El chico agresivo pt 1
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por relojde1988.
La señora Fabiola salía todas las mañanas a trabajar y junto a ella su pequeño hijo, era una madre soltera.
Vivía a las orillas de la ciudad en la calle Heroicos, era de la zonas pobres, donde las casas era de tabicón expuesto, sin fachadas lujosas o terminadas… había casas de 2 o 3 pisos, aunque los pisos después del primero, no tenían puertas o ventanas… y todas las paredes culminaban en botellas de refrescos rotos, para que aquel que quisiera brincar una albarda se lastimara o se rajara las manos y el cuerpo con los vidrios puntiagudos al inténtalo.
Era su primer año en la primaria de óscar… cargaba una mochila llena de libros y útiles escolares más de lo que mi cuerpo podía soportar…
Pasaron por la casa de su vecino, donde todas las tardes se escuchaba como discutían con su esposa y como se quejaba de su hijastro.
El señor Tomás era un señor flaco, muy alto en comparación del pequeño Óscar, en ese entonces 1.
80 m de altura y con un corte militar, casi en cero… de piel clara casi blanca, pelo y bigotes castaños con 35 años de edad.
Siempre vestía de camisa y pantalón de tela… y una mochila que se cuelga de un hombro parecida a un portafolio… trabajaba vendiendo enciclopedias de casa en casa… y otras baratijas… todo por pedido…
Por otro lado su mujer de Tomás era una señora chaparrita, delgada y de pelo largo hasta su cintura color negro… de ojos grandes y cafés oscuro.
De piel morena.
Su hijo Ethan… era moreno claro… de 13 años… de 1.
30 m, pelo chico, aunque no se le notaba porque siempre cargaba el pelo corto del número 1 por muy largo.
Era delgado… pero siempre sobresalían sus glúteos… era un chico malo, grosero y siempre tenía rencillas con los demás adolecentes y las señoras de la calle o de la colonia.
La casa de Óscar y sus vecinos estaban separadas por un lote de tierra como de 8 metros de pared a pared.
De arena, tierra y pasto era el patio con 3 árboles de hojas, dos en al parte de Óscar y uno en la parte de la casa de Tomás.
Lo único que dividía el límite de los terrenos era una pila de piedras, tal vez 15 piedras a lo largo…
Ethan Siempre se ponía a fumar antes de que llegue su padrastro… no le hacía caso a su madre, era todo lo contrario a óscar, a sus 7 años siempre estaba pegado a ella su madre o juagaba solo en el patio sin embargo… siempre que se acercaba al límite le aventaba piedras para que no se pasara… su madre siempre salía a regañarlo cuando se daba cuenta… Óscar le sonreía siempre y se le quedaba mirando para hacerle plática, pero Ethan lo evadía.
Tal vez no lo sabía pero se identificaba con él, pues Óscar no tenía papá y siempre que sacaba el tema con madre le cambiaba el tema o lo mandaba a su cuarto a ver la tv.
Aunque en varias noches se despertaba por escuchar ruidos en el cuarto de su madre… gemidos y en la mañana siguiente veía a un hombre almorzando.
Generalmente eran los fines de semana… a veces era uno que ya había visto antes y a veces un desconocido.
Un día que se había sentido mal del estómago su maestra Herminia le mando a casa… Óscar tenía llaves de su casa, pues su madre trabajaba en una maquiladora, allí mismo trabajaba la madre de Ethan.
Justo antes de meter la llave a la cerradura de la puerta… Óscar vio que Ethan estaba sentado en su montículo de graba pegado a su pared… pues estaban construyendo la parte de arriba, un segundo piso.
En eso, mira que sale el señor Tomás sale de su casa, solo con un short de azul de un equipo de futbol… se le notaban los abdominales y las costillas no hacia ejercicio pero si era delgado.
Se sorprendió verlo así era la primera vez veía a un adultos así…
– Ethan… ven en este momento – grito el padrastro de Ethan… el pequeño Óscar se espantó por el grito del señor… Ethan que aun vestía su pantalón de tela y camisa blanca con líneas de color azul marino al igual que su pantalón y su mochila de color anaranjada.
