El Cazador – Parte 7
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por johna.2012.
Parte 7 – Vengador
Mi corazón resonaba como un bombo en pleno recital mientras observaba como Armando se iba quitando la camisa que llevaba puesta y la colocaba en su casillero.
Por más que intentaba no mirar, se me hacía casi imposible.
Mis ojos parecían dos esferas de metal y su cuerpo un poderoso imán, por más que me esforzaba, siempre se volvían hacia él.
? ¿No piensas cambiarte? ?preguntó Armando, sacándome del trance en el que me tenía, justo cuando estaba por bajarse los pantalones.
?Sí, si… claro ?contesté y empecé a sacarme la ropa con lentitud, muy avergonzado y sin saber bien el porqué.
Cuando me di vuelta, Armando ya se encontraba envuelto en su toalla, dejando ver sólo bultos detrás y adelante, causándome una preocupante decepción.
?Vamos ?dijo y luego pasó su brazo sobre mis hombros de forma amigable, poniéndome más y más nervioso.
Nuestra primera parada fue a las duchas, junto a la piscina, ya que lo primero que Armando quería hacer era darse una buena refrescada.
Sin previo aviso, una vez en las duchas, Armando se quitó la toalla y su pene quedó expuesto por completo frente a mí, a sólo un par de metros de distancia, causando que casi me atore con mi saliva.
Tratando de ser lo más discreto posible, lancé miradas esporádicas hacia su paquete, registrando su forma, color y detalles.
Su pene estaba flácido, pero se veía de buen tamaño para estar en ese estado, debía ser bastante grande al estar erecto.
El vello púbico lo tenía bastante cuidado, recortado, sin llegar a ser mucho.
No era circuncidado y su prepucio cubría casi por completo su glande, haciéndolo lucir misterioso… Su color era claro, como el color del resto de su piel, trigueño claro.
No parecía tener muchas venas rodeándolo, lo que lo hacía ver no tan extravagante.
En resumen era un pene bastante atractivo… ¿Qué diablos estaba pensando?
?¿No piensas darte un baño? ?preguntó Armando al verme de pie sin moverme, con la mirada perdida.
Sin decir palabra me saqué la toalla y me metí bajo el agua, dejando que todo mi cuerpo se refrescara con el agua fría de la ducha.
Tratando de no mirar mucho el cuerpo de Armando, ambos nos metimos a la piscina y empezamos a nadar y conversar, riéndonos de algunas ocurrencias de mis compañeros en una de sus clases.
Luego de un rato de conversar y reírnos, ya me sentía lo suficientemente relajado como para estar a unos centímetros de él sin pensar en las partes de su cuerpo que estaban debajo del agua.
?Hablando de lentes muy largos… mira eso ?comentó Armando y señaló con la mirada hacia un grupo de personas que se acercaban caminando al borde la piscina.
?Ese hombre debe tener muchos problemas para esconder una erección.
Con una sonrisa me volví hacia el grupo de personas, buscando al portador de aquel enorme pene del que Armando estaba bromeando, pero lo que vi hizo desaparecer mi sonrisa de inmediato.
Yo conocía a ese hombre, yo detestaba a ese hombre.
?¿Qué sucede? ?preguntó Armando, al ver que mi sonrisa desapareció.
?Yo conozco a ese sujeto.
Es un animal ?dije, dejando salir toda mi rabia.
?¿Te ha hecho daño?
?No, a mí no, pero si a un amigo mío.
No debería andar suelto por ahí.
?Olvídalo, no vale la pena ?dijo y luego se movió hacia la salida de la piscina.
?¿A dónde vas? ?pregunté al verlo con intenciones de irse.
?Tengo que ir al baño, ahora regreso.
Ver a Armando salir desnudo de la piscina, con sus nalgas gruesas, de hombre, moviéndose de un lado a otro con cada paso que daba, casi logran distraerme, pero la cólera que sentía hacia ese hombre que había lastimado a Santi era mayor que mi excitación en ese momento.
Sentía que tenía que hacer algo, que no estaría tranquilo si dejaba ir a Ben sin hacer algo.
¿Pero que podía hacer yo para darle su merecido? Ese hombre era enorme y mucho más fuerte que yo.
