El Cazador – Parte 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por johna.2012.
Mi corazón se aceleraba a medida que mis ojos escaneaban los rostros de mis compañeros en el aula.
Era obvio que uno de ellos, de los que estuvieron tomando con nosotros esa noche, fue quien se deshizo de las sabanas.
Lo que aún no me quedaba claro era porque… ¿Por qué ayudarnos? ¿Por qué tomarse la molestia de limpiar nuestro desastre y no decirnos nada al respecto? Algo no estaba bien en todo eso y hacía que me ponga más nervioso de lo que ya estaba…
Esas eran las consecuencias de haber roto mis propias reglas.
Nunca debí involucrarme con alguien tan cerca de mi grupo social.
Las reglas las hice para proteger mi identidad, mi secreto, pero bastó sólo un momento de calentura para mandar todo por el tacho…
?Hola ?escuché una voz que no me resultó muy familiar, así que no reaccioné de inmediato?.
¿Samuel?
Ante la insistencia me volví para ver quien me llamaba y me encontré con aquellos hermosos ojos avellana a sólo un metro de mí, mirándome con una expresión de curiosidad en su rostro.
?Max… si, dime… ¿Qué pasó? ?pregunté poniéndome exageradamente nervioso.
?Te decía si querías hacer grupo conmigo para el ejercicio ?dijo señalando algo escrito en el pizarrón, refiriéndose a alguna tarea a la cual no había estado prestando nada de atención.
Mi corazón dio un brinco al escuchar su pedido… ¿Quería estar conmigo? Es decir… ¿hacer el trabajo conmigo? ¡Pero por supuesto que SI!
?Ah sí, claro, no hay problema ?contesté, aguantándome las ganas de gritar.
Max sonrió levemente ante mi respuesta, lo suficiente para que los hoyuelos en sus mejillas se dejaran ver y me hicieran contener un suspiro.
Sin perder tiempo, aquel hermoso espécimen jaló su carpeta y se sentó a mi lado, lo más cerca que fue posible.
Luego empezó a hablar sobre el trabajo, pero lo único que podía hacer yo era mirar sus labios moverse y tratar de controlarme para no plantarle un beso.
?… entonces ¿estás de acuerdo? ?preguntó, sacando de la hipnosis en la que me habían inducido su belleza.
?Claro, lo que tú digas ?contesté, tratando de que no se diera cuenta de que no tenía idea de lo que estaba hablando.
?Genial, entonces te veo en mi casa mañana por la noche ?dijo y mi corazón volvió a dar un salto.
?¿Tu casa? ¿de noche? ?pregunté tratando de darle sentido a esas dos frases.
? ¿No estabas escuchando? Las fotografías deben ser al alba… como mi edificio es uno de los más altos de la ciudad es mejor hacerlas allí… ¿o prefieres otro lugar?
?No… no, tu casa está perfecto ?contesté inmediatamente, sonriendo como tonto.
?Chévere… tengo otra clase, nos vemos luego ?dijo y luego se levantó.
?Genial… mi próxima clase es aquí, así que me quedaré ?contesté y luego de su sonrisa, lo último que vi fueron sus nalguitas saliendo por la puerta
¿Ya había terminado la clase? No me había dado cuenta del paso del tiempo…
Luego de sacudir mi cabeza un par de veces, tratando de quitarme el efecto entorpecedor que Max me había dejado, mis ojos captaron otro culito hermoso acercándose hacia mí.
?¿Y? ¿Pudiste averiguar algo? ?preguntó Mati, sentándose a mi lado.
?No, aún no he visto a nadie mirándome raro ni nada.
Nadie se me ha acercado a tomar crédito por lo de esa noche.
?Tenemos que averiguar quién es… Si les cuenta a todos estaremos en problemas ?dijo Mati, realmente preocupado.
Tengo que decir que era un alivio compartir esa preocupación con alguien.
Tal vez compartir mi secreto con Mati no era algo tan malo, o bueno parte del secreto, ya que él aún pensaba que yo era un heterosexual curioso.
?No te preocupes, lo averiguaremos pronto ?traté de tranquilizarlo.
?¿Has hablado con Karla? ?pregunté, tratando de desviar su atención del tema.
?No, aún no.
No sé si deba hacerlo.
Después de todo ya no soy heterosexual, no creo que pueda seguir en una relación con ella.
