El conserje fue quien me inició.
Aquel tremendo bulto que se le notaba en medio de las piernas me tenía fascinado, cada vez que veía como se le marcaba aquel tremendo paquete, quedaba absorto mirando para él. Aquello me excitaba, hacía que mis hormonas se revolucionaran y todo mi cuerpecito se estremeciera..
Él era el conserje del instituto, tenía 45 años, medía sobre el 1,80, algo velludo, siempre lo veía vestido con un mono de color azul, un auténtico macho. Su cuarto estaba pegado a los vestuarios que era donde solía coincidir con él, pues era cuando yo practicaba la gimnasia sueca. Ahí era donde siempre lo veía, me traía loquito, verlo vestido con aquel mono de color azul y ver el tremendo paquete que se le marcaba, aquello me tenía trastornado.
Yo medía 1,67, de 54 kilos, vamos que estaba delgadito, tenía y tengo un culito redondito algo respingón, sin apenas vellos solo en mi pubis.
El que era el conserje, era el que solía arreglar las duchas, sanitarios, etc. Vamos que siempre solía andar por allí. Me veía en el gimnasio cuando practicaba la gimnasia sueca, siempre se me quedaba mirando, le llamaba la atención. Lo mismo que a mí, me llamaba mucho la atención de aquel enorme paquete que se le notaba en medio de las piernas, verlo con aquel mono azul de trabajo y ver el tremendo paquete que se le notaba, me excitaba y ponía nervioso.
En una ocasión que me quedé mirándolo cuando yo estaba en los vestuarios, al salir él, me dijo que tenía un cuerpo muy bonito, que, si alguna vez necesitaba algo, ya sabía que lo podía encontrar en su cuarto el cual estaba al lado de los vestuarios. Vamos que me estaba tirando los tejos descaradamente. La manera de yo quedarme mirándolo, no se le había pasado inadvertido, sabía muy bien que siempre que lo veía me quedaba mirando para él, me gustaba y llamaba mucho la atención el tremendo paquete que se le notaba.
Así fue como poco a poco fue empezando todo, él cuando me veía y tenía ocasión me tiraba los trastos, cosa que a mí aquello me gustaba, yo era joven y un total inexperto, él era todo un macho, era un depredador que no solía dejar escapar una presa cuando la veía y yo era una presa muy apetecible, vamos que me tenía en el punto de mira, ya empezaba la aproximación a aquella adorable y jovencita presa que lo ponía tan caliente.
Al principio solo me saludaba, después además del saludo solía decirme algún piropo, que, si tenía un bonito cuerpo, etc.
como yo no le decía nada, solo me reía cada vez que me decía aquellas cosas, la cosa poco a poco empezó a ir a más.
Cuando me encontraba solo, aprovechaba a acercarse sin que nadie pudiera verlo, empezando a tocarme y meter mano. Al principio solo eran pequeños tocamientos, tocamientos que a mi me gustaban y que cada vez eran más descarados. Estaba preparando la presa. Cosa que aquello a mi cada vez me gustaba más, me gustaba como me tocaba y aquellas cosas que me decía, vamos que me tenía encandilado. Aquel tremendo bulto que se le notaba en medio de las piernas me tenía fascinado, cada vez que veía como se le marcaba aquel tremendo paquete, quedaba absorto mirando para él. Aquello me excitaba, hacía que mis hormonas se revolucionaran y todo mi cuerpecito se estremeciera.
Un día que me encontró solo en el vestuario cuando él había terminado de arreglar unas duchas, se acercó a mi como últimamente solía hacer cada vez que me veía solo, vio como yo al verlo acercarse me quedé mirando como siempre aquel tremendo paquete que se le marcaba. Al ver cómo embobado me quedaba mirando para su entrepierna, agarrando mi mano la llevó a su entrepierna, haciendo que le palpase el tremendo bulto, bufff, aquello me puso muy nervioso, todo mi cuerpo se empezó a estremecer a la vez que las piernas me temblaban, Dios, si hasta las orejas se me enrojecieron de lo excitado que me había puesto. Yo tenía miedo de que nos pudieran ver, miraba nervioso para todas partes temiendo nos pudieran descubrir.
