El Diácono
Una Madre en su afán por inculcar valores católicos a su pequeño hijo, sin querer lo orilla al temprano despertar sexual del pequeño .
Antes de iniciar, debo aclarar que este es un relato real, que llegó a mi por medio de un mensaje de un seguidor en mi cuenta de Instagram (mando_gg) En su momento empezaré a relatar esta historia tal y como si fuese “Pedrito” quien la cuenta, para mejor entendimiento para ustedes.
Esta historia ocurrió en la década de los 90s cuando Pedrito contaba con tan solo 10 añitos, Pedrito era un niño tímido y retraído con muy pocos amiguitos, situación que lo orillaba a estar pegado a las faldas de su madre la mayor parte del tiempo, por su parte su Madre estaba decidida a empezar a formar a su hijo con buenos principios católicos y lo empezó a llevar a misa de 10 de la mañana todos los domingos ya que esa misa era específicamente dedicada a los niños.
Por otro lado en el pueblo había llegado a la iglesia un nuevo y joven diácono, para ejercer sus servicios y en un futuro convertirse a sacerdote, El diácono asistía al ya conocido sacerdote del pueblo pero este joven diácono pronto causaría un gran revuelto en la comunidad católica, pues era un joven y apuesto hombre de algunos 30 años de edad o quizás un poco menos, era de tesitura de piel muy blanca, piel oscuro como la noche cejas muy pobladas y oscuras como su pelo y poseedor de unos ojos verdes muy enigmáticos y dueño de una sonrisa encantadora que agradaba a todos los feligreses, sin embargo lo que más atraía era su carisma y encanto juvenil que inyectaría juventud a las misas mañaneras.
La madre de Pedrito estaba admirada de la manera de que el joven diácono asistía a el sacerdote en las misas, en una ocasión al terminar la misa espero con Pedrito en la puerta de la parroquia para saludar al padre y al joven diácono como cada domingo, después de saludar al padre la madre se queda con el diácono platicando y ahí aprovecha para decirle que Pedrito era un niño muy tímido que no entendía el porqué de su timidez, y también le dijo que le quería pedir ayuda para que Pedrito empezara a prender de los deberes cristianos, a lo que el diácono le respondió que para eso no se necesitaba más que asistir a misa los domingos, así que el diácono le propuso a la madre del pequeño que podría prepararlo para que se convirtiera en el monaguillo De la Iglesia.
La madre quedó encantada con la idea del joven diácono y aceptó su propuesta sin siquiera preguntarle a su pequeño hijo, la madre y Pedrito se retiraron y ella estaba muy entusiasmada con la idea de que su pequeño hijo fuera monaguillo De la Iglesia, lo que esa madre no sabía es que aquel joven y apuesto diácono, antes de ser futuro servidor Cristiano era un ser humano y un hombre que como muchos escondía esqueletos en su vida. A partir de aquí comenzaré a contar esta historia como Pedrito, espero y la disfruten.
Tal y como mi madre lo decidió con el diácono, después de clases y de terminar con mis deberes me iba a la casa parroquial que estaba detrás De la Iglesia para cumplir con mi preparación como monaguillo, yo vivía a tan sólo una calle De la Iglesia y podía ir solo sin dificultad, el diácono dedicaba sus tardes para darme estudios evangélicos y de enseñarme el protocolo de los servicios eclesiásticos, un día después de terminar mis clases con el diácono, llego a casa y me pongo a ver la televisión mientras mi madre horneaba un pastel, después de un rato mi madre me dice.
M- hijo este pastel es para el diácono ve y llévaselo en agradecimiento por tus clases, y después te regresas para que cenes, yo obedecí a mi madre y al llegar a la casa parroquial, toque la puerta pero nadie atendía, como yo llevaba tiempo hiendo a esa casa no se me hizo de mala educación entrar ya que todos ahí me conocían.