Lo mejor será dejar las cosas como están y esperar que se olvide de mí ?contestó con la mirada triste.
?Entiendo, tal vez sea lo mejor ?dije, tratando de animarlo ?.
Pero hey… eso quiere decir que puedes seguir experimentando cosas, un mundo nuevo, lleno de “curiosidades” se ha abierto ante ti… No te desanimes.
Una sonrisa se dibujó en su rostro ante mis palabras, y pude ver algo de lujuria en sus ojos.
? ¿Oye y a ti no te preocupa hacerlo con un chico? ¿No te preocupa que eso te convierta en gay? ?preguntó, tomando por sorpresa.
Luego de lo que había pasado entre nosotros, tal vez era hora de contarle la verdad, después de todo no creo que me juzgue por eso.
Entonces con el rabillo de mi ojo vi a alguien entrar al salón y sin saber por qué, lo reconocí enseguida, desviando de inmediato la mirada hacia él.
? ¿Qué? ¿Qué hace él aquí? ?pregunté en voz alta, haciendo que Mati se volviera también a verlo.
? ¿él? Es el nuevo profesor de Marketing ?contestó Mati, sonriendo al verlo.
Mi corazón empezó a palpitar fuerte al ver a Armando nuevamente, esta vez vestido y arreglado.
¿En verdad él sería mi profesor? ¿Cómo era posible tanta coincidencia?
Pero no era ninguna coincidencia, haciendo memoria me di cuenta que fue en la última clase de Marketing que salí corriendo antes de que el profesor llegara y me topé por primera vez con Armando… Ahora tenía sentido el extraño comentario que me hizo por escaparme de clases.
? ¿Lo conoces? ?preguntó.
?Me he topado con él un par de veces ?contesté, literalmente.
Me sentía extraño de volver a ver a Armando.
Su cabello peinado lo hacía ver más serio.
Su chompa negra de franela ceñida a su cuerpo le daba un aire sofisticado y maduro, algo que no pensé que me atrajera… hasta ahora.
? ¿Está todo bien? ?preguntó Mati, al ver mi mirada perdida en aquel profesor.
?Sí, todo bien ?contesté.
Durante toda la clase me la pasé esperando que Armando me mirara, me sonriera o me hiciera algún gesto de saludo al menos, pero se la pasó ignorándome todas las dos horas de clase, lo que me hizo sentir ofuscado, sin saber exactamente porque.
Cuando la clase terminó, y todos empezaron a salir, me puse de pie y me acerqué hacia él, diciéndole a Mati que lo vería luego, para que me dejara a solas con Armando.
?Hola ?dije y el olor a Old spice me envolvió por completo, dejándome incapaz de decir algo más.
?Hola turbinita ?dijo con una sonrisa que me congeló por un segundo.
?¿Turbinita? ?pregunté, levantando una ceja.
Entonces Armando se acercó unos centímetros hacia mí y luego habló en voz baja.
?¿Sabías que roncas cuando duermes? Suenas como una pequeña turbina de avión ?dijo y sonrió de oreja a oreja.
De inmediato sentí a mi rostro ponerse rojo de la vergüenza, no sabía dónde esconderme.
?¿Por qué no me dijiste que eras mi profesor? ?pregunté algo ofuscado, tratando de cambiar de tema.
?No me lo preguntaste ?contestó tranquilo, mientras terminaba de arreglar sus cosas.
?Esa no es una razón ?repliqué algo molesto.
?Bueno, después de ver cómo te escapabas de mi clase el otro día, supuse que no te interesaría ese detalle ?dijo, sin mirarme.
Nuevamente mi rostro se puso rojo de la vergüenza.
Normalmente contestaría de inmediato si alguien me hablara de esa forma, pero Armando tenía un efecto especial en mí que me hacía sentir indefenso frente a él.
?No, no me estaba escapando… tenía una… una emergencia ?traté de mentir, pero me costó más trabajo de lo que pensé y creo que él se dio cuenta.
?Bueno espero que no vuelva a pasar ?dijo con una sonrisa y luego levantó su maletín ?.
Nos vemos luego turbinita ? y salió del salón.
Lo observé mientras salía, sintiéndome confundido, sin saber porque me sentía así de raro cuando veía a ese hombre.
?Eh… ¿Samuel? ?escuché de pronto una voz que me llamaba y de inmediato me di vuelta hacia él.
