El Enfermero y el Interno
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SebasPotterM.
Hola me llamo Sebastian y tengo 20 años.
Soy un chico delgado pero no muy flaco, cuerpo fibradito estilo twink.
Mido 1,68m de estatura, con cabello castaño oscuro, corto y ojos pequeños color café claro.
Dicen que mis ojos son lindos.
Esto que voy a contar sucedió hace aproximadamente unos ocho meses, cuando yo estaba realizando mis prácticas de último semestre como enfermero en la Unidad de Cuidados Intensivos Adultos del hospital de la universidad.
Al ser un hospital propio de la universidad, los estudiantes de medicina y enfermería teníamos un campo de prácticas allí.
Mis prácticas en la UCI duraban seis meses.
Durante este tiempo vi pasar por allí a varios grupos de internos (estudiantes de medicina de último año), puesto q ellos rotaban cada mes.
Un lunes llego a recibir el turno y me encuentro con que hay un nuevo grupo de internos.
Los chicos que van saliendo le hacen la inducción a los que van llegando.
Así que me llamaron para presentármelos.
Habían seis, cuatro hombres y dos mujeres.
Obviamente yo fijé mi atención en los chicos, porque de verdad que en medicina hay chicos bien lindos.
Al final se la fila mi mirada se cruzó con otra.
Un chico alto, 1,82 de estatura, carita dulce, sonrisa amable y unos ojos café oscuros que miraban a través de unas gafas que le sentaban de maravilla.
Si yo había visto chicos lindos, este lo era mucho más.
Nos dimos la mano y con una sonrisa me dijo: Hola Jefe*, un gusto conocerlo.
Me llamo Anthony.
En ese momento sólo me pareció un chico hermoso pero nada más.
Aunque para él si surgió algo en ese momento.
Los días transcurrían y yo veía que él constantemente me miraba, pero no le di mucha importancia al hecho, porque pensé que tenía curiosidad por los procedimientos que yo realizaba y él no.
Ya me había sucedido antes.
Ese mismo día se me acercó y me dijo que si me podía acompañar a almorzar porque quería pedirme un favor.
Yo le dije que sí.
Cuando fuimos a almorzar me comentó que quería aprender algunos procedimientos y que si yo le podía ayudar con eso.
Accedí con gusto, porque había descubierto que me gusta enseñar.
, o tal vez también porque el chico me agradaba.
Durante esa semana yo lo llamaba cuando iba a hacer algún procedimiento y le explicaba y luego él lo hacía.
Primero con mi ayuda y después ya los hacía solo.
Era muy inteligente y aprendía rápido.
En una ocasión lo dejé terminando de tomar unos gasea arteriales y me fui a buscar un medicamento al cuarto de preparación de medicamentos.
Cuando voy saliendo me choco con algo y al abrir los ojos me topé con una camisa blanca que cubría un pecho firme.
Alzo los ojos y me fijo en sus mirada.
Era profunda y brillante, en ese momento sentí algo revolotear en mi estómago.
Me pidió disculpas por hacerme chocar y en poco atolondrado y hasta temblando me entregó la jeringa con la muestra se gases.
Me quedé pensando en esa sensación que tuve al cruzar nuestras miradas pero no supe explicarla.
Al día siguiente me fijé que me miraba más de lo normal y cuando me hablaba lo hacía estrictamente para asuntos de los pacientes y lo hacía con cierta pena.
Mas tarde conversando con otro interno me dijo:
– Jefe ¿Qué le hiciste a Anthony?
– Yo no le he hecho nada ¿por qué lo dices?
– Pues no te has fijado que se la pasa mirándote.
No será que le gustas-.
Se empezó a reir y se alejó.
Sus palabras me rondaron todo el día la cabeza, y al final de esa semana concluí que independiente de si le gustaba o no, él a mi sí.
Desde ese día soñé con él todas las noches, se me aparecía vestido con su uniforme y sonriéndome ampliamente mientras me atrapaba entre sus brazos y después nos agarrábamos de la mano mientras caminábamos por todo el hospital.
El lunes de la semana siguiente sucedió algo totalmente inesperado para mi.
Al llegar, se me acerca y me dice que tiene algo muy importante que decirme, pero que no quiere hablar allí.
Me dijo que al salir fuéramos a su casa.
Que hablaríamos allá.
Yo al principio tenía nervios y nos sabía si decirle que si.
Pero su carita desesperada me dijo que realmente era algo importante y accedí.
A las cuatro de la tarde salió él y me esperó una hora a que tocara mi salida.
Después me llevó a su carro y condujo a su casa en silencio.
