El cuñadito
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
Comencemos claramente y sin vueltas, soy bisexual.
Vivo en pareja con una linda mina de 26, pero en secreto siempre he mantenido relaciones con tipos.
Antes de entrar en lo que pasó con mi cuñado, les voy a contar cómo empecé, así pueden entender porqué gozo con una conchita húmeda y un par de tetas lo mismo que con un ardiente culito de macho.
Fui un niño precoz, a veces pienso que lo primero que debí haber hecho al nacer fue mirarle la bragueta al médico.
Como muchos, me inicié sexualmente muy joven, con la colaboración, ¡que raro!, de mis primos, en mi caso, de mi primo y de la muy putita de mi prima.
Yo andaba por los 12, Isa, mi prima, por los 14 y Mario, mi primo, por los 10.
Isa a pesar de su corta edad, tenía unos pechos bien formados, caderas marcadas y unos labios que de sólo mirarla te hacían soñar con que te chupara la pija.
Más de una paja me había hecho pensando en su boca y creo que ella se daba cuenta de mi calentura por cómo la miraba embobado.
Marito era un pibe muy lindo, de cuerpo menudo, rubio y de ojos celestes, piel muy blanca y el típico culo gordito de un nene de esa edad.
Una tarde, como siempre, entré a su casa sin golpear, pasé por el patio sin ver a nadie y llegué a la puerta de la cocina.
Desde afuera escuché la voz de Isa: "vos hacé lo que te digo, dale!".
Con gran curiosidad entré a la cocina y pesqué a mi primita con la pollera levantada y la bombachita por las rodillas, acostada sobre la mesa y a su hermanito, que obedientemente le metía dos dedos de una mano en la conchita y dos dedos de la otra en el culito.
Marito quedó paralizado en el acto y sólo atinó a sacar los dedos de dentro de los agujeros de su hermana y esconder las manos tras la espalda, pero Isa, que estaba volando dentro de una nube de calentura tardó varios segundos en percaterse de mi presencia en la cocina.
Y cuando lo hizo no fue precisamente para avergonzarse.
Sin siquiera cambiar la pose me espetó -qué pasa?, nunca viste una concha?, dale pajero, metémela!
Yo seguía congelado en el marco de la puerta.
Era cierto, nunca había visto una concha, pero que así de sopetón y sin anestesia la primita que me tenía caliente se me ofreciera, me ordenara más que ofrecerse, que se la metiera, era demasiado, hasta para mi ilimitada calentura de púber.
Como yo no atinaba a nada, Isa, que ya había comenzado a frotarse el tajito abandonado por su hermano, le ordenó : "andá y hacele lo que yo te hago!".
Obediente, Marito vino hacia mi, me bajó el cierre del pantalón, metió la mano en mi bragueta, sacó mi pija aún dormida y comenzó a chupármela.
Con su mamada reaccioné, salí de mi asombro, estrangulé mis prejuicios, y me arrimé a la prima, ya verga dura en mano, le volé la bombacha a la mierda y metido entre sus piernas se la clavé sin miramientos; la muy puta estaba empapada, así que le entró toda de una.
Comencé a cogerla furiosamente, ("uy que rico primo sos mejor de lo que me imaginaba! así nene, así!).
Marito en silencio, miraba curioso.
Después de un buen rato de mete y saca con sólo el ruido de nuestras respiraciones agitadas, lsa comenzó a llevarse con los dedos el jugo de su concha al esfínter y cuando lo dejó bien lubricado me ordenó "no me acabes adentro, dámela por el otro y me acabás ahí".
Se la fui sacando despacito, mientras Marito clavaba fascinado sus ojos en mi herramienta, pensé que lo hacía por curiosidad pero después me daría cuenta que lo hacía por deseo y que era tan putito como su hermana.
El "otro" estaba palpitante y bien abierto, se notaba que mi primita le daba bastante uso a su método anticonceptivo.