?Hola Fabi, ¿Qué tal? ?dije al ver a mi compañero Fabián, de pie junto a mí.
?Bien, aquí ?contestó mirando el suelo cada dos segundos.
No era extraño ver a Fabián tan nervioso y tímido, creo que esa era su forma de ser.
Siempre que teníamos alguna reunión o salida era el más callado.
Pero había algo diferente en su mirada en ese momento.
?¿Qué sucede? ?pregunté, curioso al verlo más nervioso que de costumbre.
?Bueno quería invitarte a una reunión que voy a tener en mi casa ?dijo y luego bajó la cabeza nuevamente.
Era realmente tierno verlo tan nervioso, daba ganas de abrazarlo.
?Claro, desde luego.
¿Cuándo será? No recuerdo haber ido a tu casa nunca, ¿Dónde vives? ?pregunté, tratando de recordar su dirección de algún lado.
?Será esta tarde, a las 3pm.
Vivo en la avenida progresión 872, departamento 1202 ?contestó, entregándome un papel con su dirección escrita.
El papel, que parecía más una tarjeta de presentación, tenía escrito a computadora su dirección, sólo su dirección, sin nada más, lo que me pareció bastante extraño.
Pero lo que más me extrañó fue que la reunión fuera a las 3 pm… ¿Qué fiesta empezaba a las 3 pm? No había tenido una reunión a esa hora desde que tenía 10 años…
?Genial, allí estaré ?dije sonriendo?.
¿Y cuál es el motivo de la reunión?
Entonces Fabián se acercó unos pasos hacia mí y habló en voz baja.
?Es una orgia… Tú eres activo, ¿no? ?preguntó y me quedé helado al escucharlo.
¿Qué? ¿Cómo sabía eso? ¿Cómo es posible que Fabián supiera de mi orientación? Siempre había sido muy cuidadoso con mi identidad, ¿Cómo era posible? A menos que… ¡Mierda! ¡Fue él!
?Tranquilo ?dijo, mirándome ahora de forma diferente?.
No pongas esa cara, tu secreto está a salvo conmigo.
No sé qué cara habré puesto, pero mi sorpresa y desventaja hizo que Fabián se sintiera más seguro de sí mismo y tomara control de la conversación.
?Entonces fuiste tú quien cubrió nuestros rastros esa noche ?afirmé, casi completamente seguro de lo que decía.
?Fueron muy descuidados, ni siquiera pusieron seguro a la puerta… Si no hubiera sido porque me equivoqué de habitación alguien más los hubiera encontrado ?dijo, mirándome con una sonrisa.
?¿Por qué nos ayudaste?
?Bueno, tenemos que cuidarnos unos a los otros, ¿no? ?dijo muy tranquilo?, supongo que tú hubieras hecho lo mismo por mí sí me hubieras encontrado en esa situación…
Mi respiración agitada empezó a calmarse al darme cuenta de que aquel compañero, tímido y nervioso, era gay también y no era una amenaza, al contrario, parecía ser un aliado.
?Sí, supongo que sí.
?Debo admitir que realmente me engañaste.
Te he visto desde el día en que empezamos a estudiar juntos y nunca siquiera se me pasó por la cabeza que pudieras ser gay.
Lo hiciste muy bien, lástima que cometiste ese error.
Deberías tener ciertas reglas para proteger mejor tu identidad.
Yo tengo muchas.
Sonreí ante su comentario.
?Fue una ocasión especial ?dije, manteniendo la sonrisa.
?Por otro lado siempre supe que Matías podía ser gay… digo, con un trasero como ese, es difícil que no lo sea… Pero también pudo engañarme todo este tiempo.
?Matías no es gay ?dije, tratando de salvar a mi amigo, yo ya estaba descubierto, pero tal vez podía evitar que el secreto de Matías saliera a la luz?.
La verdad es que siempre le he tenido ganas y esa noche estaba tan borracho que sabía que no se acordaría de nada, así que aproveché la oportunidad.
Corriendo el riesgo de quedar como un violador ante Fabián, y que él luego me acusara con Matías, mentí para intentar sacarlo de la ecuación.
?Ya veo… eres todo un pendejito… Te gustará la fiesta ?dijo y sonrió malévolamente.
?No sé si sea buena idea ir ?repliqué de inmediato.
