El chacal de mi trabajo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace años trabajaba de mesero en un salón de fiestas que pertenecía a uno de mis tíos.
Antes incluso de empezar a trabajar, yo ya iba mucho con mi familia ya que normalmente nos invitaba a comer.
Uno de los trabajadores de mi tío, Alberto, siempre me llamo la atención.
Es un hombre con pinta de chacal, moreno, algo bajo de estatura pero con muy buen cuerpo, a través de la camisa blanca que era el uniforme del salón se le notaba unos brazos fuertes y una espalda muy trabajada y regularme se tenía que agachar para levantar cajas, entonces se le marcaban mas la nalgas, lo cual me volvía loco.
Trabaje algo de tiempo con mi tío y nunca le insinué nada y menos él a mí, platicábamos regularmente pero nada fuera de lo común.
De todas maneras, todos esos meses no dejaba de mirar su cuerpo y la forma tan masculina en que me hablaba.
Un día nos toco quedarnos a él y a mí solos al final de una fiesta que término ya muy de madrugada.
Mi tío se había ido y nos correspondía limpiar y arreglar la cocina.
Hacía mucho calor así que abrí las ventanas de la cocina para empezar a ventilar.
Alberto estaba fuera de la cocina arreglando las mesas y yo me quede en la cocina arreglando los platos sucios y las bebidas que no se habían usado.
Para acomodar los platos, debíamos meter cajas de estos bajo un estante cerca del fregadero para que después se pudieran lavar, pero la mesa tenía una tabla, entonces debes ponerte en canclillas para poder meter las cajas.
Estaba por terminar de colocar la ultima caja, así que cuando termine, me intente levantar pero me encontré a Alberto muy cerca de donde estaba y mi cara roso directo con su entrepierna.
No fue nada inusual, un toque muy rápido, pero fue suficiente para poder sentir un poco su verga y oler algo de sudor.
Muy avergonzado, me hizo para atrás y le dije:
-¿Que te pasa?, hasta para allá.
-Haha, perdón, pensé que me habías oído entrar y quise ver si ya habías acabado con las cajas
-Pues sí, ya quedaron ahí como pudieron
-Si, así a golpes debiste haberlas acomodado así como el que me acabas de dar
Pensando que tal vez le había golpeado, le pedí perdón:
-Perdón, pero eso te pasa por ponerte ahí
-No te apures, igual no me dolió, tengo huevos de toro.
-Haha, Aja, ándale como no.
-Enserio, ¿te los enseño y te los tragas?
Yo nunca he sido indiscreto y siempre me comporte fuera de lo que se considera gay, pero me gusto como empezó a hablarme, así brusco, así que empecé a ponerme nervioso, y él empezó a notarlo.
Posteriormente, le dije:
-Ni madres wey, no te creo
-Si ándale, se nota que quieres verlos.
¿Te gusta la verga verdad?
Pensé rápidamente, ¿Qué podría pasar? Tenía a un hombre varonil y de buen cuerpo frente a mí con ánimos de mostrarme su verga y ya hacía rato que me gustaba verlo, así que con algo de vergüenza le dije:
-Anda, ya pues, sácalos.
Alberto sonrió y puso una cara muy morbosa, se desabrocho el cinturón y su pantalón para dejar ver un bóxer negro.
Metió su mano en el bóxer y saco su verga.
Una verga gruesa, morena como su piel, y no mentía respecto a sus huevos.
Estos colgaban de manera impresionante y eran de un tamaño impresionante, tuna línea de vello se notaba entre su verga y su abdomen, que aunque no estaba muy marcado, se notaba que tenía fuerza.
Me quede fascinado con su miembro, y luego el me dijo:
-Ahí está, ¿no que no?
-Wow, pues… pues no mentías, si tienes unos huevotes.
-Ahí está, ahora te los tragas cabron,
Se me acerco agitando levemente sus huevos, ofreciéndomelos.
Yo ya estaba perdido, así que me hinque y con mi lengua empecé a lamer como pude sus huevotes.
Los metí en mi boca, el olor a sudor de macho me enloqueció y disfrute mucho lamiendo sus huevotes.
Alberto respiraba fuerte y parecía que lo estaba haciendo bien porque su verga empezaba a ponerse dura y a tomar un buen tamaño y mejor grosor.
Con voz grave me dijo:
-Pinche puto, que lengua tienes, cabron….
Ándale, chúpame la verga.
Obedecí, me metí su chorizo en la boca y empecé a lamer su cabeza, estaba ya muy dura y sabia delicioso, luego puso sus manos en mi nuca y empezó a cogerme la cara como loco.
Su verga entraba y salía casi por completo de mi boca y el gruñía como animal salvaje.
Sus embestidas eran salvajes, me empezaba a doler la nariz por golpearme contra su abdomen.
Me la metió hasta la garganta y me dijo:
-¿Te gusta puto? ¿Te encanta mi chorizo, verdad?
Yo como pude, le dije si con la cabeza, me saco su verga y me dijo:
-Levántate, quiero ver tu culo.
Me puso de pie y él me inclino sobre una de las mesas de la cocina.
Me baje el pantalón y el bóxer que traía y el agarro mis nalgas fuertemente diciendo:
-Ay puto, que nalgas.
Te voy a coger cabron, te voy a coger bien rico.
Me puso su verga apuntando a mi culo, escupió un par de veces y sentí como su mano lubricaba su verga y mi culo.
Me puso la cabeza de su verga en el culo y empujo hasta que sentí que entro.
Empezaba a sentir muy rico como entraba, pero casi inmediatamente que entro la cabeza, empujo bruscamente y me la metió entera.
Me dolió y grite un poco, a esto le dijo:
-No grites puto, yo se que así te gusta.
No me quedo otra opción más que aguantarme.
Empezó a meterla y a sacarla rápido y sus embestidas eran fuertes.
Me cogió de una manera muy brusca, pero me gusto mucho sentir su vergota entrando y saliendo casi completa de esa manera tan rápida.
El se quejaba, respiraba fuerte, gruñía, en verdad parecía un animal.
No había quien lo parara.
Después de un rato, me apretó fuerte las nalgas y dio una embestida más fuerte que las demás, mientras se quejaba.
Pude sentir su leche caliente en mi ano.
Después, volvió a embestirme unas 3 veces más, y luego saco su verga y se fue al baño.
No me gusto que me dejara ahí como sin nada, pero no podía ni reclamarle, estaba exhausto de la cogida que me dio.
Como pude, me limpie, pero utilice demasiadas servilletas, se había venido entero dentro de mí.
Me subí el pantalón y cuando el regreso me dijo:
-Pinche culo que tienes cabron.
Que buena cogida.
¿Ni una palabra de esto, ok puto?
-Para nada, solo si me dejas volverte a chupar la verga después.
El solo se rio y se regreso a limpiar el resto del salón.
Hubo otras veces en que le chupe la verga, ya nunca volvió a cogerme y desde que me salí de ese trabajo ya no he hablado con él.
Espero les haya gustado mi relato.
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