De ninguna manera podría ganarle en una pelea o algo… ¿Qué más podría hacer?
Movido por la curiosidad y mis ganas de hacer justicia para Santi, salí de la piscina y empecé a seguir a Ben y a los hombres que venían con él, mientras caminaban por las instalaciones.
Eran tres los hombres que lo seguían, tres hombres y un joven que venía detrás de ellos, como siguiéndoles los pasos.
El ultimo era diferente a los demás hombres, era claramente más joven y tenía en su rostro una expresión de miedo, mientras que los otros tres sólo se veían incomodos y enojados.
Luego de un momento de seguirlos, todos entraron a una cámara de vapor grande que había al final del pasillo, mirando sospechosamente a todos lados antes de ingresar.
Me tomó varios minutos tomar valor para entrar a la cámara.
El vapor cubría casi todo el lugar y era difícil ver más allá de mi nariz, lo que me servía muy bien para que nadie me reconociera.
No estaba seguro de porqué hacía todo eso o de que quería ganar, lo único que sabía era que quería saber más de ese sujeto, tal vez escuchar algo que pudiera servirme en su contra.
Pero lo único que pude escuchar eran los gemidos excitados de un joven y el familiar sonido de un par de nalgas chocando con una pelvis dura.
¿En serio? ¿Estaba tirando de nuevo? ¿Allí? Ese tipo no tenía límites.
Sin querer que me vieran, me arrodillé en el suelo y empecé a arrastrarme poco a poco, siguiendo los gemidos hasta que el vapor se hizo menos denso y pude ver al enorme hombre introduciendo su enorme pene dentro del culo del joven que iba detrás de ellos hace un instante.
Los gritos y gemidos de aquel muchacho llenaban por completo aquella habitación.
Podía ver que sufría para aguantar aquel enorme pedazo de carne, pero al igual que Santi en su momento, él tampoco se quejaba o pedía que se detuviera.
¿Por qué harían algo así?
Poco a poco me acerqué por un lado, para observar mejor la escena, ahora ya más por morbo que por querer investigar algo.
Debía admitir que los gemidos del pasivo me estaban calentando más de la cuenta, obligándome a acercarme más y más para observar mejor como todo aquel enorme pene se perdía entre las nalgas blancas de aquel joven.
Entonces un par de manos grandes y fuertes me sujetaron de los brazos, sorprendiéndome y obligándome a ponerme de pie.
?¿Qué hacen? Suéltenme ?me quejé, pero fue inútil.
Aquellos hombres me llevaron frente a Ben, quien seguía penetrando al joven, sin siquiera volverse a mirarme.
?Lo encontramos espiando, señor ?dijo uno de los hombres, pero Ben seguía metiendo y sacando con todas su fuerzas, mordiéndose los labios más y más fuerte con cada embestida.
?¿Qué quiere q hagamos con él? ?volvió a preguntar y de inmediato Ben se detuvo y de un solo tirón sacó su enorme pene del culo del muchacho, haciéndolo lanzar un grito agudo que me sobresaltó.
?¿Por qué me interrumpes cuando estoy tirando? ?le gritó al hombre, tomándolo de su cabello y jalándole la cabeza hacia un lado?.
¿Acaso no puedes esperar a que termine?
Su voz y la forma salvaje en la que hablaba me pusieron la piel de gallina.
Ese hombre era un animal.
?Lo lamento, señor… pero lo agarramos espiando ?se disculpó y por primera vez Ben fijó sus ojos en mí y luego su expresión cambió.
?Que tenemos aquí ?dijo y luego soltó al hombre y se acercó hacia mí?.
Eres un guapetón.
Mi cuerpo se estremeció cuando su mano acarició mi rostro y no pude contener mi asco.
?No me toques ?exclamé y recibí un codazo en mis costillas como respuesta, dejándome sin aire.
?Tienes espíritu… que interesante ?dijo Ben y luego trono sus dedos y de inmediato sus hombres me tomaron de los brazos y me llevaron hacia una de las paredes, sujetando mi rostro contra ella y agarrándome fuerte de las manos.
Mi corazón empezó a latir rápido por la desesperación.
¿Cómo se me había ocurrido seguir a ese animal? Ahora me encontraba a su merced.
