El Embajador (Capítulo 7)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por RogerFed.
Al llegar al lugar pactado Felipe estaba sentado en aquella banca en donde tantos días habíamos permanecido charlando, besándonos sin importarnos las miradas morbosas de los demás asistentes, en la vida sencilla que él me ofrecía y en la que por algún tiempo fui feliz. Sin embargo ahora el semblante de Felipe no era el de aquel hombre sonriente y feliz que conocía, ahora traía una mirada triste y pérdida y un gesto desolado, al verme se puso en pie, se noto que tuvo el impulso de abrazarme o besarme, pero se contuvo, se notaba que los efectos del alcohol ya comenzaban a disiparse.
-Felipe: – Creí que no vendrías
-Yo: – Te prometí que lo haría, ahora qué es lo que quieres decirme
-Felipe: – Tu madre me entrego esto – y puso en mi mano la pequeña Torre Eiffel que había tirado en el cesto de basura tiempo atrás – pero te pertenece a ti
-Yo: – Me pertenecía, ahora eso solo representa las promesas que nunca estuviste dispuesto a cumplir
-Felipe: – ¿De verdad eso piensas? ¿Nunca confiaste en mí y en que cumpliría todo lo que te prometí?
-Yo: – Estoy seguro que algún día serás un gran Arquitecto, pero yo no puedo seguir esperando a que eso pase, no puedo seguir desperdiciando mi vida en esa espera
-Felipe: – Hablas como si hubiera sido un sacrificio estar conmigo, ¿acaso fue tan malo el tiempo que estuviste a mi lado?
-Yo: – No, al contrario, fue lo mejor que me ha pasado en la vida, y difícilmente volveré a sentir esto por alguien más, pero en este tiempo he aprendido que los sentimientos que nos estorban hay que matarlos, y por ahora el amor que siento por ti me estorba demasiado
-Felipe: – Entonces si te estorba tanto este amor me mantendré en lo que te dije, me haré a un lado para dejarte cumplir tus ambiciones
-Yo: – De acuerdo – al decirle esto creí que era todo lo que teníamos que decirnos y me gire para irme, cuando de pronto el me pregunto algo que nunca olvidare…
-Felipe: – ¿Me dejarías hacerte el amor por última vez? – volví a girarme para verlo a los ojos, esos ojos hermosos de color ámbar que me encantaba mirar, que me hacían perderme sin percatarme del tiempo
-Yo: – Si… no hay nada que desee más en este momento que sentir tu piel de nuevo…
Me estiro su mano y yo sin dudarlo la tome, volvimos a caminar por aquel parque tomados de la mano como ese par de jóvenes enamorados que alguna vez fuimos, parecía como si nada de lo que había pasado existiera, como si volviéramos a ese pasado intacto.
Llegamos a una pequeña villa donde rentaban unas especies de cabañas, entramos y de inmediato Felipe me tomo del rostro y ya no eran necesarias las palabras, ahora todo lo que sentíamos se fundió en un único beso que lo sentí como si fuera el primero, esa mezcla de amor, pasión, deseo, ternura y tantas otras cosas juntas. No sé cuánto tiempo duro aquel delicioso beso, sólo sé que comencé a sentir como las manos de Felipe recorrían todo mi cuerpo, me quito el saco del smoking, yo sin dudarlo le ayude a quitarlo y a la vez le quite su chamarra, el siguió quitándome la corbata y desabotono un par de botones de mi camisa y yo hice lo propio con la suya, caminamos hacia donde estaba una pequeña chimenea y nos hincamos sobre la alfombra, seguíamos besándonos y desnudándonos. Nos quitamos los zapatos, calcetines, pantalones y quedamos solo en bóxer los dos, yo baje hacía su pecho, besándolo y acariciándolo, comencé a chupar su tetilla derecha, me quede prendado a ella por un momento y cambié a la izquierda, Felipe solo soltaba pequeños gemidos de placer y después me aparto de él y bajo a hacer lo mismo con mis pezones, era delicioso sentir su lengua hacer pequeños círculos alrededor de ellos, lo tomaba de su nuca y lo apretaba hacia mí con una mano y con la otra acariciaba su espalda, mientras él me tenía abrazado con sus dos manos.
