El Dia del Castigo
En mi primer relato te conté como mi primo Juanca me puso por primera vez frente a un pene y lo incrustó hasta lo mas profundo de mi garganta para descargar toda su leche en mí, despertando en mi algo que no conocía y que en mi casa era tratado con mucho hermetismo y severidad..
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Fui criado en una casa con estrictas normas de comportamiento, en las que un error se pagaba con duros castigos, de los cuales el mas duro era tener que limpiar el patio y estar el fin de semana sin poder ver televisión, en mi caso particular evitaba mucho el castigo de la televisión, puesto que me gustaba mucho ver televisión, sin embargo, en una ocasión, cometí el error de hacer algo indebido, sin permiso de mis tíos me fui a jugar a finca cercana y me involucraron en la ruptura de un vidrio de la casa, razón por la que la señora fue a poner las quejas a mi tía y no solo me condenaron a hacer aseo en el patio durante dos semanas y me quitaron la posibilidad de ver televisión, sino que debía ir a botar la basura, lo cual se hacía en un terreno baldío no muy cerca de la finca, para llegar allá había que caminar bastante, yo llevaba la basura en una carretilla, la verdad no me gustaba mucho porque en el camino me podía encontrar con borrachos y personas que consumían estupefacientes, eso me daba mucho miedo, pues nos habían hablado de que ello podían abusar de nosotros y después nos matarían para sacarnos los ojos, eso me tenía muy asustado, pero la decisión de mis tíos era definitiva.
Por otra parte, hacía días no sabía nada Juanca, la verdad que lo quería ver… bueno en realidad quería tener una nueva sesión con él… bueno, llegó el sábado y me dediqué desde muy temprano a la tarea asignada, la verdad estaba molesto y no quería hablar con nadie, cual sería mi sorpresa cuando a eso de las 10 de la mañana, estaba yo absorto recogiendo hojas en las bolsas para poder hacer el primer viaje de basura – habla pelao – con ese saludo Juanca me sacó de mi letargo… me puse muy nervioso – todo bien, y tú que – fue lo que atiné a responder – que pasó – me interpeló Juanca – no nada, solo que las cagué partiendo un vidrio y ahora debo ira a botar la basura al arroyo – dije mientras seguía en mi labor y trataba de ignorarlo, pues no quería que notara mi nerviosismo o mas bien emoción por verlo, pero en mi interior hacía planes de lo que podría pasar en la noche cuando todo ya estuviesen durmiendo, pues yo sabía que le pediría a mi tía dejarme dormir afuera… sin embargo, me desilusioné mucho cuando me dijo que se iría enseguida porque debía viajar a otra ciudad, con eso me fui para a botar mi primer viaje de basura al baldío, fui y regresé muy rápido, como dije antes no me gustaba estar en ese lugar, pero cuando venía de regreso me encontré de frente con dos muchachos, más o menos de 16 y 17 años, vivían cerca a nuestra casa, pero no los trataba, mi tía nos había enseñado que eran unos vagos, que andaban todo el tiempo en la calle y seguramente no andaban en nada bueno, que tal vez eran rateros y hasta drogadictos.
Cuando fui a hacer el segundo viaje me dice Juanca – te espero más adelante, pero no digas nada – salió de casa, al ser adulto el podía salir cuando quisiera, nunca le respondí, salí con la carretilla, ninguno de mis primos se ofreció a ayudarme para evitar ser castigado, la verdad deseaba encontrarme a Juanca, pero no guardaba muchas esperanzas, yo seguí mi trabajo, cuando llegué al lugar y voy de regreso noté que había alguien cerca, entré al matorral con sigilo para ver qué pasaba, mis ojos seme querían salir, eran los muchachos que me encontré antes, uno tenía la bermuda hasta la rodilla y se pajeaba, quedé atónito al ver la magnitud de su gran pichorra, puesto que era un joven de entre 16 y 17 años, flaco y no muy alto, pero la tenía muy grande, incluso se veía más grande que la de Juanca, mientras tanto el otro, al que veía de espalda estaba cogiéndose una burra, eso es normal en algunas zonas de la Costa Caribe de Colombia, los jóvenes tiene sus primeras experiencias con las burras, obviamente me empecé a poner parólo, nunca pude ver al otro de frente o de lado, por ello no me hice nunca idea de la envergadura de su picha, solo vi que de repente empezó a acelerar sus amaciseo y con un – ahhhh – se pegó más a la burra – pila pila, quítate ahora voy yo – dijo el otro y enseguida enganchó a la burra, me di cuenta que me estaba demorando y con el mismo sigilo salí de ese lugar, ellos estaban debajo de un árbol frondoso, con sumo cuidado salí y cuando estaba en el caminito corrí con la carretilla para ganar algo de tiempo, estaba tan arrecho que me dolía la pichita por lo dura que la tenía y el pantalón me apretaba, cuando llegué a casa se me había bajado, a esas instancias no sabía si Juanca me había esperado.