?Veamos que tenemos aquí ?dijo y luego de un tirón me arrancó la toalla, dejando mi trasero al aire.
?Vaya pero que ricas nalgas tienes…
Entonces sentí sus manos ásperas y grandes recorrer la piel de mis nalgas y un miedo terrible me invadió, una repulsión tan grande que me dieron ganas hasta de llorar.
Ben pasó sus manos sobre mis nalgas varias veces y luego me dio una nalgada en cada una dejándome una sensación de ardor sobre la piel.
?¡Suéltame! ¡Déjame ir! ¡No me toques! ?exclamé y volví a recibir otro golpe en mi costado que me volvió a quitar el aire, luego un golpe más en la cabeza que me dejó azonzado, pero no lo suficiente como para no sentir las manos de Ben abriéndome las nalgas de par en par.
?Que delicia ?lo escuché susurrar y luego sentí su lengua hurgando en mi trasero, enterrándose entre mis nalgas.
Entonces una sensación muy fuerte me invadió, como una corriente eléctrica que recorrió mi espina e hizo que mis piernas perdieran su fuerza, noqueándome mucho más que aquel golpe en las costillas.
De pronto dejé de sentir la lengua de Ben y los hombres que me tenían sujeto me soltaron enseguida.
Un montón de sombras invadieron la cámara de vapor, moviéndose rápidamente frente a mis ojos, sin que pudiera distinguir de quienes se trataba.
Todo era muy confuso hasta que un aroma familiar apareció junto a mí.
?Samuel… ¿estás bien? ?La voz fuerte y familiar de Armando me volvió a la realidad y me tranquilizó bastante.
? ¿Qué pasó? ?pregunté sin entender nada.
?La policía intervino al sujeto que te estaba atacando.
Se lo acaban de llevar preso ?explicó mientras me sostenía de la cintura y me acercaba a su cuerpo para que me apoyase en él.
El aroma a Old spice y café que emanaba de su cuerpo actuó como un somnífero para mí, un tranquilizante que hizo que recostara mi cabeza en su hombro y me dejara llevar por él.
?Lo lamento ?le escuché decir?, no quise que pasara esto ?.
Su voz se desvanecía en el aire o tal vez era yo quien perdía la consciencia.
No sé si fueron los golpes, el estado de shock por haber estado a punto de ser violado, o el cansancio por todo lo que había pasado en las últimas horas, pero caí rendido en los brazos de Armando y no supe más.
Una cálida sensación recorría mi brazo izquierdo, cuando retomé la consciencia, como una ráfaga de aire caliente que iba y venía y que me hacía sentir muy a gusto.
Luego aquel aroma familiar, intenso y embriagante, invadió mis sentidos y mis ojos se abrieron de par en par.
Me encontraba recostado sobre mi lado derecho en una cama que me resultaba raramente familiar y una mano me acariciaba el brazo izquierdo, moviéndose de arriba abajo.
Luego de un segundo de pánico, el aroma a Old spice me reveló de quien se trataba sin tener que darme vuelta a mirarlo, haciendo que mi cuerpo se relajara nuevamente.
¿Qué había sucedido? Los recuerdos eran vagos en mi mente, o al menos lo fueron por un momento.
Luego todo lo que había pasado regresó de golpe a mi cabeza y mi cuerpo se estremeció y se contrajo al recordar a ese asqueroso sujeto, acariciándome las nalgas.
Entonces, al sentir que mi cuerpo se estremeció, el brazo de Armando rodeó mi pecho y me apretó contra él, haciéndome sentir extrañamente bien.
El aroma de su piel era aún más embriagante que el perfume que usaba, casi tanto como sentir el calor de su cuerpo rodeándome.
Nunca me había sentido tan protegido antes, tan a salvo, y después de lo que había vivido eso era realmente lo que necesitaba en ese momento.
Pero entonces el calor de su pecho contra mi espalda no fue lo único que pude sentir.
Un enorme bulto caliente empezó a crecer y a presionar contra mis nalgas, lo que puso muy nervioso.
Por ser activo, nunca había dejado que alguien se acercara tanto a mí por detrás, mucho menos puntearme de esa forma, pero había algo en Armando que era diferente, que me hacía ir contra todo lo que conocía y deseaba.
