El Embajador (Capítulo 8)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por RogerFed.
Esa misma noche salía nuestro vuelo a Berlín, prepare todo mi equipaje y coloque entre mis cosas la pequeña Torre Eiffel, cuando tuve todo listo Arturo y yo nos dirigimos hacia el Aeropuerto. Cuando estábamos en la sala de espera para abordar aún mantenía la esperanza que apareciera Felipe, pero cuando la voz femenina nos indicaba que abordáramos esas esperanzas se disiparon, a partir de ahora ya no había marcha atrás.
-Arturo: – ¿Estas nervioso? Te veo muy tenso
-Yo: – Si un poco, nunca había viajado en avión, pero estoy bien, todo estará bien
-Arturo: – Si, todo estará bien, en cuanto lleguemos a Berlín conocerás de lleno a todos los integrantes de la Embajada, y no te preocupes, no te dejaré solo ni un momento
-Yo: – Eres muy atento conmigo, te agradezco todo lo que haces por mí
-Arturo: – No hay nada que no haría por ti
-Yo: – ¿De verdad?
-Arturo: -De verdad, ahora tu estas dentro de mi vida y por lo tanto haré lo que sea necesario para hacerte feliz
-Yo: – De eso estoy seguro, seré inmensamente feliz a tu lado y con esa vida que nos espera en Alemania
-Arturo: – No sabes los deseos que tengo de besarte en este mismo instante, pero te prometí ser precavido y pienso cumplir mi palabra
“Si supieras que yo no tengo ni la más mínima intensión de besarte en estos momentos”
No era que Arturo fuera un hombre feo, todo lo contrario, era un hombre bastante atractivo, cualquiera daría lo que fuera por estar con un hombre como él, sin embargo a mí no me sorprendía de esa forma, pero debía hacer un esfuerzo por fingirme perdidamente enamorado de él. El resto del viaje corrió de forma muy normal, hasta que llegamos a una escala en Nueva York, ahí tome la decisión de comenzar mi plan para vengarme de Carlos y es que antes de venirnos a Alemania me entere que Gabriel Icaza era un fuerte candidato para ocupar el cargo de Secretario de Relaciones Exteriores en caso que su partido ganara las próximas elecciones presidenciales y por tal motivo se hacía más vulnerable a los escándalos.
Durante mi visita a mi madre en la vecindad le entregue el paquete con las fotografías a cierta persona, con instrucciones precisas de llevar dicho paquete a una famosa oficina de paquetería, la cual entregaría a su vez el paquete a una importante empresa de telecomunicaciones. Pero todo lo debía hacer hasta que yo le llamará para asegurarme que jamás sospecharán de mí y estando en espera de que saliera el próximo avión hacia Berlín le hice la famosa llamada a mi contacto desde un celular desechable y así comenzó a correr el reloj en contra de los Icaza, era cuestión de tiempo para que la bomba explotará y para cuando eso pasará yo ya estaría en Alemania.
En cuanto llegamos a Berlín se hizo toda la ceremonia protocolaria y después nos dirigimos hacia la Embajada, un hermoso edificio donde estaríamos por los próximos años. Al llegar a la Embajada me presentaron al resto del cuerpo diplomático, entre ellos un enigmático hombre, Aníbal Figueroa, un simple Técnico Administrativo, pero quien me miro de una forma extraña, Aníbal era un hombre de estatura media, de piel muy morena, alrededor de los 45 años de edad, un rostro bastante descuidado y de aspecto nada atractivo, ojos marrones oscuros y un ridículo bigote y me miraba de forma extraña.
Los próximos días fueron de adaptación para mí, conocí el ritmo de trabajo y mis funciones, no era nada extraordinario y no me costó mucho acostumbrarme y aprender. Hasta que un día leyendo un diario estaban un par de las fotografías de Gabriel con aquel joven mesero, claramente estaban censuradas, no cabía del gusto, conforme iba leyendo más y más me daba cuenta que la carrera política de Gabriel Icaza estaba acabada, al último del reportaje se decía que había sido destituido de su cargo y estaba bajo averiguación, pues se sospechaba que aquel joven era menor de edad, por supuesto que me asegure de dar ese detalle a la prensa en aquel paquete. Sin embargo mi venganza aún no estaba consumada, aún debía enviar el video, en donde se veía claramente que Gabriel le había pagado a aquel chico y eso agravaría la situación.
Esa buena noticia me alegro el día solo de imaginarme la cara de Carlos al darse cuenta que su padre era un homosexual con doble vida y además con hombres mucho menores que él. Había destruido a su familia por completo, ya no quedaba nada de los respetables Icaza y esa era la mayor satisfacción. Ahora debía pensar en como mandar el video sin que nadie sospechara de mí.
