El chico de la oficina de al lado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Miguel es uno de esos chicos que de tanto encontrártelo en el pasillo de tu trabajo terminas saludándolo todo el tiempo. Sólo que, Miguel siempre me devolvía esa mirada que todos los gays conocemos. Si, esa mirada breve, de microsegundos que te delata o te identifica como parte del mundillo gay. Esa mirada con la que la primera vez que lo vi, supe enseguida que tarde o temprano terminaríamos o bien siendo amigos (como mínimo) o quizás amantes.
Miguel es todo un oso, con una sorinsa capaz de limitar todas tus penas, tan luminosa es que provoca besarlo frente a todos sin importar nada, (con tal los heteros lo hacen siempre). El primer encuentro sucedió en un curso de capacitación en la que todos los directores de departamento teníamos que asistir, tanto él como yo, formamos parte de esa nómina especial.
Llego el momento del coffe break, nos acercamos al mismo tiempo a la máquina del café. Yo lo salude con un nervioso "hola" y en me tendió un café servido con su respectiva sonrisa, me desarmo en segundos. Seguidamente las preguntas comunes surgieron en cascada, termine con su número en mi teléfono y una invitación al Facebook.
De allí todo normal. Cada quien siguió con su vida hasta que llego el gran día. Se acercaba un proyecto importante y dos departamentos tenían que trabajar en conjunto, y ¿quienes terminaron trabajando juntos durante una semana? Pues si… El primer día no cabía de la emoción… Supe controlarme, fue un torbellino de sensaciones, cada vez que Miguel se acercaba a mi ordenador para mostrarle algo, se me acercaba tanto que podía oler su esencia, no es lo mismo que su perfume, sino su olor corporal, que me dejaba babeando, un día estuvo tan cerca que tuve una erección allí mismo, sus labios casi rozaron mi cuello. Note su bulto, ya no había nada que hacer, ya estaba perdido.
Durante el resto de la tarde solo pensaba en como lograr que Miguel me acompañara a x sitio al salir del trabajo… La ansiedad no me dejaba pensar claramente y el trabajo había agotado las pocas energías que me quedaban. Tome mi mochila y me fui de la oficina dejándolo solo. Encendí mi auto y comencé el viaje nocturno de regreso a casa. Mientras manejó una camioneta me cambia las luces repetidamente, le doy paso y me doy cuenta que es Miguel que va como alma que lleva el diablo. Bajo el vidrio, acelero y lo alcanzo. Miguel al verme frenó y me dijo "conozco un sitio más adelante"
El estacionamiento era amplio, nos paramos el se montó en mi carro, no vimos unos segundo. Mi corazón latía rabioso, Miguel sonreía, cada segundo estaba más cerca del él. De sus labios, su boca, éramos como dos imanes de polos opuesto que se atraían sin sentido alguno, el beso fue una explosión de sabores. Todo lo que había imaginado se volvió real! Éramos dos animales que se besaban desenfrenadamente.
El comenzó a desabrochar mi camisa, mientras yo hacia lo propio con la suya, su mano cálida tocaba mi pecho mientras yo bajaba mi meno lentamente hacia su pene que estaba duro como una roca, le desabroche el pantalón, finalmente tenía frente a mi ese miembro rosado, palpitante del que emanaba un líquido que lo lubricaba, lo me ti en mi boca hasta que alcanzara profundiades insospechadas. Su alarido de placer fue genial nos terminamos de desvestir, nos tocábamos con furia, reconociendo cada parte de nuestro cuerpo. El toqueteaba mi ano con sus dedos mientras yo saboreaba cada centímetro de su miembro. Nos seguimos besando. El ya tenía cuatro dedos dentro de mi culo, yo pedía que me lo metiera, el jugaba conmigo. Cuado decidió hacerlo me penetro con furia, era todo un toro salvaje, no teníamos casi aire ya dentro del carro. Sólo sudaba y gritaba de placer. El pujaba como si de aquello dependiera su vida, yo veía estrellas. Finalmente Miguel acabo dentro de mi…
Fue allí cuando me tomo y comenzó a darme sexo oral… De todas la mamadas que he tenido en mi vida, esta destaco bastante. Miguel me hizo reventarme de semen en su boca, luego me beso… Sentír mi propio sabor del semen emanando de sus labios fue increíble… Estuvimos un rato abrazados hasta que llego el momento de partir…
A día siguiente nos vimos como si no hubiese pasado nada, sólo nos mirábamos con cierta complicidad, esa noche nos esperaba el segundo round…
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