Apenas se la clavé empezó a mover las caderas de manera tal que me volvió loco de placer y en un par de minutos la inundé de leche.
Isabel, sonriente y feliz, me espetó un "al fin primo te sacaste las ganas que me tenías, qué corto que sos!" y se fue al baño canturreando, después de regalarme un beso a la distancia y llevando elevada a modo de bandera la bombachita blanca, bombachita seria y recatada como corresponde a una chica de sanas costumbres.
Por su muslo ya bajaban unos hilitos de mi leche.
Busqué una silla y me senté a descansar de la cabalgata, con las piernas abiertas y la pija bastante parada aún saliendo de la bragueta, ya que con la calentura ni siquiera me había bajado los pantalones.
Marito seguía allí, con los ojos clavados en mi pija.
Desde el baño se escuchó la voz de Isa: "cogételo que a ése la gusta la pija más que a mi".
Después de lo que había pasado, yo estaba para todo, así que le dije -vení, volvé a chuparla.
Marito sonrió y se arrimó en el acto, esta vez me dio una chupada larga, profunda.
Al principio le daba arcadas, pero estaba empeñado en tenerla toda dentro de la boca y al fin lo consiguió, ya en esa época yo tenía como 17 cm y el nene se las arregló para hacerla pasar por la garganta y tragarla hasta la raíz, tenía vocación de chupa pija, sin duda.
Me bajé los pantalones para simplificar su trabajo y después de un rato decidí cogerlo.
Le saqué la ropa, lo levanté con sus piernas a ambos lados de mi cuerpo y lo fui sentando en mi pija.
Empezó a gritar de dolor, yo era totalmente inexperto y ni siquiera se lo había ensalivado un poco.
Con los quejidos apareció Isa, levantó de las axilas a Marito hasta desclavarlo de mi verga, se arrodilló, le chupó un poco el culo y lo volvió a bajar a mi pija; el dolor seguía y la pija no entraba; un poco de aceite Cocinero fue la solución.
Con la lubricación y las manos de Isa empujándolo hacia abajo, entró hasta el fondo, entre Ios dos secamos las lágrimas de Marito y un ratito después el putito ya estaba gozando.
Isa comenzó a besarme, ¡al fin esos labios! y mientras yo galopaba despacito a su hermano, ella nos acariciaba a los dos, de rodillas entre mis piermas me lamía las bolas y la pija, su lengua subía por mi palo hasta llegar al esfinter de Marito, lamiendo justo la zona de entrada, donde mi pija se perdía dentro de su cuerpo.
Marito con cada lamida de su hermana ronroneaba de placer.
Se ve que ser puto en mi familia es casi genético.
Así comencé y así seguí.
A veces Mario me dice que soy "Isa sin concha" por lo dominante que soy en la cama.
Isabel a los 20 se convirtió en la "Sra.
de Tal", pero no duró mucho.
Mario no.
Los dos hermanos siguen viviendo juntos.
Si me los sigo cogiendo?, Si, pero eso no viene al caso.
Vamos ahora de vuelta a mi cuñado.
Yo tengo 28, Sonia, mi hermana menor, 20.
La verdad, está refuerte, y si no fuera mi hermana, hace rato que le hubiera acabado entre las tetas, pero mis hermanas y mi vieja son sagradas.
Su novio, David, tiene 21.
Un chico lindo, de cuerpo velludo, no más de 1.
70, bien formado, de sonrisa franca y trato agradable.
Desde que Sonia comenzó a salir con David, siempre tuvimos buena onda y compartimos muchas salidas juntos y largas cenas en casa o fuera con sobremesas interminables conversando de temas de pareja, de la vida, de política, de dinero, de todo.
David viene de una familia con un padre conflictivo y a pesar de que sólo le llevo 7 años, siempre hubo entre nosotros una relación con rasgos paternales.
