El encargado de la sala de juegos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde niño siempre he sido un fanatico de los videojuegos. Recuerdo haber pasado dias enteros compitiendo con mi hermano y primos para ver quien conseguia la mejor puntuacion; el perdedor generalmente se convertia en el mandadero del grupo.
Conforme pasaron los años no cambio nada en cuanto a mi aficion. Llegue a la fabulosa edad de 15 años y ya era conocido en media ciudad por obtener records insuperables en las maquinas de baile. Me habia corononado como el rey en tres competencias distintas. "¿Como puedes ser tan rapido con ese cuerpo tan flacuchento que tienes?" me pregunto un amigo un dia. No me molesto su comentario pues en realidad tenia razon. Para tener quince años, y en comparacion de mis contemporaneos, encajaba perfectamente en el estereotipo del colegial de secundario: 1,72, delgado (era talla 28 de pantalon), piel requemada, anteojos y el pelo un poco alborotado. No es que me gustara mi cuerpo pero era lo mejor que podia obtener luego de una vida en las salas de videojuegos.
Un dia mientras caminaba sin rumbo aparente por la ciudad me percate de un nuevo salon de videojuegos. Tenia dos dias de haber abierto y, a pesar de ser tan comun y corriente como los otros, algo me llamo mucho la atencion: el encargado. Era uno de esos individuos machitos de veintisiete años, con bronceado playero, musculos enormes, ropa entallada y barba de tres dias que hace babear. Tendria que haber sido un idiota para no saber dos cosas fundamentales: uno, que me gustan los hombres; y dos, que tenia la pinta de no ser precisamente hetero.
De un modo u otro me decidi a entrar al local. Fui directo a la maquina de baile y jugue como siempre. Aquel dia no hice mas que jugar. Volvi al dia siguiente como a las seis de la tarde y de nuevo me meti a la maquina de baile. Asi continuo una semana entera hasta que un dia me quede hasta noche sin darme cuenta por estas echando las retas con un amigo mio; fue una competencia dificil pero termine aplastandolo. Para ese momento el encargado me habia estado mirando, quiza por asombro o porque simplemente no tenia otra cosa que hacer. Al notar su mirada me acerque al mostrador donde estaba y fingi pedir un tanto desesperado una botella de refresco de cola.
—Se ve que eres perro en la pump —dijo.
—No es por presumir pero asi es —conteste luego de un sorbo acelerado.
—Personalmente siempre he querido dominar la maquina pero nunca paso del nivel de principiante, y aun asi pierdo.
—Si gustas te puedo enseñar. No es dificil cuando encuentras una cancion que te gusta.
—Bien, si quieres puedes enseñarme cuando ya se hayan ido todos. No quisiera hacer el ridiculo con todos estos tipos cerca.
Acepte. Solo era cuestion de esperar a que se retiraran, y no fue mucho tiempo pues solo quedaban dos mocosillos que parecian tener ganas de ir a emborracharse atras de alguna tienda de autoservicio. Por fin, luego de una hora entera el local estaba vacio. Rodo, que era el encargado, habia cerrado el local con la cortina metalica y nos habia encerrado en aquel sitio, solo nosotros dos.
"Empecemos" dijo Rodo y ambos nos subimos a la maquina de baile. Empezamos en nivel basico y comprobe que no mentia: en verdad era pesino jugador.
—Mira mueve una pierna al frente y la otra a la deracha pero a mismo tiempo —dije.
—No puedo, me confunden tantas flechitas en la pantalla —conmento mientras estupidamente movia solo una pierna en circulos—. Ayudame.
Aquella fue la oportunidad de mi vida. Le pedi que se quedara en su sitio y que yo me pondria detras de el para guiarle los pasos con una cancion muy facilita. El acepto. Me sentia como un titiritero y a la vez admirava esa espalda perfectamente marcada a traves de la camisa blanca. Un paso al frente, uno de la derecha y luego los dos atras. En un movimiento Rodo se hizo mas atras y sus nalgas quedaron pegadas a mi paquete. Ahi comenzo lo interesante.
—¿Que es eso? —pregunto Rodo, inmovil.
—¿Que es que? —pregunte fingiendo no saber nada de mi ereccion.
—Esa cosa caliente que siento en el culo —dijo.
No dijimos nada mas ni nos movimos. La cosa estaba incomoda y rara en un sentido lujurioso. Escuche de pronto que Rodo reia ligeramente. Pregunte que era gracioso y me respondio que su especialidad siempre habia sido jugar con las manos. Me sorprendi cuando mi paquete empezo a ser tocado con sus grandes manos. No se necesita ser un genio para entender la indirecta.