Cuando fui a hacer el tercer y último viaje me encontré con los muchachos de la burra, tenía la incógnita del que no pude ver su verga pues se veía mas robusto que aquel a quien si se la vi, esa inquietud me acompañó por mucho tiempo y siempre quise encontrármelo solo en el monte, pero nunca se pudo, a ninguno de los dos, seguí en mi comino, no los saludé solo pasé junto ellos, una cosa que me tenía nervioso es si ellos se habían dado cuenta que los estaba espiando, seguí el camino mirando a ver si nuestras huellas se cruzaban, un largo tramo del camino ellos caminaron sobre mis huellas, pero en un punto ellos cogieron otro camino, lo cual me tranquilizó, pero había una huella que seguía pisando mis huellas, pero iba no tenía zapatos, la verdad no le presté atención, porque a ese lugar llegaba mucha gente, llegué donde dejaría la basura y un frio recorrió mi cuerpo cuando escuché – oye pelao care mondá, te estoy esperando hace rato – era Juanca, yo no dije nada, estaba asustado – andabas viendo a los burreros, crees que no me di cuenta, como te vea con otro man se lo digo a los viejos, que andas de perra en el monte – yo no dije nada y con lo queme dijo me puso muy nervioso – no he hecho nada, yo no he visto a nadie, solo vine a botar la basura – fue lo que dije en mi defensa, pero Juanca estaba tomado, tenía dos latas de cerveza vacías y una que se estaba tomando – venga a comer mondá – sentenció recostándose a un árbol, y desabrochándose el pantalón, solo se sacó la picha para que se la chupara, diferente a la primera vez, no sentí que el olor me molestara, por el contrario como que me agradó, como pude empecé a chupar esa picha que por primera vez me comía por deseo.
Estuve alrededor de 20 minutos tratando de complacer a mi primo, pero la verdad era muy gruesa para mí, no me la podía meter toda, luego él me recostó al árbol y empezó a cogerme por la boca, mientras lo hacía me decía muchas groserías, me la metía hasta el fondo de la garganta, yo sentía que me iba a vomitar, que me ahogaba cuando sus vellos púbicos entraban a mis fosas nasales, en esa faena estábamos cuando escuchamos voces acercándose rápidamente, entonces Juanca sacó su pichorra, se acomodó el pantalón y se perdió en el monte, yo me levanté corriendo, agarré la carretilla y me puse en marcha, retorno a casa, tal como lo pensamos, era un grupo de muchachos, entre los que venía el burrero al que le había visto antes la picha – heee y tu que pelao, me estas siguiendo o que – me dijo cuando nos tropezamos – no nada solo vine a botar la basura – fue lo que dije y seguí mi camino, mas adelante me encontré con Juanca, el cual me haló al monte y me dijo – ven a terminar lo que empezaste, tu eres la bolsa en la que voy a echar mi leche cuando quiera – dijo sacando su trola (otro nombre del pene), que aún estaba medio dura, me la metió en la boca y empezó a amacizar nuevamente, no demoró mucho cuando me llenó la garganta de leche nuevamente, me limpié las rodillas, los labios y salí… sin embargo, cuando entre al camino para salir, me abordó el burrero – con que te gusta comer mondá – eso me petrificó – tienes que pagar mi silencio – fue lo que me dijo, exigiendo que debía hacer con el lo que hacía con mi primo… pero eso lo cuento en la próxima entrega… espero sus comentarios… Gracias…
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