El de la micro II
Continuación de lo que siguió en ese carrete.
El carrete comenzó a morir y yo ya estaba ebrio luego de varias cervezas. Mis amigos se fueron retirando y él se veía decepcionado. Fue un carrete entretenido y aunque él intentó ligarse a una de mis amigas, ninguna lo pescó. Dudé si fue porque se perdió conmigo al inicio o era muy insistente. Sea como sea, no le salió. La última chica con la que intentó no se despidió de él.
-Todo bien?- le pregunto sabiendo que estaba demás.
Su pelo rubio se veía bonito en la madrugada con los primeros destellos de sol. Le desordeno el pelo con cariño y le digo que ya debemos acostarnos. Cerré la puerta y subimos a mi pieza. El colchón que había dejado estaba medio manchado por nuestro semen de hace un rato. Le coloco una frazada para dormir encima y él se tira encima no dejándome estirarla del todo. Él estaba más ebrio de lo que pensaba.
-Tengo muy mala suerte- dice.
Comienza a desvestirse, y para mí suerte, solo se queda con bóxer y polera.
-Ya vendrán más- le digo -estas son medias difíciles si alguno no le entra altiro. Igual hablaste mucho- me rio y él me mira como enojado mientras se tapa la cara.
Me quedo también en bóxer y polera, y me meto a su lado.
-Igual a mí me gusta escucharte- me acerco a él y meto mi mano en su bóxer.
Su pene ya estaba erecto, y su grueso pene ya me hacía babear. Él se limita a mirarme mientras me meto debajo de las tapas y saco completamente su ropa interior.
-Ahora quiero hacértelo como me lo hiciste hace un rato- y empujó mi cabeza a su pubis. Me atraganté pero no lo solté. Me saqué mi ropa interior igual.
-Me comes el culito si?- le dije mientras le llevaba su mano a mi peludo trasero.
Me miró como dudando, y después se abalanzó a mi ansiado ano. Me lo comió un rato. Chupó mi pene torpemente y yo lo miraba. Otra vez esas mejillas rojas me calentaban. Su boca subía y bajaba mi tronco. No era suficiente para acabar pero el morbo me tenía a mil. En eso se pone saliva en su pene grueso y lo pone en mi entrada. Yo ya quería tenerlo adentro así que al ver que no entraba (soy estrecho y la posición del misionero no es la mejor para partir) y me puse en cuatro. Me siguió chupando el culo. Metió un dedo, y luego dos más. Me sentía completo, pero quería tener su pene dentro mío. Me la metí lento. Podía sentir su grosor y me gustaba, pero debía ir de a poco.
No sé si por el alcohol y la calentura pero eyaculó en minutos y cuando estaba a punto la sacó. Me lo tiró en la espalda y se tiró a la cama. Quedé con ganas y sin preguntar le levanté sus piernas y se la metí de misionero mientras lo besaba. Estuve un rato así. Él parecía disfrutar, hasta que repetí lo de tirárselo en la boca, y me lo recibió como un ternerito tomando teta. Me había cansado. Él yacía acostado mirándome. Le doy un beso con mi semen y lo abrazo. Podía ser alto pero era muy tierno. Nos dormimos unas horas así, hasta que despertamos. Le dije que quería seguir teniendo más sexo con él pero debía irse. Trabajaba a la noche y tenía que prepararse.
Nos vestimos, sin antes darnos una mamaditas para activar el cuerpo, y lo fui a dejar a la micro. Fue en el camino contándome de su frustración con mis amigas, y que le tenía ganas a una. Yo ya me lo había tirado, y escucharlo me producía un morbo que pocos entenderán. Lo dejo en la micro, y antes de subirse me dice que no le cuente a nadie lo que pasó entre nosotros. Le digo que solo lo conozco a él y que nadie más sabrá, hasta ahora que ya han pasado más de diez años de eso… y ustedes… Hoy en día seguimos hablando por chat y de la vida. Eso sí, me confesó que creyó que era bi, pero se le pasó. Ahora tiene una hija y una novia con la que tiene sexo seguido. Nuestra confianza no se tocó con los años, aunque tuvimos que cultivarla… y eso es para otro relato.
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