Se dio media vuelta y me observo de un modo lujurioso. Me valance a darle un beso y el correspondio. Se sintio raro saborear su boca al ritmo de una cancion japonesa. Nos empezamos a tocar; nuestros cuerpos contrastaban mucho y eso lo hacia mas exitante. Ambos nos desabrocamos los pantalones y empezamos a jugar con nuestros penes; el mio era mas pequeño que el suyo.
"Vamos a ponernos mas comodos" dijo al momento que se uitaba las botas militares. Sin perder tiempo nos desnudamos. El me pidio solamente que conservara los anteojos, que le exitaba una persona con pinta de intelectual. Asi, desnudos y a un lado de la pump, segumos besandonos y tocando nuestros miembros. "Ahora juguemos con otra cosa" me susurro al oido y se arrodillo. Con delicadeza lamio la punta de mi pene erecto para segundos despues introducir ese trozo de carne en su boca. Nunca en la vida me habian dado una mamada, pero en verdad la disfrute. Sentir su boca caliente me hacia gemir. Chupaba muy bien la verga. Me miro con esos penetrantes ojos oscuros y lamio mis huevos. Acaricie su rostros y me encanto la textura de su barba. Me exitaba muchisimo vera un hombre asi rendido ante mi.
Rodo saboreaba mi pito. Se levanto y nos besamos nuevamente. El sabor de mis genitales en mi boca me hizo sentir mas placer. Mis manos se dirigieron a su perfecto trasero. Lo masajee lo mejor que podia, y aunque no era una tecnica muy efectiva el parecio disfrutarlo y guiar mis dedos hasta su culito. Lo sobe aguantando las ganas de meter un dedo. Rodo se adelanto a mis planes y agarro una de mis manos para chuparla; dejo babeados tres dedos y entonces la pudo de vuelta en su trasero. Introduje primero un dedo. Se sentia tan caliente. Luego introduje dos y por fin tres dedos. No fue tan dificil.
"¿Quieres metermela?" pregunto. Respondi afirmativamente. Habia que ser retrasado mental para no aceptar tan apetecible oferta. Se agacho a recoger su pantalon y saco un condon del bolsillo trasero. Abrio el paquetito y lo puso rapidamente en mi verga palpitante. Se notaba a leguas que tenia mucha experiencia.
Con la gomita puesta en mi pito nos besamos nuevamente . El puso saliba en el condon y en su culo. Se recosto boca arriba con la piernas abiertas y me invito a ponerme encima de el. Ni tarde ni perezoso accedi. Senir aquel cuerpo caliente y marcado fue increible. Honestamente no sabia mucho sobre el sexo entre hombres, pero Rodo guio pacientemente mi verga hasta su entrada. "Empuja suavecito" dijo. Obecedi. Lentamente fui entrando y disfrutando de su calor. Apretaba el culo muy rico.
Empece a moverme a como sentia comodo. El tipo empezo a gemir discretamente. Pellizque sus pezones mientras me movia mas rapidamente. "Me encanta tu verga. Siempre me han atraido los niñatos como tu: colegiales, nerdos y poco experimentados" dijo mientras me lo cogia rico. Nos besamos. Se salio mi pito de su culito un instante, pero rapidamente lo guio de regreso a su lugar.
Continuamos en la misma posicion un rato mas. Cerro los ojos y su cara de exitacion fue el impulsor para que e l orgasmo inciara. De pronto el se vino sobre su viente, manchandose hasta la barbilla. A mi me faltaba poco asi que acelere mi ritmo mientras Rodo gemia sin importar si nos escuchaban desde la calle. Por fin llego el momento y empuje con todas mis fuerzas para soltar un "¡AAHHHH!" con mi venida. No me sali de su culo todavia; nos besamos y probe el sabor de su semen.
Descansamos un ratito uno encima del otro y entonces llego el moomento de salir de aquella cuevita tan calida y apretada. Me quite el condon y note una cantidad admirable de leche dentro.
—Has sido grandioso chavo —dijo sentado en un silla completamente desnudo—. Me gustaste desde que llegaste la primera vez pero no sabia como llegarte.
—Lo mismo digo —respondi. Buscaba mi ropa dispersa por el suelo.
—¿Vendras a jugar otro dia? —pregunto con la mirada fija en mi.
—No te atrevas a dudarlo —argumente y me acerque a besarlo.
Aquello fue una promesa gustosa que ambos disfrutamos en aquel salon de videojuegos.
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