Por eso no dije nada y sólo me quedé quieto, haciéndome el dormido, sintiendo como su pene crecía y crecía contra mis nalgas.
Entonces suavemente Armando colocó su rostro sobre el mío y me apretó más contra él.
Mi piel se puso de gallina al sentir la piel de su mejilla contra la mía, y su calor envolviéndome por todas partes, entonces supe que ya no podía seguir pretendiendo que dormía y me volví hacia él, quedando nuestros rostros a sólo un par de centímetros de distancia.
Sus ojos me miraban con mucha ternura, una expresión que me conmovió tanto que no me busqué alejarme, al contrario, sentía que quería acercarme más.
Entonces su rostro empezó a acercarse más y más hacia mí y empecé a desesperarme por dentro.
¿Qué estaba haciendo? Armando era un señor, nunca había besado a alguien de esa edad… ¿Acaso me estaba volviendo loco? No podía gustarme alguien de esa edad, no podía…
Entonces sus suaves labios se fundieron con los míos y todas las conjeturas y quejas en mi mente desaparecieron de inmediato, dejándome sólo una extraña y dulce sensación que me invadió el cuerpo y me hizo estremecer.
Sus labios eran suaves, carnosos, su beso era firme y pasional.
Era un gran besador, debía admitirlo.
Su aroma, su calor, su presencia, me embriagaban tanto que no me di cuenta cuando mis manos empezaron a recorrer sus brazos hasta su espalda.
Tocar su cuerpo fue más excitante de lo que pensé, fue como lograr algo que había estado queriendo hace tiempo.
Entonces sus manos empezaron a recorrer mi espalda y a bajar hasta mi trasero, mientras mi mente se volvía loca quejándose en silencio.
Con cada rose de su piel mi cuerpo se estremecía.
Sin darme cuenta sus manos empezaron a desprenderme de mis ropas y luego de un momento me encontraba sólo en boxer, aun abrazando a su cuerpo, besándolo.
Entonces sus manos empezaron a deslizarse bajo el bóxer y a acariciar mis nalgas suavemente, provocando todo tipo de sensaciones que me hacían querer más y más.
Era extraña aquella sensación que me invadía mientras Armando me acariciaba el cuerpo desnudo y me besaba con pasión.
Me sentía protegido a su lado, indefenso, sentía que necesitaba de su fuerza, necesitaba que me besara que me acariciara de esa forma, por eso lo dejé seguir y seguir, sin intentar detenerlo.
Entonces Armando giró mi cuerpo y me puso boca abajo, luego en un par de movimientos se quitó la ropa, dejando su pecho lampiño al aire, quedándose sólo con un bóxer negro entallado que me puso a mil.
Poco a poco, usando sus labios y lengua, empezó a bajar por mi espalda, dando lamidas, besos y pequeños mordiscos a cada centímetro que recorría, llevándome a un estado de placer que no conocía.
Con cada uno de sus roses mi cuerpo se sacudía, disfrutando de ese nuevo placer que estaba descubriendo.
Entonces sus labios llegaron hasta mis nalgas y empezaron a acariciarlas, a lamerlas suavemente, como si disfrutara cada centímetro.
Sus manos se sentían cálidas, duras contra mis nalgas.
Era la primera vez que alguien me agarraba el culo de esa manera, la primera vez que alguien pasaba su lengua sobre él… era extasiante.
Inconscientemente mi cuerpo empezó a curvearse, levantando mi trasero más y más para que siguiera acariciándolo, para seguir explorando que otros placeres había por descubrir allí.
Conocía muy bien como comerme un culo, como pasar la lengua por los lugares precisos, como excitar al pasivo hasta hacerlo rogarme que lo penetrara, conocía cada uno de los pasos y trucos, pero nunca los había experimentado en carne propia, no sabía la gama de placeres que producían.
Las manos de Armando abrieron de par en par mis nalgas y sentí una brisa suave llegar hasta mi agujero.
Era la primera vez que alguien estaba así de cerca de esa parte de mi cuerpo, y me parecía increíble que lo hubiera dejado llegar tan lejos.
¿Qué tenía Armando diferente a los demás? ¿Por qué lo estaba dejando llegar tan lejos?