La casa parroquial era de 2 pisos en el piso de abajo estaba la oficina del sacerdote el comedor, la cocina y otras habitaciones que no se usaban, en el piso de arriba estaban los dormitorios, el de el sacerdote De la Iglesia y el de el diácono más otros dormitorios para visitas, yo subí las escaleras para dirigirme al dormitorio del diácono, al acercarme a su dormitorio, logro escuchar algunos quejidos, cuando toco la puerta del dormitorio, escuchó murmullos y movimientos bruscos.
D- quién es?
Me pregunto el diácono.
P- soy yo Pedrito ! Le respondí
D- espérame un momento Pedrito, ya te atiendo
El diácono abre y la expresión de su cara era algo nerviosa y agitada, el diácono vestía si sotana blanca pero yo era un niño de 10 años por ende mi estatura estaba como a la altura de el ombligo del diácono, y fue inevitable notar que se pintaba una carpa en su sotana a la altura de su entrepierna, baje la mirada y note que el diácono estaba descalzo, eso significaba que no vestía pantalón bajo su sotana, mi mirada se fijó nuevamente a esa carpa pronunciada que lucia su sotana, el diácono intentó cubrir esa carpa con sus manos y dijo.
D- Que pasó Pedrito ?
Pero el ver como el diácono intentaba cubrir su carpa, me puso nervioso y comencé a sentir lis latidos de mi corazón en la garganta, provocando que mi voz se entrecortara.
P- m-mi ma-ma me di-jo que es-te pastel era para us-ted.
D- oh gracias Pedrito!! Si quieres espérame abajo ya te atiendo.
P- No ya me voy!!!
El diácono tomó el Patel y me vio dar la vuelta y el cerro la puerta de su dormitorio, pero yo estaba seguro que había escuchado a otra persona en el dormitorio así que me escondí en el pasillo y al poco rato sale del dormitorio del diácono la sirvienta de la casa parroquial, salió acomodándose la falda yo salí con cuidado de la casa sin que me viera la sirvienta, yo no entendía que hacía la sirvienta adentro del dormitorio, pero lo que más me inquietó fue la manera en que vi al diácono, tan agitado sobretodo esa extraña carpa que se le formaba en su sotana, ese pensamiento me obsesiono toda esa noche.
En otra ocasión el diácono atendía a una pareja que estaba pidiendo bautismo para su bebé, el diácono me pidió que esperara en su dormitorio para que atendiera el tranquilo a esa pareja me dijo que en el cajón de su buró había películas que eligiera una y la viera mientras, yo acepte y elegí una comedia, pero era tiempo de frío así que abrí otros cajones para buscar una cobija para arroparme, al sacar una cobija debajo de ella había otras películas pero sin portada y algunas revistas, yo agarre algunas revistas y descubrí que eran revistas de adulto, una de ellas aparecían mujeres desnudas y otra tenía en la portada un hombre musculoso en la portada, yo elegí esa y comencé a hojearla, había muchos hombres desnudos con brazos y cuerpos fuertes muchos mostrando sus enormes vergas y huevos robustos y colgantes, otros mostraba sus nalgas y con sus manos las abrían para mostrar su culo.
Tome una de esas películas y la puse, era una película de adulto también había una mujer siendo cogida por un hombre con su enorme verga y la mujer gemía y gemía cada vez que el hombre le culeaba, ahí comprendí que aquellos ruidos que escuché en el dormitorio eran de la sirvienta y Que el diácono le hacía lo mismo que el hombre de la película, en eso escuchó oasis pasos subir las escaleras y rápidamente sacó la película y guardó las revistas.
D- que no elegiste una película Pedrito?
P- No solo me dio frío y me arrope con esta cobija.
Los días pasaron y el diácono seguía con mi preparación como monaguillo, después me dijo que los domingos después de misa de 10 teníamos que irnos a otro pueblo para oficiar misas que le avisara a mi mamá para que me diera permiso.