Yo venía intentando desde hacía varios meses la monogamia, reprimiendo con gran esfuerzo mi mitad gay (hay primo!, cuánto hace que no nos venís a visitar!), y con esa carga interior, de pronto me descubrí mirando a David con otros ojos, dejé de verlo como una persona asexuada, como uno ve a un hermano o a un amigo, y de a poco me fui dando cuenta que David estaba bueno, que tenía unos labios bellos y gruesos, dignos de Isa, un cuerpo como a mi me gusta, delgado pero no escuálido y sobre todo nada marcado por el gym y, por lo que se podía adivinar a través de los pantalones amplios que suele usar, un culito sabroso.
Revivió en mí el cazador, pero debía manejarme con cuidado, porque mi hermana estaba en el medio y no quería hacerle pasar un mal momento.
Había que tantear delicadamente para detectar esos indicios que todos los putos conocemos, pero que a veces fallan, que nos hacen saber si la presa es cazable, o sea si es puto en actividad o si está dispuesto a dejar de reprimirse y probar.
Comencé a provocar situaciones donde quedábamos los dos solos para conversar sin mujeres, fui llevando esas conversaciones hacia el sexo, del sexo al sexo anal y, siempre de manera muy lógica y muy hilvanada al sexo gay.
David se entusiasmaba mucho en estas charlas, ¿a qué macho no le gusta hablar de sexo, y más cuando la charla roza las fronteras de lo tabú? Yo no perdía oportunidad para acariciarme el bulto mirándolo a los ojos y luego bajar la vista al suyo.
David rechazaba de plano la homosexualidad, con palabras como "qué asco cogerse a un tipo" y caras arrugadas como si estuviera oliendo mierda.
Pero no era el primer macho que conocía que sentía "asco" por los putos y terminaba después comiéndose mi verga como putita.
Yo suavemente seguía mis razonamientos.
Le entré con esto:
-Decime, si te vendan los ojos, te ponen boca arriba en una cama y te comienzan a chupar la pija, seguro se te para, si?
-Si
– Y si te la chupan bien hasta le acabás en la boca, si?
-Mmmm, siii!
– Y con los ojos vendados, ¿cómo sabés si te la chupó una mina o un tipo?
Silencio
– Y otra, siempre con los ojos vendados, imaginate que después que te la chuparon bien, sentís que alguien se está sentando en la pija y subiendo y bajando la cadera se manda una cabalgata de órdago con tu verga hasta hacerte acabar, cómo sabés que te cogiste el culo de una mina o el de un tipo?
Silencio
-Entonces Davi, ¿por dónde pasa la cosa, por el cuerpo o por la cabeza?
-Y, por la cabeza, claro!
-Eso mismo!, hay gente que tiene la mente más abierta que otra y se anima, y hay gente, de mente más cerrada, que no se anima.
Lo mismo pasa con tu culo.
-¿Qué pasa con mi culo?-, preguntó muy serio.
-Perdón, me refiero al culo en general.
Muchos dicen que el culo está hecho para cagar, y tienen razón, pero lo que no dicen es que el culo, el esfinter, el canal y el ano están llenos de terminales nerviosas muy sensibles y que pegado al recto tenés la próstata, que es el punto "G" masculino.
Entonces dejarse coger puede tener sentido.
David, que seguía mi lógica perversa, terminó admitiendo.
-Y, será por eso que cada vez hay más putos, no? Pero cuña, ¿vos alguna vez te cogiste a un macho?
No me agarró con la guardia baja, tenía que ser ambiguo y estaba preparado.
Le dije sonriendo "¿yo?.
.
.
no", pero con una actitud y una expresión que denotaba un "si, boludo, no te das cuenta?"
Con charlas de esta clase fui preparando el camino, además cada vez que podía le clavaba los ojos desembozadamente en el culo o conversaba con él acariciándome la pija.
No podía no darse cuenta, y de hecho comencé a observar que cada vez que se iba, miraba de reojo para atrás para ver si yo le estaba ojeando el ortito.
Ya la semilla estaba en su cabeza: éste se coge a tipos y ahora no deja de mirarme el culo, seguro me tiene ganas, ¿cómo será?