Al pasar algunas semanas se hizo un pequeño festejo por el cumpleaños de una funcionaria de la Embajada, en dicha reunión Aníbal se acerco a mí y me dijo algo que me pondría en peligro y eso no podía ser.
-Aníbal: – Así que de la nada tu ahora eres un Agregado de la Embajada, supongo que ya tenías trayectoria política o eres hijo de un importante diplomático
-Yo: – Ninguna de las dos, pero eso es algo que a ti no te importa
-Aníbal: – Ya lo sabía, seguramente eres uno de esos jovencitos que buscan sobresalir en esta carrera seduciendo peces gordos como Arturo De la Riva ¿no es así?
-Yo: – Te equivocas, y aunque fuera así ese no es asunto tuyo
-Aníbal: – ¿Y qué me dices de Gabriel Icaza? Observe la cara de gusto que tenías cuando te enteraste de la noticia, ¿no habrás tenido algo que ver en eso?
-Yo: – Veo que tu imaginación es inmensa, tanto como tu fealdad
-Aníbal: – ¿Crees que por ser un chico guapo conseguirás lo que quieras?
-Yo: – No solo con mi físico puedo lograr grandes cosas, sino también con mi inteligencia
-Aníbal: – Así que eres un hombre joven, atractivo, inteligente, con carácter y además ambicioso y puedo ver en tu mirada maldad y crueldad, una combinación demasiado peligrosa, puedo ser tu aliado
-Yo: – ¿Mi aliado? Yo no necesito de ningún aliado, me basto sólo para conseguir lo que me proponga
-Aníbal: – Yo te puedo ser de mucha utilidad para alcanzar tus fines
-Yo. – No sé de qué fines me estás hablando, y te repito, yo no quiero ningún aliado, porque un aliado representa un riesgo permanente de traición
-Aníbal: – Entonces me convertiré en tu enemigo
-Yo: – Muy bien, ya he eliminado muchos obstáculos de mi camino, no me importara eliminar a uno más, sólo te advierto que el que se mete conmigo la paga muy caro
-Aníbal: – No me das miedo Alexander
-Yo: – Podemos trabajar en ello y veremos entre tú y yo quién gana. Buenas tardes.
Esa misma noche pensaba en la amenaza de Aníbal, no podía arriesgarme a perder todo lo que había logrado por un imbécil como él. Así que debía asegurarme de tener a Arturo de mi lado por completo y eso solo lo lograría dándole lo que tanto deseaba.
Durante la noche me metí a duchar y al salir me asegure que Arturo me viera semidesnudo, solo llevaba puesta una pequeña toalla alrededor de la cintura y así baje por un vaso con agua, ya estando en la cocina oí cuando Arturo se acercaba, sólo sentí como estaba a mis espaldas observándome.
-Yo: – Arturo, me has espantado, ¿Cuánto tiempo llevas ahí parado?
-Arturo: – El suficiente para poder observar tu cuerpo perfecto – entonces comienza a acercarse a mí
-Yo: – ¿Y te ha gustado lo que ves?
-Arturo: – Mucho, Alexander ya no puedo contenerme más tiempo, te deseo, quiero hacerte mío, déjame hacerte el amor
-Yo: – Si Arturo yo también lo he deseado desde hace mucho
Me tomo de la mano y me llevo hasta su habitación, se quito su bata de dormir y dejo ver un pecho desnudo, me sorprendió el buen estado físico en el que se mantenía, un pecho muy bien trabajado con algo de vello y un abdomen firme, brazos fuertes y varoniles y sin más me beso, no fue un mal beso y sólo me deje llevar, comencé a besar su cuello y después fui bajando hasta su pecho, en donde lamí ambos pezones, le daba pequeños mordisco que hacían que Arturo dejara escapar algunos gemidos de placer, seguí bajando recorriendo su abdomen con la punta de mi lengua, cuando llegue a su pubis le quite el pantalón para dormir y su slip dejándolo completamente desnudo, mientras hacía esto Arturo me quito la toalla dejándome también desnudo frente a él, completamente expuesto a su placer. Comencé a jugar con su pene, lo masturbaba y acariciaba sus testículos, y por fin me lo lleve a la boca, era un sabor agradable, limpio, pero con ese olor característico, comencé a mamarlo sin reparo, subía y bajaba a un ritmo moderado, me detenía y hacía círculos con mi lengua en la punta de su verga y me la volvía a meter de una. Aún con su verga en la boca levanté la mirada y lo vi a los ojos, tenía una sonrisa de satisfacción, y comencé a gemir un poco. Seguí mamando, con más fuerza, de arriba a abajo, intentando posturas diferentes para así poder tragarme la verga por completo hasta que lo conseguí. Sentía su verga caliente en la boca con mucho líquido pre seminal en la punta, la recorría con la lengua y presioné manteniéndome así un par de segundos.
