EL CHICO DE LIMPIEZA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Este es mi segundo relato, espero que les guste:
Se llama Valentín, es un chico como de 18 años, trabaja en el edificio donde está mi oficina, se encarga de la limpieza y desde que lo vi por primera vez, hubo algo que no pude dejar de pensar, su cuerpo es delgado, no se como sean sus formas, intento adivinarlas porque usa ropa deportiva que no invita nada a la imaginación, pero si a curiosear ¿cómo es? me pregunto, ¿su abdomen estará marcado? ¿sus nalgas estarán paraditas? ¿su verga huuummm, su verga será recta, gruesa, delgada, cabezona, larga o corta?… la ansiedad me consume, quiero verlo desnudo, porque únicamente he visto su rostro, no es muy bello, pero es agradable, sonríe muy bonito y cuando me sonríe a mi es tímido, lo cual me gusta mucho.
Nos hemos encontrado en los sanitarios un par de ocasiones cuando el comienza a hacer el aseo, la primera vez que entré me disculpé y quise salir para no interrumpir su trabajo, pero me dijo que pasara que no había problema, así que con algo de timidez entré y en uno de los cubículos oriné, supuse que se saldría del abaño pero no lo hizo, ahí permaneció esperando a que terminara, cuando terminé lavé mis manos, voltee a verlo y me disculpé por la intromisión.
La segunda vez que coincidimos, por poco le estrello la puerta del sanitario en la cara, al ver que se hacía hacia atrás asustado por la fuerza con la que abrí la puerta, me disculpé y le dije "casi te beso", él solamente sonrió y me dijo "ajá", con algo de timidez, entonces no me contuve más, lo tomé de la mano y lo acerqué a mi, quiso apartarse y me dijo no, no soy puto, y bueno entonces lo solté, me di la vuelta y me dirigí a orinar, no hice más ni comenté nada, solamente descargué mi vejiga y me dispuse a salir, él de nuevo permaneció en el lugar sin decir nada y cuando me dispuse a salir tomó mi mano, la cual me quité violentamente diciéndole, suelta no eres puto, entonces me tomó del brazo y me jaló hacia el para besarme, fue tierno, sus labios apenas rozaron los míos, me dio un pequeño beso y me dijo, efectivamente no soy puto, soy putito y necesito un hombre que me haga sentir cosas lindas en mi culito, mientras restregaba su pene en el mío y con sus manos acariciaba mi pecho; yo lo sostenía por la cintura y bajé poco a poco mis manos hasta sus deliciosas nalgas, no eran la octava maravilla, pero son redondas y paraditas, las clásicas nalgas de hombre, pequeñas pero voluminosas, duras como muralla que impiden cualquier invasión hacia el tesoro más preciado de los hombres, ése rincón prohibido que solamente los putitos entregan y permiten tocar.
Mis lujuriosas manos llegaron al centro de su rajita, acaricié sobre la ropa mi objeto de deseo, mientras nuestras miradas no se apartaban, él me veía y observaba mis pupilas dilatadas por el deseo, y yo quería entrar en esos ojos negros profundos, nuestras bocas tan cerca que podíamos respirar el mismo aire y nuestros penes unido frotándose con vehemencia.
Nos apartamos un instante, bajó su mano para palpar mi verga húmeda y me dijo, ¡la quiero adentro ahora!, me dio la espalda y en un instante se despojó de su pantalón y su ropa interior, abrió sus nalgas y me ofreció su culo lampiño, moreno, apretado y delicioso; quise buscar algo para lubricarlo un poco, pero me dijo que no me preocupara, que sabía perfectamente que tarde o temprano me tendría así y todos los días se ponía lubricante por si a caso yo me decidía a hacerlo mío, como pude, ansioso me desabroché el pantalón y me baje la trusa, coloqué mi verga en su entrada y entonces reaccioné ¡sin globito no hay fiesta!, entonces me preguntó si pasaba algo, a lo que respondí "no traigo condón", no me dejó hacer más, tomó mi pene y acercó su culito deseoso, empujo sus nalgas hacia mí que poco a poco fue entrando mi pito en su caverna húmeda, se levantó un poco moviéndose en círculos, mi verga aprisionada en ese ano maravilloso, tomó mi mano y la dirigió hacia su pene erecto, esa verga deliciosa, como me gustan, gruesa en la base y delgada en la punta, sin circuncisión húmeda por nuestra pasión, corta como de 16 cm y no muy gruesa, una verga deliciosa que comencé a estimular al compás de su cadera.
El lugar, el momento y el bullicio de afuera hacían más excitante el momento, no podía seguir ahí en cualquier instante alguien entraría y vería como Valentín estaba ensartado en mi pene, como si adivinara mi pensamiento me dijo: "rápido papito que no quiero que nos vean", entonces comenzó a moverse más rápido mientras contraía su ano deliciosamente tratando de ordeñarme, no tardé mucho y empecé a derramar mi néctar en su cálido culito, en cuanto sintió mis espasmos se restregó más hacia mi y comenzó a eyacular también, su semen quedó pegado en la pared, cuando logró reponerse se sacó mi verga del ano y se bajo a limpiarlo con la boquita, lo chupó hasta dejarlo limpio, luego se levantó y me dio un beso, su boca sabía a fresa, me extrañó mucho, sonrió y me dijo "lubricante con sabor, espero que te haya gustado", ¿qué si me gustó? ¡claro me encantó! me besó con sabor a ano, verga, semen y un toque de fresa, sabe delicioso.
Me vestí, se vistió, nos besamos y salí del sanitario sintiendo que todos sabían lo que había pasado, desde entonces, Valentín pasa a saludarme a mi oficina, para preguntar si se me ofrece algo, tocándose libidinosamente la entrepierna, a lo que respondo que por su puesto que se me ofrece algo, si claro, tal vez algo con un poco de fresa…
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