Las pibas, por suerte, no se daban cuenta de nada.
Luego de unas semanas acordamos entre los cuatro ir el sábado a comer un asado a un recreo en la laguna de Monte, a unos 100 Km de Buenos Aires.
El día resultó uno de esos gomosos días del otoño porteño, totalmente nublado, caluroso a pesar de la época y con pronóstico de lluvia.
Igual fuimos.
Durante el viaje el tiempo siguió empeorando y Monte nos recibió con una finísima llovizna, de esas que usamos para cargar a los amigos pajeros que hablan mucho de minas pero no cogen nunca porque "hinchan las pelotas pero no mojan".
En el recreo estábamos absolutamente solos, fuimos los únicos locos que con ese día se animaron a salir a hacer un asado al aire libre.
El quincho estaba bueno, las parrillas bajo techo también, así que la pasamos bárbaro y con todo para nosotros.
A la tarde paró la garúa pero no bajó el calor así que nos sentíamos todos pegajosos.
Aprovechamos para ir los cuatro hasta la costa de la laguna a mirar un rato el agua y las aves.
Decidimos sacar las cañitas mojarreras y con unos pedacitos de pan como carnada probar suerte a ver si pescábamos algo.
Las chicas en 15 minutos se aburrieron y allí nos quedamos con David, sentados lado a lado sobre el murallón tratando de ensartar en el anzuelo alguna mojarrita, aunque yo lo que deseaba ensartar en mi anzuelo o mejor dicho deseaba que cayera en mi red era un pececito bastante más grande y sabroso.
Me comenzó a contar que las relaciones con mi hermana estaban un poco tirantes, cosa que se notaba, y yo en seguida fui llevando la charla a su vida sexual con ella, creí que David iba a manejar la cosa con discreción, pero no ahorró detalles sobre lo que hacía en la cama con mi dulce hermanita, hasta me contó que luego de esa charla que habíamos tenido sobre la igualdad de género en el sexo anal, había intentado una y otra vez metérsela por atrás a Sonia pero lo único que había conseguido era dejarla dolorida y que la tirantez de las cosas con Sonia venía por ese lado, se había enojado porque decía que lo único que le interesaba de ella era su culo.
Lo tranquilicé, a mi hermana los enojos le duran poco, y apoyandole una mano en el muslo me ofrecí a que si quería en algún momento le explicaba cómo hacer para la primera vez.
Noté que su pija no estaba dormida y eso me excitó a mi también.
Tal vez picaba el pez.
Comenzando con "un amigo me contó" le hablé de las bolitas chinas que las prostitutas de oriente le iban poniendo dentro del culo mientras se las cogía y que se las retiraban de golpe en el momento de acabar y de cómo mi amigo ahuyaba de placer en esos orgasmos.
Su curiosidad se despertó y me empezó a preguntar más, le dije que mucho más no sabía pero que buscara en internet que seguro había miles de referencias.
Mientras conversábamos estas cosas cruzábamos miradas sugerentes y vi como varias veces sus ojos fueron a mi bulto que también estaba excitado.
Lamentablemente vinieron las chicas, y no pudimos seguir adelante.
Cuando la tarde comenzó a caer, empezamos a guardar las cosas en el auto para volver a casa y sin darnos cuenta David desapareció.
Cuando terminamos de cargar el auto, las chicas estaban un poco impacientes ya, así que salí a buscarlo.
Ni en la cancha de futbol, ni en la desierta proveeduría ni en la costa.
Fui a los baños y tampoco.
Lo único que quedaba era la zona de duchas.
Cuando entré ya sentí el ruido del agua corriendo.
Me arrimé al único box que tenía la cortina cerrada y me asomé.
Allí estaba mojado y desnudo, de espaldas a mi, mostrándome por primera vez su culito.
¡que cosa linda!, redondito, con los glúteos bien separados abajo como "W", peludito sin exagerar y siguiendo en una espalda bella y perfecta y en unos muslos dignos de una columna griega!
