El Coronel 2
A mis 13 años, cogiendo con el Coronel..
El Coronel 2
No tardé mucho en regresar con el Coronel a seguir disfrutando de esa verga morena y gorda. Siempre que me masturbaba pensaba en él y aún cuando estaba con otros, pensaba en él. Yo a mis 13 años era medio alto y algo musculoso, mi verga circuncidada era también gorda, adecuada para la edad. Se curveaba hacía abajo un poco y tenía casi nada de vello.
Ahora todas las mañanas salía de casa y si veía al Coronel en el jardín me acercaba a platicar, siempre hablábamos de música o películas y si él estaba solo, terminábamos en su casa, yo hincado y él dándome su verga y su leche. No era diario pero si un par de veces por semana.
Los demás días la pasaba en la secu y ahí aprovechaba mis nuevos conocimientos para enseñar a mis amigos. Era costumbre que entráramos al baño dos o tres de nosotros, nos sacáramos la verga y nos masturbáramos. Ya habíamos pasado la barrera de tocarnos entre nosotros y nos jalábamos mutuamente hasta venirnos.
Un día que estábamos los tres que éramos más cercanos sin decir más, me hinqué y se la empecé a mamar a uno. Tenía la verga más grande que había visto para un chico de su edad y se me antojó muchísimo. Primero me empujó pero no me separé, se vino muy rápido en mi boca y de la calentura se vino el otro viéndonos. Yo creo que se empezó a correr la voz de que “alguien” mamaba verga en los baños de hombres y uno de los prefectos me empezó a acosar con eso. Un día que me cachó volándome una clase, me llevó a uno de los talleres que estaba vacío y me ofreció un cigarro. Se sentó en una mesa y su pantalón no podía esconder su erección. Yo no estaba ta caliente pero me acerqué y lo empecé a tocar. Se sacó la verga y me la puso en la cara, yo no se la quería mamar, le pedí que se parara, me saqué la verga y le acerqué la mano, yo también se la estaba jalando a él, con la otra mano, detrás de la nuca lo empece a jalar hacía mi, con firmeza pero sin prisa, como el Coronel me hacía a mi. En un minuto me la estaba mamando y se vino al venirme yo en su cara.
Yo estaba aprendiendo mucho con el Coronel. Ya tenía confianza para sacarme la verga y que él me la chupara o ya nos quitábamos casi toda la ropa.
Y claro, tenía que llegar el día en que avanzara a otras cosas. Una mañana lo encontré en su jardín y sin hacerme plática, me vio y me invitó a pasar. Nos fuimos a la sala. En un sillón me sentó y se bajó el pantalón, se quitó la camisa y se hincó. Me bajó el pantalón y el calzón y me empezó a dar lengüetazos en la cabeza, muy suavemente. Así hincado me quitó los tenis, calcetines quedé desnudo de abajo. Se incorporó y se quitó la playera y me quitó mi camisa, estábamos por primera vez completamente desnudos los dos. Al verlo así, mi excitación se hizo aún más grande. Su pecho y brazos sin traza de vello, con unos pezones violáceos, grandes me provocaban tanto como sus huevos o su verga. Le tome el miembro y lo pude en mi boca, yo sentado en el sillón, el de píe. Me levantó con sus brazos y me abrazó, puso nuestras vergas a tocarse y a frotarse. Se volvió a hincar, me sentó en el sillón de nuevo y me abrió las piernas. Su lengua pasó de mi verga a los huevos, se los metía a la boca y jugaba con ellos. Se echó mis piernas al hombro y me empujó un poco y metió su lengua en el frenillo, eso me puso a gemir bajito, era una sensación nueva para mí.
Mientras hacía eso, sus dedos me punteaban el ano, con firmeza, me daban justo abajo de mi culo. Finalmente, bajó la cabeza y metió su lengua en mi hoyo. No sé cómo no me vine en ese momento, a lo mejor estaba intuyendo que venía algo mejor.
Salió su lengua de mi culo y me colocó la punta de su verga, siempre muy dura y empezó a puntear, suave y cada vez más fuerte, yo sentí que pasó una eternidad de tiempo así, pero no quería que terminara. Cuando ya no podía más, instintivamente abrí las piernas lo más que pude y en ese momento, él comenzó a meterme su verga. Escupió en ella y la metió en dos golpes. Entró fácilmente, solo un poco de dolor pero yo estaba muy dilatado. Le puse mis pies sobre sus nalgas, empujándolo hacía mi como si quisiera que me atravesara.
Me imagino que él estaba muy excitado y empezó a darme con fuerza. Mis gemidos ya eran casi gritos y le decía, «así, si cógeme así!» Y él como siempre, «si, chiquito, así chiquito…»
Me avisó que se iba a venir y en ese momento yo me vine, casi sin tocarme por primera vez en mi vida. Yo quería que me cogieran a diario pero solo pasó 3 veces con él y una que lo tuve que compartir con un vecinito, algo más chico que yo. Pero el aprendizaje quedó. Un par de años más tarde, una tarde ociosa, me metí con sus dos hijos… Estuvo bueno, pero eso ya para otro día.
Ufff que morbazoo
Cuenta la experiencia con el chico más pequeño y el coronel me da mucho morbo