El muy cabrón tenía un empalme de caballo, aquello era enorme, pero yo estaba muy nervioso, temía que nos pudieran sorprender, cosa que él bien lo sabía.
Mientras me metía mano y me hacía que le tocase el tremendo bulto que tenía en medio de las piernas, me dijo que, si la quería ver y seguir tocándosela, tendría que ir con él a su cuarto, que allí nadie nos vería, que estaríamos los 2 solos, que sería un secreto de los 2, que no tenía que decir nada a nadie.
Dios, escuchar aquello me hizo poner muy cachondo, todo el cuerpo me temblaba, estaba muy nervioso y no sabía que hacer. Le dije que no podía, que tenía que ser fuera de las horas lectivas y del entrenamiento.
Yo esperaba que me dijese que cuando terminase de entrenar, luego de salir del gimnasio, fuese por su cuarto, era cuando yo podía. Pero ahí él fue cuando supo que ya me tenía en sus manos, me dijo que no, que mejor era que fuera el sábado por la mañana, que fuese alrededor de las 10 de la mañana, que él me esperaría en la entrada, que ese día estaríamos solos, que podríamos hablar y conocernos mejor, que no tenía que decir a nadie de nuestra cita que era un secreto entre los 2.
El conserje ya sabía muy bien que me tenía comiendo de su mano, no quería tenerme unos minutos, quería disponer de mi todo el tiempo que quisiese, por eso me citó el sábado, era buen día, pues ese día al igual que los domingos, no había nadie y podría tenerme todo el tiempo que fuese necesario. No quería tenerme un ratito para desahogarse, quería disponer de todo el tiempo que fuese necesario, deseaba hacerme suyo, tenía que ser todo suyo, quería que fuese su hembrita y lo iba a conseguir costase lo que costase.
Dios, yo no podía creerlo, ese día marché para casa muy pero que muy cachondo, iba super nervioso y muy excitado. Los días no me daban pasado, hasta que por fin llegó el sábado.
Esa mañana me levanté muy temprano, estaba muy nervioso, no sabía todavía lo que me esperaba, ese día iba a cambiar por completo mi vida, ese día iba a comenzar una rutina que duró algo más de 4 años.
Cuando llegué al instituto, aún no eran las 10 de la mañana, ya me estaba esperando el conserje en la puerta del parquin. Nada más verme ya la cara le cambió, tenía una sonrisa que deslumbraba, su presa había acudido a la cita como habían quedado, ahora lo llevaría a su guarida donde me iba a hacer de todo, me iba a hacer suyo, ese día me iba a convertir en su hembrita, iba a ser su putita durante más de 4 años.
Nada más estar a su lado, luego de saludarnos fuimos para su cuarto donde nada más entrar cerró la puerta, ya tenía al lindo jovencito que tanto deseaba, ya tenía la presa en sus manos ya lo tenía donde quería, lo iba a follar bien follado, lo iba a hacer suyo, lo iba a convertir en su hembrita.
Así que cerró la puerta del cuarto, sin esperar a más, ya me abrazó a él. Me metía mano por todas partes, buscaba mi boca con la suya. Nada más poner sus labios junto los míos, luego de morderme el labio inferior, pasó su lengua por ellos, metiendo luego su lengua en mi boca, a la vez que me iba manoseando todo el cuerpo.
Dios, me metió la lengua que me llegó a la garganta, aquel macho era todo un depredador. No dejaba de tocarme con sus manos por todas partes, su boca mordía mi labio y cuello, era como si quisiera comerme.
Mientras me metía mano, fue poco a poco quitándome la ropa. Yo que seguía soñando, me dejaba hacer, solo tocaba y palpaba con mis temblorosas manos el enorme bulto que tenía en medio de las piernas. Notaba una tremenda erección, estaba dura, podía notársele un empalme de caballo.
Así que me quitó toda la ropa, teniéndome completamente desnudo delante de él, fue cuando se empezó a quitar el mono azul de trabajo que llevaba, aquel con el que tanto me fascinaba verlo a mí, me quedé con la boca abierta. Dios no podía creerlo, aquel era todo un autentico macho, tenía un cuerpo escultural y tremenda polla que tenía, larga, grande y tremendos huevos que le colgaban. Tenía un empalme de campeonato, la polla la veía enorme, todavía estaba sin descapullar por completo, ver aquello me hizo encoger el estómago. Ahora sí que no me extrañaba que se le marcase aquel tremendo bulto, bufff ver aquello asustaba.