-Que estás haciendo boludo?
-Me estoy bañando, no ves?
-Y por qué no avisaste? Silencio.
– Qué culito, papito! A ver como estás del otro lado? Sin más se dio vuelta, flor de aparato se comía mi hermanita! no bajaba de 18 cm, pero era delgado en comparación con su largo y, mmm, estaba semi erecto.
El putito iba a ser mio!
-Todo eso le metés a mi hermanita? Sos un hijo de puta David! El cuñadito sonrió.
-Con qué te vas a secar?
-No se, no traje nada.
Fui a buscarle una toalla y le avisé a las mujeres que se estaba duchando (¡qué loco este David!).
Cuando llegué ya había cerrado la ducha, abrió la cortina y vino a mi encuentro.
No pude evitar la erección.
Comenzó a secarse recatadamente dándome la espalda, puta! que bien que estaba!
-No querés que te seque la colita?
-No, yo puedo solo.
-Dale, si no me cuesta nada.
Me arrimé a él y comencé a manosearle el culo.
Giró la cabeza para decir "che, pero dejate de.
.
".
No lo dejé terminar.
Lo atraje hacia mi y le zampé un beso como para partirle la boca.
Luego de unos segundos de mmmms y resistencia, se entregó, nuestras lenguas se cruzaron, se puso bien de frente a mi y mientras nos abrazábamos nos comíamos el uno al otro, intensamente, uniendo labios, recorriendo cada rincón de nuestras bocas, nuestras manos bajaron a recorrer nuestras espaldas mientras el frenesí del beso crecía aún más, largo, interminable, deseado y reprimido por días y días.
El pez al fin había caído en la red.
Mis manos comenzaron a acaricias sus nalguitas redondas y peludas y aprovechando la diferencia de alturas lo levanté en el aire por las nalgas sin dejar de besarnos.
David, lógico, estaba completamente desnudo, pero yo seguía con jean, remera y zapatillas y mi cuerpo pedía piel, pero más que piel, carne.
Sin bajarlo al piso, abrí mi bragueta y saqué mi verga afuera con toda la intención de clavarlo en el aire, pero creo que el miedo a su primera penetración lo hizo reaccionar.
-Che, están las pibas!, cómo hacemos?
Yo no reaccionaba.
Lo bajé al piso y le ordené, -apoyá las manos contra la pared, abrí las piernas y quebrá la cadera.
David obedeció y dejó su culo a mi disposición.
-Cuña!-, mirando temeroso mi verga que ya rezumaba pre-seminal, -no podemos acá, mirá si vienen!
-Es el vestuario de hombres, no van a entrar!
– Por favor, si grito y me escuchan? Cuña, porfa, esta noche en tu casa, si?
– La convencés a Sonia?
– Seguro, pero por favor ahora no.
Me convenció, enfundé la herramienta, nos besamos nuevamente y se terminó de secar.
Esta vez no se negó a que le secara la espalda y el tembloroso culito.
Por el franeleo contra su cuerpo mojado, mi ropa estaba empapada, así que inventamos una historia de que jugamos al carnaval con el agua de la ducha (¡que chiquilines estos hombres!)
Nos bancamos la cagada a pedos de las chicas y con nuestra mejor cara de poker seguimos como si nada hubiera pasado.
Mientras manejaba fui ideando el plan.
Los invitaba a comer pizza en el quincho de casa y hacíamos beber de más a las chicas para que se durmieran.
Me aceptaron el plan inmediatamente.
Por el camino compramos queso, salamines y aceitunas para hacer una picada, la levadura, la muzza y un par de botellas de cosecha tardía bien dulce para embriagar a las nenas, no hay mina que se resista a una copa de blanco dulce bien helado.
Mi casa, regalo de mis abuelos, no es muy grande, pero tiene un lindo parque delante y detrás y un quincho enorme y espectacular al fondo, separado de la casa por el parque.