Aquel pueblo era mucho más pequeño que el mío su iglesia era demasiado pequeña parecía capilla era un pueblo demasiado pobre la gente de ahí se dedicaba básicamente al campo ese pequeño pueblo estaba rodeado de maizales y grandes terrenos con pastizales y cultivos, el diácono tenía que empezar a hacer eso como parte de su servicio para futuro sacerdote, yo iba con el ya en calidad de monaguillo, en una ocasión una familia muy humilde de aquel pueblo invito a el diácono a comer en su humilde casa y el diácono terminó por aceptar la invitación, aquella familia vivía entre puro maizal muy alejados de la civilización, después de comer el diácono y yo nos despedimos para regresar el pueblo, para llegar a la carretera que nos llevaría a casa el diácono tenía que atravesar con su coche un sin fin de terrenos de cultivos y maizales, entre caminos muy angostos y solitarios.
En un momento el diácono giró hacia una brecha muy pequeña, yo le pregunté al diácono que si por aquí llegaríamos a casa.
D- No Pedrito pero aún nos falta por llegar y yo necesito orinar, y tú debes hacer lo mismo para que no te den ganas más adelante.
El diácono se adentró a los maizales por esa brecha con el coche según el para no orinar en el camino y que alguien pasara y nos viera orinar.
El diácono se bajo y yo con El, se levantó su sotana blanca y desabrochó su pantalón para orinar, era inevitable, tenía que hacerlo, giré mi cabeza mientras orinaba a lado del diácono para ver que es lo que el apuesto diácono escondía bajo su sotana y lo que vi me dejó perplejo.
Una larga, blanca y gruesa verga le colgaba de su pantalón tupida de oscuro vello púbico y de esa verga salía un grueso chorro de orines que caía con presión al suelo, era la primera verga adulta que veía a mis 10 añitos y no podía creer que un adulto tuviera una verga así de grande, aquel chorro de orines parecía no tener fin y yo veía todo eso sin parpadear, el diácono notó mi osadía, y me dijo…
D- Te pasa algo Pedrito?
Yo nervioso gire de vuelta mi cabeza a hacia mi diminuta verguita, el diácono se bajo la sotana sin abrocharse el pantalón se acercó a su auto y abrió la puerta trasera y se sentó.
D- Pedrito ven acá ?
Sin decir palabra yo obedecí, El diácono estaba sentado con los pies en el suelo y frente a mi, se levantó la sotana exponiendo ante mis ojos su verga colgada.
D- Ven Pedrito acércate más para que la veas mejor!!!
Yo seguía sin decir nada y obedecía a sus órdenes, aparentemente el diácono le excitaba que yo le viera la Verga pues sin tocarse siquiera, aquella verga comenzó a despertar y a pararse lentamente, marcando aún más las venas retorcidas en aquel tronco, aquel prepucio se estiraba mientras su verga se paraba y dejaba expuesto aquel brillante glande que encabezaba su miembro y en todo su resplandor me ordenó tocársela, a lo que yo accedí a pesar del frío esa gruesa verga se sentía calientita y era tan grande que no bastaban mis dos manitos para abarcarla.
El apuesto diácono se recorrió hacia adentro pidiendo que entrara que hacía frío, ya adentro los dos el comenzó a despojarse de la sotana y su ropa y me pidió que hiciera yo lo mismo, y ya desnudos…
D- acércate a ella Pedrito vamos a jugar un rato!!!
D- Quiero que la chupes, se que no sabes pero te voy a enseñar, hazlo como si chuparas una paleta.
Torpemente comencé a chuparlo como lo pedía aun tenía un olor a orines pero conforme chupaba el olor desaparecía, el diácono recostó su cabeza en el asiento trasero del coche para disfrutar del calor de mi boca que con dificultad entraba en el grosor de su larga verga.