Mientras yo fascinado acariciaba con mis temblorosas manos aquella tremenda polla, él me iba hablando, me decía lo lindo que era, lo mucho que le gustaba, mientras dejaba que yo fuese acariciando con mis manos aquella enorme verga que ese día iba a cambiar por completo mi vida, ese día iba a tener sexo por primera vez, ese día me iban a desvirgar y hacer toda una hembrita.
¿Te gusta? Me decía pasando sus manos por mi cara y pelo, viendo como yo acariciaba con mis manos, fascinado aquella enorme polla.
Siií, le contestaba moviendo la cabeza sin llegar a abrir la boca, claro que me gustaba, estaba encandilado contemplando aquel enorme rabo.
Mientras yo seguía acariciándole la verga con mis manos, él siguió acariciándome con sus enormes manos hasta llegar a mis excitadas y pequeñas tetillas empezando a pellizcarlas, haciéndome estremecer de gusto.
Así cariño así, tócala y acaríciala que es toda para ti, es toda tuya, me susurraba llevando su boca a mi cuello donde luego de susurrarme que era toda para mí, empezó a darme pequeños mordiscos por el cuello y oreja, haciéndome estremecer y gemir de gusto.
Así mi niño, así, acaríciala que es toda para ti. Ya verás cuando la sientas toda dentro tuya, ya verás como te vas a retorcer de gusto. Mira y toca todo lo que te voy a introducir por este culito tan rico y sexi que tienes. Te voy a hacer llorar y retorcer de gusto, voy a hacer que me pidas que no pare, vas a querer que no te la saque de este rico culito que tienes, me susurraba magreando con sus manos mi culito a la vez que no dejaba de darme pequeños mordiscos por el cuello y oreja.
Yo estaba que me retorcía de gusto, me agarraba a la enorme verga a la vez que me pegaba más a él. Las piernas al igual que todo el cuerpo me temblaban, no dejaba de gimotear, aquello me estaba llevando al paraíso, los mordiscos que me daba me hacían estremecer, pero escuchar lo que me decía en susurros, me tenía algo nervioso, aquella enorme polla que no dejaba de acariciar con mis manos, era enorme y escuchar como me decía que la tocara y viera que toda era para mí, que me la iba a meter toda por el culo, me tenía algo asustado. Aquella polla era muy grande, aquello era un rabo enorme, aquello era imposible que me entrara por el culo, como semejante cosa me iba a entrar por mi pequeñito agujero.
Escuchar aquello me tenía algo asustado, pero el conserje no dejaba de manosearme, su boca ya me había probado y mordido por todas partes, los labios los tenía enrojecidos e hinchados, ahora me tenía su lengua metida en la boca, Dios me la había metido hasta la garganta. No dejaba de saborear y succionar mi boca y sus largos y gordos dedos empezaban a hurgar en la entrada de mi culito. Notaba como presionaba mi esfínter con uno de sus gordos dedos, estaba intentando meterlo dentro de mi culo.
¡Uy que cerradito estás! Decía a la vez que llevaba su mano a la boca empezando a chupar sus dedos, dejándolos pringados con su saliva, llevándolos nuevamente a la entrada de mi agujerito. Empezó a pasarlos por mi fruncido y pequeño botoncito a la vez que presionaba ligeramente mientras me preguntaba.
¿Nunca lo hiciste?
¿Nunca te la metieron por el culo?
Me preguntaba algo sorprendido.
No, le contesté moviendo la cabeza en señal de negación, a la vez que soltaba un casi inaudible no. Dios que vergüenza sentía en aquellos momentos, no sabía que hacer o decir, aquello para mi era nuevo, claro que era mi primera vez y me daba mucha vergüenza reconocerlo.
El conserje vio como mi cara se enrojecía a la vez que agachaba la cara para no mirarle a los ojos, y viendo la vergüenza que me daba, empezó a tranquilizarme mientras me besaba en la boca.
No te preocupes mi niño, hoy será tu primera vez, hoy vas a dejar de ser virgen. Hoy te voy a hacer mío, a partir de hoy vas a ser mi hembrita.