Pronto lo tumbe sobre la alfombra y me coloque sobre él, nos comenzamos a besar de nuevo y él comenzó a acariciar mis nalgas con sus dos manos, las apretaba, y acariciaba, así estuvimos varios minutos y por fin me saco el bóxer y se tumbo ahora él sobre mí y me besaba el cuello y hombros, lamia mis axilas sin el menos pudor, yo solo me dejaba hacer y como lo disfrutaba, sentir su aliento caliente y respiración agitada sobre mi cuerpo era un verdadero placer. No aguante más y le quite también su bóxer y comencé a masturbarlo levemente, acariciaba sus testículos suavemente para sentirlos claramente sobre mis manos, me fui bajando hasta llegar a su entrepierna y ahora primero comencé a lamer cada uno de sus testículos, me los metía a la boca y era un sabor delicioso y un olor que me embriagaba, poco a poco comencé a subir al tronco de su pene, lo lamia y recorría con mi lengua hasta que llegue la cabeza, la cual comencé a chupar y a hacer cirulos con la punta de mi lengua, mientras Felipe no dejaba de acariciar mi cabello. Y por fin metí todo ese falo en mi boca, y comencé con el sube y baja, lento y después rápido, sentía como mi nariz chocaba contra el pubis de Felipe, sentía como me arqueaba con cada embestida que le daba a ese gran miembro y Felipe me tomaba de la cabeza y comenzaba a controlar el ritmo de las mamadas.
Felipe no aguanto más y me volteo bocabajo y comenzó a apretar y besar mis nalgas, las separo con sus manos y sin más metió su lengua en mi ano, esa sensación de una lengua húmeda y cálida hurgando en el ano es una sensación indescriptible, solo sé que yo soltaba largos gemidos de placer, apretaba fuerte uno de los cojines del sofá que teníamos a nuestro lado, cuando termine ese delicioso beso negro comenzó a meter uno de sus dedos en mi interior, al sentir el primer intento de meterlo yo ahogue un gemido y así sentí como me iba entrando aquel único dedo, que pronto se convirtió en un segundo que entraban y salían de mi recto provocándome un gran placer que ya no podía contener, le pedía que me penetrara, ya no aguantaba más y un minuto después ya estaba intentando metérmelo, siempre he sido muy estrecho así que aún me cuenta dilatarme del todo, una pequeña sensación de dolor dio paso a un profundo placer al sentir el entrar y salir del durísimo y caliente pene de mi Felipe quien de pronto se dejo caer sobre mi espalda, esa rica sensación de tener todo el peso de su cuerpo sobre el mio, su pecho velludo sobre mi espalda desnuda era sencillamente como estar en las nubes, siguió con las embestidas, primero lentas y después rápidas y fuertes, más profundas
De pronto de me volteo rápidamente y quedamos en posición de misionero, en esa pose sentía claramente las penetraciones que estaba dando, y además podíamos besarnos y tocarnos sin restricciones, lo tomaba de sus nalgas y lo empujaba hacia mí para que me metiera todo aquel pedazo de carne hasta que sentía que sus testículos chocaban con mi culo, después y sin salirse de mí se tumbo de espaldas al suelo y yo quede sobre él, cabalgándolo de forma desenfrenada y lujuriosa, acariciaba su pecho y conforme aceleraba el ritmo veía la cara de placer de Felipe quien me agarraba de la cadera para tener también el control de las penetraciones, de pronto él subió hacia mí y me rodeo con su brazos y piernas, yo hice lo mismo y así duramos otros minutos cuando primero yo eyacule sobre su pecho debido a la fricción de mi pene sobre su pecho y casi simultáneamente sentí como me inundaba con su semen caliente en todo mi interior, se dejo caer sobre y comenzamos a besarnos otro par de minutos. Nos dirigimos a la ducha y bajo el agua se la volví a mamar, nos salimos y Felipe me dijo: “Quédate conmigo esta noche”, yo acepte y casi de inmediato me quede dormido junto a él.
