El Coronel
Yo con 13 años aprendiendo de un soldado.
Tendría yo unos 13 o 14 años, iba a la secundaria por la tarde. En mi colonia hay un pequeño parque donde todas las mañanas me iba a perder el tiempo en lo que entraba la escuela. Frente al parque había una casa, con un jardín grande y muy cuidado, ahí vivía el Coronel. Así le decíamos pero en realidad era teniente o algo así. A veces lo veíamos con su uniforme.
En esa casa vivía con su esposa y dos hijos, más chicos que yo, uno de ellos con síndrome de down.
Yo me sentaba en una banca del parque frente a su casa y todas las mañanas lo veía regar su jardín. Siempre lo saludaba con un buenos días y el contestaba. Una mañana que no encontré a nadie de mis amigos en el parque estaba aburrido y le fui a hacer plática. Él tendría unos 36 años quizás. Moreno, no muy alto, en ese entonces más alto que yo y fornido, yo diría que hasta un poco pasado de peso, gordibueno como decimos.
Lo saludé y empezamos a platicar de tonterías. Yo vestía mi uniforme de secundaria y él traía un short muy corto y pegado que enseñaba unas piernas fuertes y sin vello alguno, una playera sin mangas y chanclas. Me invitó a pasar al jardín y me senté en un escalón en la entrada de su casa. Mientras hablábamos, me di cuenta de que se le marcaba su paquete y lo empecé a mirar insistentemente. No se si el notaba que lo veía pero a mi se me empezó a parar la verga. Yo habría tenido un par de experiencias con amigos, casi todo de masturbación mutua, nada del otro mundo aunque a mí sí me excitaba verles las vergas erectas a mis amigos.
Me contaba que todas las mañanas se quedaba solo porque su esposa (una maestra) se iba a trabajar y sus hijos al a escuela. Todo me lo decía sin detenerse en el cuidado del jardín. En un momento yo ya estaba francamente excitado y me empecé acomodar la verga para que no se me notara pero sin éxito. M pantalón verde, era ajustado y dejaba todo en evidencia. El me empezó a ver. Volteaba con cualquier pretexto y me miraba el bulto. Eso me excitó muchísimo más y ya me agarraba la verga sin tratar de esconderme tanto. No sabía lo que quería, pero la situación me calentaba mucho.
En un momento él se volvió hacía mi y me dice: Pasa, vamos a tomar algo. Camina hacía la entrada de la casa, donde yo estaba y noto que su bulto se ve aún más grande. Entré a la casa y me sentía muy nervioso. Me sirvió refresco y me senté en el comedor. El se quedó de pie pero en un momento se metió la mano en el short y se acomodó la verga. Ahora sobresalía del frente del short. Se veía como un monstruo que quiere escapar de su prisión.
Yo pasaba saliva, contestaba la conversación solo por contestar. Nunca había hecho nada realmente sexual y menos con un hombre de su edad. Instintivamente, abrí mis piernas y me empecé a apretar el bulto mientras seguíamos hablando, descaradamente, ya no podía ocultar mi calentura. De pronto se hizo un silencio y él se acercó a mí y así sin más se bajó el short mostrando su verga. Era un pedazo duro de carne, sin circuncidar, moreno, más gordo que grande y con una gota que se quería salir, tenía una mata de pelo negro, sin recortar y se curveaba ligeramente hacía arriba.
Yo extendí mi mano y lo empecé a masturbar, como lo hacía con mis amigos. Él suavemente me empezó a empujar la cabeza hacía su verga que se sentía durísima. Yo solo abrí la boca y lo empecé a mamar. Al principio despacio, pero luego como si fuera alimento. Me hinqué en el piso y lo tomé de las nalgas mientras me metía y sacaba esa verga que me sabía a gloria.
Me pidió que parara y me incorporé. Él me desabrochó el cinturón, el pantalón y me saco la verga que estaba babeando de tanta excitación. Se hinco y se la llevó a la boca. Yo me sentía tan excitado que pensé que me iba a desmayar. Me la mamó por poco tiempo. Me hincó con la fuerza de sus manos y se la seguí mamando. Me la metía y sacaba pero no con mucha fuerza, era un ritmo más lento y se fue haciendo más rápido mientras sus gemidos aumentaban. Con su respiración entrecortada me decía: “Chiquito, si, así chiquito”. Se vino en mi boca y aunque me sorprendió la fuerza y el sabor de su venida, me tragué esos mecos y de inmediato me vine, con una fuerza que nunca había visto en mi.
Nos limpiamos y me salí de ahí como si tuviera prisa. Creo que es natural sentirse así siendo la primera vez, necesitaba acomodar todo en mi cabeza, yo solo veía esa verga morena cada vez que se me paraba o que estaba masturbándome con algún amigo. También empecé a hacer con ellos lo que aprendía en casa del Coronel. Seguimos haciéndolo más veces, casi todo el resto de la secundaría hasta que empecé a ir por las mañanas. Un día encontré a un amigo de mi edad ahí y lo hicimos los tres. El Coronel también fue el primero en cogerme y después tuve un encuentro con sus dos hijos, al mismo tiempo. Espero que me tengan paciencia. Se los contaré.
SI BRO CCUEENTA MAS ME HA GUSTADO NETA