Entonces sentí su aliento cálido sobre mi ano y mi cuerpo se estremeció por completo.
Era una sensación completamente diferente a las demás, sentir a alguien invadiendo esa parte de tu cuerpo tan íntima, que hasta ese momento era sólo mía y que casi nunca recibía atención alguna.
Pronto su lengua empezó a hurgar entre las paredes de mis nalgas, provocándome suspiros con cada lengüetazo, hasta que por fin llegó hasta mi agujero y la sensación se incrementó tanto que mi cuerpo empezó a retorcerse cada vez que sentía su lengua mojar mi ano o tratar de entrar en él.
Aquello era un vendaval de emociones y sensaciones que sinceramente no me esperaba.
Entonces Armando se deshizo de su bóxer rápidamente y pude sentir su duro pene rosando mis nalgas, mojándolas con sus líquidos, presionando entre ellas.
¿Qué estaba haciendo? ¿Me iba a penetrar? ¿Dejaría que me penetrara? No, eso ya iba demasiado lejos… Yo no era pasivo, era ACTIVO… no podía permitir que me penetrara, no era lo mío, lo mío eran los culos, no los penes… No podía permitir que me la metiera.
Los besos de Armando sobre mi nuca y cuello iban acallando poco a poco las voces y reclamos en mi mente, dejándome en un estado de semi inconsciencia, dispuesto a todo lo que él quisiera.
Luego de humedecer su pene y mi ano con algo que supuse fue lubricante, Armando colocó su enorme y duro miembro entre mis nalgas, acomodando con su mano la cabeza de su pene para que diera exactamente en la entrada de mi ano, mientras con la otra mano me acariciaba la espalda y las nalgas, como tratando de calmarme.
Me sentía tranquilo, dominado.
Todo ese torbellino de placeres y sensaciones habían atontado mi mente y me habían dejado en un estado en el que no me importaba ser penetrado por otro hombre, a pesar de que nunca si quiera había cruzado por mi mente.
Entonces Armando dio el primer empujón y su pene entró un par de centímetros, provocándome un dolor tan intenso que me despertó de inmediato del estado en el que me encontraba.
De un salto me puse de pie en la cama, mirando a todos lados, como si recién me hubiera despertado de una pesadilla, sobándome mi pobre ano adolorido.
? ¿Qué estás haciendo? ?pregunté molesto, mientras recogía mi ropa del suelo y empezaba a vestirme.
?Lo lamento, no quería…
?¿Penetrarme? ¿Qué diablos estabas pensando? ¡No soy un puto pasivo! ?le reclamé, mostrándome profundamente ofendido, cuando en realidad todas esas palabras, esos reclamos me los estaba haciendo a mí mismo.
?Samuel, espera… Lo lamento ?lo escuché decir pero yo ya me encontraba saliendo por la puerta y no me digné si quiera a escuchar sus disculpas.
Mi cuerpo temblaba cuando puse un pie en la calle, no sé si por nervios, por cólera o por vergüenza.
No tenía idea de cómo sentirme ahora, luego de haber disfrutado como pasivo en manos de Armando.
¿Acaso me estaba volviendo versátil? ¿Era eso posible? ¡NO! ¡NO! Eso no era posible, yo era activo, ACTIVO… y seguiría siéndolo… SIEMPRE.
De inmediato tomé mi teléfono y marqué el primer número que se me vino a la mente, luego salí corriendo, sin detenerme a pensar en lo que hacía, sólo moviéndome por pura reacción.
Unos minutos después estaba tocando una puerta.
?Hola Alex ?dijo al verme el muchacho de ojos claros y mejillas chaposas.
?Hola Dani ?contesté y sin esperar respuesta me metí a su casa.
?Me sorprendió tu mensaje ?dijo cuando estuve dentro de su casa?, mis compañeros y yo estamos haciendo un trabajo de la universidad, pero dime… ¿Qué pasó?
?Sí… puedo verte un segundo en privado ?dije hablándole casi en un susurro a él?.
Sigan un momento sin él, ahora regresamos ?dije luego, volviéndome hacia sus amigos que se encontraba sentados en la sala, mirándome con curiosidad.
Dani levantó los hombros accediendo a mi petición y luego lo tomé de la mano y casi jalándolo lo llevé hasta su cuarto y cerré la puerta.