Después de un rato me subió al sillón y me puso de perrito para dejar expuesto mi traserito a El, Con sus manos abrió mis nalgas y olfateó mi culito virgen mis ojos se abrieron de sorpresa al sentir la humedad de su lengua recorrer mi rayita y mi culito, mi respiración se aceleraba al sentirlo recorrer mi culo me lamia todo el culo por completo y bajaba con desespero hasta mis huevitos y se los metía en su boca dejando solo mi verguita fuera y desesperado regresaba a mi culito y lo mamaba y mamaba.
Al sentirlo suficientemente ensalivado comenzó a penetrar sus dedos en mi culito, yo me sentía flotando con todo lo que el diácono me hacía dentro del coche. Sabía que lo que el me hacía no era correcto pero se sentía tan bien que no podía pedirle que parara, mientras el diácono me deseaba estiró su mano hacia una mochila que siempre traía, saco de esa mochila un frasco de vaselina, yo nunca imaginé que ese frasco significaba el principio de un intenso dolor que nunca había sentido, sin embargo el diácono intercambiaba sus dedeadas con mamadas de culito que mantenían en transe, el diácono comenzó a untarse de vaselina su verga haciéndola ver más brillante e hinchada.
Despues prosiguió a untarme el trasero y el culo con exageración de esa misma vaselina, yo no entendía para que lo hacía pero no me importaba disfrutaba lo que el me hacía, el diácono me volteó frente a el y me miró a los ojos, se acercó a mi y me comenzó a besar, mientras el diácono me besaba sentí de cerca el olor de su colonia que tanto lo caracterizaba, el diácono abría mis labios con su lengua para unir nuestra saliva, después de besarme y de drogarme con el olor de su colonia me dijo …
D- Esto te va a doler Pedrito pero debes aguantar, porque el dolor después pasará y lo vas a disfrutar.
P- Pero me va a doler mucho ?
D- Voy a cuidar de que no te duele mucho, tu solo haz todo lo que te digo.
El diácono me volvió a poner de perrito y se puso en posición con sus manos en mi cintura, sentí como la cabeza de su verga tocaba la entrada de mi culito, y poco a poco empezó a hacer presión para abrirse camino a mi interior.
P-Aaaaayyyy Noooooo!!!!
La cabeza de su verga entraba a mi culito virgen.
D- Shhhh tranquilo Pedrito ábreme el culito como si fueras a hacer de el baño.
Cuando el diácono sintió como abría mi culito, empujó con presión hacia adentro y un intenso dolor se apoderó de mi.
P- Aaaaaaaayyyyyy dueleeee!!!
D – No llores Pedrito ya está entrando!
El diácono se acercó a mi y comenzó a besar mi nuca y acariciar mi espalda para tranquilizarme.
D- Deja que pase Pedrito aguanta un poco más.
El diácono me besaba la espalda para distraer mi dolor y para dar tiempo a que mi culo se acostumbrará al grosor de su miembro, al sentirlo prudente, el diácono lentamente fue sacando su verga de mi culo, yo pensaba que ya sería todo pero antes de sacarla por completo, el diácono la volvía a meter.
P- Aaaaaaaaay Noooo!!!
Y el diácono la sacaba y la metía y la sacaba y la metía y la volvía a meter y a sacar siempre sin terminar de sacarla por completo y con unos movimientos muy suaves.
D- Yaaaa Pedrito ya lo estamos haciendo!!! Uuuffff !!!!
Me decía el diácono susurrándome y besándome la nuca, al escucharlo decir eso se vino a mi mente aquella escena de la película que vi en su dormitorio, donde la mujer gemía al ser cogida, el diácono tenía razón, ya lo estábamos haciendo y entonces comencé a gemir como aquella mujer de la película, pensé que si lo hacía por lo menos desahogaría mi dolor y yo gemía y gemía intentado que dolor disminuyera con mis gemidos.
D- Uuuy siiii Pedrito así, así gózalo así chiquito!!!
