El Cuarto Oscuro
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por StonerLeo.
Hace unos meses salí de antro con unos amigos, yo ya había ido un par de ocasiones antes al lugar que elegimos, pero nunca había prestado atención al cuarto oscuro.
La noche comenzó como cualquier otra salida, bebimos y bailamos, hasta que alguien comentó que iría a "darse una vuelta" al ya mencionado cuarto. Yo ya estaba empezando a excitarme, entre el calor y el roce de cuerpos al bailar y, siendo curioso como soy, decidí unirme a la expedición. Llegamos a la planta baja y vi la estrecha puerta y al tumulto de gente alrededor; crucé el umbral, con el pulso acelerado por la expectación y lo primero que noté fue un calor húmedo que sólo contribuyó a mi excitación, seguido por el ligero olor a sudor y saliva despedido por los presentes y el olor a humedad propio de la habitación. Las respiraciones agitadas y los gemidos se hicieron más notorios al internarme en el mar de cuerpos, que no tardó en comenzar a acariciarme con una infinidad de manos.
Mientras un par me tocaba el pecho, la espalda y las nalgas, otra sobaba el bulto que empezaba a endurecerse dentro de mis pantalones de mezclilla, que yo juraba permanecerían en su lugar con el ciere bien arriba… Y mantuve mi juramento hasta lo que calculo era la mitad de cuarto, cuando sucumbí a las caricias de todas las manos extrañas que encontré mientras avanzaba por el reducido espacio. Apresuradamente me aflojé el cinturón, me deshice del botón y bajé la bragueta, pero no me bajé la ropa interior, quería seguir sintiendo como me manoseaban por encima. Mi verga pedía a gritos que la liberara, palpitando con fuerza, pero resistí el impulso.
Llegué a la pared opuesta a la entrada y para ese entonces ya había abandonado el poco pudor que aún mantenía y mis manos se encontraban con vergas expectantes y desconocidas, que sólo rozaba por un instante para continuar con mi recorrido. Entonces me topé con una verga grande, gruesa y punzante. Me detuve para disfrutar su tacto y comencé a acariciar al desconocido al que pertenecía, mientras lo masturbaba con una mano, con la otra encontré un pecho trabajado, muy torneado y con pelo, empapado en sudor. El extraño me tomó por la cintura y me empujó contra la pared, dejándome de espaldas a el, haciendo que me estremeciera con sus caricias, me bajó el pantalón y comenzó a frotar su glande mojado de líquido preseminal contra mi ano, dejándolo húmedo y dispuesto, para después hacerme sentir la totalidad de su miembro entre mis nalgas.
Mientras me besaba apasionadamente y su lengua invadía mi boca, la punta de su verga comenzaba a abrirse espacio entre mi, empujando levemente con un suave vaivén, para entonces mi culo estaba tan mojado que ya nada me importaba, sólo quería tener esa verga bien adentro. Me penetró de golpe, haciendome gemir de dolor y placer, mientras alguien más se arrodillaba frente a mi y comenzaba a mamar mi verga con ganas, me entregué a la sensación, mientras el mamado me cogía con fuerza y soltaba su venida dentro de mi, el mamador me deslechaba y se comía mi semen sin desperdiciar una gota. Me subí el pantalón y me dispuse a salir del cuarto, no sin antes acariciar unas cuantas vergas más en mi camino hacia la salida…
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