No tengas miedo, ya verás como te va a gustar, ya verás lo bien que se siente cuando me sientas dentro tuya, me decía llevando su mano de nuevo llena de saliva a mi agujerito.
Así, así, abre las piernas un poquito y relájate, me decía pasando sus dedos por la entrada de mi ano. Mientras acariciaba la entrada de mi ano, con un dedo empezó a presionar a la vez que me susurraba que me relajase.
Así, así, deja que tu culito se abra, me decía introduciéndome uno de sus dedos por el culo.
Me estremecí al notar como me entraba el dedo por el culo haciendo que mi esfínter cediese, pudiéndome relajar cuando ya todo su dedo estuvo dentro. Sentía el dedo dentro de mí, era algo raro, tenía una sensación extraña, no me dolía ni era molesto. Notaba como el dedo hurgaba en mi interior haciendo que el esfínter cada vez se abriera más.
Así, así, deja que se vaya abriendo el culito, me susurraba hurgando con su dedo dentro de mi culo. Ya el esfínter se había dilatado dejando pasar otro de aquellos largos y gordos dedos. Prácticamente casi me tenía preparado el conserje para darme por el culo, convirtiéndome en su hembrita, cuando viendo como mi esfínter ya dejaba pasar sus largos y gordos dedos y yo no dejaba de gemir agarrado a su polla, sacando sus dedos de mi abierto y dilatado culito, llevó sus manos a mi cabeza y a la vez que con una mano me empujaba por el hombro hacia abajo, dejando la otra en mi nuca, me decía que me agachase y le chupase la polla.
Anda, métela en la boca y chúpala como si fuera un chupa-chus, me decía empujándome para que me agachase.
Yo que lo estaba deseando, poniéndome de cuclillas llevé mi boca a aquel enorme rabo que nervioso y excitado aguantaba con mis manos.
Nada más acercar mi boca al gordo capullo, sacando mi lengua la empecé a pasar por la punta, lamiéndola, haciendo que el conserje gimiera a la vez que sujetaba mi cabeza con sus manos.
¡Ohhh! ¡ooohhh que gusto! Así, así, ¡ooohhh que lengüita!
Gritaba revolviendo sus manos en mi pelo mientras yo no dejaba de pasar mi lengua por todo aquel gordo capullo.
Abre la boquita y métela en la boca, anda abre bien la boca, me decía el conserje a la vez que empujaba mi cabeza tratando de que aquel enorme rabo fuese entrando por mi boca.
Abrí la boca todo lo que pude, empezando a chuparle la gorda cabeza de aquella enorme polla. Dios, aquella polla era demasiado grande, apenas me cabía en la boca, ya era complicado tragarme aquel enrojecido y gordo glande, pero yo abría y tragaba todo lo que podía. Los ojos me lloraban y las babas me caían por la barbilla y pecho, me sujetaba con una mano a la enorme polla del conserje, mientras con la otra no dejaba de acariciarle los gordos cojones que le colgaban.
Así mi niño así, abre bien la boquita me gritaba una y otra vez el conserje introduciéndome todo lo que podía la polla en la boca, haciendo que se la chupase.
Ya llevaba un buen rato chupándole la polla y empezaba a estar cansado de estar de cuclillas, aquello ya más que una mamada estaba siendo una follada a mi boca.
Sujetando mi cabeza con sus manos enredadas en mi pelo, empujaba una y otra vez mi cabeza a la vez que impulsaba su pelvis, haciéndome tragar todo lo que podía aquella polla, yo que ya estaba que no podía más, noto como su polla empieza a hincharse dentro de mi boca empezando a soltar trallazos de leche sin que yo pudiera hacer nada. No me quedó otra que empezar a tragar todo aquel semen que caliente salía de la enorme polla.
Así así, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba una y otra vez el conserje, llenándome la boca con toda la corrida que su verga estaba soltando. Así así, trágatela trágatela toda, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto!
Yo al principio traté de sacarme la polla de la boca, pero el muy cabrón me tenía bien sujeto, no dejaba que su polla saliese de mi boca, quería que la tragase y probara, quería que bebiera toda su lechita.