En el quincho tengo la parrilla que no falta en la casa de ningún argentino, el horno pizzero, mesa como para 20, baño, cocina, el futón donde seguro David alguna vez se había cogido a mi hermana, y la pantalla plana de 46, todo preparado como para comer un asadazo con los amigos mirando a Boquita.
Llegamos, las chicas al baño y nosotros al quincho a preparar la picada mientras levaba la masa.
Apenas entramos, arrinconé a David contra la pared y comencé a besarlo mientras mis manos lo rodeaban y recorrían su cuerpo.
David casi no respondía a mis caricias, su boca estaba fría, como boca de prostituta que besa por obligación.
David estaba arrugando.
-¿Que te pasa?
– No se, no se que me pasó esta tarde, yo.
.
.
,yo no la voy con eso-.
Por dentro pensaba, si este arruga lo violo, cosa que seguro no iba a hacer, pero tenía que hacer algo para que no siguiera bajando.
Puse mis manos en sus mejillas y lo comencé a besar suavemente.
-Tranquilo Davi, no te censures-, le decía mirándolo a los ojos.
-Yo ya pasé por esto y no me arrepentí de haberme decidido (mentira, ya saben mi historia, pero caía bien para la situación).
Se quedó pensativo un rato que me pareció un siglo, luego, cerrando los ojos abrió sus labios como para recibir los míos.
Bingo! Nos besamos amorosamente.
Rodeé su cintura con mis brazos y seguimos así largamente, nuestras lenguas recorriendo cada rincón de nuestras bocas, unidas y palpitantes, sin tocar nada más, sin siquiera tomar nota de nuestras pijas que ya abultaban debajo de los incómodos jeans.
Nos devolvió al mundo el ruido de la puerta de casa, de bisagras bien oxidadas, que indicaba que venían las chicas (porque no engraso los ejes, me llaman abandonao.
.
.
).
De inmediato corrimos a la mesa a cortar rodajas de salamín y a discutir acaloradamente sobre los últimos dichos de Riquelme.
Me encargué de preparar los tragos, coca con fernet para las chicas, con el doble de fernet del habitual, total, el dulzor de la gaseosa disimula todo y Gancia con fernet para nosotros.
Después de un buen rato vino la pizza y con David nos ocupamos que las nenas tomaran mucho de ese blanco dulce que entra fácil y se sube rápido.
Logramos el objetivo, a los 10 minutos de la sobremesa las chicas se caían de sueño.
Las llevamos a la única cama de mi casa y nos quedamos cinco minutos en la cocina para verificar que estuvieran fritas.
El éxito fue completo, mi mujer y mi hermana estaban dormidas como piedra.
A los bifes entonces.
Volvimos al quincho y allí empezó todo.
Lo apreté contra mi cuerpo y empecé a romperle la boca, su reacción no se hizo esperar, su lengua entró en mi boca y, como si fuéramos dos mantis, comenzamos a devorarnos.
No sé ni como hicimos para desvestirnos, pero los trapos volaron sin dejar de besarnos y en instantes nuestras pijas se entrecruzaban y nuestros cuerpos compartían su calor.
Llevé su mano a mi pija y llevé las mías a sus nalgas, para marcar la cancha, además no quería franela esa primera vez, los dos estábamos al palo y debía asegurar mi cacería clavando a mi presa, cuando la probara por el culo ya no habría vuelta atrás, no sólo por el placer físico sino por la quiebra de su virilidad, si entregás el culo, querido, ya nunca volverás a ser 100% macho.
-Apoyate contra la mesa y abrí las piernas.
David obedeció en el acto, me ubiqué detrás de él y comencé a pasarme saliva por la pija.
David giró su cabeza hacia atrás y pude ver su rostro, con más cara de miedo que de calentura.
-Cuña, despacito, es mi primera pija.
Wow, un culito para desvirgar, qué buena pesca!
-Descuidá David, es la primera pero seguro no va a ser la única esta noche.
