El Conde Fernando
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eduardo_11.
El primer año de la universidad casi acababa. Faltaba no menos de tres meses, los cuales se irían más rápido que el agua. Desde que entre al primer año de universidad, nunca logre hacer un solo amigo, solo conocidos, ya saben esos de “Hola”, “Adiós”. Tal vez se deba a que nunca fui un chico con intereses en lo social. Mi lema podría ser algo así como “Mejor solo que mal acompañado”.
Nunca fui un chico igual que los demás hombres, desde que entre a la secundaria fue que me di cuenta de que mis sentimientos amorosos estaban enfocados a los hombres. Sin embargo mis rasgos físicos un poco “heteros”, ocultaban mi tendencia homosexual, ya que nunca, ni a mis padres, les dije que era gay.
En fin, era un día lluvioso, era de las últimas personas en salir de la escuela, ya que me quede estudiando en la biblioteca. Cuando salí para esperar el transporte que me llevara a casa fue que lo vi. El chico que me volvió loco desde el primer día de clases. Alto, piel ni muy blanca ni muy oscura. Ojos marrones, cabello corto castaño y una hermosa sonrisa de lado que hacía que me derritiera. No sabía cómo se llamaba, solo sabía su apodo. “Conde”, no sabía por qué solo le decían así. Estaba en cuarto semestre, ósea un año mayor que yo, pero tiene unos rasgos que podrían decir que es quizá dos o tres años mayor que yo. Al menos unos veintitrés o veinticuatro. Normalmente a este chico lo encontraba en los pasillos, siempre me embobaba mirándolo y es que no es mi culpa de que la mayoría de las veces traía jeans ajustados, que para que te digo lo demás.
Lo mire discretamente mientras las gotas de lluvia comenzaban a caer más fuerte, finalmente llego el transporte, subí y tome asiento hasta atrás. Para mi sorpresa el “Conde” también subió, jamás se había quedado tarde y menos que me tocara ir en el mismo transporte. Él se sentó delante de mí, al otro extremo en la ventana. El camino no lo sentí ya que me la pase hipnotizado viendo al chico del que me enamore, aunque claro solo era una estupidez, ya que toda su persona muestra que es heterosexual. Alguna que otra vez me pillo mirándolo desde mi asiento haciendo que me pusiera rojo más de una vez, solo rogaba a dios que no me viera rojo.
Él se bajó unas cuadras antes que yo. Al día siguiente las cosas se pusieron un poco más raras. Era viernes, significa que es día de club en la universidad, ósea tengo club de lectura. Cuando comenzó el club era todo normal hasta que alguien interrumpió, todos volteamos hacia la puerta y ahí estaba el chico, el “conde”.
-¿Aquí es el club de lectura?- pregunto. La encargada del club respondido afirmativamente, él dijo que se había cambiado a este club. Se me hizo raro ya que si mal no recuerdo él estaba en el club de voleibol. La encargada del club le pidió que se presentará y dijera su libro favorito. Con su masculina voz dijo que se llamaba Fernando, y que su libro favorito era ‘Orgullo y prejuicio”. Me sorprendió un poco ya que conocía muy poca gente que hubiera leído ese libro, la encargada indico que se sentará, para mi suerte se sentó a mi lado. Quería saltar de emoción. Nuevamente la encargada hablo diciendo que el libro que estábamos leyendo, ya no había más ejemplares y que tendría que leerlo con alguien, ese alguien era yo. Durante el tiempo del club tuve que resistir mis ganas de no mirarlo. Al final la encargada dijo que teníamos que leer el siguiente capítulo nosotros mismos, yo quería volver a saltar de emoción, significaba que tendría que leerlo con Fernando, el chico del que estaba enamorado.
Cuando termino el club, Fernando se acercó a mí.
-¿Cuándo leemos el capítulo?
-¿Cuándo tienes tiempo?- le pregunte.
-Mmm… El lunes tengo hora libre entre la 1:00 y las 2:00 pm.
-Está bien, el lunes lo leemos.
Llegando a mi casa me puse como loco solo de pensar que Fernando, por fin me hablo. Cuando el lunes llego leímos el capítulo en una banca en una jardinera. Los días pasaron y Fernando me saludaba en los pasillos o donde quiera que lo encontraba, las semanas pasaban y el año casi terminaba. Fernando ocasionalmente se sentaba conmigo cuando me encontraba comiendo solo, o estudiando, digamos que esa extraña relación llego a una leve amistad. Era muy agradable estar con él, muy amigable y divertido, sin mencionar que su presencia me desmoronaba, sin que se diera cuenta lo miraba a los labios, quería morderlos, besarlos.
