El chico del Call center 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por newaxl04.
El agua tibia de la ducha limpió los restos de sudor y relajó mis músculos.
Fregaba mi cuerpo con el gel de baño cuando sentí otro par de manos extendiendo la espuma por mis hombros y espalda.
Opté por quedarme quieto cuando esas manos empezaron a bajar un poco más, ardientes y seguras, hasta afianzarse con fuerza en mis glúteos redondos.
Contuve un gemido, consiente que conduciría a algo más.
– Felix, llevamos casi 24 horas en lo mismo- le dije sofocando un jadeo – ¿vamos a pasarnos el día descanso aquí encerrados?
– Depende- respondió besando mi cuello – si vamos a quedarnos haciendo esto, sí.
– Creí que íbamos a comer– me atragante cuando sus manos rodearon mi cadera para atrapar mi creciente pene– No queda nada en la nevera.
Sentí que se encogió de hombros pero no respondió.
Gruñí.
Su dedo índice empezó a dibujar círculos en mi glande, esparciendo el precum que se mezclaba con el agua mientras me hacía una pequeña paja en mi verga ya dura como piedra.
Luego mordió mi cuello y mi respiración se cortó.
Mis piernas empezaban a fallar.
– ¿Quieres que me detenga ahora? – preguntó mientras lamía el lóbulo de mi oreja.
A su vez empezó a rozar su erecto pene por toda la línea de mi culo con un suave vaivén.
– Supongo que podemos ir a cenar luego– le dije rindiéndome– ahora, por favor follame.
Me empujó con un poco de fuerza contra los azulejos de la ducha y empezó a devorar mi cuello soltando gruñidos.
Abría mis glúteos para masajear mi ano alrededor del esfínter utilizando dos dedos ensalivados.
Con una insoportable calma empezó a deslizar un dedo en mi interior, mordía mi oreja y con su mano libre recorría mi pecho y pellizcaba mis pezones.
Luego de lo que me pareció una eternidad, introdujo un segundo dedo y aumento la velocidad mientras yo emitía entrecortados gruñidos.
Cuando por fin utilizo el tercer dedo yo estaba fuera de mí, movía hacía atrás el culo en busca de sus dedos que movía rápido y luego lento, buscando sacarme de quicio.
Lo conseguía.
– ¿Llevamos esto a la cama o lo terminamos aquí? – susurro en mi oído y luego metió su lengua.
– Donde quieras, pero por favor métela ya– prácticamente suplique.
Él se aprovechó de ello.
– Pídelo.
– Te necesito.
– ¿Qué cosa necesitas?
– Necesito tu dura verga en mi culo ahora mismo– gruñí.
Sentí como temblaba ligeramente mientras reía el grandísimo hijo de puta.
Me tomó fuertemente de los brazos y me saco de la ducha.
No secó a ambos rápidamente y me condujo a la habitación mientras devoraba mi boca.
Cuando toqué el borde de la cama él tomó mis muslos y tiró con facilidad, envolví mis piernas a su alrededor, mi verga apretándose contra su abdomen mientras la suya hacia cosquillas entre mis glúteos.
Gemí como desesperado y otra vez sentí su risa, ahogada en mi boca.
Curiosamente esta vez me pareció sexy y volví a gemir.
– Por favor– suspiré.
Me dejó caer con cuidado sobre mi espalda mientras me besaba lenta y profundamente, podía sentir su lengua invadiendo y dominando mi boca, sus manos recorrían mi torso para detenerse en mi mandíbula y llevar mi cara al ritmo de su beso.
Había tanta entrega en ese beso que casi me perdí.
Era difícil creer que se trataba de Felix, mi amigo, a quien hace poco más de un día creía heterosexual.
También era difícil pensar que era yo, si bien casi siempre hacía de pasivo en mis relaciones, hubo algunas donde era mayormente activo y en otras bastante versátil, nunca había sido tan entregado, tan sumiso.
Pero, ahora, tratándose de él y todo lo que yo sentía, solo quería que supiera que estaba ahí solo para darle placer, así tuviese que comportarme como una zorra en la cama.
Cuando me fue imposible respirar rompí aquel maravilloso beso y me dirigí a su cuello, tome su magnífico rasero y le empuje contra mí para dejarle saber que estaba listo.
Se sostuvo sobre mí dándome una sonrisa y se acomodó por fin en mi entrada.
Empujo con parsimonia, sabedor de mi ansia, y deslizó cada centímetro saboreando el placer.
Difícil decir quien disfrutó más con aquella penetración, pero ambos gemimos como animales.
Cuando finalmente estuvo toda su verga dentro, se quedó quieto por un par de segundos, sosegándose, mientras repartía besos por mi rostro.
Atrapé su labio en uno de esos y le ordené que empezara a moverse.
El vaivén era suave, disfrutando cada vez que sus huevos chocaban con mi culo.
– Más, más rápido, más duro– dije entre jadeos cerca de su oreja.
– ¿Te gusta mi verga en tu pequeño y apretado culo?
– Me encanta.
Más duro.
Obedeció, el ritmo se hizo frenético.
Solo se oía nuestras respiraciones aceleradas, entre jadeos y gruñidos de puro éxtasis, el golpeteo cadencioso de la piel contra piel, las palabras subidas de tono que salían de la boca de los dos.
Enrosqué mis piernas tan arriba en su cintura como pude y empuje con mis talones su culo, buscando una penetración más profunda.
Arañaba su espalda presa del delirio más grande mientras él mordía mi mentón.