La verdad era que nunca había estado en una orgia antes, sólo había jugado de a dos, nunca en grupo y la idea nunca había cruzado por mi mente.
?¿Por qué no? ?preguntó, poniendo cara de sorpresa.
?Pues estar con mucha gente, ventilando mi identidad, no suena a algo inteligente de hacer ?contesté tratando de no decir que tenía miedo porque era mi primera vez.
?Todos los que van son gays discretos, varoniles.
Es como un pequeño club que tengo y que se reúne de vez en cuando.
Te va a gustar, todo lo que pasa en ese lugar, se queda en ese lugar ?explicó y luego se acercó unos centímetros más hacia mí, para hablar en secreto ?… además me debes una.
Entonces me di cuenta de que no tenía otra salida.
Estaba en las manos de Fabián, y aunque no me había amenazado para que vaya, sabía que era un compromiso que debía cumplir.
?Allí estaré ?confirmé, luego Fabián me guiñó el ojo y salió tranquilamente del salón, dejándome bastante confundido.
Me sentía algo desesperado porque las cosas estaban saliéndose de control y no estaba seguro de que podía solucionar todo aquel embrollo.
Por otro lado estaba sorprendido de que hubiera gente como yo en mi mismo grupo social, escondidos y protegidos por reglas que mantenían sus identidades seguras, como yo lo había hecho hasta ese momento.
Me preguntaba cuantos más estarían ocultos frente a mis ojos…
Lo cierto era que debía cumplir con Fabián, por más que no estuviera contento de hacerlo.
No podía arriesgarme a que se molestara e intentara hacer algo para perjudicarme a mí o a Mati.
Luego de almorzar, regresé a mi casa y me di un buen baño que duró mucho más de lo normal, ya que a veces no hay mejor lugar para pensar que bajo el agua caliente.
Toda aquella situación me tenía muy nervioso, pero también muy excitado… ¿Qué tipo de cosas iba a encontrarme en ese lugar?
Cuando llegó la hora de partir hacia aquel lugar, llené mis bolsillos de condones y lubricante, y luego partí, sin decirle a Martin a donde iba.
El edificio se veía muy normal y el vecindario era bastante decente.
Nada indicaba que se estaba o se iba a realizar una orgia en aquellos departamentos, pero supongo que así debía ser.
Luego de respirar profundo un par de veces, toqué la puerta y de inmediato un hombre alto, corpulento y sin pelo me abrió la puerta y me miró de pies a cabeza, como si fuera alguna mercadería que él estaba chequeando.
?¿Invitación? ?preguntó luego, sorprendiéndome…
¿A qué invitación se refería? ¿Acaso hablaba de la dirección?
Sin pensarlo mucho, saqué el papel con la dirección que Fabián me había dado y se la entregué, luego el hombre abrió completamente la puerta y me dejó entrar.
Entonces me encontré con otro hombre, este lucía más delgado y delicado que el anterior, pero con la misma mirada inspeccionadora que el anterior.
?¿Activo, pasivo, versátil o moderno? ?preguntó de pronto, con un juego de sellos en su mano.
?Activo ?dije de inmediato, sin titubear.
Luego aquel hombre tomó el sello azul y me lo puso sobre mi muñeca.
?Disfrútalo ?dijo luego y me guiñó el ojo de forma coqueta ?, la ropa va por allá ?continuó, señalando un puerta de lo que parecía ser un baño.
Entonces barrí con la mirada todo el lugar y a las personas que estaban en él.
Las paredes y muebles estaban forrados de plásticos, y todo el piso cubierto por una alfombra sintética con diferentes imágenes sexuales que me parecieron bastante originales.
Era como tener el kamasutra gay escrito en el piso, listo para cualquiera que desee probar nuevas posiciones.
Había hombres de todos los colores, tamaños y edades, y todos iban vestidos sólo con una diminuta toalla alrededor de su cintura, que cubría apenas sus partes íntimas.
En cada columna había una maquina dispensadora de condones y una de lubricante, a la mano de cualquier que lo necesitara.
Aquel lugar estaba muy bien equipado y organizado, era difícil creer que un muchacho de universidad fuera el dueño, seguramente había algo más oculto detrás de ello.
Con mucha vergüenza fui a los vestidores y me puse la diminuta toalla, saliendo luego de un buen rato, nervioso y avergonzado.