Faltaban tres semanas para que el año terminará, Fernando y yo formamos una amistad agradable, después de tanto no tener ningún amigo quien diría que el bombón por el que me embobaba seria mi amigo. Como siempre, salí tarde de la escuela por estudiar, pero esta vez se me paso el tiempo y se me hizo un poco tarde, el sol no tardaría mucho en meterse y para joderme más la vida, el transporte no pasaba. Lo espere varios minutos hasta que el sonido de un claxon me interrumpió. Era Fernando en su destartalado Tsuru de los 90’s que le habían regalado sus padres hace unos días.
-¿Te llevo?- Grito Fernando desde su auto. Lo pensé unos segundos y después me subí en el asiento del copiloto. El transcurso a mi casa fue entretenido, veníamos platicando, contando cosas sin sentido, haciendo bromas. Nunca me había sentido tan bien. Estábamos a pocas cuadras de mi casa cuando el auto se detiene.
-¡De nuevo esta porquería hija de puta!- Grito muy enojado Fernando. –Le dije al mecánico que revisará bien el motor, que algo estaba mal. Yo creo que ni lo reviso.
Me quede en silencio, faltaban algunas cuadras para mi casa, pero la de Fernando estaba cerca.
-Esto es algo incómodo- Dijo el –Pero… ¿Me ayudarías a empujar el auto hasta mi casa?
Me baje y empujamos su auto hasta su casa, cuando llegamos me invito a pasar, yo accedí. Me dijo que si quería me sentará en el sofá, el me ofreció algo de tomar, pedí agua. Cuando volvió se sentó a un lado de mí y seguimos platicando, hasta que se hizo de noche. Estaba dispuesto a irme, me volteo para decirle a Fernando cuando nuestras miradas chocan, una sensación recorrió mi cuerpo, nos miramos un largo momento. Baje mi mirada a sus labios y él lo noto.
Él se acercó lentamente hacia mis labios hasta que se encontraron, sus gruesos labios chocaron con los míos, comenzó a besarme, un cosquilleo pasó por mi nuca. ¿De verdad esto está pasando? Sus labios húmedos humedecieron los míos, pero en ese momento me di cuenta de que, aunque sea real, lo nuestro, nuestra relación, no podría ser.
-No- Susurré. Me levante apresuradamente para salir corriendo. Antes de que pudiera huir, Fernando me tomo por la muñeca. –Espera- Dijo él.
-No quiero que te vayas- Continuo diciendo Fernando. –Antes de que te vayas, quiero decirte algo. Después tu decidirás si te vas o no.
Me volví a sentar a un lado de él.
-Desde la primera vez que te vi, hubo algo, algo que me preguntaba cada vez que te veía en los pasillos, no sabía que era, hasta aquel día lluvioso que íbamos juntos en el microbús. En el que te descubrí mirándome más de tres ocasiones. Después de eso lo supe, supe que tú. Me atraías. Después estuve muy confundido hasta que me cambie al club de lectura. Por ti. Para saber si lo que sentía por ti era atracción. Y tuve razón, no sentía atracción por ti. Me enamore perdidamente de ti-.
Mi corazón comenzó a latir a mil por hora, no podía dar crédito a lo que escuchaba. ¿De verdad enamore a este hombre? Quería hablar, quería decirle que también estaba perdidamente enamorado de él, pero por una extraña razón las palabras se quedaron atrapadas en el nudo de mi garganta. Levante mi mirada para ver sus ojos marrones, en ellos pude ver que todas las palabras que acaba de decirme son verdaderas y sinceras.
-¿De verdad?- Finalmente pude hablar. El asintió. –No sé qué, que decir. La verdad es que desde que te vi, me atraías, pero después me volví loco por ti-. El dibujo una ligera sonrisa que significo alivio. Puse mi mano en su pierna. Hubo silencio. Después de unos segundos tormentosos, tomo mi mano y la acaricio, solo para después tomarla y dejarla encima del bulto entre sus piernas. No quite la mano, por raro que pareciera, me gusto. Nuevamente lo vi a los ojos y esta vez me sorprendió plantándome un beso en la boca. Apenas y pude reaccionar, esta vez comenzó a besuquearme de lleno, sus labios estaban desesperados por los míos, subió su mano y la dejo detrás de mí nuca, con lo cual me daba ligeros tirones hacia él. Me deje llevar y comencé a besuquearlo también, su boca tenia un ligero sabor a café. Sus labios y los míos jugaban entre los dos, tratando de atraparse el uno al otro.
