El diario de Pirucha. El potro del Arturo Zorro me culió
Habia llegado al pueblo en que vivian mis abuelos y donde pasaria mis vacaciones y tendria mis aventuras más calientes de mi pubertad. No solo me culiaria a mi primito sino que lo haria penetrarme para que perdiera la virginidad. Ahora concluirá mi incursion en la zoofilia con la feroz pe.
Todo habia llegado a su conclusión necesaria. Mis inicios en la zoofilia después de ser sodomizado por los perros de Arturo Zorro, solo me quedaba ser culiado por la verga enorme del potro del mozo de la casa de mis abuelos.
Primero había sido el pitbull quien habia distendido mi culo con su enorne bola que me abrió a una dimensión no experimentada aún. Al dia siguiente, Arturo Zorro me hizo culiar primero con el doberman y luego el labrador. Tuvo que encerrar al que esperaba para que no me disputaran como la perra en que me convirtieron y qye yo disfrutaba con un placer lleno de morbo.
Sin embargo, no fue ese el día en que probaría la verga del potro que me haría ahora ser una verdadera puta zoofílica. Para ello, el astuto mocito me tenia reservada una sorpresa.
-Ya, Pirucha, vamos donde el viejo Carmelo.
Sorprendido le pregunté porqué deberíamos ir donde el campesino que conocí en el viaje en microbús y que me habia hecho probar su verga y su leche durante el trayecto.
Me explicó entonces que Carmelo necesitaba cruzar al potro de Arturo con una de sus yeguas que estaba en celo y que serviría para el propósito que teniamos en mente.
Llegamos donde el ladino Carmelo montados en el hermoso potro. Nos recibió con la habitual hospitalidad sureña y nos agasajó con un pipeño que nos puso en modo desinhibido y calentón. Mientras iban a buscar a la yegua, y aprovechando que quedamos solos, el viejo me llevó a una habitación cercana y aprovechó de acariciar mis nalgas y besarme. Yo recibí sus caricias como una preparación a lo que me esperaba.
Me hizo mamarle la verga dura con la consistencia de un fierro. Luego me dio vuelta, me bajó pantalones y tanga femenina que siempre llevo para estos eventos, y sin mediar palabrar me penetró de una. Di un respingo y aguanté el dolor intenso lo mejor que pude no sin proferir gemidos de hembra.
-Así me gusta, putito, que lo aguantes too y sin reclamar.
-Mmmmm mmmmm.
-Te voy a preñar ese culo de puta. En ese momento, sentimos a la cuadrilla que traía a la yegua por los relinchos de potro que se revolvía inquieto.
-Ah, veo que estabai preparándote con el Carmelo. El viejo soltó una risotada mientras se arreglaba los pantalones.
Arturo Zorro me pidió la tanga y se dirigió a la yegua y la empapó de los líquidos que emanaba su vagina. Sacó una bolsa y la guardó dentro.
La yegua estaba atada mientras la sostenía uno de los capataces. Arturo soltó al potro que se dirigió a la vagina de la hembra y le restregó el hocico.
La larga y gruesa verga se cimbreaba mientras montaba a la yegua y la mordisqueaba. Por fin pudo ingresar su muembro en la húmeda entrada y sorprendentemente logró meter casi dos tercios de ella. La yegua se dejaba hacer sin dar muestras ni indicios de su estado.
Lo que sucedió después lo relataré en la próxima y final de esta historia.
Se viene el final con la culiada del potro y nuevas aventuras con Carmelo.