–El esposo de mi amiga–
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre he sido muy emprendedor y trabajaba y estudiaba a la misma vez. A los 18 años, ya había rentado una casa, dónde me mudé a vivir solo, a manera de poder estar independiente, estudiar sin que mis hermanos me distrajeran y llegar a la hora que fuera, sin que me regañaran. Siempre conservé mis amistades del barrio dónde me crié, especialmente la de mi amiga, que llamaré Elenita y su joven esposo Raúl. Raúl era entonces un joven alto, delgado de tez trigueño, un abdómen plano y fuertes brazos, debido a su trabajo en construcción. En fin un chico muy macho, guapísimo, y sobretodo amable y respetuoso.
Un día necesité hacer un trabajo en el baño de la casa, y mi casero me dió el visto bueno para cambiar la cerámica de las paredes del baño. Elenita me recomendó a Raúl su esposo, quién en esos días no tenía trabajo y yo le dí el trabajo a él para que me lo hiciera, luego de acordado el costo, etc., etc. Nunca me había fijado en aquel chico, como para tener sexo con él, pero admiraba tanto cuando lo veía con esas T-Shirt, sin manga, que le marcaban todo su pecho y esos brazos preciosos con un tatuaje de ensueño, en uno de ellos…cada vez que llegaba a mi casa, yo deliraba en mis adentros, pero sin que él se diera cuenta. Era tal la confianza, que yo lo dejaba trabajando solo, me iba a mis clases y no tenía más problema pues trabajaba por las noches, en un Centro Comercial de mi país.
Un día llegué más temprano, y me dirigí al baño, wao lo que vi me dejó de una pieza, asombrado y perplejo: Raúl con la puerta abierta, estaba orinando y con una mano se agarraba aquella enorme verga o guebo como le dicen en mi país, de una grosor y tamaño tan grande, que ni en las películas gays de Falcon o en los XVideos, los había visto así! Hubo un silencio entre nosostros, pero Raúl siguió orinando y me dijo, que no cerró la puerta pues como estaba trabajando y estaba solo, que de echo los dos teníamos el mismo equipo…y yo comiendome las palabras le contesté, que eso no era nada, somos hombres, pero de ese salen tres de mio y nos echamos a reir. Seguí mirando como se lo sacudía y como su pene iba cobrando vida en su mano, que se hacía pequeña para es consota tan divina, que él tenía. Me dijo muy serenamente que si quería la podia tocar, yo como hipnotizado, me senté en la tapa del inodoro, y entonces, Raúl, se bajó los pantalones y dejó al descubierto aquella belleza de verga, con unas enormes bolas. sin pensarlo dos veces, la toque, la subí, la bajé y me la metí a la boca. En aquel momento no pensé en más nada, solo en esa pinga de colección, mi deseo y el pedido, de mi amigo Raú, el marido de mi amiga.
Se la mamaba desesperadamente, como si no hubiera mañana, no me cabía completa y tenía que abrir la boca a capacidad, por el grosor de ese guebo tan lindo, recto y de un cabezón enorme. Raúl gemía, gemía y decía cosas que eran música a mis oídos: Que rico tú mamas, que rico, las mujeres no maman así, me gusta, cometela toda, que delicia! Ahhhhh, ayyyyyyyy, ahhhhhhh…. Y yo estaba en la gloria, le chupaba las bolas, me las metía una a una y luego volvía al esa verga, metiéndole la puntita de Ia lengua en su ranurita de orinar, eso lo volvía loco. Le dije vamos a mi cuarto, que es más cómodo. Nos quitamos todas la ropas y yo seguí mamandoselo, mientras él me apretaba las nalgas y me decía que tenía un buen trasero, lampiño y bien parado, con su fuerza me acomodó encima de él, quedando mi culo en su cara, y yo aun así no dejaba de mamar, estaba loco, arrebatado con ese bicho! Raúl me besaba las nalgas, me las mordía suavemente y las abrió comenzando a darme una de las mejores mamadas de culo, que he recibido en esta vida. Creía que moría de placer, estaba viviendo uno de los mejores momentos, de sexo que tenido.
Entonces me quitó de encima suyo y me dijo, te lo voy a meter sin condón, pues se que tu eres un chico limpio y no eres depravado. Si estoy en lo cierto respondeme, sabes que estoy con Elenita y no puedo tomar riezgos. Yo le contesté que no hacía eso con cualquier persona y que hacía mucho tiempo, no tenía sexo con nadie, pero que me daba pena por Elenita, que lo dejaramos ahí, por que al él mencionarla, me senti mal. No te preocupes esto es un secreto entre tú y yo, y no me puedes dejar así de caliente, como me tienes, más ese culo me lo como yo, hoy. Me tenía en su poder, deseaba a aquel macho casado más que a nada en el mundo. Me pidió si tenía alguna cremita para hacer rmás fácil la penetración y yo le dije que cogiera una de mi gavetero, me puso boca abajo y yo me acomodé como perrito, me llenó de cremita mi hoyo y con su dedos lo dilataba, yo gemia y me movía circularmente, él se embarró de cremita el enorme pene, y me lo empezó a tratar de meter. Fue taréa difícil, me dolía mucho, pero él fue tan bueno, tan cuidadoso y considerado conmigo que cuando vine a ver, sentí como ese monstruo de verga, me penetró completamente a tope. Se quedó quieto para que yo me acostumbrara, y cuando yo comenzé a moverme, como pidiendo verga, comenzó su mete y saca, primero lento, luego acelerando, yo gemía, y lloraba de placer. Raúl alababa mi culo y su estrechez, que rico estás me decía, que culazo, me estás estrangulando la pinga, que mucho me gusta!
Me daba tan duro que en ocaciones yo gritaba, ayyyyyyyyyyyyy, y él preguntaba si me había echo daño, es que me duele fuerte pero sigue, sigue que me muero de gusto. Luego por el cansancio me puso de cucharita y yo podia tocar con mi mano, como tenía esa verga hasta las bolas, que tropesaban con mi entrada. Más de media hora estubo dándome y cuando comenzó a gritar: me vengo, ayyyyyy, me vengo ahhhhhhhhh! Fui tan feliz, de oirlo gritar así, pues era yo con mi cuerpo, con mi culo, que le estaba dando placer. En par de haladas yo también me vine. Nos quedamos mucho rato así de cucharita, yo con esa verga adentro, que aún perdiendo dureza me sentía lleno, aparte de toda la leche que me dejó ahí. Cando nos recuperamos, nos juramos que nadie sabría eso y que de en adelante solo él me clavaría. Y ha así ha sido por mucho tiempo. Cuando mi amiga está en esos días, ahí me las pongo yo con él, ya no siento cargos de conciencia, no puedo evitar desearlo todo el tiempo y Raúl me corresponde. -Javier-
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!