El me empujó hacia atrás sin dejar de besarme, caí recostado en el sofá y el encima de mí, esta vez, mientras me besaba, comenzó a introducir su lengua, era raro sentir su lengua jugando con la mía, pero me agradaba y yo también hice lo mismo. Subí mi mano y lo tome por la espalda, comencé a darle pequeñas caricias en su nuca, lo quería. Quería que Fernando fuera solo mío.
Fernando dejo de besarme los labios solo para besarme la barbilla y finalmente el cuello. Comenzó dando pequeñas lamiditas hasta que literalmente me succionaba el cuello. Un poco más abajo, allá en sus caderas chocando con las mías, sentí como su miembro se hacía más y más grande, hasta que sentí finalmente su miembro bien erecto atrapado entre la ropa. Comenzó a dar ligeros y suaves roces contra mí pantalón, eso me excitaba mucho, poco a poco el hizo que tuviera también una erección.
Fernando besándome el cuello, y el faje, hiciera que entrara en un éxtasis de placer. Estaba en el paraíso. Abruptamente salí de la tierra prometida para darme cuenta de que Fernando se puso de pie. Tomo su playera con las manos y se la quitó, dejo al aire su cuerpo, un ligero vello oscuro cubría desde su pecho hasta su abdomen, y que aunque no estuviera marcado, estaba delgado, además esos musculosos brazos lo compensan. Cayo la playera al suelo, comenzó a desabrocharse el cinturón. Por un instante tuve miedo. ¿De verdad Fernando piensa follarme por atrás? Nunca había estado en una relación y por supuesto era virgen.
Después se desabrocho el botón, abrió a medias el pantalón, como si fuera a mear y pude ver el bóxer color verde aceituna que traía. Se quitó por completo el pantalón y pude ver el miembro bien erecto escondido en el bóxer. Después la escena se hizo lenta, con sus dos manos bajo lentamente su ropa interior dejando al aire libre su miembro erecto ligeramente curveado hacia arriba. Era largo, no sé cuántos centímetros, pero era largo. Un poco más oscuro que su piel, la piel de prepucio que lo cubre es largo ya que cubre por completo su glande, inclusive un poco más. En tronco de su pene estaba cubierto por una enredadera de venas gruesas que iban de allá para acá. La melena de vello que cubría era basta y oscura. Jamás se había rasurado. Y debajo de su gran miembro sus testículos largos y anchos colgaban como una pera de boxeo.
Durante un momento mire aquel gran pedazo de carne, analice cada detalle, de verdad no pensé que Fernando tuviera un miembro así.
-Chúpamelo- Ordeno Fernando. Lo mire a sus ojos. ¿Acaba de pedirme eso? ¿Dónde quedo el Fernando tierno y enamoradizo? No importa, me agrado esa orden.
Tome el tronco de su miembro, era ancho y ardiente. Pude sentir la sangre correr por sus gruesas venas. Acerque lentamente mis labios hasta que encontré su prepucio. Había visto cientos de videos porno de como chupaban un miembro. Pero claro eso es ficción. Esto es real. Así que decidí meter mi lengua entre su prepucio. Un sabor salado y a orín detecto mi lengua, no sabía mal, ni me molestaba. Comencé a lamer el glande, el sabor salado y a orín estaba más marcado pero seguía agradándome. Era lo único que podía hacer, nunca había hecho un sexo oral. Pero a Fernando no parecía disgustarle, al contrario. Lo supe porque subí la mirada y vi que tenía sus ojos cerrados disfrutando el momento. Con mi mano comencé a darle suaves masajes de arriba hacia abajo en el tronco de su pene. Seguí haciendo lo mismo durante unos minutos hasta que decidí hacerlo. Abrí mi boca y me metí la cabeza de su pene. Estaba caliente, pude sentir algunas venas. Dentro de mi boca comencé a chuparlo como una paleta. El dio un pequeño gemido de placer. Lo chupaba, lamia y daba besos a su miembro mientras cada vez el gemía un poco más alto.
El aparto bruscamente su miembro dentro mi boca. Se agacho y me dio un largo beso. Sin dejar de besarme me hizo hacia atrás en el sofá, el seguía de pie. Tomo mi playera y al igual que él, la tiro al suelo. Me beso los labios, después la barbilla, el cuello. Bajo hasta mi pecho, mi estómago, mi abdomen y se detuvo en el pantalón. Desabrocho mi cinturón, después el botón de mi pantalón. Con un movimiento me quito el pantalón y lo arrojó por allá. Miro durante un momento el bóxer a cuadros azules que tría, y como un animal salvaje me lo quitó. Ni si quiera vio que mi miembro estaba al aire libre, inmediatamente se arrodillo y se lo llevo a la boca.