-En serio? ¡¡Me vas a romper el culo!!
-Para siempre David.
-A partir de esta noche vas a ser mi putito culo roto, pero estas en buenas manos, relajate.
Para una primera vez no podía darle a lo bestia, así que fui a buscar el lubricante y le fui metiendo los dedos lubricados en el culito, David guardaba silencio y respiraba hondo.
Mientras me lubricaba el palo, lo contemplaba, su espalda y sus brazos fuertes, sus piernas de futbolero, y su culo!, durito, velludito apenas, no muy grande, pero perfecto, un manjar que me iba a comer en ese mismo instante.
Me dieron muchas ganas de chupárselo, de llenárselo de besos, pero David ya estaba lubricado y mi pija también, así que sería otra noche.
Le abrí las nalgas, David temblaba.
-Tenes miedo?
-No cuñado, no es miedo, pero no sé, sólo me dio este temblor.
Eran los nervios y la excitación de la primera vez, no temblaba sino que vibraba de excitación.
No había que hacerlo esperar más.
Le apoyé el glande en el esfinter y se lo dejé quieto.
Quería que sintiera la tibieza de mi pija en ese punto tan sensible.
Su vibración aumentó.
Le dí el primer empujoncito corto y escuché su primer ¡Ay! Lo dejé unos segundos y se la saqué.
Volví a metérsela, de nuevo cortito, esta vez ya no se quejó.
Seguí sacando y poniendo cada vez un poquito más largo, ganando de a poco en profundidad, para que le doliera lo menos posible, para que la pérdida de su virginidad no quedara grabada en su memoria como un recuerdo doloroso sino como una experiencia deliciosa.
Cuando la tuvo toda adentro, saqué mis manos de sus caderas y las llevé a sus aún no exploradas tetitas
-Te gusta, Davidcito?
-Si, si querés metémela toda ya.
-Davi, tenés mis 20 cm adentro, de donde querés que saque más?
-No!, me la metiste toda?
-Y que pensabas putito, que te iba a dar un pedacito?, todo o nada.
Volví mis manos a sus caderas y sin más comencé a darle un mete saca suave.
David lo recibió primero en silencio, debía entender su cuerpo, captar esa nueva sensación que estaba invadiéndole el esfinter y desparramándose en sus bolas, pero luego de un rato comenzó con sus gemidos, ¡qué rico gime ese puto, por favor!, me enloqueció, aceleré mi mete y saca hasta hacerlo casi animal.
Mi pubis golpeaba contra sus nalgas que de a poco se iban enrojeciendo.
Los gemidos se convirtieron en ayes cada vez mas fuertes, y entre gemidos y ayes comenzó a decirme las frases de calentura de siempre, ay cuña, así, así, rompeme el culo, dámela toda, quiero tu pija, cuña, quiero tu pija.
Ya estaba el pollo en el horno, ya no había vuelta atrás, mi cuñado era un nuevo socio en el club de los culo roto.
Se la saqué, me miró extrañado.
Corrí con un brazo los platos sucios y demás cosas de la cena hacia un costado, lo levanté y lo acosté sobre la mesa, apoyé sus piernas en mis hombros y se la volví a clavar, David con una mezcla de euforia y asombro, vio como mi grueso y largo pedazo se perdía dentro de su culo.
Se la saqué entera y se la volví a clavar una y otra vez, David me miraba con la boca abierta, los ojos chispeantes, los gemidos llegando del fondo de su garganta.
Mientras lo bombeaba a mil, acaricié sus pechos, su pubis, le di a chupar mis dedos; cada cosa que le hacía, cada descubrimiento en el juego sexual entre dos hombres, era recibido con entusiasmo por David, había nacido para puto, no cabía duda.