Yo me sentía incómodo y nervioso.
Cuando llegamos, se bajó y me abrió la puerta.
Me sonrojé con eso.
Entramos a su casa y me dijo que me sentara en el sofá mientras iba a dejar su maletín en su cuarto.
Volvió y se me acercó, me agarró de las manos y lentamente me puso de pie.
Fijó su mirada en la mía y sentí de nuevo ese revoloteo, pero esta vez iba acompañado de un corrientazo que me recorrió toda la columna.
Creo que él se dio cuenta y mientras tomaba mis manos con la suya, la otra me acariciaba el rostro muy lentamente.
Al sentir su toque me estremecí.
Se sentía cálido.
De pronto acerca su rostro al mio y junta nuestros labios.
Yo me petrifico un momento pero después reacciono y respondo al beso que me está dando.
En ese instante mi cuerpo se afloja y me abraza fuertemente.
Puedo sentir sus brazos firmes a mi alrededor mientras me devora la boca de una manera sutil y tierna.
Mi nariz tropieza con sus gafas y entonces se detiene y separa sus labios de los mios.
Se quita las gafas y me mira a los ojos sin dejar de abrazarme.
– Te amo.
– Me dijo con una voz suave y muy tierna mientras acariciaba de nuevo mi mejilla y me volvía a besar.
– Yo también, te amo mucho.
Aunque tuve que esperar para darme cuenta.
– Yo si lo supe casi de inmediato.
Me cautivaste desde el primer momento.
Yo me puse colorado con sus palabeas y me empiné para darle un pico.
Pico que se convirtió en un beso a toda regla y se fue volviendo más profundo.
Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, mi rostro y mi cuello.
La intensidad del beso fue subiendo y comenzó a besarme el cuello y fue bajando hasta la clavícula, enviando corrientazos en cada toque de sus labios sobre mi piel.
Eso me encendió y yo también empecé a acariciar su espalda, sus brazos y hasta su torso por encima de la camisa.
Sin dejar de besarme, él empezó a quitarme la camisa y yo hice lo mismo con él.
Madre mía este hombre de verdad era hermoso.
Pectorales firmes marcaditos pero sin exagerar y aunque sus abdominales no se marcaran, se veía que ahí estaban bajo la piel.
Posó su mano sobre mi pecho y empezó a recorrer todo mi torso con ellas.
Yo utilicé mis dedos para ir deslizándome sobre su piel morena, que contrastaba con la mía que es trigueña.
Me miró firme, me dirigió una sonrisa y me puso los brazos sobre sus hombros.
Me dijo que me agarrara bien y entonces me tomó de los muslos y entrelazó mis pies en su espalda.
Me sentí genial ahí sostenido por él.
Me llevó hasta su cuarto y allí se sentó en la cama conmigo encima, besándome en los labios, por mi rostro y el cuello, pegando su torso con el mío, mi pecho chocando con el suyo.
Después me acostó en la cama y me ayudó a quitarme el pantalón, quedando sólo en bóxers.
Luego él hizo lo mismo.
Se colocó encima de mi y empezó un camino de besos por todo mi cuello hasta mis tetillas, donde se detuvo un buen rato jugando con ellas con su lengua, mientras yo me retorcia del gusto.
Siguió bajando repartiendo besos por mi abdomen hasta llegar a mis bóxers.
Allí colocó su nariz muy cerca de mi pene y aspiró.
Eso me excitó mucho.
Después le dió un piquito en la punta sobre la tela, lo que me hizo gemir.
Con sus dientes mordió el elástico y ayudado por sus manos en la parte trasera, comenzó a quitármelo lentamente, mirándome de forma muy sensual.
Entonces me mordí el labio del morbo que me dio esa imagen.
Él se subió y me besó de nuevo en los labios, luego en el pecho y después en abdomen donde sus caricias me hicieron cosquillas y no pude evitar reir.
El me sonrió picarón y agarró mi pene y en la punta le dio un beso.
Sacó su lengua y la posó sobre mi glande, en la abertura de la uretra que ya resumaba bastante líquido preseminal.
Lo lamió todo, pasando su lengua por todo el glande y yo gemí con cada contacto.
Me estaba torturando lentamente.
Después se lo metió lo más que pudo (casi se lo traga entero porque mi pene no es muy grande, mide 16cm) y me hizo ver estrellas.
Iba lento, sabía lo que hacía.
Primera vez que alguien me hacía el sexo oral de esa forma tan metódica y deliciosa.
Así que en un momento lo aparté para no venirme en su boca y lo tumbé en la cama.