– Metete a tu casa maldito mocoso, si no te parto la cara y no salgas – le dijo Ethan a Óscar, con la cara entre enojo, dolor y angustia.
Óscar abrió la puerta y cerró rápido y se fue a asomar por la esquina de la ventana que daba en dirección de sus vecinos.
Sabría que lo golpearía sin motivo alguno, al no ser que se haya salido de la escuela.
Por qué Ethan salía a las 2 de tarde y a penas eras 10 de la mañana.
Pero su sorpresa fue, que cuando estuvieron frente a afrente los dos, el señor Tomás le acaricio la mejilla y le dijo algo… a lo que Ethan moviendo la cabeza de forma negativa.
Entonces Tomás vio en varias direcciones y lo tomó de la mano y lo hizo pasar a la casa.
Si ellos siempre discutían y no bajaba de inútil, vividor y casi todas las tardes se escuchaba como le pegaba con el zapato, cuando estaba su madre.
Ese momento el cerebro le hizo confundirlo demasiado a Óscar.
Óscar sabía que la cama donde dormía Tomás y su esposa estaba en una de las paredes frente a la casa de ellos.
Donde Ethan siempre se sentaba a fumar… todas las tardes o noches…
Óscar salió de su casa y vio que se prendió la luz de dentro, de ese cuarto, porque se ilumino la cortina que tapaba la ventana…
Una vez que ellos estaban adentro Óscar salió a jugar con su pelota de futbol y en un descuido, la pateo al terreno de sus vecinos.
Pegado al montículo de graba… sabía que si lo descubrían de su lado, Ethan lo golpearía y el señor Tomás lo acusaría con su madre.
Estuve mucho rato pensándolo hasta que se decidió ir por su balón… su corazón le latía fuerte, apunto de destrozarle el pecho del miedo que tenía a ser descubierto.
Su paso era lento y sin tratar de hacer ruido.
Pero cuando iba a tomar mi balón la voz quebrantada de Ethan lo detuvo.
– No por favor – se escuchaba la voz de Ethan.
Pensó que lo estaba golpeando o estaba a punto de azotarlo con su zapato.
– No te esfuerces, pensé que ya te había acostumbrado o ya te empezaba a gustar.
– No-no… enserio esto no me gusta… por favor señor no lo haga – la voz de Ethan se había quebrado por completo… se escuchaba como empezaba a llorar.
– Mira ve.
Tómalo con calma, tu sabes que a tu madre no la quiero, no la quiero, no me da placer alguno.
Y no tienen a donde ir, así que tú sabes… siempre te lo digo… contigo tu madre paga la renta, porque si no desde cuando los hubiera echado a la calle – dijo Tomás en un tono cariñoso y paternal.
– pero si mi madre trabaja y trae dinero a la casa – dijo Ethan.
– No es suficiente ya te lo he dicho mil veces, anda y no alargues más este momento…
– Por favor señor, no… yo no quiero – dijo Ethan y su llanto se hizo más fuerte.
Un adolecente que siempre estaba enojado, al escucharlo llorar le parecía increíble.
Y fue lo que lo dejo inmóvil, queriendo escuchar.
– Vamos bájate el pantalón y pon la almohada bajo tu vientre y acuéstate en la cama separando las piernas – dijo Tomás.
¿Que se bajara el pantalón y separara las piernas?, que mal le podría hacer a su hijastro para que este llorara y doblegara su carácter…
– Ahí, hai.
aiii, ai ai… pero ponga mucha saliva que me duele mucho – sollozó Ethan.
– Tranquilo solo es mi dedo… ahora que si te mueres por tener algo más entre las nalgas, cumpliré tu deseo – dijo su padrastro muy excitado.
– – hooo cabrón cada vez… que te lo hago siento que es como la primera vez… este par de nalgas me traen loco… mira como resbala mi verga entre tus nalgas – decía Tomás en un tono bajo y con gemidos…
– Noooo no… por favor ya no lo haga NO.