Los hombres me comían con la mirada, como perros hambrientos mirando un pedazo de carne.
Aquella sensación no me parecía nada agradable, aunque de alguna forma me daba cierto morbo.
?¡Viniste! ?escuché de pronto la voz de Fabián y luego lo vi aparecer con su diminuta toalla.
?Lo prometido es deuda ?contesté mientras él me abrazaba.
?Pues como verás tienes de donde escoger…
?¿Cómo haces para pagar todo esto? ?pregunté curioso.
?Bueno, la entrada no es gratis… sólo para los primerizos… Tu sabes, la primera muestra es gratis ?dijo y sonrió seductoramente?… ¡Disfrútalo! ?se despidió y luego desapareció entre la gente.
No pasó mucho tiempo y las diminutas toallas empezaron a volar por los aires y los hombres empezaron a tocarse y a besarse, todos contra todos.
Había grupos de cuatro, seis, hasta de ocho personas manoseándose, chupando y lamiendo sus cuerpos de manera ansiosa, desesperada.
¿En qué lugar te has había metido? Me dije a mi mismo cuando me vi rodeado de olores, gemidos y quejidos por todos lados.
Pronto las manos empezaron a querer alcanzarme.
Me acariciaban el pecho, la cintura, bajaban sus manos por mi entrepierna… Tanto toqueteo empezó a calentarme hasta que sentí la mano de uno de ellos acariciarme las nalgas y de inmediato me liberé de todos y me corrí a un rincón, donde parecía haber menos cantidad de hombres.
?Vaya ?suspiré sonoramente, cogiéndome la cabeza.
?Es bastante intimidante, ¿no? ?escuché una voz a mi lado que me sobresaltó.
De inmediato me volví y me encontré con un muchacho, un chico que apenas debía tener 18 años, gordito y blancón, con piernas gruesas y un trasero prominente.
La pequeña toalla apenas si lograba dale la vuelta a su cintura.
?Sí, lo es… es mi primera vez aquí ?confesé.
?La mía también ?contestó él, con una sonrisa, luego se volvió hacia mí y estiró su mano?.
Me llamo Pablo.
?Yo soy… Alex ?contesté, aplicando mi primera regla.
?Un placer Alex…
?El placer es mío ?contesté y luego nos quedamos en silencio.
?¿Primera vez en una orgía? ?preguntó luego de un momento.
?Así es.
¿Y tú?
?Hice un trio una vez, aunque no fue realmente decisión mía… pero lo disfruté… algo.
Su historia me confundió un poco, pero no me atreví a preguntar más.
?¿Ves a ese chico de allá? ?me dijo luego, señalando a un joven de unos 25 años, alto y fornido, con ojos negros y cabello pintado de rubio.
Era bastante agradable a la mirada y tenía un culo bastante bien formado.
?Sí, ¿lo conoces?
?No, ya quisiera… He intentado acercarme a él desde que llegué, pero creo que no le gustan los gorditos… Parece que la gente aquí es muy superficial.
?En todos lados ?asentí con la cabeza, mientras pensaba que aquel culote que se manejaba estaba mucho mejor que el de aquel chico rubio.
?Me vine aquí a tomar valor para acercarme, no quiero quedarme sin acción hoy.
Sus palabras provocaron una sonrisa en mi rostro.
Aquel gordito podía lucir tierno y chibolo, pero era muy arrecho.
Eso me gustaba… eso y su enorme culo, que ya estaba empezando a desear.
?Estás muy calentón.
?No quiero quedarme toda la tarde mirando.
Hay muchos hombres aquí, viejos y jóvenes, no puedo desperdiciar esta oportunidad de tener una buena tarde ?contestó y de alguna manera sus palabras tuvieron sentido para mí.
Poniendo de lado los nervios y la vergüenza, estaba en un paraíso de sexo… No podía irme sin probar uno de esos cuerpos… empezando por el culo de Pablo.
?Hagamos algo ?dije, armándome de valor?.
Si logro que agarres con ese chico, ¿me dejarías penetrarte también?
El rostro de Pablo se puso rojo como tomate, pero luego me miró seductoramente.
?Claro ?dijo con una sonrisa.
?Está bien ?dije y luego tomé la pequeña toalla que me cubría y la arrojé al suelo ?.
Ven ?le ordené y le quité su toalla y lo jalé del brazo, obligándolo a seguirme.
