El celular I
Como encontrar un celular puede cambiar tu vida.
Él estaba de espaldas.
Recuerdo que usaba una camisa y su pelo era de color castaño. Su celular estaba en esa silla que ocupaba hace unos minutos. Lo tomo y vuelvo a mirarlo. Ya no estaba. El celular vibra y un número desconocido aparece en la pantalla. Mi reacción sin pensarlo es la de contestar. Puede que sea alguien que lo conozca para devolverlo. Una voz de un hombre muy enojado se escucha del otro lado.
-Te veo, maldito hijo de perra! Te voy a matar por violarte a mi hijo!
Mi corazón quedó helado.
-Ahora sé quién eres. Volviste gay a mi hijo!
-Papá, no le hagas nada!- Una voz de un joven se escucha al otro lado.
-Tú cállate! Yo no crié un hijo al que le guste que se lo culeen!
No sabía qué hacer. Quería devolver el celular y ahora estaba metido en algo que no me corresponde.
Luego de varios garabatos y súplicas del joven de que no me haga nada, la voz del joven grita que me vaya, que su papá me mataría. Súbitamente el llamado se corta. Miré para todos lados. Nada. Miré el celular. No tenía patrón, pero no era momento. Alguien me estaba siguiendo y no sabía cómo justificar lo que pasaba. A un extremo de la cafetería veo a un joven siendo tironeado por un hombre. Se dirigían hacia mí. Tomo mi mochila, guardo el teléfono en ella, y salgo corriendo. No sé cuánto habré sacado de ventaja, pero cuando voltié, ya no los veía. Sin pensarlo, tomé una de las micros que pasaba. Me senté en los primeros asientos y saqué el teléfono. Me metí al WhatsApp, y vi muchos chat que le habían hablado. Me meto a uno, y muchas fotos de un intercambio de sexchat que terminó con una foto del antiguo dueño del celular mostrando su gran pene recién ordeñado. Era grande, con una gran cabeza y encorvado. Grueso, que se iba adelgazando a la base. Que envidia.
Me cambio a otro chat, y reconozco en su foto de perfil al joven que estaba con su papá. Era muy modelo el loco, y no debió tener más de 18 años, pero era alto. El chat mostraba que se hablaban y se excitaban mucho todos los días. Él mandaba fotos de culo sin ningún pelo, incluso metiéndose un consolador que tenía la forma del pene del antiguo dueño. Nunca me había pasado, pero al ver como el joven se autocomplacía, surgió una erección. Paso a otro vídeo, y el joven se engullía el pene del tipo del celular. Tenía el hábito de grabarse teniendo sexo. El joven era muy goloso, y con arcadas lograba tragarse su gran mástil. Subía y bajaba, y lo miraba sabiendo que todo eso era suyo. Seguía revisando hasta que me llega un mensaje en el mismo chat.
-Lograste escapar. Solo quiero que sepas que extraño mucho que me preñes. Mi papá dice que eso es para cuando sea mayor, pero de verdad que quiero que lo vuelvas a hacer. Por favor, no vayas a mi colegio a verme. Mi papá dice que si te ve ahí te hará mucho daño. No quiere meter a las autoridades porque no quiere traumarme, pero de verdad que no me importa. Quiero estar contigo.
-Oye, no sé quién seas, pero encontré este teléfono tirado en una cafetería. No quería involucrarme. Si quieres puedo devolverlo pero sin tu papá. No quiero problemas.
Mis dedos se movieron tan rápido que no me di cuenta. El joven respondió con un emoticón de sorpresa.
-Eso explica que no respondiera los mensajes. Esta bien, gracias. Mi papá no te hará nada, pero busquemos un lugar para que entregues el teléfono. Juro que denunciaré a este porque me mintió. Dijo que se iría de viaje, y que llegando nos juntaríamos.
-No quiero saber más, de verdad. Mañana en la cafetería y te paso todo.
-Vale, nos vemos.
Veo cuando el «En línea» desaparece y un vacío me recorre. Qué mierda estaba pasando. Llego a mi departamento intrigado. Reviso los demás chat, y eran todos de jóvenes, que le mandaron fotos de culos y picos a este weón. Y de verdad que el weón los calentaba. En más de alguno tenía vídeos culiándose a dos pendejos, uno encima de otro, grabados con el mismo celular. Ver esos vídeos me daba morbo, y cuando lo solté, no sabía porqué tenía una erección tan pronunciada. Intenté ver porno hetero, pero no me calentaba eso. Me la jalé viendo como una china se le montaba a un negro con un pene gigante, pero aún así no era suficiente para eyacular. Volví a tomar el celular del weon, y registré la galería del pendejo con el que estaba hablando. Ese culito metiéndose el dildo fue preciso para hacerme acabar. Al terminar, una culpa me invadió, sabiendo que me había excitado con un pendejo pasao a leche.
gran relato con ganad de leer la sigueinte parte