Al principio me supo mal, la noté calentita y muy espesa con un olor fuerte, luego como no me quedó otra, empecé a tragar toda la que pude. Cuando acabó de correrse dentro de mi boca, y pude sacar la polla, empecé a respirar, estaba todo sofocado y cabreado, no me había gustado que se corriera dentro de la boca y me hiciera tragar prácticamente toda su corrida.
Al ver el enfado y cabreo que tenía, acariciándome la cara me abrazó a él metiéndome la lengua hasta las amígdalas, saboreando los restos de su corrida a la vez que me decía que no me enfadara, que ya me acostumbraría y que ya vería como luego me gustaba.
No las tenía todas conmigo aún, pero el que me besara y metiera la lengua pudiendo probar su corrida, me había tranquilizado un poco, ya aquello no me parecía tan mal.
Luego de besarme y acariciarme haciendo que me tranquilizase, yo mismo me agaché para llevar de nuevo mi boca a su verga, empezando a chupársela de nuevo, no quería que le quedase resto alguno. Estaba amorrado a la enorme verga que todavía seguía tiesa y dura como si no se acabara de correr.
Cuando por fin solté aquella polla que tanto me encantaba, el conserje sin dejar que aquella calentura se enfriara, abrazándome a él, me llevó hacia la mesa donde me tumbó sobre ella poniéndome boca arriba, ahora me iba a follar, me iba a dar por el culo.
Yo viendo la enorme polla que le colgaba del medio de las piernas, asustado como estaba, le pedí que no me hiciera daño. Dudaba que toda aquella polla me pudiera entrar por mi pequeño agujerito, no creía que aquella verga pudiera entrarme por el culo.
Tranquilo, estate tranquilo que no te voy a hacer daño, ya verás como te entra toda por el culo, no vas a sentir dolor alguno y te va a gustar. Luego ya verás como me vas a pedir que te la meta, no vas a querer que te la saque nunca.
Luego de decirme aquello tratando de tranquilizarme, fue a por una crema la cual empezó a untar por mi pequeño y fruncido agujerito, fue introduciendo sus dedos igual que al principio, cuando ya mi culito se abría dejando pasar sus dedos fácilmente, pasó su mano por todo lo largo de su polla, dejándola toda lubricada con aquella crema.
Yo que estaba tumbado boca arriba sobre la mesa, veía todo aquello algo nervioso y bastante excitado, estaba totalmente abierto de piernas, con mi agujerito totalmente expuesto. Vi cómo levantaba mis piernas poniéndolas sobre sus hombros, como mi polla que seguía tiesa y dura a más no poder se inclinaba a la izquierda y como sujetando con su mano aquella enorme polla que tiesa apuntaba a mi agujerito, el conserje se pegaba a mi como colocaba la punta de su verga en la entrada de mi virgen ano.
Ahora relájate y no aprietes el culo, me decía a la vez que juntaba mis piernas dejando ambas sobre su hombro izquierdo, como me sujetaba con sus manos por las caderas y a la vez que tiraba de ellas hacia él, impulsaba su pelvis, haciendo que la enorme polla que se gastaba empezase a entrar por mi culo, abriéndome en canal.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité al notar como aquella enorme polla abría mi culito introduciéndose por él. Dios, que sensación, creía que aquella polla me partía en 2, estaba viendo como me entraba por el culo abriendo mi culo como jamás se había abierto. Tenía la boca y ojos abiertos como platos, Dios que sensación más extraña, al principio me dolió un poco, pero cuando quise darme cuenta el cabrón del conserje, ya me la había metido toda, me la había hincado hasta la empuñadura, ya estaba ya la tenía toda dentro de mi tal y como me había dicho. Ya era toda mía y apenas había sentido dolor alguno.
Así, así mi linda putita, ves como tu culito se ha tragado toda mi verga, ves como sí te ha entrado toda, ¡ay que culito más rico tienes! Me decía impulsando su pelvis más contra mí a la vez que sus manos tiraban de mis caderas manteniéndome pegado completamente a él. Quería que su enorme polla me entrase bien profundo, quería abrirme bien el culito, quería que mi desvirgación fuese completa. A partir de hoy quería que su enorme polla no tuviera impedimento para entrar en aquel recién desvirgado y profanado culito, ya era suyo, era su hembrita y me iba a dar polla todas las veces que yo quisiera.