-¡DIOS MIO!- Gemí. Y es que es lo que Fernando hizo sentir en mí al llevarse mi miembro a su boca y desesperadamente comenzó a chuparlo. Comencé a retorcerme en el sofá, puse mis manos detrás de mi cabeza, estaba muriendo de placer. Las gotas de sudor comenzaban a gotear de mi frente. No se cuento tiempo ha pasado desde que Fernando, el animal salvaje, comenzó a darme un oral, pero no me importa. Ahora si estoy en éxtasis de placer.
Además de estarme chupando el pene, Fernando agitaba frenéticamente mi tronco, lo cual hacia que me retorciera más y más de placer, gemía como un animal en celo, sentía que en cualquier momento me iba a venir dentro de su boca, y es que a diferencia de mí, Fernando chupaba desesperadamente mi pene. Comencé a gemir cada vez más fuerte, sentía que explotaba. En ese momento Fernando se detuvo. Alzo la mirada y nuestros ojos chocaron nuevamente, él se puso de pie, me acerque nuevamente para chuparle el miembro pero en lugar de eso Fernando me ayudo a levantarme. Quede frente a él, mirándonos como locos enamorados deseosos de satisfacer nuestros deseos carnales. Puso sus manos en mis caderas y me acerco a él.
Nuevamente comenzó a besarme, sus labios, esta vez, estaban ardientes, su lengua no dejaba de recorrer toda mi boca, mientras que su miembro rozaba con el mío solo hacía que me excitara cada vez más y más. El comenzó a dar pequeños roces con su miembro contra el mío; en mi pene pude sentir el suyo, caliente, grande, pesado. Podía sentir sus vellos.
En un movimiento el volvió a acostarme en el sofá, pero esta vez el quedo encima de mi totalmente desnudo. Sin parar de besarme, siguió rozando su miembro erecto contra el mío, una sensación indescriptible recorrió todo mi cuerpo, sentir su pene contra el mío, rozándome, sentir lo caliente de su miembro, era bastante placentero, sus besuqueos no paraban, sus roces eran cada vez más intensos. Subí mis manos por su ancha espalda y comencé acariciarlo.
Llego un momento en que su pene y el mío se frotaban frenéticamente, más intenso, mas ardiente y mas placentero. Fernando gemía ya muy fuerte a un lado de mi oído, el sudor, podía sentirse entre nuestros cuerpos desnudos, el calor podía sentirse en la habitación.
Sus pies se retorcían con los míos buscando un alivio al placer, podía sentir que su miembro estaba en su máximo clímax, estaba totalmente caliente, Fernando rozaba su miembro cada vez más salvajemente contra el mío, sus gemidos se volvieron en gruñidos. Pude ver que estaba totalmente bañado en sudor y las gruesas gotas de sudor caían por su frente. Las venas de sus sienes se le marcaron, los músculos de sus brazos se ensancharon.
¡Ahhhhhhhhhhh!- De un gemido bestial y masculino y sin previo aviso se corrió. Se detuvo, y entre nuestros estómagos pude sentir como los chorros de su semen eran disparados. Uno tras otro, sentí ese líquido espeso y caliente entre nosotros. Fernando se quedó inmóvil enzima de mí. Pero su semen, su sudor, el. Me excitaron al punto de llevarme estallar en placer. Solté un grito pequeño, y al igual que Fernando, me corrí entre nuestros cuerpos sudorosos.
Cuando sonó el celular, fue por que marcaba la alarma de las 8:00 am. Abrí bien los ojos, seguía en la sala en la casa de Fernando. Ya era tarde para ir a la universidad, me quite la cobija que seguramente me había puesto Fernando, baje la mirada a mi estómago y me di cuenta de que el semen seco seguía ahí. Alce la mirada y en la mesita de centro vi una nota con mi nombre, la abrí y decía.
Buenos días, Eduardo.
No quise despertarte, te veías muy tranquilo.
Amm. En la cocina hay comida por si quieres comer,
Y hay agua caliente por si te quieres bañar.
Solo un favor, cuando salgas, ponle seguro a la puerta.
Fernando.
Decidí guardar la nota en la mochila, me levante y me cambie, me quede asi, sucio, Salí de la casa de Fernando y me fui a la mía. Cuando llegue a mi casa me recosté en la cama tratando de procesar todo lo que ocurrió ayer. Solo de recordar la cara de Fernando, una erección instantánea llegaba a mi pene. Ya en la noche decidí ducharme, y mientras me duchaba me masturbe pensando en lo ocurrido.
Continuara…
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