Con mucha determinación caminé hacia aquel joven rubio, con Pablo detrás de mí, y sin decir una palabra puse mis manos sobre su pecho y lo empujé fuera del grupo de donde se encontraba y le planté un beso.
Luego jalé a Pablo, le di vuelta y lo coloqué frente al chico, arrimándole su enorme trasero contra su entrepierna, mientras yo iba por detrás y le arrimaba mi pene contra sus nalgas.
Sé que fue un movimiento muy arriesgado, pero tenía confianza en dos cosas.
Primero, soy un muy buen besador, nadie se ha resistido a mis besos, y segundo, confiaba en que el culo de Pablo sería suficiente para interesarle a aquel chico rubio.
Y tuve razón.
El chico empezó a acariciarle las nalgas a Pablo, mientras este seguía restregándole su enorme trasero contra su pene y gemía con cada caricia que le daba el chico rubio.
Yo por mi parte estaba ocupado besándole la espalda, acariciando sus nalgas, restregando mi pene entre ellas.
El muchacho rubio no estaba nada mala de poto, pero yo tenía la vista fija en Pablo… quería comerme ese culo sí o sí.
Pronto mis ganas acabaron con lo poco que me quedaba de timidez y los tres nos fundimos en un rico beso, mientras Pablo le agarraba el pene al chico y yo les agarraba las nalgas a los dos…
Era clara la diferencia entre aquellos potos.
El culo de Pablo era durito, terso, suave y dos veces más voluminoso que el del chico, quien poseía unas nalguitas duras, producto del ejercicio, pero no tan apetecibles como las de Pablo.
El muchacho, a quien llamaré Tabo, ya que nunca supe su nombre, empezó a mostrar más interés por mis caricias y mi pene, que por el trasero de Pablo, lo que me dejó camino libre para explorar las nalgas de mi más reciente amigo.
Entonces, de la nada, Fabián apareció y me señaló una de las puertas que estaba junto a nosotros.
?Por favor ?dijo abriéndola con una llave?.
Hoy es cortesía de la casa.
?Gracias ?dije y de inmediato jalé a ambos dentro y cerré la puerta con llave.
El lugar no era muy grande, pero estaba repleto de espejos y una cama grande en el medio, perfecta para lo que tenía en mente.
Con suma destreza coloqué a ambos en la cama, boca abajo, en cuatro patas, con sus culos al aire.
Pero Pablo no quiso perder la oportunidad y sin moverse mucho se metió entre las piernas del rubio y empezó a chuparle el pene, provocándome una sonrisa por lo aguerrido que era.
Entonces empecé a morder y lamer aquel culote de Pablo.
Sus nalgas blancas y redondas parecían haber sido hechas a mano, perfectas para darles placer.
Su agujero rosado se veía intacto, estrecho.
Sin perder tiempo empecé a recorrer cada centímetro de su culo con mi lengua, mordiendo y lamiendo todo, dándole nalgadas de vez en cuando.
Luego salté hacia el otro culo, repitiendo el mismo proceso.
Sus nalgas eran más oscuritas y duras que las de Pablo, y tenían un saborcito especial que me encantaba.
Con una mano en cada culo, empecé a darle de nalgadas a ambos, mientras los escuchaba gemir y quejarse.
Estaba tremendamente excitado de tener a dos culos buenos frente a mí, tanto que hubiera deseado tener un par de manos más para satisfacerlos a ambos al mismo tiempo.
Entonces ambos se pusieron de pie y se arrodillaron frente a mí y empezaron a chuparme el pene entre los dos, repartiéndose entre mi tronco y mis testículos.
Ambos lamian y lamian y se besaban, metían mi pene entre sus bocas cuando lo hacían, provocándome espasmos de placer con cada lamida que le daban.
Luego de cansarse de tanto chupar, Tabo le dio vuelta a Pablo y lo recostó sobre la cama, y empezó a comerle el culito, por lo que yo me dediqué a comerle el culo a Tabo, logrando un pequeño trencito de cara-culo que se veía bastante excitante en el enorme espejo de la habitación.
?Te la voy a meter ?anunció Tabo y luego se volvió hacia mí?… ¿Me la metes?
La lujuria en sus ojos me encendió y asentí con una sonrisa en los labios.