A la mañana siguiente me desperté muy temprano apenas estaban por dar las 7:00 a.m. me vestí y trate de arreglarme lo mejor que pude para que no se notara lo que había hecho, Felipe aún seguía dormido, verlo ahí acostado me dio una extraña sensación de culpa por abandonarlo, me recosté a su lado y acaricie su rostro y su cabello y le susurre al oído: “Adiós mi amor, espero que algún día me perdones por esto y puedas entenderme, nunca otro hombre podrá hacerme sentir lo que tú, siempre seré tuyo, no importa el tiempo que pase, siempre te voy a amar, y no habrá un solo día en que no piense en ti”.
Tome la pequeña Torre de plata y salí de aquella cabaña tratando de contener las ganas de regresar al lado de Felipe, aborde un taxi y me dirigí a la casa de los De la Riva, vi mi celular y me percate que tenía al menos 30 llamadas perdidas de Arturo y Luis, pero tenía ganas de pensar en ellos ahora, durante todo el camino iba pensando en Felipe, no me lo podía sacar de la mente. Al llegar a la casa lo primero que vi fue el rostro furioso de Arturo.
-Arturo: – ¿Dónde estabas Alexander? Te estuvimos llamando toda la noche y no contestabas, nadie sabía nada de ti
-Yo: – Lo siento, no me percate del tiempo
-Arturo: – ¿Cómo es posible que me digas eso? Pasaste toda la noche fuera de casa y ahora dices que no te percataste del tiempo
-Yo: – Le estoy diciendo la verdad, quería estar solo eso es todo
-Arturo: – Ahora estoy dudando de haberte dado esta oportunidad, con esta completa falta de responsabilidad de tu parte, esta negligencia me hace pensar que aún no estás preparado para ostentar un cargo tan grande – fue entonces que me di cuenta del grave error que había cometido, pero y ahora cómo podría arreglarlo, así que aproveche mi estado vulnerable y me abalance sobre él abrazándolo, y en verdad necesitaba un abrazo, pero también me ayudaría a salir de ese gran problema
-Yo: – No me diga eso, usted no, no me diga que no cree en mí, no después de lo que me acaba de decir mi madre – comencé a llorar y en parte mis lagrimas eran sinceras, pero por otras razones
-Arturo: – Pero, ¿de qué hablas Alexander? ¿Qué te dijo tu madre?
-Yo: – Ayer yo estaba tan feliz por el nombramiento que decidí llamarle a mi madre para contarle todo, pero lo único que me dijo fue que fracasaría porque alguien de mi posición económica no pueda aspirar a tanto y me colgó, por eso me fui de la cena, no quería ver ni hablar con nadie
-Arturo: – ¿Cómo se ha atrevido tu propia madre a decirte esto? Tengo que ir a hablar con ella, esto no puede quedarse así
-Yo: – No, no tiene caso, solo quiero irme con usted a Berlín, comenzar una nueva vida, y no mirar atrás nunca más
-Arturo: – ¿De verdad quieres comenzar una nueva vida a mi lado?
-Yo: – Si, es qué no se ha dado cuenta que yo lo amo a us… – no termine de decir esto cuando Arturo me beso, yo fingí corresponderle el beso, pero para nada lo disfrute – Discúlpeme, no sé qué me paso, disculpe
-Arturo: – No tengo nada que disculparte, Alexander ¿es cierto lo que me acabas de decir? ¿Me amas?
