EL ENTREGADOR DE PIZZA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
El otro día que pedí una pizza no me imaginé la experiencia nueva que iba a vivir con el entregador, un chico mulato de veinte y pocos años, de complexión magra, algo musculoso y alto, de ojos maliciosos, así como que acostumbrado a hacer algo extra en su trabajo de entregar pizzas calientitas.
Pareciera como que él también estaba acostumbrado a entregar perros calientes, salchichas deliciosas. Su salchicha que colgaba entre las piernas. Dice un dicho que al buen entendedor le bastan pocas palabras. Por eso cuando Daniel me entregó la pizza de calabresa que había encomendado y me pidió permiso para usar el sanitario mientras me miraba de pies a cabeza, yo rápidamente lo dejé entrar y para facilitar las cosas me puse a ver una película porno gay mientras mostraba mi grado de excitación a través de la apretada calzoneta que vestía. Daniel salió del sanitario y se paró enfrente de la televisión mientras me sonreía. Yo lo invité a que se sentara a mi lado y le dije:
-puedes sentirte a gusto-
-¿puedo?-, preguntó mientras se abría la bragueta y sacaba al aire una verga semi erecta y por lo visto algo larga.
De reojo vi como aquel miembro de piel oscura rápido se iba poniendo rígido sin parar de aumentar de longitud hasta llegar a unos 25 cm; un pene no muy grueso pero generosamente largo y bien recto con su cabeza apuntando para arriba. Luego supe también como era de duro. Al toque de mi mano comprobé que aquella verga linda era tan dura como una vara de madera. Decidí chupársela. Daniel se recostó en el sofá y cerró los ojos para concentrarse en la deliciosa sensación que mi boca le proporcionaba al pasar mi lengua por todo su falo pulsante. Lo invité al cuarto y él me acompañó después de quitarse los tenis y el jean que llevaba puestos. Rápido me hizo saber que cobraba y yo le dije que después resolvíamos el precio. Agarrando su verga y comprobando su longitud le propuse al chico:
-te pago lo que me pides y más una propina si tienes paciencia al cogerme con esa verga hermosa que te cargas. No estoy acostumbrado a ser penetrado y por eso siempre me duele. Si me coges bien rico te vas a ganar un buen dinero-
-lo voy hacer bien, mi putito, te lo prometo-, me contestó y me pidió:
-chupa mis tetillas un poco-.
yo hice lo que me mandó mientras él se masturbaba con la mano preparando su pene para penetrarme. Después le embadurné la verga con lubricante y me puse lubricante en el culo también. Completamente desnudo me posicioné de cuatro patas a la orilla de la cama abrí bien las piernas y esperé. Daniel arrimó un dedo a mi ano y me lo metió despacio. Después dos. Entonces comentó, -tienes un culito apretado, delicioso-
-aha, por eso te pido que me la metas despacio-
-está bien-.
Entonces sentí el glande presionando mi ano. Después la cabeza entrando. Uno, dos centímetros más. Después más otro pedazo.
-ahhhhhh-, suspiré. Cuando me había metido la mitad sentí dolor. Le mandé parar. Daniel paró. Luego continuó. Como era de dura aquella pija. Daba para sentir como me iba rasgando a medida entraba.
-entró toda?-, pregunté
-toda-. Quise confirmar y para ello metí mi mano por debajo de mi cuerpo y toqué el miembro da Daniel, sus testículos. Sí, la verga estaba toda adentro de mi recto. Daniel me la sacó un poquito. Después me la metió toda otra vez. La segunda vez lo hizo más rápido y así fue acelerando el metisaca
-ay, ay, ay-, yo grité porque me dolía.
Cada vez que la verga entraba golpeaba los músculos del ano pero era un dolor soportable y mezclado con placer y para que Daniel supiera que me estaba gustando yo iba al encuentro de sus embates empujando mi culo contra su pelvis. Lo diferente de esta cogida era que yo sentía la verga deslizando en el metisaca y no como otras veces que la verga se quedaba atorada debido a que era muy gruesa. Esta no. la verga de Daniel parecía justa a la medida de mi culo y eso hacía la sensación mía más placentera. Algo nuevo para mí.
Por fin estaba disfrutando plenamente de ser penetrado. Daniel era fogoso y demoraba para gozar. Yo recostaba mi cabeza en la almohada y recibía la verga invasora con apretones de mi esfínter. Daniel hablaba obscenidades, me llamaba de puto y yo solo gemía. Mi ano me dolía pero aguantaba firme. No sé cuanto tiempo pasamos cogiendo. Solo sé que lo disfruté. Me sentí en las nubes. Y lamenté cuando Daniel anunció que se corría. Empurré mi culo al encuentro de su verga cuando sentí el chorro de semen bañándome por dentro. Daniel se desplomó encima de mí.
Quedamos de lado con la verga de Daniel aún dentro de mí. Entonces yo comencé a hacerme una frenética paja hasta que vacié mis vesículas seminales y mi próstata. Al hacerlo le apretaba la verga a Daniel con mi esfínter. Así fue aquella cogida. Que cogida. Daniel se fue a bañar. Yo me quedé acostado. Sentía mi ano pulsar adolorido. Y así me quedó como por tres días. Le pagué a Daniel una buena propina y él me dejó el número de su celular. En estos días lo llamo otra vez. Creo que encontré en él la verga hecha a la medida de mi culito.
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