decíamos:
– Dale metésela a fondo, rompele bien el culito. Dale más… Aguantate, no vayas a acabar que mi culo está esperando.
No sé cuánto itempo estuvimos así, pero fue una media hora creo. Al fin Carlitos sacó la pija, hizo unos diez movimientos de paja con su mano sobre la pija parada y brillante y empezó a acabar sobre nuestros culos.
– Tomen, aquí tienen una lluvia de leche. Sientan que guasca calentita y suave, toda para ustedes.
Esa fue nuestra primera experiencia juntos. Vinieron otras. Carlitos nos enseñó cómo ponerle nuestras dos pijas al mismo tiempo en su culo. Yo acostado de espaldas con el mástil en su culo mientras mi primo lo ensartaba por atrás. También aprendimos posiciones. Nos cojió de todas maneras y lo cojimos de todas las maneras imaginables.
Esto fue por como un año y medio hasta que él se puso de novio y un poco después tanto mi primo como yo nos enamoramos de unas minas fabulosas y seguimos cogiendo con minas. Hoy estamos todos casados y con hijos y nunca más se nos ocurrió volver a nuestras experiencias de la niñez.
Es un buen recuerdo. La verdad es que lo pasamos bien y no me da verguenza contarlo.
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