Una vez que ambos estuvimos con condones y bien lubricados… Tabo puso su pene en la entrada del culito de Pablo, quien se encontraba boca arriba, con las piernas en sus hombros, listo para recibir.
Yo por mi parte coloqué también mi pene en la entrada del culito de Tabo, esperando la señal para que ambos penetráramos al mismo tiempo.
Luego de dar la señal, ambos presionamos y penetramos de un solo golpe al otro.
Los gritos de Pablo y Tabo se escucharon casi al mismo tiempo, prendiéndome aún más.
Tabo tenía un culito bastante apretado, casi tanto como él de un virgen, lo que me causaba mucho placer.
Luego de tratar por un buen rato, al fin pudimos sincronizar nuestras penetradas y empezamos a gozar los 3 al mismo tiempo, claro que Tabo era quien más sensaciones tenía, pero yo no podía quejarme, ya que aquel culito era muy rico también.
Después de un mete y saca bastante intenso, detuve el trencito y le saqué mi pene a Tabo de uno sólo, haciéndolo saltar.
Ya era hora de probar el culo de Pablo.
Sin decir una palabra, retiré a Tabo del camino y tomé a Pablo de la cintura, observando en sus ojos una pasividad que me encantó.
Él solo se dejaba hacer.
Sin mucho esfuerzo le di vuelta y lo coloqué en cuatro patas, viendo ese culote justo frente a mí, esperando por ser penetrado.
Pablo separó sus nalgas con sus manos sin que se lo pidiera, dejándome su agujero húmedo a la vista.
De un solo golpe mi pene entró en aquel rico culote, y empecé a moverme como un poseso… frenéticamente, como nunca me había movido.
Escuchar aquellas nalgas chocar contra mi pelvis era la melodía más hermosa que había escuchado y me estaba volviendo loco.
Sin parar le di y le di por un largo rato, mientras Tabo nos observaba y se masturbaba ante tan delirante escena.
Pablo no decía ni una sola palabra, sólo soltaba quejidos pequeños, suaves, gemidos excitantes que me motivaban a aumentar más mi ritmo.
De pronto Tabo apareció a mi lado y me detuvo.
?Hagámoslo los dos a la vez ?dijo y vi los ojos de Pablo abrirse grandes, pero no vi miedo en su expresión.
?¿Estás de acuerdo con eso? ?pregunté a Pablo, quien seguía sin decir una palabra, sólo me miraba y miraba Tabo.
?Sí, puedo soportarlo ?dijo convencido, como si ya lo hubiera hecho antes.
Entonces de inmediato Tabo se recostó sobre la cama, boca arriba, con su pene erguido como asta de bandera.
Luego Pablo se puso sobre él, dejando su agujerito justo a la altura de su pene.
Luego con cuidado me subí a la cama, coloqué mis piernas a ambos lados de mis dos amantes y dirigí mi pene también al agujero de Pablo.
? ¿Listo? ?pregunté y este sólo asintió con la mirada.
Despacio ambos empezamos a presionar contra el agujero de Pablo y poco a poco este fue cediendo, dejando paso a que ambos penes entraran dentro de él.
Era increíble la flexibilidad de ese ano.
Pablo aguantaba todo sin pedir que nos detuviéramos, lo único que hacía era lanzar pequeños gemidos, grititos que nos ponían a ambos más arrechos.
Pronto ambos empezamos a meter y sacar al mismo tiempo, con rapidez, y Pablo empezó a gemir con más y más fuerza.
Era verdad lo que dijo, el culote de Pablo podía aguantar dos penes al mismo tiempo y parecía disfrutarlo mucho… ¿Acaso no había límites para ese chico?
Luego de un largo rato de gemidos, sudores y sonidos excitantes, ninguno de los dos pudo resistirse más a tremenda escena y terminamos dentro de su culito, llenando los condones con semen caliente.
Los tres caímos exhaustos en aquella cama, respirando agitados, sudorosos y cansados.
Había sido un trio espectacular, mi primera experiencia de ese tipo, y la había pasado mejor de lo que pensé.
Tal vez ese lugar no era tan malo como pensaba.
Entonces la puerta de la habitación se abrió y Fabián entró y nos arrojó 3 toallas blancas y limpias.
?Espero que aún tengan aliento.
Séquense y límpiense que el show allá está a punto de empezar, no creo que quieran perdérselo.
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