Yo todavía seguía con los ojos como platos y la boca abierta a más no poder, respiraba fuertemente notando como el conserje me había abierto y estaba dentro de mí. Vi como me miraba con aquellos ojos que brillaban como 2 antorchas y como poco a poco iba sacando su polla para luego volverla a introducir por mi abierto culito.
Dios aquello me hacía estremecer, me estaba gustando, cada vez el placer era mayor. Yo no dejaba de mirar como la enorme polla salía y volvía a entrar por mi abierto culo una y otra vez, dándome cada vez más gusto. Me estaban follando por primera vez y aquello me gustaba, me gustaba mucho. Tanto era el placer que estaba sintiendo, que ya no podía aguantar los gemidos, ¡ooohhh! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba sin poder contenerme. Dame más dame más, así así, no pares no pares, le pedía. Dios aquello me estaba volviendo loco de placer, me agarraba a sus brazos a la vez que mi espalda se curvaba pudiendo notar como aquella enorme polla entraba y salía una y otra vez por mi recién desvirgado culito.
El conserje ya me estaba cogiendo sin piedad, me estaba follando salvajemente, me follaba de una manera endiablada era un ritmo infernal, ya no sé cuánto tiempo llevaba follándome, ya me había colocado en varias posiciones, así de paso descansaba algo de la tremenda cogida que me estaba dando, esta era su segunda corrida e iba a tardar más pero a él eso no le importaba, me iba a dar la follada de mi vida, nunca iba a olvidar mi desvirgación, mi estreno iba a ser por todo lo alto, jamás iba a olvidar aquel día.
Ahora me tenía tumbado sobre la mesa boca abajo, me había puesto los pies en el suelo y me había hecho poner el pecho sobre la mesa y así como me tenía, me seguía follando salvajemente. Era tan salvaje la follada que me estaba dando, que los pies no me tocaban el suelo, prácticamente me tenía colgado, solo tenía apoyado el pecho sobre la mesa, todo lo demás estaba siendo sujetado por él. Así las embestidas que me daba eran muy profundas. Los 2 sudábamos como si estuviéramos en una sauna, sudábamos por todos nuestros poros, el calor que había era infernal además que olía a sexo por todo el cuarto, solamente se escuchaban nuestros gemidos y el plof, plof plof plof plof plof, plof plof plof plof, del golpeteo que daba su pelvis al chocar con mi culito.
Yo ya no podía más, era como una marioneta en los brazos del conserje, pero él era como un caballo salvaje, era como el caballo salvaje montando a la yegua en celo, gemía y relinchaba una y otra vez metiéndome la enorme polla por el culo una y otra vez, me estaba haciendo suyo, era suyo y me iba a preñar bien preñado, me estaba marcando para toda la vida, no quería que olvidara la follada que ese día me estaba dando.
Después de un buen rato follándome, fue cuando me empezó a decir. Ya mi putita, ya me está viniendo, ya te voy a preñar mi linda putita, ya te voy a dejar mis hijos en lo más profundo de tu ser, te voy a dejar mis hijos en tu tripita, me decía apurando las arremetidas que me daba.
Ya, ya me viene, me corro, me corro, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a soltar trallazos de semen dentro de mis entrañas.
Yo cuando sentí como su enorme polla empezaba a hincharse dentro de mí, noté cómo iban saliendo a borbotones los trallazos de semen y en ese momento todo mi cuerpo convulsionó, empecé a retorcerme de gusto a la vez que de mi polla empezaban a salir a trallazos unos tremendos chorros de esperma.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba retorciéndome de gusto, sintiendo como mi pollita no dejaba de soltar semen a borbotones, Dios, me había corrido sin tocarme, me había hecho llegar al orgasmo mientras me estaba preñando aquel macho que acababa de desvirgarme dándome una salvaje follada.
Durante un buen rato, estuvimos recuperándonos, el conserje estaba sobre mi espalda mientras yo seguía con mi pecho apoyado sobre la mesa, siendo abrazado por él que no dejaba de acariciarme y darme pequeños mordiscos y besos a la vez que me decía.
Quiero que seas mío, no quiero que le des este culito a nadie, desde hoy eres mi hembrita y cuando quieras verga vienes a pedírmela, cuando quieras sexo, tu solo ven a mi cuarto y no te preocupes que yo te daré todo lo que necesites.