Cuando sentí que me faltaba poco para inseminarlo, doblé sus piernas sobre su pecho y se las apreté con mis manos para dejar su esfinter bien a flor de piel y poder clavarle ese trozo que aún quedaba fuera por la posición, mi pija se engrosa bastante hacia el final, así que con esa pujada le saqué el grito de placer mas intenso al muy putito, que ya deliraba de gusto y que cuando comenzó a sentir el engrosamiento de mi pija dentro suyo, comenzó a sacar gotones de preseminal por su siempre dura verga.
Al venirme le dí el empujón final para depositar mi leche bien en el fondo de su recto, la recibió con los ojos desmesuradamente abiertos, la boca anhelante, el cuerpo trémulo, acariciándose el ombligo, que era donde sentía la sensación de mi glande ardiente.
David levantó su cabeza y casi llorando, me dijo "gracias, amor, gracias, me hiciste feliz, no me la saques cuña, dejámela dentro, por favor, seguí cogiéndome, destrozame, dejámela toda! Sonreí satisfecho, ese pibe ya era de los nuestros, mi seducción había corrido el velo de sus prejuicios y había probado mi verga, nunca iba a ser el mismo, había descubierto la pasión y el placer de recibir la pija de un macho, y de eso no se vuelve.
Me quedé dentro de él empujando despacito, disfrutando de su cuerpo trémulo y de su cara de placer y entrega.
Lo tenía que hacer acabar, y por el preseminal que seguía saliéndole, le faltaba poco.
Se la pelé, mojé las yemas de mis dedos con su preseminal y comencé a darle toquecitos leves en el borde del glande y en la punta, mientras mi pija se movía en círculos lentos dentro de su culito, las caricias fueron recibidas con nuevos quejidos y con contracciones de su esfínter que me encantaban y me la iban poniendo más dura, y eso lo excitaba más.
Era la esperada reacción en cadena, David iba a estallar, en un minuto se tomó la verga con la mano y comenzó a pajearse entre ayes casi femeninos.
Era casi innecesario, en media docena de manotazos saltó su leche, con tanta intensidad que el primer chorro dio contra el ventanal que estaba del otro lado de la mesa, los siguientes fueron al piso, a su cara y a su pecho.
Era bien lecherito mi cuñado!
Se la saqué y alzándolo de la mesa lo abracé y comencé a besarlo, me tomó del cuello y rodeó mi cintura con sus piernas.
Se la metía de nuevo?, por qué no?, lo tomé de la cintura con una mano, con la otra le acomodé la verga a la entrada y lo bajé.
Estaba tan abierto que se le fue a fondo sin escalas.
-Ay, cuñado, sos insaciable, ya me destrozaste el culo, ¿que querés ahora?, ¿sacármela por la garganta?, me dijo con una sonrisa pícara.
Lo llevé ensartado hasta el futón y lo deposité suavemente.
En seguida se dio vuelta quedando culito para arriba semi hundido en los mullidísimos almohadones.
Su cuerpito oscuro y su culito perfecto sobre el cuero blanco eran dignos de una foto de play gay, se la saqué con el celu y se la mostré.
-Wow, ese soy yo? Estoy refuerte! -Si David, si no fuera porque sos el novio de mi hermana me casaba con vos, putito! Nos reimos de buena gana.
– ¿Casarnos?, ¿para qué?, si igual me podés romper el culito cuando quieras!
La victoria era total, la heterosexualidad de mi cuñado se había perdido junto con la virginidad de su culito.
Por suerte pudo seguir manejando el sexo con Sonia, así que ahora es el macho de mi hermana y también mi hembra.
Sólo se cuida de evitar el sexo con Sonia el mismo día en que yo le rompo el culo, porque queda tan relajado que "el amigo" le falla.
Esa noche el futón fue el escenario de nuestro segundo polvo, tranquilo, en un amable boca abajo todo el tiempo, y desde esa vez ya no fue necesario masturbarlo, me dejó el sillón encharcado de su semen.
Desde hace dos años le vengo rompiendo el culito a David, cada vez que tengo ganas, y cada vez que él me lo pide.
La pija no se le niega a nadie, y menos a un pariente!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!