?¿Qué sucede? ?preguntó de nuevo, una vez que estuvimos solos.
Entonces me acerqué hacia él y le planté un beso, dejándolo mucho más sorprendido que antes, sin saber bien cómo reaccionar.
Luego de unos segundos correspondió el beso y fue todo lo que necesité.
De un rápido movimiento le di vuelta y lo arrimé contra una mesa que había en su cuarto, luego rápidamente empecé a desabotonar sus pantalones.
?Espera… ¿Qué haces? Mis amigos están afuera…
?Shh ?lo callé y luego sus pantalones cayeron al suelo, seguidos un segundo después por sus calzoncillos.
?Espera… espera… ?se quejó mientras me ponía un condón y llenaba de saliva su ano y mi pene?… ¿es en serio? ¿Estás lo…
Pero antes de que pudiera terminar su frase empujé mi pene dentro de su culo de un solo golpe, haciéndolo callar en seguida.
?No…no.
ahh… me duele… espera… ahhh… ?susurraba mientras empezaba a moverme dentro de él.
Sus manos estaban aferradas sobre la mesa, mientras las mías estaban sujetas a su cadera, ayudándome con el movimiento de meter y saca.
Mi pene entraba con facilidad entre sus peludas nalgas, desapareciendo como por arte de magia, mientras él contenía sus gemidos para que sus compañeros no se enteraran de lo que estábamos haciendo.
Conocía muy bien a Daniel y sabía que podía aguantar como si nada un pene como el mío sin mucha lubricación, por eso fue mi primera opción.
En ese momento no tenía tiempo para previos, quería un pasivo, quería metérsela a alguien de uno solo y probarme a mí mismo que seguía siendo el mismo ACTIVO de siempre
Daniel, como buen chico de granja, era fuerte, recio y podía aguantarla sin problemas, era uno de los pocos chicos pasivos con los que me gustaba repetir, ya que era guapo, aguantador y sumamente varonil.
Los siguientes diez minutos me la pasé metiéndole el pene con fuerza a Daniel, desquitando toda mi frustración y confusión en su culo.
Sus nalgas peludas ya estaba rojas de tanto golpe que le daba con mi pelvis, sus piernas y las mías ya empezaban a flaquear cuando por fin me vine dentro de él y caí exhausto al suelo.
Daniel se subió los pantalones y se sentó a mi lado.
?Wow ¿Qué fue todo eso? ?preguntó confundido.
?Nada, sólo tenía ganas de tirar.
?Creo que nunca me la habías metido con tanta desesperación.
fue algo… interesante.
?Lamento si te hice daño ?me disculpé, empezando a pensar con claridad luego de haberme sacado la excitación del cuerpo.
?Nah, no te preocupes.
Puedo aguantar eso y más… Además creo que también necesitaba una buena follada para continuar con mis trabajos y ya ves… llegó a domicilio.
Ambos sonreímos divertidos y luego nos quedamos un momento en silencio, recuperando el aliento.
?Bueno será mejor que regrese con mis amigos ?dijo y luego sacó un desodorante y empezó a echar al aire.
?¿Y eso?
?No quiero que mi habitación huela a sexo, por si alguno de mis amigos decide entrar
?Entiendo ?dije con una sonrisa?.
Gracias por ayudarme.
?El placer fue mío, literalmente ?sonrió y luego ambos salimos de la habitación.
Luego de despedirme de sus amigos, salí de su casa y empecé a caminar sin rumbo por las calles, pensando, analizando todo lo que había sucedido… Obviamente no había dejado de ser activo, aún me seguían excitando los culos y seguía disfrutando penetrarlos, lo que quería decir que lo que pasó con Armando no había cambiado nada.
Entonces recordé la forma en la que había tratado a Armando y me sentí mal.
Él no había hecho nada malo, nada en contra de mi voluntad.
Todo lo que hizo, lo hizo porque yo lo dejé hacerlo.
Había sido injusto de mi parte hablarle de esa manera y debía disculparme, pero primero debía ir a ver como se encontraba Santi en casa del amigo de Pablo, ya era casi medio día y le había prometido ir a verlo en la mañana.
Ya luego lidiaría con Armando y con lo que me hizo
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