OHHGGG.
Un silencio se hizo presente y después un….
Gemido lleno de dolor sobresalto el corazón del pequeño Óscar
– HAAAAAGGGGRRRR HAAAAAAAA NO, NO PORFAVO-OR HAGK….
HAGK… – Chillo Ethan.
– Eso es… haaaa.
aprieta… aprieta más el culo… sabes cómo me gusta sentir que aprietas cuando te meto la cabeza…
¿Te meto la cabeza…? esas palabras para Óscar no tenían sentido…
– Haaahggg relaja estas nalgas amigo… que te duele más, ya lo-lo sa-sabes… haaaaa – gimió Tomás…
– Aghhh… agghhhh ya… ya por favor… termine lo más rápido que me duele… – le suplicó Ethan a su padrastro
– Está bien… solo deja de apretar tanto para que me pueda meter hasta el fondo y comenzar a cogerte – dijo su padrastro con la voz entre cortada y jadeante…
El sonido de la cama al rechinar y los quejidos de Ethan, que del llanto pasaba a emitir gemidos entre cortados, HAG… HAG….
HAAAGGG…
El recuerdo volvió a Óscar… los sonidos que escuchaba ya lo había oído antes… pero no por un hombre si no por una mujer, su madre los fines de semana los emitía y hacia que Óscar despertara asustado… que es lo que hacían, la curiosidad le gano a Óscar… se quiso asomar pero la cortina le impedía ver… se quedó sentado por unos de 15 minutos… viendo en varias direcciones por si alguien pasaba, no quería ser descubierto.
– haaaaggggkkk mmmmmm gaaahhhggggaaaa hag… ha… – gemía el padrastro de Ethan.
– Ya… yaaaa… mmmmmiiinnnnggggggg….
Haaaaagggg.
– la voz sutil y suplicante de Ethan apenas si salía de sus labios.
– Ahora venga quiero verte acabar… mastúrbate en 4 mientras se me baja la erección…
Pasaron unos minutos… hasta que se escucharon 4 gemidos de Ethan… en ese momento Ethan estaba eyaculando en posición de perrito mientras el pene de su padrastro aun lo atravesaba flácido, pero a Ethan todavía le molestaba…
– Eres un bien chico… ambos sabemos que te gusta… sino, no acabarías tanto y en poco tiempo… le dijo Tomás en un tono burlón y alegre….
– No lo diga… no lo diga… ya sáquemela… me duele…
– Bueno… vuélvete a la escuela que yo me ir a vender… y de esto ni una palabra a tu madre…
Óscar supo que todo había acabado y tomo su balón y se fue a su casa… después de un momento vio salir a Tomás, su vecino lo miro directo a los ojos de Óscar, el sudor que corría por la cara de Tomás pensó que lo había delatado, Tomás se había espantado, pero se dio cuenta de su expresión y le sonrió… a lo que Óscar le devolvió la sonrisa y le hizo un ademan con la mano de despedida… el señor siguió su camino… y después salió Ethan.
con los ojos rojos, se notaba que había estaba llorando…
Óscar camino hasta el límite de su patio… cuando Ethan se acomodaba la mochila para regresarse a su escuela…
– ¿Por qué llorabas? Ethan – dijo Óscar con la voz entre cortada.
– Que dijiste… con enojo y miedo le dijo Ethan …
– ¿Qué porque llo-ogk? – no alcanzo a terminar la frase Óscar, cuando sintió un golpe seco en el estómago… por parte de Ethan… que le saco el aire y lo dejo tumbado en la tierra.
– ¿Me escuchaste llorar? – gruño Ethan… – más te vale que no le digas a nadie lo que escuchaste oíste o te voy a ¡MATAR!.
A NADIE HE NADIE…
Ethan se alejaba, enojado, ya que en su cabeza formulaba lo que Óscar, pudo a ver escuchado… su furia al ser escuchado mientras lloraba por lo que su padrastro le había hecho.
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¿CONTINUARA?
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