-Yo: – Desde hace tiempo comencé a sentir esto por usted, al principio creí que solo era agradecimiento y respeto, pero no, la realidad es que me fui enamorando de usted, no pude evitarlo
-Arturo: – Si soy sincero, yo también me he enamorado de ti, eres un chico extraordinario, guapo, inteligente, maduro, independiente – dicho esto Arturo me volvió a besar de forma desenfrenada, comencé a sospechar que lo que quería era llevarme a la cama, así que pare para ponerle un alto
-Yo: – Perdóneme, pero creo que no es el momento para esto
-Arturo: – Tienes razón, pero a partir de ahora llámame por mi nombre, después de esto ahora tendremos más que una simple relación laboral
-Yo: – Estoy de acuerdo… Arturo. A partir de ahora nos unirá algo más fuerte que la Embajada. Ahora si me disculpas quisiera ir a descansar un poco
-Arturo: – Claro que si adelante, ya habrá tiempo para hablar de nosotros
“Yo sólo podía pensar: Si algún día debo acostarme contigo será cuando sea estrictamente necesario y cuando yo lo decida, no antes”.
El resto de los días pasaron muy rápido, ya estaba todo listo para marcharnos a Berlín, Arturo y yo quedamos en mantener nuestra relación en secreto por el momento, así evitaríamos problemas a ambos y al resto de la Embajada. Ese era mi último día en mi país y decidí irme a despedir de mi familia, pues a pesar de todo sería la última vez en mucho tiempo que los vería.
-Mamá: – ¿Pero como que te vas a Alemania hijo?
-Yo: – Me han dado un puesto muy importante en la Embajada en ese país mamá, sería un idiota si no aceptaba tal oportunidad
-Mamá: – ¿Y te vas con ese Canciller verdad?
-Yo: – Ahora ya no es un Canciller mamá, ahora es el Embajador en Alemania, y en unos años yo podre estar en su lugar
-Mamá: – Por fin te saliste con la tuya y solo Dios sabe que hiciste para conseguir todo esto
-Yo: – Pues aunque no lo creas mamá todo lo conseguí en base a mi esfuerzo
-Mamá: – Si y también por sacrificar el amor de un buen muchacho como Felipe, de traicionar la confianza de ese Canciller y también a tu familia y a tu origen, ahora es cuando me avergüenza ser tu madre
-Yo: – No me ofendes mamá, yo me esforcé durante años para prepararme, y en cambio tú te conformaste con ser una simple cocinera, y por eso no somos iguales y mi desprecio hacia ti y ese origen está justificado. Y escúchame bien esto mamá: Yo odio ser tu hijo.
-Mamá: – Me das miedo Alexander. Tu hermano y yo nos sacrificamos para que te superaras, no para que nos desprecies
-Yo: – Prefiero mil veces dar miedo a dar lastima como tú
-Mamá: – ¿De qué serás capaz con tal de conseguir lo que quieres?
-Yo: – De todo, mamá, a partir de ahora no volveré a sentir remordimiento de nada, eliminare a cada obstáculo que se interponga en mi camino, enfrentare a cada persona que represente un riesgo para mí
-Mamá: – Mientras sigas con esa ambición y esa maldad, no quiero que pongas un pie en esta casa
-Yo: – No te preocupes, no pensaba regresar a esta inmundicia nunca más. Adiós… mamá y despídeme de Emiliano, o no, como quieras me da igual
Al salir de la vecindad pude ver a Felipe, él me miro y quizá esperaba que fuera con él, pero lo único que hice fue subir al auto e irme, como dije no volvería a mirar atrás nunca más, a partir de ahora solo existiría mi futuro y nada más. Aunque siempre lo iba a amar, de eso también estaba seguro.
De nueva cuenta agradezco que lean esta historia, voten y comenten, si tienen alguna observación también la agradecere, si quieren conocer un poco más hacerca de El Embajador visiten el Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100009665561181
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