El día que supe lo que es un verdadero macho
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Yo me la pasaba jugando, corriendo bicicleta inocentemente por mi vecindario con Carlos Iván mi mejor amigo. Juntos descubrimos el placer sexual desde los nueve años, siendo él, quien inició nuestros juegos. Me daba chino, frotando su penecito vestido por mis glúteos, luego cambiabamos y yo se lo hacía a él. Pero desde entonces yo sentía algo muy rico, en su presión en mis nalgas.
Cierto día nos fuimos a una casita que él construyó con cartones, telas viejas etc. Carlos me acostó boca abajo en los cartones y se me trepó encima, pero vestidos y como un loco se frotaba en mi culo, de manera tal que yo sentía una sensación exquisita en mi culito algo indescriptible. Así comenzó todo, en el sentido que desde ese día, yo añoraba que me hiciera esas cosas, hasta que un día jugando me la metió. No recuerdo que me doliera casi, tal vez por que su pene aún no estaba desarrollado plenamente, ni siquiera recuerdo si se venía, pues era algo rápido y ya!
El día al que se refiere el título de este relato, fue una vez… que mis padres contrataron a un joven, para hacer unas reparaciones en mi casa. Aquel día yo no tuve clases y mi madre tenía que hacer unas gestiones en la ciudad, tardaría así me lo hizo saber. Mis hermanos estaban todo el día en la escuela, y mi padre no regresaba hasta por la noche. El joven de nombre Felix era un muchacho guapísimo y de unos músculos bien definidos por el tipo de trabajo fuerte, que realizaba. Hasta entonces a mi nunca me había llamado la atención, ningún hombre y menos si era mayor que yo. Solo pensaba en las cosas que hacía con Carlos Iván, y fantaseaba con uno que otro niño de mi edad, del colegio que estudiaba.
No se pero ese día yo estaba re-caliente, bien cachondo. Desde que Felix llegó me gustó y lo encontré bien lindo. Esos brazos fuertes y con esa definida musculatura, me encantaron. Él comenzó su faena ese día dentro de la cocina de mi casa y yo me dediqué mientras a ver TV, jugar con mis juegos eléctronicos etc., pero no me podía concentrar pensando en ese macho tan bello, que estaba solito comigo ese día. Me le acerqué a Felix y le dije que si quería cualquier cosa que me avisara, que yo me iba a duchar. Muy amable él me dijo que gracias y yo me fui a lo mio. Me bañé bien rico y me perfumé, me arreglé, poniendome un short strech que se ceñía a mi cuerpo dejando notar mi traserito, ya durito y paradito. Me fui a ver a Felix trabajar y noté que me miraba mucho, en ocasiones, me desvestía el trasero con su mirada. Yo me puse ardiendo y hasta nervioso.
En un momento dado me llamó y me dijo que lo ayudara sosteniendo una plaquita de metal, en lo que él la atornillaba, yo muy complaciente lo hice, quedando mi culo creca de su entrepierna, sus fuertes brazos me rodeaban a mi por encima de mis hombros.
Todo se dio tan rápido, de repente sentí su pene duro sobre las ropas pegado a mi raja, sentí lo mismo que sentía cuando Carlos Iván, me hacía eso, pero este era algo grande, que abarcaba todo mi culo. No me quité, me quedé dócilmente quietecito y lo dejaba hacer. Felix comenzó a darme chinos fuertemente, ya no atornillaba la placa de metal, pues habia terminado. Solo me retenía y se sobaba contra mi cuerpo. Yo deliraba de pasión y deseo, cuando se me escapó un gemido. Te gusta nene chulo, me preguntó Felix, y yo por toda respuesta, eché mi mano hacia atrás y le apreté aquel pene fuertemente, por encima de su pantalón. Felix gimió y me pidió, que se lo siguiera tocando. Yo muy atrevido le bajé el cierre del pantalón y le saqué aquel pene, la cosa más linda que yo hubiera visto como verga, hasta entonces. Grande, bien venoso, de un color rosado y enorme cabeza, que estaba ya descubierta por la fuerte erección de Felix La comenzé a subir y a bajar con mi mano, mientras él me agarraba el culo y me lo trastiaba fuertemente jadeando y vociferando que que sobroso culo yo tenía.