-Ahora es mi turno- le dije sonriendo.
Le di casi el mismo tratamiento, sólo que yo me detuve más tiempo con sus tetillas y pectorales.
Es que me gustaban porque estaban firmes y fuertes.
Cuando llegué a su bóxer, lo miré a los ojos y puse cara de inocencia y ternura.
Casi de inmediato lamí todo el pene sobre la tela y dio un tremendo suspiro indicando que le gustaba.
Retiré el bóxers y me dispuse a darle la mejor sesión de sexo oral que hubiera tenido.
Ya antes me habían dicho que era todo un as haciéndolo, y ahora pensaba regalarle un poco de mi talento a este jovencito hermoso y sexy que se había robado mi corazón.
Empecé despacio, con la punta de mi lengua rozando su glande, luego recorriendo todo el tronco hasta la base y de vuelta al glande, todo muy lentamente mientras lo miraba poniendo ojitos tiernos.
Gemía con fuerza y daba suspiros largos, lo cual me animaba más.
Me lo metí a la boca y comencé un sube y baja un ritmo tortuoso y delicado.
Fui bajando poco a poco hasta que logré engullir sus 19cm por completo.
Sus ojos se abrieron como platos y me dijo -Dios Sebas.
Sigue así, eres un genio en esto.
Y yo seguí su petición.
Ahora iba alternando entre el sube y baja y tragarme su miembro entero.
En eso estaba cuándo agarró mi cara y empezó a embestirme la boca a un ritmo frenético, de pronto se quedó estático metiéndola hasta el fondo y sentí su semen salir disparado directamente a mi garganta.
Ni siquiera lo pude saborear bien.
Cuando dejó de soltar trallazos me alzó y me besó de forma apasionada.
Me colocó en la cama de espaldas, me abrió mis piernas y empezó a jugar con su lengua en mi ano.
Lo lamía por los bordes, me mordía los glúteos y me besaba en el perineo.
Ese beso negro llevó al cielo y yo gemía cada vez más fuerte.
Luego metió un dedo y sentí un poco de molestia.
Entonces fue a su mesa de noche y sacó una botellita de lubricante y me untó el ano con este.
El dedo pudo entrar con facilidad y yo me retorcía en la cama.
Fue aumentando los dedos hasta llegar a tres y ahí decidió que ya estaba bien dilatado.
-Ahora me vas a tener adentro.
-Por favor.
Lo estoy deseando.
Untó su pene con lubricante y lo colocó sobre mi entrada.
Y así, con mis piernas sobre sus hombros y mirándonos directamente a los ojos me fue penetrando lentamente.
Cuando sentí su pelvis pegarse a mi trasero suspiré de puro placer.
Comenzó a moverse muy suavemente.
-Te haré el amor de una forma que no se te olvide nunca-.
Me dijo al oído en apenas un susurro.
Y siguió su vaivén.
Lento, delicado y delicioso.
Muy delicioso.
Antes había tenido sexo, pero nunca había hecho el amor y se sentía genial.
Era hermoso, me sentía en las nubes.
Acercó su rostro al mio y me iba dando besos mientras sus estocadas no paraban.
Nos mirábamos a la cara.
Veía en sus ojos todo el amor que profesaba hacia mi y yo le hice saber que era correspondido con la misma intensidad.
Cambiamos de posiciones dos veces, primero de perrito y luego yo me senté sobre su pene ensartándome hasta el fondo.
Y lo cabalgué y el también me embistió así logré llegar al clímax y terminé en un estallido de placer que se reflejó en los seis trallazos de semen que calleron sobre su pecho.
Las contracciones de mi esfínter lo hicieron culminar a él también e inundó mi interior con su semilla.
Nos dimos un beso y aun dentro de mi, me cargó y me llevó al baño.
Ahí me bajó y su semen empezó a salir corriendo por mis piernas.
Nos dimos un baño acompañado de besos y caricias.
Después nos secamos y me abrazó.
Me llevó a la cama me puso encima de él y nos cubrió con su sábana.
-Te amo-Le dije.
– Yo también te amo mi príncipe- Me respondió.
Ahí con mi mejilla sobre su pecho y al son de los latidos de su corazón me fui quedando dormido.
Desde ese día nos hicimos novios y hasta ahora seguimos juntos.
Yo me gradué como Enfermero en Diciembre y él lo hará como médico en Julio de este año.
Planeamos casarnos aunque todavía no.
Primero disfrutaremos de nuestro noviazgo un tiempo más.
*En mi país es común que a l@s enfermer@s profesionales se les llame Enfermer@s jefe.
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