Besuqueba mi espalda mientras me decía eso, yo a pesar del dolor lograba sentirme protegido y cuidado por el pues sus besos y caricias me hacían sentir protegido, pero yo quería volver a probar de sus labios para no pensar en el dolor que mi culo sentía, así que gire lo más que pude mi cabeza para alcanzar sus labios y el diácono entendió lo que yo buscaba, con su mano me agarro la cabeza para ayudar a girarla un poco más y poder besarme, al hacerlo comenzó a elevar el ritmo de su mete y saca y pronto se escuchaba como nuestros cuerpos chocaban.
Aquella verga gruesa y bien dorada había logrado dominar mi culito recién desvirgado, el diácono sacó su verga con desespero dejando expuesto un hermoso hueco en mi culo del diámetro del grosor de su verga, y rápidamente unto más vaselina en su verga para meterla de nuevo antes que el hueco se cerrara de nuevo.
El diácono ensartó esta vez su trozo con mayor facilidad en mi interior y con sus manos en mi cintura comenzó a embestirme con un poco de rudeza.
P- Aaaaaahhh aaaaahhhh aaaaaagghhh
Yo gemía con mucha fuerza y no importaba pues el diácono era el único que podía escuchar mis gemidos de súplica y a su vez de placer, estábamos abandonados entre los matorrales deseándonos mutuamente y no había posibilidad alguna de que alguien nos viera o escuchara.
El diácono metía y sacaba, metía y sacaba sin parar, el carro se empezaba a humedecer de vapor, el diácono emanaba un olor a sudor mezclado con su colonia que impregnaba aquel pequeño coche y yo dejándome bañar del sudor del diácono.
D- Uuuuuuf Uuuuuffff Aaaaaaaah aaaaaaahh Siiiiiiiiiii!!!!!!
Senti como su verga se hinchó más de lo normal dentro de mi culo, sentí comí palpitaba como si fuese un corazón y comencé a sentir mi culo muy mojado, El diácono logró deslechar su hombría dentro de mi preñandome El culito que acaba de dejar de se virgen, el diácono descanso su pecho en mi espalda y yo empezaba a sentir como su verga apretaba menos mi culo, su verga comenzaba a ponerse flácida dentro de mi, y así comenzó a sacármela y con ella se trajo leche que escurría mis nalguitas.
El diácono me limpio con una toalla que tenía en el coche y fue entonces que nos dimos cuenta que el sol estaba apunto de esconderse así que rápidamente nos vestimos y tomamos el camino a nuestro pueblo.
Al llegar al pueblo el diácono me pidió que lo acompañara a ls iglesia y me llevo al confesionario, ahí esto fue lo que me dijo…
D- Pedrito, se muy bien que esto que hicimos te gusto y yo supe que te gustaría el día que me di cuenta que revísate mis revistas y mis películas.
D- Esto que pasó no se lo puedes decir a nadie la gente no es capaz de entender muchas cosas y debes guardar el secreto lo prometes? Este será nuestro secreto.
P- Si señor, yo no dire nada…
Ese secreto marcaría el inicio de muchos más encuentros entre el diácono y Pedrito, pues cada domingo viajarían a aquel pequeño pueblo para dar servicio a los feligreses y después perderse entre los maizales que adoptarían como su escondite más oculto…
Espero y este relato sea de su agrado y acepto cualquier sugerencia o comentarios recuerden que pueden mandarlos a mi instagram (mando_gg)
Delicioso relato. Creo que a muchos nos hubiera gustado estar en el lugar de Pedrito 😋
Buenisimo me encanto este relato una delicia para ambos el niño lo disfruto rico y el diacono descargo su leche en un agujero hasta ahora virgen que morbo¡
Muy bueno👍
Que rico relato y tan solo de imaginar que fue una historia real me hizo darme una muy buena jalada de verga.
Me ocurrió algo muy similar. Me has traído gratos recuerdos, gracias a este relato. Besitos.