Durante todo esto Arturo no dejaba de acariciar cada centímetro de mi piel y me susurraba al oído: “Tienes la piel tan sueva mi amor, me encantas, todo tu me fascinas, me vuelves loco”. Yo sonreía de forma satisfactoria, pues a pesar de todo me encantaba saber que provocaba todo esto en Arturo, alimentaba mi ego y hacía que mi excitación aumentara. Pronto Arturo me tumbo sobre la cama boca arriba y comenzó a chupar y besar mi cuello, bajando por mi pecho, se detuvo por varios minutos en mis tetillas, haciendo círculos alrededor de ellas, me las mordisqueaba haciendo que mi piel se erizara y yo ahogara algunos gemidos de placer, continuo bajando hasta mi abdomen, con el cual también estuvo jugando por un breve tiempo y por fin llego abajo, le dio un par de besos a mi pene ya erecto y levanto mis piernas al aire y comenzó a comerse mi caliente ano, sostenía con sus manos mis piernas y comenzó con su suculento beso negro, parecía que la vida se le iba en ello, era un gran placer el que me estaba ocasionando, debo reconocer que Arturo sabía ser un buen amante, yo arqueaba mi espalda del placer, cerraba los ojos y los abría de golpe al sentir esa lengua intentando penetrar hasta lo más profundo de mi ser.
Cuando termino con ese estupendo beso negro se dio a la tarea de dilatarme con sus dedos, era magistral haciendo eso, estimulaba perfectamente mi próstata, tanto que estuve a punto de correrme cuando tenía ya tres dedos adentro de mí, tuve que indicarle que parara, así volvió a subir para volvernos a besar con gran pasión, cuando por fin me recupere estaba a punto de penetrarme, pero le dije que se pusiera un condón, pues no confiaba tanto en él como para arriesgarme así, el sin molestarse saco de uno de sus cajones un pequeño paquete de condones, se coloco uno e hizo el primer intento por penetrarme, yo hacía más de dos meses que no tenía sexo con nadie, así que volvía a mi estado estrecho, debo confesar que el pene de Arturo era más delgado que el de Felipe, así que me costó menos trabajo acostumbrarme a su tamaño y el dolor desapareció a los pocos minutos. En el segundo intento logro meterlo todo, solté un gemido al sentir como su verga invadía todo mi culo, espero algunos segundos para que me terminara de acostumbrar a su tamaño y empezaron las embestidas, primero lentas, pero después comenzó con un ritmo acelerado, casi bestial, a mi no me gustaba tanto ese ritmo pues no dejaba que yo sentiría en todo su esplendor la penetración, no disfrutaba al sentir lentamente como iba entrando y saliendo, creo que era el único detalle que no me satisfacía del todo.
Cuando se canso de esa posición nos pusimos de lado, como de cuchara, pero me levanto mi pierna dejándola al aire y sosteniéndola con su mano, así comenzó con las penetraciones, esta vez a un ritmo un poco más pausado, eso me hizo sentir un placer enorme, pues ahora si sentía como me iba entrando todo ese pedazo de carne, yo intentaba mover mi cadera y nalgas en forma circular, eso lo volvía loco de placer, tanto que tuvo que detenerse un par de veces pues decía se iba a correr. Al final me monte sobre su verga dándole yo la espalda, así estuve varios minutos cabalgándolo, hasta que sentí esas convulsiones de Arturo que me empezaron a indicar que estaba por venirse, fue entonces que comencé a masturbarme para venirme casi a la par de él y así fue, en tan solo un par de segundos esos movimientos frenéticos y un gemido largo y profundo delataron que Arturo ya se había venido, segundos más tarde hice lo propio, regando todo mi semen sobre mi pecho, me saque el miembro se mi erecto de Arturo y me fui al baño a limpiar, me siguió el y nos metimos a la ducha, él no dejaba de repetirme lo mucho que le gustaba y que le había encantado hacer el amor conmigo, pero yo solo podía pensar en una cosa, en Felipe.
Al salir de la ducha me pidió quedarme a dormir con él, y yo acepte. Ya era de madrugada cuando escuche la respiración tranquila de Arturo lo que me indicaba que ya estaba profundamente dormido. Yo miraba hacia la ventana, a pesar de haber disfrutado esa sesión de sexo con Arturo, no se comparaba en nada con los momentos en los que hice el amor con Felipe y sentí unos deseos incontenibles de estar a su lado, y no pude evitar derramar un par de lagrimas recordando al único hombre que había despertado semejantes sentimientos en mí, hasta que me quede dormido, ya habría tiempo al día siguiente para comenzar a planear cómo sacar a Aníbal de la jugada.
Como siempre muchas gracias por leerme y dejo el Facebook para quien desee conocer más acerca de Alexander: https://www.facebook.com/profile.php?id=100009665561181
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