– Ponte a cuatro patas– gruñó con furia.
Obedecí en el acto.
Enterré mi cara en las almohadas y arqueé la espalda sacando el culo lo más que podía.
Apretó con fuerza mi cadera y me acomodó más cerca de él.
Enterró su cara entre mis glúteos y pasó su lengua por mi dilatado ano.
Ahogué un grito en las sabanas y abrí mis nalgas con mis manos para darle fácil acceso, gruñíamos y jadeábamos ambos como poseso.
Su lengua recorría de arriba abajo y luego hacia círculos alrededor, buscando entrar.
– ¡Ya, vuélvela a meter! – le grité fuera de mí.
Se levantó y sentí la punta de su verga en mi muy dilatado ano.
La clavó hasta el fondo de un solo golpe, causando que gritara como loco.
– ¡Si! – Respondí moviendo el culo en respuesta a sus rápidos embates – Así, más duro, rápido.
Apretaba tan fuerte mi cadera que estaba seguro que dejaría marcas.
El vaivén era gloria, el sonido de la piel era casi tan excitante como lo que nos decíamos.
– Así, abre ese culo– Gruñía Felix, totalmente dueño de mi cuerpo– ¿Quieres que te reviente este delicioso culo? ¿Quieres que te llene de mi leche?
Casi no podía hablar, el placer era sobrecogedor.
– Si… – suspiraba mientras babeaba las sabanas que mordía– Lléname el culo de leche.
Felix aumento el ritmo a una velocidad enloquecedor casi cortándome la respiración.
Lo sentí temblar y gruñir como demente apretando mi cuello, empujando mi cabeza y sacando mi culo con la otra mano, finalmente sentí un aluvión húmedo y cálido en mi interior.
Se había corrido en medio de la salve follada.
El roce de las sabanas en sus últimos embates y el sentirme lleno de su semen me envió sobre el límite y me corrí como una perra.
Suspiro totalmente relajado y se dejó caer cobre mi espalda sin salirse de mí.
Sentía su pecho inflarse en lo que luchaba por acompasar su respiración y acariciaba mis costados con extrema dulzura.
– Esto no hace más que mejorar– dijo cerca de mi oído– ¿crees acostumbrarte a esto?
– ¿A follar con la persona jodidamente más buena del trabajo? – Le respondí pícaro– lo dudo, seré la envidia de todas esas viejas que babean por ti.
Y de algunos cuantos que no salen del closet.
Él seguía con sus caricias, besaba mi cuello y lamía detrás de mi oreja, bajaba por mi hombro y repartía besos húmedos por mi omoplato y mi columna enviando la más deliciosa de las sensaciones.
Suspire totalmente dichoso.
– ¿Y ahora qué? – no pude evitar romper el aura que nos envolvía.
– ¿Vamos a comer?
– No.
Me refiero, qué con nosotros– trague saliva– ¿solo se quedará en esto, en follar?
Se quitó de encima y se dejó caer a mi lado, pasó su musculoso brazo bajo mi cabeza y me jaló más cerca de sí.
Lo sentí tomar un gran respiro.
– Veras…– parecía buscar las palabras– no…
– Oh, joder– me senté– ¿quieres que solo seamos amigos… con derecho?
Él se sentó también y comenzó a acariciar mi espalda con movimientos circulares.
– No.
Es solo que todavía estoy descubriendo esta faceta de mí.
Es decir hasta hace poco pensaba que era hetero, que me gustaba el sexo solo con mujeres…
– ¿Y ahora? – apremie.
– Ahora solo sé que no puedo imaginar no estar contigo, besarte, acariciarte, follarte hasta quedarme seco… Nunca pensé que disfrutaría del sexo con un hombre de esta manera tan alocada.
Tú lo hace posible y quisiera que te quedarás conmigo mientras descubro esto.
No pude evitar sonreír.
Voltee a verlo, su cara pálida, con un precioso color en sus mejillas de toda la actividad sexual; su cabello revuelto, sus ojos amplios y sinceros, su mandíbula fuerte, con la sombra de una barba de tres días, sus fuertes hombros llenos de pecas y su sonrisa perfecta.
Me acerque a besarlo lenta y profundamente, saboreando sus labios llenos y acariciando su lengua.
Puse mi mano en su mejilla y puse mi alma en el beso, dejándole saber tácitamente que haría lo que fuese con tal de tenerle conmigo.
Le demostré en un solo beso todo el amor que sentía por él y que aún no estaba listo para mostrar, básicamente para no asustarlo ya que acababa de aceptar lo que era.
Cuando nos separamos, me dejo ir mordiéndome el labio inferior y acariciando mi pómulo.
– ¿Quieres ser mi novio? – Preguntó– lo ocultaremos por un tiempo, claro, pero quiero que seas tú el único al que bese, el único al que quiera follar.
Quiero descubrir esto contigo.
No se explicarlo, pero…
Lo callé con un beso.
– Si– le di otro beso– quiero ser tu novio– otro beso– quiero ser el único al que folles y el único al que beses y el único en tu vida.
Me regalo una de sus hermosas sonrisas y enterró su mano en mi cabello llevándola lentamente a mi nuca, donde me tomo para acercar mi cara a la suya y comerme la boca otra vez.
– Vayamos a comer antes de que te haga mío otra vez– rio– necesitamos recuperar fuerzas.
Me puse de pie totalmente desnudo.
Lo sentí mirarme de arriba abajo y me sentí poderoso.
– Vamos.
Magnifico.