Durante algo más de media hora estuvimos así desnudos descansando, me tenía abrazado a él y no dejaba de meterme mano y comerme la boca. Cuando ya estábamos recuperados de aquella salvaje y tremenda follada, va y me deja sin habla, mirándome a los ojos me propone repetir, yo que aún seguía con el culito abierto a tope, mirando para él le dije que sí.
Mientras le miraba diciendo que sí, ya mis manos fueron a por su polla la cual al momento me llevé a la boca, no la tenía tiesa, pero ya estaba empezando a ponerse dura nada más metérmela a la boca, aquel macho no solo me follaba salvajemente, aquel macho era todo un semental.
Así que le estuve chupando un buen rato la polla, esta ya totalmente recuperada, estaba tiesa y erguida como cuando comenzamos por la mañana.
Como yo estaba totalmente dilatado y mi culito aún seguía con tremendo boquete que me había dejado, así sentado como estaba me hizo montar a horcajadas sobre él.
Así mi putita así, ven a los brazos de tu macho, me decía agarrándome por las Estrechitas caderas que tenía y mientras yo me abría de piernas, el me fue sentando sobre su enorme polla.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía mientras él me iba clavando en su tiesa verga.
Nada más tener toda la enorme polla metida en el culo, así como me tenía ensartado, me hizo poner los brazos sobre sus hombros y a la vez que me abrazaba a él, me empezó a comer la boca mientras me hacía subir y bajar sobre su polla, abriéndome aún más de lo que me había dejado.
Yo que seguía con los gimoteos, subía y bajaba a toda prisa, cabalgaba como un poseso, aquella enorme polla me estaba matando de gusto, ya mi polla estaba tiesa de nuevo y no dejaba de babear, era como si tuviera un orgasmo continuo. Aquel macho iba a acabar conmigo, aquello era peor que una droga.
Si la follada anterior había tardado, esta no fue menos, yo ya estaba que no podía más, ya me había cansado de cabalgar sobre la enorme polla, ya no daba subido ni bajado cuando él llevándome así ensartado, me llevó en brazos hasta la mesa donde me tumbó de espaldas, y así tal y como me dejó, empezó con un endiablado mete y saca hasta que me volvió a preñar.
Ya mi putita, ya te voy a preñar, ya me viene, ya ya, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba llenando mi culito de semen, preñándome otra vez.
Así que terminó de descargar todo el esperma que contenían sus enormes pelotas, así como me tenía sin sacarme la polla del culo, empezó a menear mi polla para hacerme correr, no quería dejarme con nada de esperma dentro de mis huevos.
Yo que no podía con mi alma, sujetándome a sus brazos, me encorvé quería abrazarme a él, quería morderle la boca, aquel macho me estaba haciendo gozar como jamás había soñado.
Cuando por mi pollita empezaron a salir a borbotones los chorros de semen, gritaba como un poseso, ahí fue cuando él fue a buscar mi boca la cual le entregué, quería que me mordiera, necesitaba sentirme suyo.
Luego de esta primera vez en la que fui desvirgado y follado salvajemente, los primeros días no le hable nada, solo me limitaba a mirarle y sonreírme, todavía tenía el culito dolorido e hinchado, me había dejado un tremendo agujero que con el paso de los días se fue recuperando.
Él tampoco me decía nada, se comportaba como siempre, sabía muy bien que yo andaba dolorido, pero así que me pasase, iba a volver como la mosca a la mierda, cosa que así sucedió, antes de que acabase la siguiente semana, ya fui a junto él, quería más, necesitaba que me volviese a follar y allí iba a entregarme a mi macho.
Por supuesto que me volvió a follar, haciéndolo además de forma salvaje como la primera vez, era como un caballo salvaje, no había yegua que se le resistiese.
Durante 4 años fui su hembrita, durante esos 4 largos años, me estuvo haciendo suyo, el me estrenó, con el me inicié en el sexo y con él durante ese tiempo fui muy feliz, luego nos fuimos distanciando. La diferencia de edad, una cosa y otra nos fue separando.
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como sigue
Guau. Qué buen relato. Me hubiera gustado iniciar así.