el chacal del metro (el que busca encuentra)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MiNombreEsAlan.
Como de costumbre me encontraba buscando verga en la línea A del metro, desesperado y caliente en el último vagón del tren, pues me hacía falta ya sentir un buen pedazo de verga clavada en las nalgas; gruesa y caliente para que poder disfrutarla dentro de mí, para gritar como perra, suplicando, que me la metieran toda.
Y estaba decidido a encontrarla.
Después de un rato puede ver a un tipo que me hizo agua la boca.
Era un chacal; un tipo moreno con una barbita definida en un mentón ancho como su espalda.
Tenía el pecho y los brazos marcados, su cuerpo era y tan puto excitante bajo una playera sin mangas, un pantalón de mezclilla ajustado y un par de botas de obrero.
Estaba recargado sobre la puerta con la frente llena de sudor pues, al parecer, regresaba trabajar.
Su herramienta de construcción lo delataba.
Tenía un brazo levantado para agarrarse de un tubo y así yo podía ver su axila cubierta por un delicioso vello; me imaginaba como podía oler y me moría de ganas de pasar mi lengua por ahí.
Era demasiado, en ese momento ya tenía la verga erecta y el culo palpitando; tenía que acercarme a él y hacerle la plática para llevármelo a un hotel.
Fui a donde él y lo observe sabroseando todo su cuerpo, él lo noto y no fue indiferente se empezó a acomodar la verga.
Susurre, lo suficientemente fuerte para que me escuchara; “¡que rico!” sonrió para ignorarme por un rato, pero yo seguía comiéndolo con la mirada.
No podía más y me atreví a abordarlo directamente.
¿Qué onda?, hace un chingo de calor ¿no?, ¡ se antojan unas chelas!
Dije y espere su respuesta con la verga escurriéndome por el deseo.
Me miro extrañado, pero reacciono amable y me dijo, “si, así es amigo… se antoja una cervecita” dijo mientras se agarraba el paquete.
No aguante y lo agarre; le empecé a acariciar le la verga y el wey no fue indiferente.
Sentí poco a poco como su verga se fue parando para al final darme cuenta que era una madresota; gruesa y larga.
¿No quieres que vayamos a tomarnos unas cheves? Yo te invito.
Dije lamiéndome los labios.
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-Mejor vamos a mi casa, ahorita está sola.
Obviamente acepte y después de un rato ya estábamos ahí.
Era una especia de vecindad.
Me indico a donde dirimirme y me advirtió que entrara sin hacer ningún ruido.
Entramos a un cuarto oscuras, y en cuanto cerró la puerta me ordeno que le mamara la verga.
Prendió la luz, se bajó el cierre y yo ya estaba de rodillas listo para comer.
Era una verga deliciosa, gruesa, morena, apestosa y peluda.
Me la trague toda por un buen rato, no podía despegarme de ella, quería estárcela mamando todo el día y toda la noche; sentir ese trozo enorme de pito en mi boca ahogándome con mi propia saliva.
Lo miraba desde abajo, mientras le seguía chupando el palo, me escupió en la cara y dijo.
– ¿ya putita?, ¿ya terminaste? Porque te quiero coger.
Apúrate, yo sé que te gusta pero deja algo para después.
Me levanto del suelo y me aventó a un sillón.
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– quita te le pantalón, rápido… ¿quieres que te la meta?
Dijo agarrando y agitándose el pito.
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– si.
Por favor.
Yo ya estaba en cuatro sobre el sillón abriéndome las nalgas para recibir verga.
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– ¿te gusta, verdad? ¿Te gusta mi verga?
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– sí, me encanta… ya métemela.
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– espérate, putita.
No es cuando tú quieras.
¿y quién te dijo que te pusiera de a perrito?
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– nadie…
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– ¿entonces? No te gusta obedecer ¿verdad? Se me hace que mejor no te la voy a meter.
Por desobediente.
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– ¡no!, perdóname… métemela, ¡métemela!
Dije mientras veía su pitote gordo escurriendo le babita.
De esa que sale para lubricar.
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– te la voy a meter, putita, pero escúchame; no quiero que quejes muy fuerte porque los vecinos escuchan.
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– si… lo prometo, pero ya métemela.