Por instinto me la metí en la boca y comenzé a chuparla, me ahogaba, no me cabía completa, así que me dediqué a chupar la cabeza y a meter la punta de mi lengua en su ranurita de orinar. Le pasaba la lengua alrededor de su glande, era como un gran hongo que sabía delicioso, a macho sudado, a hombre de verdad. Felix gemía y suspiraba, ya entonces me había bajado el short y me metía un dedito en el culo, lo sacaba y lo ensalivaba, volviendo a introducirlo en mi hoyuelito. Yo me trincaba, reacción natural de un culo casi en estreno, buscando proteger sus plieguez, y más duro me enterraba el dedo, aquel caliente y bellaco macho. Ahora me toca a mi me dijo, llevándome al mueble grande de la sala (el sofá) dónde me desnudó completico, me puso en cuatro y se puso a devorarme el ano con su lengua, a cada chupón en mis nalgas, yo sentía tocar el cielo y gemía y movía el culo por naturaleza. Que rico sabe, nene chulo, que culito lindo y cerradito, como me gusta, me decía una y otra vez. Yo me abandoné a Félix, me relajé como él me pedía, cuando este me comenzó a meter, aquel grande pene por el culo.
Su saliva lo hacía resbalar y aunque me dolía, aguanté, aguanté… con mi mano trataba de frenar su enbestida a mi culo aguantandolo, pero eso era imposible, fuera de sí, Félix me la acabó de meter por mi estrecho culito. Grité un ayyyy, señor me mata con esa pinga, me mata, señor sáquemela, que me duele mucho, mucho, ayyy, y él quietecito dentro de mi, me decía que ya pasaría el dolor, que ya estaba toda adentro. Así estubo hasta que vovlió a la carga poco a poco, la sacaba un poco, y volvía y la entraba. Mi culo se dilató y así yo me acoplé a us embestidas que cada vez eran mas fuertes, entonces fue que yo comenzé a disfrutar y saber lo que era un verdadero hombre adulto cogiéndome.
Aquel hombre adulto, joven bello, fuerte que a tantas mujeres le habría metido esa verga… enterrándomela toda a mi, sin compasión ni tregua. Pero a mi ya no me dolía mucho y estaba convertido en una puta a mi corta edad. Gemía, casi lloraba, cuando aquella enorme pieza de carne se metía en lo más profundo de mi ser, sentía unas cosquillas en todo mi estómago y un placer tan grande, que hubiera querido que aquello nunca terminara.
Sus manos aferradas al mueble del sofá y yo con mi culo en pompa recibiendo aquella belleza de verga en mi interior, jamás lo olvidaré en mi vida. Muchas veces en su afán, la pinga se le salía de mi culo y volvía y la entraba sin pena ninguna, yo la apretaba fuerte con mi culito lo más que podía, esas contracciones lo hacían gemir de gusto y decirme obscenidades, como que yo era mejor que una puta de la calle, cabrona que delicia de culo tienes, como se traga mi verga, es toda tuya, esa verga, cométela toda, así, me gritaba mi macho. Cuando bramó, fuertemente y se me fue encima abrazándome fuertemente por los hombros, comprendí, que pasaba algo, que se iba a salir…no se Carlos Iván, jamás me había echo eso asi de rico y duro. Con voz entrecortada me decía al oido, que me estaba llenando de su leche, que yo la merecía más que nadie. Ese día supe lo que era un verdero macho.
Cuando terminamos me pidió que no le dijera a nadie y me expresó que estaba feliz de haberme cogido. Me preguntó un montón de veces, que si me había gustado, que si era mi primera vez. Yo le respondí que me encantó y que con un hombre de verdad, yo nunca había estado. Luego de lavarme bien el culo en el baño, él me lo quiso chequear, y me dijo que me había partiddo los plieguez. Pero eso yo, ya lo sabía por que sentía ardor y un poco de dolor en esa área.
Ese día aprendí lo que era coger de verdad y mi debut no fue en vano. Felix quedó loco conmigo, lo conquisté y estubimos mucho tiempo cogiendo. Ya no lo hize más con Carlos Iván ni con ningún chico de mi edad, solo él me llenaba sexualmente, mi Felix. Cuantas veces me escapé de la escuela, para ir a la cita con él. Quién diría que aquel hombre, que entraba guiando a un motel, no iba solo… no se veía a más nadie en el auto…ya que yo iba bajado, entre sus pienas mamándosela.
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