Acepto.
Saco un condón de su cajón, se lo puso y se acercó a mí.
Sentí su cabeza rosándome la entrada de mi ano y mis nalgas se hicieron automáticamente hacia atrás para comérmela toda.
Me tapo la boca con ambos manos y me la dejo ir por completo de un solo jalón.
Sentí que me iba a desmayar de placer; puse los ojos en blanco y grite.
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– ¡que te calles, hijo de tu puta madre! ¿Qué te dije? ¡Si no te callas te la voy a sacar!
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– no, no me la saques… ya me callo, pero no me la saques.
Pero yo seguía pujando pues él seguía metiéndome la verga con una fuerza increíble; adentro y afuera, una y otra vez.
Las piernas se me doblaban y volví gritar.
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– ¡ah, ah….
Ah! No mames, que rico.
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– ¿te gusta?
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– si… más fuerte.
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– ¡ah! ¿Quieres más fuerte, puta? ¿Si la vas a aguantar o vas a seguir pujando como perra?
Seguía envistiendo y mis nalgas haciendo ese típico ruido… clap, clap.
No podía evitarlo; continuaba quejándome.
Me dio una cachetada en la mejilla, luego me medio tres dedos en la boca para que no pudiera hacer ruido.
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– que rico culo, pendejo.
Ya viste; que tengo la verga bien dura… te gusta así ¿verdad?, si se ve que eres bien putita.
¿Cuántas vergas te comes al día?
Dejo de moverse, me saco la verga y me abrió la nalga con ambas manos para abrirme el ano palpitándome.
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– mira, mira como tienes el hoyito.
Que rico; bien abiertito.
¿Quieres más verga?
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– si.
Síguemela metiendo.
Me levanto del sillón y sin sacarme la verga en ningún momento me arrimo hacia una esquina del cuarto y sobre en la pared siguió dándome.
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– ya me voy a venir… masturbarte para venirnos juntos.
Obedecí y empecé a jalarme la.
En ese momento, ante de que se viniera, fue cuando más fuerte daba las envestidas.
Estábamos ambos cubiertos de sudor y apunto de eyacular.
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– me avisas cuando ya te vayas a venir?
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– pues ya, ya me voy a venir…
Eyacule y solo un segundo después sentir como me saco la verga, se quitó el condón y eyaculo en mis nalgas.
Se vino un chingo; su semen estaba caliente y viscoso, empezó a escurrirme por los muslos.
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– ¿te gusto? ¿Alguna vez te habían cogido así?
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– no.
Nunca.
Su semen que tenía en mis nalgas y piernas empezó a caer al suelo.
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– me vas a limpiar todo eso ¿eh? O si no te vas.
Pero me lo limpias con la lengüita, al fin y al cabo se ve que te gusta comerme los mocos.
Me dejas bien limpio, agarras tus cosas y te vas, pero anotas tu numero antes de irte… porque ese culito me lo quiero volver a comer.
Termine de hacer lo que me indicó.
Todo el tiempo él estuvo observándome sentando desnudo en el sillón, como me comía su semen del suelo mientras el fumaba y se jalaba la verga, que estaba de nuevo erecta.
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– ven
Me dijo.
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– pero de rodillas, ven para acá y límpiame la verga también.
Se la mame un buen rato más.
El prendió su tele, termino de fumar y levanto ambos brazos por detrás de su cabeza.
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– aquí te vas a quedar mamándomela hasta que me canse.
Me dijo y yo acepte ¿Cómo podría dejar de mamar tan deliciosa ñonga? Después de rato la tenia de nuevo muy dura.
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– levántate y métela tu solito.
Yo ya me canse, si quieres verga que te cueste ahora….
Sírvete.
Me estuve dándome sentones en ese palote hasta que él se vino de nuevo.
Me quito de encima y le lanzo al suelo.
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– ya wey.
Toma tus cosas y vete.
Así como entrantes sales.
Yo luego te llamo cuando se me antoje de nuevo tu culo usado.
Me viste.
Sentía mi culo adolorido y rosado.
Me encantaba.
Salí del lugar y fui de nuevo hacia el metro porque yo quería más verga pues era muy temprano para regresar a casa.
Y con suerte me encontraba un chacal igual de macho.
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